Nadia Dumara Ruiz Silveira Profesora
E-mail: ndrs@pucsp.br Facultad de Educación y del Programa de Estudios de Posgrado en Gerontología Beltrina Côrte
Profesora en el Programa de
Estudios de Posgrado en Gerontología Editora de contenido del sitio web: http://www.portaldoen velhecimento.org.br Miembro del Observatório da Longevidade Humana e Envelhecimento (OLHE)
E-mail: beltrina@pucsp.br Universidad Católica de São Paulo São Paulo, Brasil
Recibido: Enero 12, 2012, Aceptado: Junio 12, 2012
Resumen
Los medios de comunicación revelan diferentes modos y procesos de envejecimiento de las personas en cuanto partícipes en un entorno social y resaltan valores de referencia positivos de esta etapa de la vida. Los artículos de los medios brasileños representan una estética de la vejez, así como la importancia que las personas mayores atribuyen al aprendizaje que propicia la resignificación de su cotidiano. Indican que las personas mayores encaran las vicisitudes del proceso de envejecimiento trazando nuevos caminos y formas diferentes de ocupar los espacios sociales, al reconocer que el escenario actual requiere nuevos conocimientos y vivencias heterogéneas.
Palabras clave: vejez; medios de comunicación; aprendizaje; gerontología; Brasil.
Paths of longevity: itineraries media of life projects and learning’s old age.
Abstract
The social communication media have been revealing different aging processes and means as a participant within the social environment, explaining positive reference values for this stage of life. Stories published by Brazilian media portray an aging esthetics as well as the importance the elderly attribute to learning that provides a new meaning to their everyday lives. They indicate the elderly react to the vicissitudes of the aging process, defining new paths and different ways of occupying social spaces, recognizing that the current scenario demands new knowledge and heterogeneous experiences.
Keywords: aging; media, learning; gerontology; Brazil.
A coisa mais moderna que existe nessa vida é envelhecer
Arnaldo Antunes, en la canción «Envelhecer»1
El envejecimiento de la población es uno de los fenómenos más notables de la sociedad contemporánea y se menciona en canciones, poemas y otras producciones literarias. Este tema sigue planteando desafíos a los investigadores sociales, que eligen el envejecimiento como objeto de investigación debido a su importancia teórico-científica y como una forma de hacer frente a los prejuicios existentes. Explorar este campo de investigación incluye complejas cuestiones epistemológicas y problemáticas de diferentes áreas del conocimiento, especialmente de las Ciencias Humanas y Sociales ―que se ocupan de fenómenos de la conducta humana en el espacio social que son esencialmente mutables e impredecibles―, de modo de concebir el envejecimiento como una cuestión estructuradora y estructural de la sociedad. De ahí su complejidad y, al mismo tiempo, la fascinación que ejerce, en tiempos de cientificismo tecnológico y biológico. Por lo tanto, la complejidad del mundo actual hace que no sea posible afrontar temas tales como el envejecimiento, con los conocimientos de una sola disciplina.
Debido a la prolongación de la vida humana, se está imponiendo una nueva matriz de desarrollo humano y social, objeto de estudio científico a través de la aplicación, sobre todo, de la Teoría de las Representaciones Sociales, [1] que ha contribuido a la comprensión de la forma en que se procesa la adquisición y el intercambio de conocimiento relativo a esta etapa de la vida, entre diversos grupos sociales. Los estudios sobre las representaciones sociales de la vejez en los medios de comunicación introducen en el ámbito académico la realidad de la diversidad y complejidad crecientes del envejecimiento de la población. Se universaliza la percepción de las nuevas relaciones sociales ante el nuevo fenómeno y, en consecuencia, las nuevas necesidades se incorporan a la agenda de las instituciones civiles, gubernamentales y académicas responsables del bienestar social y el desarrollo tecnológico, lo que repercute en los medios de comunicación.
Según Moscovici, [2] las representaciones sociales son un conjunto de conceptos, afirmaciones y explicaciones originarios de la vida cotidiana, que, en el curso de comunicaciones interindividuales, «circulan, se cruzan y se cristalizan en nuestro universo cotidiano», y cuyos principales vehículos son la comunicación y la conducta. En general, las representaciones que se forman tienden a hacer que lo desconocido o poco familiar ―en este caso, el envejecimiento individual y colectivo― se convierta en algo familiar y cercano. Una función que, según Jodelet, [3] trata de representar una realidad poco conocida, tomando lo que se sabe al respecto y construyendo una realidad común a un grupo social.
Hasta hace poco, el conocimiento común imperante, la guía de conducta y la constitución de la identidad de la vejez ―funciones de las representaciones sociales― se limitaban a una visión centrada en las pérdidas, discapacidades y enfermedades, por lo que el envejecimiento humano y la vejez, durante mucho tiempo, fueron objeto de estudio, casi exclusivamente, de las ciencias biológicas. A partir de mediados del siglo XX se suman nuevas problemáticas y se construyen nuevos planteos. Los últimos estudios demográficos han demostrado que la población de edad avanzada crece cada vez más en todo el mundo, lo que plantea nuevos desafíos a los organismos gubernamentales y a la sociedad en su conjunto; se ponen en tela de juicio la organización social, los estilos de vida, las cuestiones culturales, las políticas y el sentido mismo de la vida.
Aunque el proceso de envejecimiento de muchas sociedades haya comenzado hace más de cien años, el ámbito de la Gerontología en cuanto área de conocimiento es bastante reciente (finales de la década de 1940) y su reconocimiento académico se da a partir de la década de 1970. En el Brasil, la visibilidad de este fenómeno ha tenido lugar en los últimos años de la década de 1990, cuando las personas de edad ascendían a 14,8 millones y representaban el 9,1 % de la población total. A la fecha, el país tiene 21,7 millones de adultos mayores (11 %).
La Gerontología es la disciplina que estudia de manera sistemática el proceso de envejecimiento desde dos puntos de vista: la forma en que el envejecimiento afecta al individuo y el modo en que el envejecimiento de la población cambia a la sociedad. Para definir el campo del conocimiento gerontológico, se invoca a la multidisciplinariedad. Los enfoques y las metodologías para entender la vejez y el envejecimiento tienen lugar a través de la óptica de muchas disciplinas diferentes en un proceso continuo de integración. Estos son campos de fuerzas que movilizan a los diferentes aspectos de la existencia humana y, por lo tanto, del conocimiento, donde los escenarios sociales y culturales no constituyen meros escenarios en los que se desarrollan las diferentes etapas de la vida, sino un conjunto de significados que interpretan los sentimientos y los valores.
El adulto mayor brasileño, especialmente a partir de la década de 1980, se ha convertido en un actor político cada vez más visible en la sociedad, ocupando un espacio en los medios de comunicación y llamando la atención de la industria de consumo, entretenimiento y turismo, lo que no se corresponde con la idea presente en el imaginario de la población general de que, en la vejez, los individuos estarían excluidos de la vida pública. Los medios de comunicación no cesan de exhibir los proyectos gubernamentales que tratan de prestar apoyo a las personas de edad, desde derechos especiales, como el pase libre en los colectivos, hasta las medidas para compensar sus debilidades, tales como la vacunación contra la gripe, gratuita y recomendada. Es decir, políticas sociales en congruencia con el marco jurídico y teórico internacional, que se consideran eficientes y eficaces.
A veces, los medios de comunicación representan a la vejez como una etapa de la vida caracterizada por la fragilidad y la dependencia al denunciar las malas condiciones, por falta de medios económicos, que enfrentan los adultos mayores, no solo a causa de jubilaciones insuficientes sino también como consecuencia de instituciones mal equipadas y mal administradas.
También hay representaciones en el ámbito académico, donde se constata un creciente interés institucional en el campo docente y, por lo tanto, la búsqueda de conocimientos gerontológicos. Muchos profesionales ya han incorporado a su discurso temas relativos al proceso de envejecimiento desde la perspectiva, no solo del ser que se enferma, sino también del ser que envejece. Como resultado, la longevidad tiene ahora una mayor visibilidad en los medios de comunicación.
Se pasa de la representación de una vejez frágil y colmada de pérdidas, a una que, en tiempos de longevidad, anuncia una vejez activa y productiva. El desarrollo tecnológico es uno de los factores responsables de los cambios radicales en la forma en que se vivencia, asimila y resignifica este proceso. Lopes [4:88] se refiere a estos cambios que reflejan la realidad de la diversidad
La primera urgencia que la longevidad plantea es el desafío, a la par de la mayor esperanza de vida, de revisar y reinventar las trayectorias personales. Si se ha decretado oficialmente que se es viejo a los 60 años, ¿qué hará esa persona hasta los 100? ¿Tiempo de nuevas experiencias, nuevos proyectos y nuevos caminos?
Esta diversidad está presente en todas las etapas de la vida e integra el contexto cultural que reproducen los actores sociales, protagonistas también de la producción de la cultura. Estas acciones dan significados diversos al tiempo vivido, dimensionando variadas formas de construir la vida en las diferentes sociedades.
Goldfarb [5:97] en su texto «Memórias e temporalidades: Construindo Histórias» hace hincapié en la cuestión de la temporalidad, destacando su sentido histórico, tanto en la preservación de los valores como en la redefinición de las formas de ser en una realidad sociocultural en cambio permanente:
El tiempo, la temporalidad, la historia, la finitud, el tiempo subjetivo son conceptos que marcan un camino a seguir para entender mejor los fenómenos que caracterizan el envejecimiento humano. Tenemos una historia porque logramos registrar en la memoria los acontecimientos significativos de nuestro pasado, discernir lo que permanece igual y lo que cambia, y, así, confirmar nuestra identidad.
Al vivir en una sociedad ampliamente mediatizada, que se caracteriza por el flujo rápido y continuo de información en tiempo real y, al mismo tiempo, por las formas tradicionales de transmisión del conocimiento, las personas mayores marcan su presencia en el movimiento de conservación y resignificación de la cultura. De acuerdo con Geertz, [6:21] el concepto de cultura se amplía y permite comprender mejor el mundo que envejece, además de entender la conducta como una acción simbólica que refleja múltiples significados.
Contemplar las dimensiones simbólicas de la acción social ―el arte, la religión, la ideología, la ciencia, el derecho, la moral, el sentido com―únno es desviarse de los dilemas existenciales de la vida en favor de un dominio empírico de formas no emocionalizadas, es sumergirse en ellas.
Entrar en este contexto de diversidad de la vida y la cultura lleva a percibir la complejidad de los individuos, los espacios sociales en que viven y el proceso continuo de reconstrucción de valores. En este sentido, Geertz aduce también que la diversidad de costumbres en el tiempo y el espacio (...) es tan variada en su esencia como en su expresión.
Si bien reconocemos, como Lipovetsky en La felicidad paradójica, [7] que los medios de comunicación tienen estrategias propias para conformar comportamientos e identidades, vemos que se da un juego dialéctico con los individuos, que tienen tácticas peculiares de absorción y aplicación de los contenidos mediáticos. La transmisión y recepción de mensajes no son procesos mecánicos o lógicos. Es decir, los lectores o los espectadores no son meros receptores pasivos de información y mensajes. Lipovetsky [8] reconoce que los medios de comunicación tienen demasiado poder sobre el comportamiento, pero, añade: «también sobre la información... la información crea, a largo plazo, individuos más reflexivos, con más capacidad para comparar lo que son y lo que los otros son».
En el Brasil, los avances tecnológicos en el mundo de la información y la comunicación dieron lugar a la creación de diversos medios de comunicación que ofrecen los más variados productos que ‘alimentan’ el imaginario de la sociedad brasileña sobre los tipos de vejez, de envejecimiento, y, por supuesto, de longevidad que queremos. Citamos, a modo de ejemplo, la red Globo, la cadena televisiva más grande del país, y uno de sus principales productos, la telenovela, como una de las instituciones que construyen representaciones sociales de esta etapa vital. La telenovela brasileña Mulheres Apaixonadas 2 dio visibilidad a la violencia doméstica cometida contra personas mayores, sin mencionar la importancia de la divulgación de las campañas de salud, tales como la vacunación gratuita para personas de más de 60 años y el pase libre en el transporte público.
Como ha señalado Moscovici, [9:46] las representaciones son la base de los procesos interactivos y la comunicación, siempre que se las vea:
como una forma específica de entender y comunicar lo que ya sabemos. Ocupan, de hecho, una posición curiosa, en algún lugar entre conceptos que tienen como objetivo abstraer sentido del mundo e introducir orden y percepciones que reproducen el mundo de un modo significativo.
Imágenes de la publicidad, especialmente la televisiva, también han contribuido a la construcción de nuevos idearios de la vejez. 3 Aunque los medios publicitarios sean blanco de muchas críticas, creemos que la publicidad, no los productos que anuncia sino la información que contiene, es hoy el gran instituidor de trayectorias positivas de longevidad, en contraste con la vejez presente en nuestro imaginario: decrépita, declinante e inactiva. Los anuncios están construyendo imágenes de vejeces posibles e, incluso, deseables. En este sentido, la información que contienen —reiteramos, con exclusión del producto— están construyendo, en efecto, una nueva forma de ver y vivir la vejez, el envejecimiento y la longevidad. En resumen, nos hace aceptar el envejecimiento, introduciéndolo cada vez más en nuestros hogares y nos familiariza con estos años que tenemos probabilidades de vivir de una forma más positiva. 4 Lo que nos lleva a afirmar que los medios de comunicación están representando un papel clave en la liberación de la vejez.
Estas reflexiones indican que los medios de comunicación, más que representar la vejez socialmente existente, aunque sea de una forma todavía estigmatizada, está instituyendo nuevas subjetividades que coinciden con la civilización del deseo, innovando la relación de la persona mayor con el tiempo, consigo misma y con los demás, si bien aún triunfe la consagración social de la juventud como ideal de vida para todos.
Es digno de mención el atributo de plasticidad como parte integrante de las acciones, cuyo movimiento propicia la sedimentación y la transformación de los valores, que se dan en simultáneo con la heterogeneidad y alternancia de los elementos unificadores de la vida social. Los cambios en las representaciones constituyen un importante proceso que facilita su asimilación y reconocimiento como elementos constitutivos de la realidad. Al sistematizar el foco central de estas ideas, es necesario señalar que:
(...) hay una necesidad constante de reconstituir el ‘sentido común’ o la forma de entendimiento que crea el sustrato de las imágenes y significados,
sin la cual ninguna sociedad puede funcionar. Del mismo modo, nuestras colectividades no podrían funcionar hoy en día si no se crearan representaciones
sociales basadas en el tronco de las teorías e ideologías que se transforman en realidades compartidas, relacionadas con la interacción entre personas,
y se convierten en una categoría aparte de fenómenos. La característica específica de estas representaciones es, precisamente, que ‘encarnan ideas’ en
experiencias colectivas e interacciones en comportamiento. [9:48]
Los ancianos de hoy son diferentes de los del pasado, se enfrentan a nuevos retos, tienen más vitalidad, forman nuevas familias, son socialmente activos y tienen preferencias, que el mercado todavía no ha descubierto, que repercuten en el consumo cultural. En este sentido podemos decir que es una realidad a ser debidamente identificada, entendida y vivida por personas que expresan continuamente su necesidad de compartir. Moscovici [9:213] explicita este concepto y reconoce que:
(...) los individuos comparten la misma capacidad de tener muchos modos de pensar y representar (...) y que la representación es de gran importancia práctica para la comunicación y la adaptación a las cambiantes necesidades sociales.
Spink [11:305] refuerza el análisis de Moscovici, mostrando que las representaciones sociales también son alimentadas por los productos de la ciencia, que circulan públicamente a través de los medios de comunicación y las muchas versiones populares de estos productos. Reconocer el significado y la importancia de las representaciones implica admitir también que los individuos de todas las edades piensan, interpretan y producen conocimiento al reaccionar a los estímulos existentes en el entorno en que viven.
Al analizar la dinámica de la relación entre las expresiones singulares del vivir y las generalidades que imponen los valores que prevalecen ideológicamente en la sociedad, encontramos que las representaciones sociales compartidas dan apoyo a diversas posibilidades de interacción, que implican diferentes formas de comunicación y aprendizaje. Citamos una vez más a Moscovici para complementar estas observaciones:
(...) las representaciones sociales tienen por objeto primero y fundamental hacer que la comunicación, dentro de un grupo, sea relativamente no problemática y reducir lo ‘vago’ a través de un cierto grado de consenso entre sus miembros. (...) las personas se orientan hacia modelos simbólicos, imágenes y valores compartidos específicos. En este proceso, las personas adquieren un repertorio común de interpretaciones y explicaciones, reglas y procedimientos que se pueden aplicar a la vida cotidiana. [9:208]
Por lo tanto, (re)conocer a las personas, las generaciones que experimentan por primera vez en la historia de la humanidad la extensión de la vida, es abrir ventanas a la construcción de conocimiento acerca de nuestra longevidad. La prolongación de la existencia implica diferentes formas de vivir, como reflejo de los impactos biopsicosociales sobre los que envejecen, según lo que indican Mercadante y Brandão [12:17]:
El envejecimiento y la longevidad deben ser examinados en términos generales, no solo en relación con sus aspectos biológicos, con énfasis en la pérdida y la enfermedad, sino como una consecuencia del éxito en el proceso de desarrollo humano, y también en la relación entre el capital social, económico y personal que genera, con su enorme potencial para toda la sociedad.
De este modo, analizar la realidad del envejecimiento y la vejez involucra muchos aspectos y facetas del vivir, que van poco a poco tomando forma de modo genérico y singular, componiendo un mosaico de situaciones experimentadas contradictoriamente que definen biografías y perfiles que se redefinen continuamente. Las autoras subrayan la necesidad de dominar esta realidad para que podamos entenderla y vivirla plenamente:
Cuando hablamos de la complejidad de la cuestión del envejecimiento, en cuanto hecho biológico, y la longevidad resultante de los descubrimientos científicos y los avances sociales, señalamos también una perspectiva filosófica de la cual creemos que debe surgir la concienciación y la acción política del empoderamiento y el afrontamiento de los retos de una vida larga y de calidad. [12:19]
Actuar y reaccionar, cambiar y fortalecer las formas de ser pueden hacer parte de los elementos que componen la vida personal y social de las personas mayores, en la medida en que se exponen y se expresan en diferentes ámbitos de convivencia, ya sean formales o informales. Comprender y reflexionar sobre estos hechos se hace imprescindible en tiempos de longevidad, como subraya Côrte: [13:248]
Es más que necesario comprender los procesos fundamentales del envejecimiento y determinar la duración de la vida, puesto que se observa que ya hay una gran parte de la humanidad que sufre las consecuencias de los cambios en los procesos de envejecimiento y la longevidad (…) Se ha vuelto urgente la discusión pública sobre el impacto que ejerce y ejercerá la longevidad sobre casi todos los aspectos de la vida, ya que no cambia solo la estructura de la población sino también sus expectativas y valores.
Este contexto permite identificar algunas ‘vivencias’ destacadas en los medios de comunicación, además de que requiere reflexión sobre las vejeces posibles, basadas en los testimonios de personas mayores y sus significados. Las diferentes formas de experimentar el tiempo y las vivencias del envejecimiento, desde la perspectiva de las acciones individuales y colectivas, muestran habilidades, competencias, aprendizaje y hábitos de vida, incorporados por las personas, que dan lugar a aptitudes no disponibles en las etapas anteriores de la vida y que los mayores de ayer ni siquiera soñaban que podían tener. Este movimiento permite esbozar una estética de la vejez.
En este sentido, las personas mayores reinventan sus vivencias, lo que, al mismo tiempo, modifica el imaginario social sobre la realidad de vida de los que envejecen y se hacen mayores de manera diferenciada, en los distintos contextos sociales del mundo, lo que singulariza el significado de las experiencias vividas en las últimas décadas. Este escenario respalda la elección metodológica de esta reflexión de optar por la cartografía mediática que propicia una lectura actualizada del discurso social.
Las situaciones señaladas indican la necesidad incuestionable de nuevas reflexiones sobre el envejecimiento, la vejez y el ser viejo centradas en la multiplicidad de aspectos que conforman esta realidad en la contemporaneidad. Teniendo en cuenta los intereses de este estudio, se destacan, entre otros, factores tales como la comunicación inter e intrageneracional y la educación, que influencian la configuración de una estética de la vida, crean nuevos significados para el proceso de envejecimiento y la longevidad, y hacen realidad las ‘vejeces posibles’. Côrte [13:247] explica cómo se deben enfocar estos temas:
(...) se cree que la realidad de los años prolongados debe ser estudiada, difundida y comentada por todos los medios de comunicación. Y, para entenderla, se echa mano de todas las disciplinas, lo que hace que el tema de la longevidad incentive la interdisciplinariedad, ya que muchas de sus consecuencias son dramáticas y poco apreciadas.
Junto a la visión de la industria de la publicidad, que hoy considera a los mayores un segmento de interés del mercado, la sociedad empieza a verlos de otra manera. En el escenario mundial contemporáneo es cada vez más común ver a las personas mayores como emprendedores, colaborando en trabajo social, estudiando, desarrollando talentos artísticos y asumiendo nuevas ocupaciones y profesiones. En Alemania, por ejemplo, se vive una nueva experiencia en lo que respecta a la vivienda, como la casa que alberga varias generaciones, donde los mayores cuidan a los hijos de aquellos que están en edad de trabajar, que revive el modelo comunitario de la década de 1960. Por su parte, algunos mayores estadounidenses están proyectando residenciales con oficinas, salones de conferencia y de exposiciones, con horarios más flexibles y actividades sociales mejor adaptadas a sus exigencias. Las personas que están llegando a los 60 años hoy en día son más hedonista, buscan el placer y el bienestar y su formación es distinta de la de los mayores de generaciones anteriores.5
Por consiguiente, presentan un estilo de vida diferente que puede revolucionar muchos de los conceptos que prevalecen sobre la vejez.
Decálogo mediático de aprendizaje en la vejez
Además de las representaciones de los medios de comunicación sobre la vejez, los canales mediáticos retratan experiencias cotidianas que conforman esta realidad con base en el relato de personas mayores. Hemos seleccionado, en los medios de comunicación, diez situaciones singulares que complementan el escenario cambiante que la humanidad vive hoy en día, para identificar en ellas las nuevas representaciones sociales del prolongamiento de la extensión de la vida.
1. Harry Lee McGinnis, estadounidense, 80 años. [15] De niño, aprendió a leer con la revista National Geographic y las fotos de lugares lejanos y exóticos despertaron su deseo de ver el mundo. Se estableció como misión dar la vuelta al mundo caminando. Empezó a los 62 años. Al cumplir 80, ya había visitado 66 países. Su plan es atravesar Centroamérica y México y terminar su gira en Texas, en el 2012. Se casó y se divorció cinco veces, fue líder de una banda, gerente de un club de campo, ministro metodista, así como francotirador en el ejército de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, en Asia Oriental. Harry también quiere escribir un libro sobre sus aventuras y aprender a jugar al tenis antes de los 100 años.
2. Otacílio José dos Santos, [16] a los 84 años terminó la secundaria en una escuela pública del estado de Sao Paulo (Brasil). Tuvo que empezar a trabajar cuando era niño y había abandonado los estudios cuando estaba en tercer grado. Se mantuvo lejos de la escuela durante más de 70 años. Otacílio nació en João Pessoa y llegó a Sao Paulo hace 54 años, sin saber leer ni escribir. Después de enviudar por segunda vez, ya en su vejez, reunió el coraje necesario para volver a estudiar. Le llevó cinco años. Con el título en mano, tiene grandes planes: quiere ser abogado.
3. Manoel de Oliveira celebra sus 100 años empezando a dirigir una nueva película. [17] El secreto para continuar activo a los 100 años, dijo, es el trabajo, lo demás es comer, beber, dormir, hacer lo que hacen todos. Oliveira rodó su primera película hace 77 años. Desde entonces ha dirigido cerca de 50 películas y ha ganado numerosos premios. Con la edad, la mayoría de las personas reduce sus actividades, pero Oliveira ha hecho lo contrario. Desde 1990 filma al menos una película al año. Nacido en una familia industrial del norte de Portugal, Manoel quería ser actor. Pasó los años de la era Salazar trabajando en la empresa familiar y llegó a ser arrestado por la policía secreta. Afirma que el verdadero secreto de su longevidad es su deseo de seguir haciendo películas: «La función del arte es enseñar sobre la condición humana. Vivimos en la esperanza; la esperanza es esencial.»
4. María Magdalena de Jesús se casó a los 102 años con Manoel Bispo dos Santos, 63 años, en Inhambupe (Bahía, Brasil). [18] En la ocasión, luciendo vestido de novia y una corona de flores en la cabeza, dijo que cumplía el sueño de su vida, ya que siempre quiso casarse. Considera que este fue el día más feliz de su vida y que «el secreto de la vida es vivir». Ellos vivían como marido y mujer desde hace 30 años. Nunca tuvieron hijos, pero fue la boda con la mayor cantidad de fotógrafos, periodistas y estaciones de televisión en la ciudad.
5. Kazuko Renes, 71 años, salta en paracaídas en los EE. UU., para cumplir un sueño de toda la vida. [19] La anciana, que perdió la vista a los 20 años, dijo que el problema no la dejaba juntar coraje para enfrentar el desafío. Pero esa etapa ya pasó y ahora nada más puede detenerla. Al aterrizar, en Cresswell (Oregón, EE. UU.), Kazuko no contenía su emoción. «Fue fantástico», dijo.
6. Josefina Roldán, 82 años, viaja como mochilera desde hace ocho años. Nacida el 19 de junio de 1926 en la Argentina, tiene dos hijos y cuatro nietos. Actualmente vive en Necochea, en una pensión. Ya ha viajado por su cuenta cuatro veces al Brasil, el Perú y Uruguay. A los 80 años pensó que estaba comenzando una nueva etapa, lo que significaba un cambio total. Lee el diario para mantenerse informada, va al teatro, visita amigas y, algunos días, no hace nada. Todos los años toma baños termales. Para ella, viajar es la mejor experiencia de todas, porque así conoce gente, lugares e historias. «Mi experiencia de viaje me ha enseñado que en cada lugar los problemas de los mayores son los mismos. Por lo tanto quiero ser una pionera de mis compañeros y demostrar a las generaciones futuras de adultos mayores que todo es posible, que no hay obstáculos para hacer y aprender cosas nuevas, aunque la memoria nos falle o suframos alguna enfermedad y, de este modo, luchar contra el terrible mal de la discriminación.» Y recomienda: «La gente debe sacudirse el polvo de los años y empezar una nueva vida. No quedarse sentada esperando la muerte, sino caminar hasta que llegue.»
7. A los 100 años, Ruth Proskauer Smith dictaba clases acerca de la Corte Suprema de los Estados Unidos. La primera lección de oratoria a la que asistió, en 1928, la impartió el entonces gobernador Al Smith. Para dictar sus clases cuatro días a la semana, tomaba el metro y se bajaba en la calle Rector, en una unidad de la Universidad que alberga el Quest, un grupo de hombres y mujeres jubilados y que se enseñan unos a otros. Los días en que no dictaba clases acerca de la Corte Suprema, asistía un curso sobre las obas de teatro de Edward Albee, asuntos internacionales, ética y moral. No hay exámenes, deberes ni control de asistencia y los 30 cursos ofrecidos por la organización están siempre al tope de personas que optaron por mantenerse mentalmente ágiles. Smith tenía dos hijos, seis nietos y seis bisnietos, vivía sola. Murió en el 2010.
8. Bill Dudley, 85 años, taxista jubilado, es el trabajador en activo de más edad de McDonald's en Inglaterra. [20] Dice que el equipo es como una familia. Da la bienvenida a los clientes y limpia las mesas del restaurante en Mold (Clwyd). Cumple un turno de trabajo de seis horas y no se queja de la angina de pecho ni de la rodilla. La mayor parte de los clientes no cree que sea tan viejo, muchos piensan que tiene 60 años. Decidió ser taxista porque le gustaba hablar con la gente y, más tarde, buscó un trabajo en el cual lo que hace le siguiera dando placer. También le gusta resolver problemas, porque así se siente útil. Dijo que «muchas de las personas que trabajan aquí son mucho más jóvenes que yo, una generación completamente diferente, pero que resulta familiar.»
9. Ma XiuXiu, 102 años, es la alumna más vieja en la escuela primaria, lo que demuestra que nunca es demasiado tarde para aprender. Ma empezó a trabajar en una fábrica de algodón cuando tenía 13 años y nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela cuando era niña. Declaró a la prensa que asistir a clase en la escuela primaria Wesh Road (China) fue un sueño realizado. Al parecer, la escuela le ofreció un lugar destacado en el aula después de leer, en un diario local, acerca de sus ganas de estudiar.
10. José Palomeque, [21] argentino, 80 años, acaba de terminar la escuela secundaria después de haber dejado de estudiar durante 70 años. Uno de sus profesores fue su propio hijo. Decidió volver a la escuela después de quedar viudo, un deseo que guardaba desde hacía tiempo. Su hijo dijo a la prensa que le había emocionado ver a su padre entre sus alumnos: no debe haber muchos profesores que dieron clase a su padre. Por otra parte, su padre dijo que encontró un gran cambio en la forma de enseñar: ahora se busca todo en la internet y se usan pocos libros. También comentó que su hijo le enseñaba la historia que él mismo había vivido.
Buscar y construir nuevas formas de vivir, según lo revelado por las trayectorias de los personajes citados, depende de los múltiples aprendizajes a través de los cuales las personas no solo asimilan la cultura de la sociedad en que están insertadas, sino también reelaboran los valores que guían sus vidas, a fin de trazar nuevos caminos y proyectos que les permiten ejecutar actividades que les dan placer y felicidad.
Al envejecer, es necesario reinterpretar la condición de la vejez para comprender y reaccionar a los prejuicios y la discriminación de que son blancos las personas mayores, a menudo ignoradas y excluidas de los entornos sociales, porque se las trata como pertenecientes al pasado, no deseables en el presente. El refrán «En casa vieja, todo es goteras» pone de manifiesto la arraigada asociación entre vejez y enfermedad, que la hace ser indeseable.
Para hacer frente a esta realidad es esencial reconocer la importancia del papel de la educación en la promoción de la deconstrucción de la estigmatización que aniquila el avance de los derechos humanos de las personas que envejecen. Los estudios sobre el envejecimiento y la longevidad ponen en evidencia el valor de la educación en la generación de cambios:
Una perspectiva más amplia pone, de este modo, la educación en el papel de productor de cambios significativos: por la transmisión ‘desprejuiciada’ de información sobre el proceso de la vida ―incluido el envejecimiento― en la sociedad en general. [12:88]
Debemos prepararnos para vivir la longevidad que logramos buscando dar un sentido a nuestra vida, en la realidad que nos rodea y que nos exige respuestas cada vez más innovadores para reaccionar a los enigmas de la vida cotidiana. Necesitamos repensarnos continuamente, con el fin de preservar valores fundamentales, tales como la autonomía, la creatividad, el respeto y la dignidad, por medio del fortalecimiento y el replanteamiento de las motivaciones de vida. Por consiguiente, necesitamos:
(...) aprender a resignificar permanentemente nuestra manera de ver, sentir, pensar y actuar, tratando de ejercer plenamente nuestra condición de ciudadanos, en cumplimiento de nuestros deberes y en defensa de nuestros derechos en todas las etapas de la vida, incluso en la vejez, como sujetos responsables de la construcción, valoración y transformación de la cultura. [22:14]
Harry Lee McGinnis, Otacílio José dos Santos, Ruth Proskauer Smith, Ma Xiuxiu y José Palomeque pensaron nuevas posibilidades de ser a través de la educación, plantando cara a los prejuicios que todavía existen de que las personas mayores no necesitan y no pueden aprender. Prejuicios respaldados por creencias que tampoco tienen asidero, tales como: «Al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen», «Palo que crece torcido, jamás su tronco endereza», «Escoba nueva barre bien». Las experiencias mencionadas anteriormente indican claramente que mientras vivimos vamos aprendiendo, puesto que el ser humano es un aprendiz de por vida y esta disposición es la clave para vivir intensamente todas las etapas vitales, especialmente la vejez.
El ser humano debe ser visto como alguien que construye continuamente su existencia, como alguien que tiene el derecho de intervenir en calidad de protagonista de los movimientos de cambio. Este concepto requiere que se reconozca la importancia y el valor de la educación. Educación de por vida, a lo largo de un tiempo que se hace cada vez más prolongado y debe ser resignificado, en su sentido individual y social, a través de proyectos personales y colectivos.
Es a través del conocimiento y la reflexión crítica sobre nuestra realidad personal y el mundo en que vivimos, el cuestionamiento de los hechos, la creatividad y el desarrollo de la capacidad de innovación, que aprendemos a ser libres, a fin de construir nuestra historia y la de nuestra sociedad. Las personas mayores pueden y deben ser sujetos de su historia. [22:16]
Las investigaciones sobre personas mayores que participan en los programas socioeducativos de instituciones de educación superior en el Brasil [16] revelan el valor que este segmento da a la educación y el reconocimiento de su papel como recurso facilitador de procesos de desarrollo. La educación es un derecho y, en cuanto tal, debe ser garantizado a las personas mayores como un requisito indiscutible de calidad de la vida.
Los encuestados de edad avanzada señalan en sus testimonios los motivos que los llevaron a matricularse en los programas educativos que son cada vez más numerosos. Las actividades de las instituciones educativas destinadas a las personas mayores reciben, a menudo, a aquellos que se encuentran en una situación de soledad y depresión y buscan nuevas formas de vivir y convivir. Los resultados indican también que tomar parte de las actividades propuestas llevó a los ancianos a sentirse más activos y a encontrar nuevos motivos para vivir.
La experiencia de participar en estos programas ha facilitado muchos cambios en la vida de los encuestados. Cambió sus rutinas, así como su forma de pensar y actuar. Las declaraciones de los participantes sobre el significado de esta experiencia ponen en evidencia la importancia del reencuentro con la alegría de vivir, las amistades construidas, cómo pasaron a hacer frente a sus problemas y, sobre todo, la nueva manera de ver el envejecimiento como una etapa más de la vida y no como mera espera de la muerte.
Se puede observar, también, que cambiaron la visión que tenían de sí mismos: ya no se consideran los viejos achacosos de antes, que solo sabían quejarse y se aislaban de la sociedad. Ahora, tienen objetivos, proyectos de vida, temas de conversación con gente de todas las edades y se consideran más interesantes, atractivos y felices. Algunas declaraciones, como la de uno de los sujetos entrevistados, que se cita a continuación, indican la representación de estos cambios y un nuevo sentido del tiempo:
Me siento más inteligente, más linda, más importante para mí misma, más firme en lo que quiero, no temo enfrentar la vida sin miedo al futuro. Estoy construyendo mi futuro ahora.
Acerca de su aprendizaje en estos espacios educativos, los sujetos mayores afirmaron que los resultados van más allá de la expansión del conocimiento, porque han aprendido nuevas formas de convivir, a ser tolerantes, participantes, libres y, sobre todo, han aprendido a desarrollar su autoestima. Muchos de ellos, tal como muestra la declaración que citamos a continuación, se dieron cuenta del valor de la educación y su importancia en cuanto acción motivadora de la capacidad para desarrollar su potencial y compartir una nueva visión del ser social:
Creo que es muy bueno volver a estudiar; cuando nos retiramos, y nos quedamos en casa y solo vemos a la familia, nos perdemos muchas cosas. Aquí hacemos nuevos amigos y es interesante intercambiar ideas en vez de quedarse en la estrechez de la casa.
La educación de las personas mayores asegura la adquisición de competencias especiales y, según los entrevistados, no solo facilita el desarrollo de la autoestima y la confianza en sí mismos, sino que es también una oportunidad para que conozcan sus derechos como ciudadanos y luchen por ellos. De este modo, hacen frente a los prejuicios y la desvalorización que se les atribuye por la edad. Los informes siguientes ilustran lo que afirmamos:
Para que se haga una idea, a la mayoría de las personas de edad se las trata como si fueran alienadas, ahora, los que asisten aquí, tienen ideas diferentes sobre los mayores.
Pienso que amplía las perspectivas: somos capaces de hacer muchas cosas, sin importar la edad. Es que hay muchos prejuicios.
En resumen, las declaraciones exhibidas por los medios de comunicación citadas en este estudio son un indicio de que las nuevas formas de envejecer son una realidad posible y que la participación en actividades socioeducativas propicia cambios en el estilo de vida, que componen una nueva estética de la vejez. La educación basada en un concepto que prioriza valores tales como la libertad, la autonomía, la dignidad y la calidad de vida, puede transformar la vida de las personas mayores, dándoles poder como ciudadanos capaces de intervenir en su trayectoria y participar en los cambios de su comunidad y los entornos sociales en que se insertan.
Los resultados de esta reflexión sobre los diferentes procesos y modos de envejecer que los medios de comunicación revelan, así como el análisis del significado de la educación para las personas mayores, permiten inferir que hay varias y diversificadas formas de vivir la etapa de la vejez. Los indicadores presentados exponen diferentes facetas concretas de las nuevas formas de envejecer y las múltiples vejeces posibles. Los escenarios revelados muestran cómo la participación en actividades socioeducativas permite que las personas mayores vivan la realidad del envejecimiento como un proceso de desarrollo continuo, sustentado por la construcción de nuevos proyectos de vida que les garantizan la felicidad personal en una convivencia social compartida y solidaria.
En el decálogo mediático de aprendizaje en la vejez, las personas mayores muestran que la vejez es un tiempo de nuevas experiencias, nuevos proyectos y nuevos caminos. Es exactamente esto lo que, de alguna manera, los medios de comunicación están destacando en relación con la vejez, puesto que deben responder a la composición demográfica de la sociedad a la que se destinan sus publicaciones, programas y productos. La vejez y el envejecimiento ya no son ajenos a nosotros, que experimentamos el envejecer de modo diverso y heterogéneo, sino que, al contrario, se los canta como La cosa más moderna de esta vida.
1Compuesta por Arnaldo Antunes, Marcelo Jeneci y Ortinho.
2 Escrita por Manoel Carlos, producida y transmitida por la red Globo entre el 17 de febrero y el 10 de octubre del 2003, y retransmitida en el programa Vale a Pena Ver de Novo en el 2008.
3 Uno de ellos es el aviso de las ojotas Hawaiana emitido en la televisión, cuya exhibición fue suspendida debido
a que una mujer mayor decía la palabra ‘sexo’. [10]
4 A modo de ejemplo, destacamos otra telenovela producida y transmitida también por la red Globo,
«Passione», de Silvio de Abreu, que se emitió en el 2010 (terminó en enero del 2011), que presenta varias vejeces. El reparto de esta telenovela contaba con muchos actores, famosos en el Brasil, de más de 60 años
―algunos de 80 años―, que representaban a diferentes personas mayores. Puso de manifiesto cómo la vejez es variada y heterogénea.
5 El periodista alemán, Rainer Böhme, por ocasión del lanzamiento de su libro sobre la ‘revolución’ del concepto de edad, declaró a la prensa que la generación de 68 desarrolló costumbres «que están en clara contradicción con la imagen que se tiene de la vejez en nuestra sociedad» y «se rebelará contra esa imagen anticuada».
Böhme pertenece a una generación post-68, pero, al igual que él, creemos que en los próximos años se ampliará el debate sobre las facultades físicas y mentales de los mayores. También habrá un nuevo debate sobre la discriminación de los ancianos por parte de los que tienen una imagen negativa de la vejez. [14]
Referencias
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