La otra cara de la eternidad: la visión de los adultos mayores sobre el infierno

Dr. Felipe R. Vázquez Palacios Investigador SNI Nivel I CIESAS Golfo

E-mail: fevaz19@gmail.com Jalapa Veracruz

Recibido: Enero 12, 2012, Aceptado: Junio 12, 2012

Resumen

El trabajo analiza la visión de infierno que tienen los adultos mayores. Parto de la idea de que la visión del infierno es mayormente delimitada en edades más avanzadas en correspondencia con los estilos de vida que moldean esta visión. En la medida en que los adultos mayores van reduciendo sus necesidades de consumo, restringiendo sus interacciones sociales y económicas y disminuyendo sus actividades cotidianas, ya sea por enfermedad, discapacidad, o por el retiro, no significa que tengan una visión más pobre del infierno, sino una visión de este lugar más concreta y específica.

La razón por la que me interesa resaltar la visión del infierno es porque en este espacio se entrelazan vivencias y experiencias a través de las cuales los seres humanos orientan su conducta, legitiman o censuran sus acciones, valoran y califican los acontecimientos, generan explicaciones, no sólo para su aquí y ahora, sino también para su pasado y su futuro. En pocas palabras, porque a través de la visión del infierno se puede observar la vida terrenal y la forma cómo dotan de sentido la vida cotidiana. Al incursionar en la complejidad de esta visión, estamos penetrando también en el mundo real.

Palabras clave: adultos mayores, visión, infierno.

The other face of eternity: the vision of the elderly on hell. Abstract

The paper analyzes the vision of hell that the elderly have. I start from the idea that the vision of hell is more defined over more advanced ages, in correspondence with the lifestyles shaping this vision. As far as older people are reducing their consumption needs, restricting their social and economic interactions and reducing their daily activities due to illness, disability, or retirement it does not mean they have a poor vision of hell, but a more concrete and specific vision of this place.

The reason why I want to stress the vision of hell is because in this space are intertwined both lives and experiences through which human beings guide their behavior, legitimize or criticize their actions, assess and qualify events, and generate explanations, not only for the here and now but also for their past and future. In short, because through the vision of hell it is possible to see the earthly life and the way they provide everyday life with meaning. By entering into the complexity of this vision, we are also entering the real world.

Keywords: older people, vision, hell.

La otra cara de la eternidad: la visión de los adultos mayores sobre el infierno

Como antropólogo me interesa relacionar la visión que se tiene del infierno con la realidad, su similitud y/o cercanía, a partir de las visiones proporcionadas por los adultos mayores a través de las experiencias que han generado a lo largo de su vida. 1 En especial, me interesa la forma en que esta visión estructura la cotidianidad, dentro de un proyecto de vida, a partir del cual se interpreta y establece una relación con la sociedad y una esperanza definida sobre el futuro no sólo terrenal sino sobrenatural. 2

Al igual que Schütz, pienso que el hombre es un ser experiencial, pues vive una experiencia en un espacio y en un tiempo determinados, en un mundo social dentro del que debe orientarse con una apretada trama de relaciones sociales; de sistema de signos y símbolos con su particular estructura de sentido; de formas institucionalizadas de organización social, de sistemas de estatus y prestigio, etcétera, con los cuales construye su realidad 3. [3]. Pero en este mundo experiencial, hay que tener en cuenta que el ser humano es caos que requiere de organizaciones parciales, cada vez más específicas, que descubre y construye en su propio camino. [4] En este andar, el hombre requiere puntos de referencia que le ayuden a percibir la realidad, no como un espacio homogéneo, sino con rupturas, quiebres, porciones cualitativamente diferentes. Y es frecuentemente que a través de lo religioso, se construyan espacios sagrados y profanos4 (referentes 5), que permiten dar coherencia y sentido a la existencia humana, trascendiendo los límites de la vida y dando la oportunidad de alcanzar la plenitud. Para ello, el hombre necesita distanciarse de sí mismo e intentar elaborar como dice Duch, [7] su experiencia “desde fuera” y observarse críticamente, alterando con ello, su forma de ser y estar en el mundo. Sólo así el hombre puede construir, analizar y concebir un mundo a partir de lo que aún no es.

Al ir conformando lo que Augé, [8] llama una “geografía íntima”, se establecen esos puntos de referencia que señalan cómo se vive y se trabaja, a la vez que se marcan los ejes centrales de ese espacio, se señalan las fronteras, pero también se identifican huellas de las potencias infernales o celestes, la de los antepasados o de los espíritus a las que se dirigen ofrendas, sacrificios y cultos. Estos espacios no sólo son una invención, sino un mundo con referencias imaginadas e imaginarias, donde no existen medidas exactas, pero sí experiencias que creemos podemos vivir. Son “no lugares” 6 localizados en el tiempo y en el espacio, en donde el pasado y el futuro están encadenados a hablar el mismo lenguaje: el de la realidad y el de la eternidad, el de lo sagrado y lo profano. Son espacios donde el creyente conecta la realidad divina con la humana y pasa de un mundo a otro, muchas veces confundiéndolos, otras veces diferenciándolos y otras veces disfrazándolos con la misma realidad.7

En este sentido, la visión que expresan los informantes sobre el infierno provienen de estructuras preexistentes vivenciadas, ancladas en la realidad, especialmente en lo que Duch [9] llamaba “estructuras de acogida”, 8 ámbitos donde se pone en juego una reelaboración permanente pese a la existencia de seres y hechos fantásticos, todos ellos están teñidos de humanidad, repletos de atributos del entorno. 9 Todo está mezclado con ideas, saberes y prácticas religiosas tradicionales y modernas, en constante proceso de reformulación. 10 De este modo, pensar en el infierno significa pensar en múltiples formas que dan identificación y sentido de pertenencia. Pero no sólo esto, también conllevan a reconfigurar el aquí y el ahora, dando elementos valiosos para entender las complejidades y dinámicas de la sociedad contemporánea. Pues es una visión que organiza y explica coherentemente los aconteceres de la vida social, material y espiritual de una sociedad o individuo anclado en un lugar de la vida cotidiana en un contexto cultural específico.

Pese a la cercanía del infierno con la realidad, la visión del infierno goza de cierta autonomía o flexibilidad en la manipulación de las imágenes, de tal forma que estas pueden distorsionar, recrear, metamorfosear o representar fielmente una realidad, debido a su presencia dispersa y multiforme, así como por el acceso de forma indirecta y a través de una ambigüedad constitutiva, donde no las podemos interpretar según la lógica de una racionalidad específica.11

Para la exposición de este trabajo, se utilizó el término ‘visión’ porque es el que mejor comprendían los informantes cuando les hacía las preguntas sobre el infierno. El término de ‘imaginación’ o ‘representación’, les producía mucha confusión dando a veces cargas semánticas distintas. Se trató de presentar las visiones del infierno no como una simple suma de visiones individuales, sino más bien, como un conjunto en cuanto a expectativas comparables, idénticas que tuvieran un reconocimiento colectivo entre los mismos informantes. 12 Para ello, me basé en entrevistas a profundidad llevadas a cabo en el trabajo de campo realizado en el 2009 y 2010, con creyentes católicos y evangélicos en sus vertientes adventistas, metodistas y pentecostales. Se eligieron estas agrupaciones religiosas por la cercanía que tenía con algunos informantes, ya que para indagar sobre el infierno, necesitaba tener un grado de confianza muy íntimo. Las entrevistas fueron realizadas tanto en el contexto urbano de la ciudad de Xalapa, como en el contexto rural de la cabecera del municipio de Emiliano Zapata, tanto en hombres como en mujeres, especialmente de sectores pobres, poniendo énfasis en su actividad religiosa cotidiana, es decir que leen la Biblia, hacen oración/rezan y participan de actividades de su grupo religioso frecuentemente. La investigación cualitativa se llevó a cabo con ocho entrevistas: cuatro hombres y cuatro mujeres, con edades que oscilan entre los 57 y los 83 años de edad. Traté de entrevistar al mismo número de mujeres y de hombres y el mismo número de católicos y evangélicos. La mayor parte de las entrevistas fueron realizadas en la tranquilidad de sus domicilios, en la mayoría de las ocasiones en dos o tres sesiones, con una duración aproximada de hora y media a dos horas. Intuitivamente, introducía el tema preguntando sobre cómo sería el paraíso y después para lo último de la entrevista, cómo sería el infierno; tomando estos dos lugares como los destinos centrales eternos que tiene todo creyente. Trate de confrontar la visión del paraíso que me daban mis informantes con la del infierno, tratando de producir en los informantes una extrapolación o contraste entre uno y otro lugar, la mayoría de las veces produciendo en los informantes confusión y mucha reflexión.

Tanto la visión del cielo como la del infierno mostraron la existencia de “estructuras de acogida” donde se hallan los más diversos aspectos de la vida social, religiosa, familiar y personal en las que los individuos han estado inmersos. Las personas en edades avanzadas mostraron que frente a su pasado y su presente, generalmente no parecen vislumbrar otra visión de futuro posible más que el de la eternidad, y como dice Mead, [11] la gente da cuenta de que: “el mundo que será no puede ser diferente del mundo que será sin reescribir el pasado”. Es por eso que en la visión del infierno se contempló cómo un sistema que da coherencia y sentido a la existencia vivida, en donde el pasado, más que el presente juntamente con el futuro, es producto de procesos socio- históricos.

La información

Quisiera estructurar la presentación de la información recolectada de una forma en la que el lector pueda tener una idea de cómo fue armándose el rompecabezas de esta visión del infierno y, a la vez, de los temas que se trataron en cada una de las entrevistas a profundidad y poder comprender posteriormente los elementos en su conjunto. Obviamente, las preguntas que se estructuran fueron generadas con base en los elementos que el mismo informante proporcionaba al darme su visión del infierno. En este sentido, la formulación de las preguntas de esta manera expuestas, es para que el lector pueda tener una lectura fluida y para que pudiera compactar la información y analizarla de una manera práctica.

FVP (Felipe Vázquez Palacios). ¿Cómo o por qué se llega al infierno?

HOJ. “Para que pensar en el infierno, nuestro señor Jesucristo ya murió en la cruz, ya pagó todos nuestros pecados, es decir ya tenemos el “pase” para la vida en la gloria con él. Claro, depende de nosotros si aceptamos ese pase, es como quien dice vamos a repartir pases para el teatro o para tal cine, pues ya depende de nosotros si queremos ir a divertirnos y si no, pues no vamos; ya desperdiciamos ese boleto que ya lo teníamos gratis. Jesucristo nos da hasta la última oportunidad y nos presenta oportunidades para arrepentirnos de eso que hemos cometido y que nos va a llevar al infierno, porque nada más con un pedir perdón, con un perdóname señor, como vemos en la crucifixión, cuando crucifican a los ladrones a su lado. Uno estando ahí en la cruz, se arrepiente y dice nosotros lo tenemos merecido, pero tú señor tú no, tú no mereces este castigo y le pide perdón y en ese momento le dice te aseguro que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso; y el otro no, el otro se pone a rezongar, entonces hasta el último segundo desaprovechó, entonces órale se va al infierno. Entonces, es fácil para nosotros ir o no ir, nada más con un: “me arrepiento”, con un “sí quiero tu perdón”, con eso es suficiente para no ir. Ahora, hay muchas personas en la iglesia que se dedican a ir a las cárceles a hablarles a los presos que se arrepientan y es bueno, porque nadie sabe el día y la hora en que Dios lo va a llamar, o sea que tal si te toca morir y no sabes ni siquiera el modo de arrepentirte, es fácil completamente fácil ir al cielo e ir al infierno” (HOJ, 68 años, católica).

FVP. ¿Inmediatamente después de que se muere una persona se va al infierno o al cielo? 13

HOJ. No, nosotros Dios mediante vamos al purgatorio que también es un lugar de fuego pero un poco más suave y según las oraciones de nuestros familiares nos van a ayudar para salir de ahí lo más pronto posible. Por eso es que necesitamos las misas, los rezos, rosarios, para que se salga lo más rápido posible, porque ahí es un lugar de última purificación, porque una enfermedad nos purifica en esta vida, la soledad también, ya que es algo terrible, lo mismo es con el miedo y la enfermedad, el dolor, son cosas que nos sirven muchísimo para purificarnos. Depende de nuestra familia que recen para que sea breve el tiempo de estar ahí en el purgatorio.

FVP. ¿Y qué pasa con todas las personas que fallecieron y no tienen familia?

HOJ. Pues este hay personas que vivieron toda su vida en oración y no necesitan de hecho ya que alguien pida por ellos y además, la iglesia de todo el mundo, tenemos obligación de rezar por todas las almas que están en el purgatorio, precisamente por esos que no tienen familia. Al final de la misa el padre pide la misericordia de Dios para todas las almas de los fieles difuntos, ¿qué no ha escuchado usted? Se menciona también en el intermedio de la misa cuando está diciendo los nombres de todas las personas que se anotaron y al final dice: por todas las almas del purgatorio, por todas las animas benditas del purgatorio y uno también cuando, este, reza uno el rosario también tiene uno que decir alguna jaculatoria (un rezo ya escrito ex profeso para eso) donde abarca precisamente todas las almas del purgatorio, que no sabemos quiénes son ni nada, si tienen familia o ya no tienen pero que están ahí detenidas, toda la iglesia tenemos obligación de orar por ellos.


FVP. ¿Cómo es el infierno?

HOJ. La misma Biblia dice que es un lugar de tormento o sea que estando ahí, - me imagino-, que la gente está asándose por el calor. Hay un pasaje, que habla… de un hombre muy rico, todos los días banqueteaba o sea, comía exquisito y no era capaz de regalarle, pero ni las moronas que caían de su mesa a un mendigo que siempre estaba afuera de su casa. Entonces llega el momento que muere el mendigo y también el rico. Y el pobre llega al cielo y se va sentar allá muy cerca de Jesús y la virgen María, muy tranquilo. Y el hombre rico en cambio se va al infierno y al ver al pobre muy quitado de la pena se quiere pasar a su lugar; y entonces le habla al padre Abraham para que lo pase allá y éste le dice que no, porque hay un gran abismo que divide un lugar de otro y ya los que están aquí no pueden pasar para allá, ni los que están allá pueden pasar para acá. El rico le clama a la virgen María, pidiéndole lo mismo, pero ésta no le responde. Entonces se pone triste y se la pasa llorando ahí eternamente. Por eso le digo, es mejor no pensar en el infierno porque es muy fácil decir: “perdóname señor por todo lo alejado que fui de ti, por todas las faltas que cometí.” Y Dios está presto para decir: Estás perdonado, vente para acá. Por eso los moribundos hacen muy feo para acabar de morir, se ponen muy inquietos, se estiran, se encojen, se mueven, hacen fea su cara, porque son los momentos decisivos para si se van para un lado o se va para el otro lado de las animas. Porque el demonio está puestísimo para echarse a su costal aquella alma y los ángeles, están por su lado también prestos para levantar el alma del cuerpo y llevarla con Dios y con la virgen María. … hay un cuadro en la iglesia de Santiaguito que está en Úrsulo Galván, donde va la gente caminando, pero luego se divide en dos caminos uno que es muy amplio donde va la gente bailando y van así de minifalda, van con música y bueno van alegres, pero al final está el infierno, en cambio en el otro camino hay como un puente con un caminito muy angosto completamente, que al menor resbalón se caen para el otro camino. Es muy difícil caminar, tienen que ir atentos, mirando cómo van caminando porque es demasiado angosto, pero al final está la puerta celestial.

BSM. No, no creo que la descripción de las llamas y esto pretenda ser literal, yo creo que refleja más bien la situación de alguien que se sabe lejos de Dios, más que el hecho de que hay fuego y lava y volcanes y lumbre y quemazones… Yo privilegio el concepto de infierno como un estado, como la conciencia de estar lejos de Dios.

ACC. Dante en “la divina comedia” da una idea media cómica del infierno, y pues esa idea no me sirvió de mucho. Yo concibo el infierno de dos maneras una como un lugar físico y la otra como un lugar espiritual. La física, la entendemos todos como un lugar donde hay fuego, tormento, y físicamente lo que uno se me imagina, donde se habla del fuego eterno. Y espiritualmente lo concibo como un lugar donde no hay paz, no hay tranquilidad, donde existe todo lo contrario a los frutos del Espíritu.

FVP. ¿Y el ambiente de ese lugar cómo es?

HOJ. Sería, no sé, como un lugar lleno de sombras y penumbras, donde no se distinguiría nada de lo que hay a nuestro alrededor, algo muy sombrío y frío o un lugar sumamente caluroso. Yo creo que por la noche se va a tener mucho frío y por el día mucho calor. No creo que sea un lugar de llamas donde el fuego nunca se apaga, porque la vida sería imposible. Allí vamos a estar lamentándonos de todo lo malo que hicimos.

BSM. Yo creo que mi imaginación es escasa, yo no lo había pensado, pero debe ser algo así, de un aletargamiento, o sea sombras, soledad, etcétera. En general, no creo que la condición física sea la preponderante, no creo que haya olores especiales por ejemplo, no creo en el olor a azufre.


FVM. Yo pienso que en el infierno, vamos a estar asqueados por el olor a azufre, posiblemente hasta te salga lumbre de la boca, y con unos olores horribles nauseabundos de tanta pudrición o no sé, lo más horrible que pudieras imaginar, la mente humana pues ni se imagina, pero la verdad no quiero ni pensar en eso.

ACC. Allá va ser muy caluroso, nadie se ve con nadie, tal vez podrían verse unos a otros, pero no se hablarían. Mira yo no pienso estar ahí, pero pienso que no habrá nada de qué hablar, será un ambiente pesado. Creo que el fuego tendrá que ser un fuego especial, que no va a quemar la ropa, ni la piel, pero si molestará, además, yo pienso que tal vez pudiera haber olor a azufre, a mugre y a malos olores.

FVP. ¿Cómo serán las viviendas, se vivirá a la intemperie, en chozas, cuevas, o será como una cárcel donde estaremos aislados uno del otro?

BSM. En mi iglesia lo hablan así, más que nada los predicadores modernos, porque yo creo que algunos predicadores modernos son más terroristas eclesiales, más bien tratan de que la gente crea por temor. Yo soy de la minoría que cree que están equivocados, o sea, yo no creo que el temor al castigo deba ser la clave de la invitación evangélica. Yo no estoy muy de acuerdo en ese tipo de predicaciones y la considero terrorista. Los énfasis modernos que se hacen sobre el infierno, no me parecen bíblicos. Aunque de hecho, sí creo que hay un lugar que se llama infierno, pero yo privilegio la arista de estado, más que del lugar. En este sentido, creo que sería más parecido a una cárcel donde estaremos aislados uno del otro.

FVM. Vamos a estar todos juntos, porque ya no es una vida material, sino una vida espiritual en un espacio infinito, en donde la vida, ─si a eso se le puede llamar vida─, estará sujeta a otras leyes, ya no de la naturaleza terrenal, sino de la naturaleza espiritual. Yo creo que ahí no va a haber ni noche ni día, ahí todo va a ser tinieblas. Sólo el Señor sabe, pero sí creo que se tenga mucho sufrimiento todo el tiempo.

FVP. ¿Y ahí podremos encontrar mares y ríos?

HOJ. No, no, nada de eso, no va a haber nada agradable, recuerde usted que es un lugar de tormento, no de vacaciones. Tampoco es como aquí en donde estamos parados, es un lugar completamente diferente. Pienso que la gente estará como en una cárcel o en una cueva, separados unos de otros y a la intemperie y a donde quiera que volteen, habrá mucha lumbre mucho calor y penumbra.

FVM. Me imagino que sí, pero no se va poder descansar allí, porque todo va a ser sufrimiento, por eso ahorita que estamos en vida es cuando debemos disfrutar estas maravillas de la naturaleza y adorar al Señor allí. Porque allá no va ver nada, más que puro dolor.

FVP. ¿Entonces en el infierno todo será un caos?

HOJ. Pues yo pienso que debe de haber una autoridad, porque si es un lugar de tormento, como es un calabozo aquí, debe de haber alguien que imponga los castigos. En donde si habrá un cierto orden. En el purgatorio, por ejemplo, va a haber varios niveles: para las personas que se portaron regular, para aquellas almas que en el último minuto de su vida pidieron perdón, personas que no fueron malas, pero que tampoco se acercaron a Dios. En fin, habrá varias clasificaciones dependiendo de cómo se haya uno portado. Cuando nos muramos nuestra alma llegará ante Dios y juntamente con San Pedro, la Virgen María, nos dirán en qué lugar nos corresponde estar y la manera en que podemos ir escalando hasta llegar al cielo. Para todo ello,─yo pienso─ se necesita una muy buena organización, pues la mayoría de todos nosotros estaremos en este lugar.


ACC. Habrá cierto orden impuesto por el diablo y los demonios, aunque también ellos estarán condenados a sufrir. Tendremos que adaptarnos a las posibles reglas de los superiores de los demonios que gobiernen ese lugar. Ellos son los que determinarán las cosas que se pueden hacer ahí, tal vez la única regla sería no poderse salir y no poder superarse en nada, como le hacen en la cárcel que por buen comportamiento se ganan ciertas cosas.

BSM. No creo que se necesite un orden donde las cosas son más que sabidas, pues se necesita un orden donde se tiene la función de enfrentar lo desconocido, o sea, en la medida de que las cosas son mejor conocidas, el orden ya no es necesario, entonces, es un lugar donde ya se sabe y el poco orden no va a hacer falta supongo.

LHP. Estará todo desorganizado, a la gente la verás ahí sufriendo y no tendrán tiempo de organizarse, cómo van a organizarse si uno está sufriendo y el otro también, no es posible.

FVP. ¿Tendremos que trabajar en el infierno?

FVM. Pues yo creo que no, porque si te están doliendo mucho tus brazos o tus piernas o tu cuerpo, pues cómo vas a trabajar. Además, qué puedes hacer en el infierno, si es un lugar de tormento, lo único que se podría hacer es hacer algo para dejar de sufrir y eso no es posible porque es un castigo eterno, entonces qué te queda por hacer, llorar y sufrir solamente.

LHP. Yo creo que no, para mí el trabajo es una bendición, así que no creo que forme parte de trabajos forzados y eso de vete a picar piedra y a agarrar carbones, no, no creo.

ACC. Yo creo que no, será más que suficiente con el sufrimiento.

LHP. Yo creo que si ya está uno muerto, pues ya no necesita uno de nada de trabajar, el trabajo hay que pensarlo de otra manera, no como lo hacemos terrenalmente, lo que pasa es que nuestra cabeza no da para pensar cómo serán estos lugares fuera de nuestro ámbito mundano.

FVP. ¿Y en el infierno habrá algunas prohibiciones, reglas de convivencia o algo que no se pueda hacer?

HOJ. En el infierno yo me imagino que no, como es un lugar de tormento, no se necesitan. Cuando un enfermo esta con dolencias tremendas, qué va a estar pensado en reglas de convivencia o en querer platicar con otro enfermo, si está en el hospital. Bueno con decirle a usted, que si llegamos a este lugar con alguna enfermedad hasta nos vamos a olvidar de ésta, o no le daremos la importancia. Es como cuando tiene uno un problema o una dolencia menor y se tienen otros dolores o preocupaciones más fuertes que nos hacen hacer a un lado los que teníamos, porque lo que se está viviendo en ese momento es mucho más pesado. Simplemente consentir el fuego será más que suficiente. Cada quien se estará quejando en su lugar, aunque estén las camas así a un metro de distancia, sin tener ánimos de estar platicando. Yo creo que nadie va a estar pensando, ni siquiera en hacer maldades, pues los tormentos a que se someterán se los impedirá. Allá sólo se escucharán llantos, gemidos, gritos de dolor. Ya no sabremos nunca más lo que es la alegría. Es posible que veamos en este lugar cosas diferentes de aquí en la tierra, no sé por ejemplo, perros con tres cabezas cuidando la entrada, brujas, vampiros, será algo espantoso y horrible.

FVM. Híjole, pues yo creo que no… imagínate todo en lumbre que te está quemando que te está afectando no hay lugar para prohibiciones…. Aquellos que puedan brindarte ayuda o algo, pues tendrán el mismo sufrimiento, así que ni para ayudarte ni ayudarlos, van a estar corriendo de allá para acá, quejándose, otros llorando, no habrá descanso para el sufrimiento.

FVP ¿Qué tipo de personas se podrán ver en este lugar?

HOJ. Este pues van a estar todo tipo de personas que tuvieron muy mala conducta, asesinos, violadores, gente que robó, políticos y líderes sindicales toda la gente corrupta conviviendo con todos los demonios que también son corruptos que nos hicieron caer, pues nos conocen tan bien que saben de nuestras debilidades. Saben cómo tentar a los niños, como tentar a los adolescentes a los jóvenes, a los adultos, a los casados, a todas las edades, hasta con los moribundos. Por eso en la medida que conocemos a Dios estamos capacitados para descubrir cuáles son sus artimañas que nos va a presentar para hacernos caer.

BSM. Las personas que estarán allá, serán todas aquellas que no pudieron demostrar su fe, es decir, todo aquel que carece de fe seguramente estará en el infierno.

FVP. ¿Y todos sufrirán los mismos tormentos o serán de acuerdo a los pecados cometidos?

HOJ. Yo creo que todo es igual, si porque estando ahí, todo es por la misma razón. Allá no habrá la necesidad de que los demonios den más cosas a uno que otro; o que den de comer a unos y a otros no, allá no se tendrá necesidad de comer, tampoco se come en el purgatorio. Los que estén en el infierno van a estar extrañando a sus familiares y amigos. Si porque en el rico le pide al padre Abraham, que mande a decirle a sus hermanos que no hagan lo que él hizo, para que no lleguen al mismo lugar. Por eso es que dijo que los que están en el infierno sí piensan en los demás. Allí en el infierno sentirán la necesidad de un beso, un abrazo, una caricia, y nadie se las dará.

BSM. Esta cuestión del dolor proviene más bien del claro alejamiento de Dios, no es una causa física, no es una agujita que este castigando a la gente. Nada de que a ver tú, ya estuviste descansando, a ver ya son las 4:30 y ya viene tu sección de agujas, te voy a quemar con el cigarro. Vaya, no creo ninguna de estas cosas, o sea yo creo que la propia sensación de dolor provendrá de la lejanía de Dios, de la conciencia del alejamiento.

FVM. Todos sufrirán los mismos tormentos, imagínate los agarran de los pies y les tuercen las manos o les clavan algunas lanzas en el costado. Ahí todo es parejo, no hay reglas, o de que nada más hiciste un pecado y es menos, ahí todos parejos, por eso creo que no hay reglas.

LHP. Para mí todo lo de los tormentos son fantasías que ha creado la misma gente, sin embargo, quien sabe que se tenga preparado allá, pero a mí se me hace inventado todo lo del sufrimiento, no se me hace que sea realidad, más es la fantasía que tenemos del infierno que lo que realmente es.

FVP. ¿Dejaremos de sentir emoción, alegría, placer y satisfacción por la “vida?

HOJ. Sí pues nuestros pensamientos nos harán recordar a nuestros familiares, nuestra vida pasada, llena de pecado y nos arrepentiremos una y mil veces.

FVM. Imagínate cómo te vas a sentir con alegría y con satisfacción de la vida, si no estás con tus familiares, los vas a extrañar mucho, a tu mamacita, tu papacito, tus hermanos. Imagínate que estén gozando de las bendiciones del Señor y uno ahí metido, pues claro que extrañaremos todas esas cosas y la tristeza en nuestro corazón será grande, especialmente por no tener comunicación con ellos.

LHP. Allá no habrá esperanza, y al no tener esperanza y alegría ¿qué satisfacción por la vida puedes tener?

El análisis: del infierno a la realidad

La visión del infierno fue para el 98% de los informantes un tema en el que supuestamente no se habían puesto a reflexionar y para el 2% era un tema desconocido. Dentro de ese 98%, el infierno aparecía como un espacio caótico pero con ciertas reglas, principios, líneas, tendencias, ejes, niveles de estructuración, historia, entes que se mueven bajo ciertos modelos que se legitiman desde aquí desde la tierra, que no se inventan de la noche a mañana. Es decir, había todo un proceso previo de estudio, análisis y reflexión seguido sobre este tema. Si bien, para el 2%, la visión del infierno, era algo en lo que no se habían puesto a pensar, se estaba consciente de algunas ideas en relación al tema.

Los informantes evocaron imágenes y símbolos para representar el infierno dependiendo de la poca o mucha aproximación con la feligresía, con las referencias muy conocidas como: pinturas,14 imágenes, obras literarias, pasajes bíblicos tanto de las

versiones católicas como protestantes que alimentan su visión sobre el tema. Incluso, me dio la impresión de que para los informantes era más fácil describir el infierno que el cielo,15 pues éste último parecía distante, inclusive contrario a la realidad que se vivía.

Hubo informantes que incluso al describir el infierno lo hicieron con cierta jocosidad o haciendo alusión a sufrimientos y castigos que ellos mismos habían experimentado en su vida.

Observé que el referente central en la descripción estuvo en la sensibilidad con la que percibían el sufrimiento. Paradójicamente, lo mismo observé en la descripción del cielo, los informantes requerían aparte del conocimiento bíblico, el referente central en la construcción con la oposición al sufrimiento, carencia y/o necesidad elemental en la vida terrenal. Al parecer, el sufrimiento es una parte central de la vida terrenal y se construye con base en cierta normatividad con la cual se quiere uno adscribir, sea ésta de índole religiosa, ética o moral, muy acorde con los plausibles estilos de vida que se quieren llevar.

Cabe resaltar que para las personas de 60 a 75 años de edad, el infierno tiene un lugar físico y se pone mucho énfasis en los castigos y el sufrimiento físico ocasionado por el fuego. Resaltan las descripciones de llantos, quejidos, lamentos, dolor y vejaciones hechas por los demonios.16


En contraste con las personas de 76 y más años, donde el infierno no les importaba en donde se encontraba físicamente, lo que se destacaba era la concepción de un estado de alejamiento con Dios, un estado de soledad, tristeza, añoranza, olvido, etc. No se puso tanto interés en el castigo físico, pero sí en el sufrimiento que estos estados emocionales producen. Pude percatarme que los católicos se apoyaron para la descripción en películas e imágenes, mientras que los evangélicos en testimonios y pasajes bíblicos que tanto unos como otros han interiorizado a lo largo de su vida. Frecuentemente encontré que el infierno se presentaba como un “no lugar” físico17 sin límites, para algunos de ellos ubicado en el centro de la tierra. Pero en la medida en que profundizaba en la entrevista y se tenía acceso a la intrahistoria de la gente, el infierno se tornaba tangible, incluso familiar, los creyentes van sometiendo a este espacio a las mismas leyes del universo y sólo en pocas ocasiones lo caracterizaban

con leyes fuera de este mundo. Pronto noté que tanto el mundo real como el mundo imaginario, estaban en constante interacción y reciprocidad y de manera cambiante. Y algo más interesante, ambos mundos se necesitan para poder subsistir. Es por ello que en las entrevistas hubo una cierta indefinición que iba de un plano terrenal a un plano imaginario y viceversa. Por ejemplo, cuando se refieren a los seres que estarán en el infierno, se hizo mención a seres fallecidos que vivieron una vida de maldad (los delincuentes, homicidas, narcos, políticos, homosexuales, entre otros, por cierto, causaba gran temor la agresividad o maldad que pudieran tener o el daño que pudieran hacer). También se hizo referencia a almas como a demonios y otros seres sobrenaturales. La población en el infierno─según los informantes─, va a estar conformada especialmente por adultos y jóvenes, en menores grados ancianos y niños de todas las razas y pueblos, así como toda clase de demonios. La figura central en este lugar será Satanás. Curiosamente en las entrevistas nadie hizo alusión y mucho menos una descripción de este personaje.18

Se describió el infierno a veces como un lugar vacío, otras veces sin vida y oscuro, como también lleno de llamas incandescentes donde reinaba el dolor, el quebranto, el sufrimiento, la soledad, la angustia, el pesar, la tristeza, el remordimiento. 19 Los informantes hicieron uso de lugares inhóspitos e insalubres, así como las experiencias

más tormentosas que habían vivido o escuchado para la descripción del infierno. Lo anterior, me dio pie a reflexionar sobre la construcción de la visión de acuerdo a sus experiencias y estilos de vida que su realidad y entorno les marcaban. Es decir, la facilidad para describir el infierno estaba en razón de la capacidad de relacionar sus malas experiencias y los contextos más deshumanizantes generalmente vinculados a las carencias y falta de sentido que ellos habían experimentado o conocían. Pude percatarme, incluso, que la visión del infierno se encarnaba en la vida cotidiana (tanto individual como colectivamente), de tal manera, que las prácticas sociales (homicidios, castigos, entre otros), ciertos paisajes naturales (la cueva del diablo, los volcanes), los elementos físicos (el azufre, el fuego), muchas veces aparecían en las mentes de los informantes como algo real y cotidiano.20

Hay que tener en cuenta que las personas añosas, organizan sus esperanzas en la eternidad con base en dos elementos esenciales: la recompensa y la compensación. La recompensa de las acciones realizadas a lo largo de su vida. La compensación, como la redención y sustitución de todas las carencias que a lo largo de su vida experimentó. Por ejemplo, los tormentos, dolores, sufrimientos como: la soledad, la tristeza, la oscuridad, el caos, entre otros, fueron descritos con mucha vivencia y con mayor detalle. Quizás por ello pudieron describir con mayor facilidad los tormentos y pesares que se tendrán en el infierno. Curiosamente el dolor y el sufrimiento están más ligados a la vida terrenal, que los placeres.

Una cuestión relevante de mostrar es que si bien el 90% de los entrevistados creía en el infierno, ninguno de ellos esperaba ir a él, también es sugerente el hecho de que este mismo porcentaje tampoco estaban seguros de ir al cielo, argumentando que: “sólo Dios es el único que sabe”. Las probabilidades de ir al infierno producían temor especialmente notable en las personas entre 60 a 70 años, pese a que este sector de la población es de los que más asisten a los servicios religiosos. En cambio, para las personas de 70 y más años la posibilidad de estar en este lugar era menos angustiosa. Esto quizás debido a que los de 70 y más años ya no consideraban cometer más pecados que los indujeran al infierno y habían tenido tiempo para arrepentirse de lo malo que habían hecho y acceder al cielo.

Cabe mencionar que tanto en los informantes católicos como protestantes, hubo cierta reticencia para responder preguntas sobre este tema, especialmente en los evangélicos ya que, hablar del infierno, era motivo para hablar de la necesidad de la salvación y el arrepentimiento, el horror que causaba el tan sólo imaginarlo o pensarlo, hacía analizar y reflexionar sobre su comportamiento. En algunos creyentes el temor y la esperanza de no estar en ese lugar fue patente. Sólo uno de ellos se mostró escéptico con la idea del infierno, argumentando que tal como se entendía no parecía motivar a la gente a acercarse a Dios y tampoco tenía ningún sentido moral. Algo que se debe anotar, es que los líderes religiosos actualmente no insisten tanto en sus sermones en el clásico “lago de fuego y azufre” como solían hacerlo en el pasado, hay cierta cautela que los hace ser poco descriptivos. Un pastor me señaló que este tema era uno de los grandes misterios en la palabra de Dios. Otro más me indicó que: “La doctrina ‘cristiana’ que más venenosos frutos ha producido es la enseñanza de un infierno literal.” Un sacerdote me señaló que: “la iglesia se forjó y utilizó la creencia en el infierno como forma de persuasión efectiva. Y lo hacía con el propósito de hacer reflexionar al creyente las consecuencias de una vida pecaminosa con la pretensión de inducir a la penitencia y el arrepentimiento.”

Puedo afirmar que si bien, las creencias religiosas generan una visión particular y específica sobre el infierno, esto no quiere decir que no se produzcan visiones emancipadas de estas visiones hegemónicas. Pero como se puede observar en las entrevistas, las visiones presentadas tienen su sustento básicamente en la realidad que se ha vivido, que a veces en una forma dialéctica se confrontan con las creencias y viceversa; otras veces las creencias son las que orientan lo que la realidad, el tiempo y el contexto no pueden explicar. De ahí que unas veces el infierno se visualice como la propia realidad, otras veces como un mundo distinto. A veces, ambos mundos producen una síntesis de los significados, de sus respuestas, buscando siempre dar coherencia. Ambas dimensiones, la real y la imaginaria, no son excluyentes, sino por el contrario, mantienen una estrecha relación; aunque con ello no se quiere decir que los sentidos humanos se ven inundados por estas visiones que se articulan en la mente, formando un enjambre de representaciones imaginarias que trascienden al mundo real. Ni tampoco que la visión del infierno ofrece una imagen de la realidad, sino más bien, que estas visiones tienen la facultad de formar imágenes que van más allá de la realidad.

Hasta aquí he tratado de dar una mirada antropológica a la información presentada, de aproximarme a la visión del infierno (como algo imaginario) que muestra la experiencia colectiva y personal; donde se nos habla de las propias inquietudes, se despliega la experiencia, se abre la reflexión sobre oscuros y desconocidos hechos e historias que nos han contado y que se han entretejido en historias coherentes que proporcionan un marco de acción humana que nos ayuda a enfrentar el desafío de la vida, no sólo la presente, sino la futura. 21

En este sentido, considero que la visión del infierno brinda al analista social la oportunidad de relacionar la realidad social que se vive, con los componentes simbólicos e imaginarios, con la finalidad de que la realidad encuentre sentido, se resinifique, se superen fisuras, transformaciones, crisis, miedos y angustias. Ya que la visión del infierno funciona como operador simbólico mediante el cual los individuos orientan su conducta, legitiman o censuran sus acciones, generan explicaciones, no sólo para el aquí

y el ahora, sino también para el pasado y el futuro, dotando con ello de sentido a la vida cotidiana. 22 En fin, con este trabajo he querido encontrar el hilo de una visión compartida indecible de nuestra experiencia colectiva y personal, que rescata el hablar del tono

íntimo de lo que parece ser la exploración de nuestras propias inquietudes: 23 quiénes somos, tanto en lo personal como en lo colectivo, a dónde no se quiere ir, qué se quiere, qué no se desea y qué hace falta.

Con base en lo anterior, surge la pregunta: ¿Podría vivir la humanidad sin la visión de un infierno? ¿Qué tan vital resulta ser para la sociedad, como para los individuos esta visión?

Queda al lector la tarea de responder esta pregunta, para mí, me queda claro que las visiones continuarán, 24 especialmente para las personas en edades avanzadas que necesitan lidiar con sus necesidades, tensiones y pesares que constantemente los aquejan; así como que también requieren de construir sus sueños y sus anhelos. De otro modo, la vida se volvería realmente un infierno.

 

Referencias

[1] Durand, G. (2000). Lo Imaginario. Barcelona: del Bronce, 165pp.

[2] Lévi-Strauss, G. (1987). Antropología estructural. Barcelona-Buenos Aires-México: Paidós, 352pp.

[3] Fernandes, da Silva Júnior, O. (2011). Por uma Geografia do Imaginário: percorrendo o labiríntico mundo do imaginário em uma perspectiva geográfica cultural. Revista Eletrônica do Centro de Estudos do Imaginário. Universidade Federal de Rondônia. No. 31, apartado 3. [En línea] Disponible en:

<http://www.cei.unir.br/artigo31.html>, Consultado el 19 de enero 2011.

[4] Castoriadis, C. (1997). El imaginario social constituyente. Zona Erógena. No.35. [En línea] Disponible en: < http://www.educ.ar>, consultado: enero 19 de 2011.

[5] Eliade, M. (1992). Lo sagrado y lo profano. Barcelona: Labor, 192pp.

[6] Duch, L. (1997). La educación y la crisis de la modernidad. Barcelona: Paidos Ibérica, 142pp.

1 Una cuestión interesante que no se aborda aquí, es la de encontrar en qué momento se produce esta relación con el encuentro con lo divino en la trayectoria de vida de los informantes.

2 Sostengo que la visión de eternidad tiene injerencia en las decisiones diarias, en la exclusión e inclusión de relaciones sociales en la vida presente, es el motor de las acciones del individuo, en donde vincula su presente

como su futuro. Es el eje a través del cual se eligen y construyen las relaciones sociales que promueven la necesidad de diseñar un proyecto alternativo, que dé sentido a su vida y a su entorno, para de esta forma, contar con la posibilidad de modificar sus circunstancias. Durand [1] observa que a través de este conjunto de visiones, es como el ser humano organiza y expresa simbólicamente su relación con el entorno, y que el motor que anima ese sistema simbólico es su propia caducidad, la muerte, que le impone un tiempo cronológico o depurador. Lo mismo afirmaba Lévi-Strauss, [2] al ver que estos imaginarios dan cuenta de la angustia provocada por el tiempo en el ser humano.

3 Durand [1] expresa que sólo el relato, la ficción, la imagen y, sobre todo, la experiencia, dan cuenta de la naturaleza del mito y lo imaginario.

4 Eliade [5] da cuenta de dos modalidades de estar en el mundo, dos situaciones existenciales asumidas por el hombre a lo largo de la historia: lo sagrado y lo profano, posiciones que el hombre ha conquistado en el cosmos.

5 El ser humano indefectiblemente, siempre se encuentra instalado en un lugar (ya sea “hogar”, “paraíso” o

“infierno”), jamás es el mismo totalmente presente, al margen de “su lugar en el mundo”, y su cambiante perspectiva en este mundo. Es en estos ámbitos donde tradicionalmente se llevan a cabo las trasmisiones de lo que el hombre debe saber para aprender a orientarse de manera responsable en el mundo, la ciencia y la sabiduría, el conocimiento de su cuerpo, de su alma y de sus sentidos, para hacer frente a los azares del destino y cuidar de la preservación de la existencia humana individual y de su comunidad, en el momento presente como en el futuro. Duch [6] denomina a estos ámbitos “estructuras de acogida” espacios donde el hombre capax symbolorum, se orienta culturalmente (esos ámbitos de transmisión de saberes son: la familia, la ciudad, y la religión) respecto del lugar que le corresponde en el mundo.

6 Entiendo por “no lugar”, ese espacio simbolizado, cargado de sentidos intersubjetivos; [8] esa dimensión específica de acciones, interacciones percepciones y sentidos ligados a estilos de vida por parte de quienes los crean y moldean con sus vivencias.

7 Los imaginarios sociales parecen estar en ese mínimo de común denominador que cohesiona los grupos

sociales.

8 Duch [9] entiende por “estructuras de acogida” como los ámbitos donde nos formamos en esas transmisiones de tradición muy antigua y aprendemos a plantear vinculaciones creativas entre pasado y futuro con relación a

la vida de la humanidad. Son espacios temporales donde se organizan los elementos imprescindibles para la constitución humana y cultural del hombre. Donde se efectúan las diferentes trasmisiones imprescindibles para que el ser humano se transforme en un ser libre y responsable. Donde se resguarda el acervo de tradiciones que configuran la vida individual y colectiva, a fin de ubicarse en el mundo, cultivarlo y humanizarlo. Donde se encuentran las constantes de la cambiante condición humana. Son los ámbitos desde donde es posible colocarse y dislocarse en el mundo. Son los ámbitos donde se resguarda el hombre frente a la angustia, la indiferencia, la agresividad y los desequilibrios a la vez que pueden ser el ámbito idóneo de la experiencia, la crítica y la apertura de nuevas opciones. Son los espacios donde se aprende la gramática de los sentimientos. A través de estos elementos, el hombre capta la calidad de sus relaciones que en concreto son las que lo definen y ayudan a orientarse y convertir el mundo en “su mundo”.

9 Hay una iconografía tremenda brotada de la literatura, la teología, filosofía y del invento de pintores y creyentes que se han dedicado a reflexionar sobre este tema.

10 Gadamer [10] afirma que el sujeto tiene una conciencia que es afectada por una experiencia vivencial, desde

donde intenta comprender su pasado, presente y futuro. Y que éste modo de comprender lo humano es típicamente interpretativo, que traduce una realidad captada a la propia realidad comprendida.

11 La visión del infierno (así como de la eternidad, el cielo, etc.) está impregnada por la influencia del entorno, las instituciones sociales, las creencias religiosas, la organización económica, un sistema de derecho o de un poder

institucional. Por ello, es que cada vez más, estamos articulando todo un sistema de significados que nos llevan de un plano humano al divino, en donde están imbricadas la historia de todas las relaciones sociales.

12 Es útil mencionar que para los fines que persigue este artículo, no se visualizan y/o distinguen las interpretaciones de las enseñanzas de la iglesia católica y las enseñanzas bíblicas en los evangélicos, con respecto a la salvación, la maldad y el infierno. En este trabajo me interesó más ver los elementos comunes que se manejan entre los mismos informantes sobre el infierno, independientemente que estén en una u otra religión. Asimismo, estoy consciente que las visiones no permanecen inmutables con el paso de los años, y que mí objetivo al trabajar con personas adultas mayores se concentró más en la fijación que se tiene sobre el infierno. Con ello, quizás corra el peligro de dar una visión estática, pero el propósito es mostrar las visiones idénticas y especialmente la claridad que las personas adultas mayores tienen sobre este “no lugar”.

 

13 Según el pastor de la iglesia pentecostal, asegura que después del arrebatamiento de los salvos, vendrá un periodo conocido como “La Gran Tribulación” de 7 años, dividido en 3 años y medio de paz, y 3 años y medio de conflictos y masacre. Esto ocurrirá por el surgimiento de una figura conocida como “El Anticristo”, quien ofrecerá paz al mundo y será aclamado por las naciones, él reconstruirá por tercera vez el templo de Salomón y se sentará en el trono como si fuera dios. Las personas deberán recibir la marca de “La Bestia” en la mano o en la frente, de lo contrario no podrán comprar, ni vender; y quien se rehusé a recibir esta señal será ejecutado. Anteriormente, -dice el pastor-, se creía que esta señal era como una marca o tatuaje que literalmente contenía el 666; sin embargo, ahora se cree que se trata de microchips que serán implantados y que contendrán toda la información personal de quien lo porta. Este chip, podría ser localizado vía satélite en cualquier parte y podría enlazarse con una base de datos mundial. Luego de que todos crean que el mundo vive en paz, el Anticristo revelará su verdadera identidad y comenzará la destrucción y la devastación. Será después de los 3 años y medio de guerra, que Cristo volverá a la tierra, y encarcelará a Satanás por 1,000 años, luego de eso es que vendrá la última persecución al pueblo de Israel y finalmente el “Juicio Final” en donde unos serán llevados al cielo y otros al infierno.

 

14 Los informantes hicieron alusión a pinturas realizadas por artistas que imaginaron y representaron el infierno como un lugar envuelto en llamas con condenados en diversas posiciones, como un pozo abisal e insondable, como un espacio compartimentado para las diversas torturas, muy parecidas a las que menciona. [12]

15 Según el análisis de Canterla, [13] las alusiones al cielo son fundamentalmente moralizantes y hacen más

mención a las dificultades para alcanzarlo que a su descripción. (…) no pueden los hombres hablar del cielo sin incurrir en la nota de blasfemia del infierno.

16 Es curioso observar cómo en la mayoría de los informantes se mantiene la visión del infierno devorador, el

fuego que quema y que no se apaga, el gusano que los devora y que no muere, tal como lo encuentra Gómez, [10] en la edad media. Aunque hay que resaltar la aparición de nuevas respuestas que consideran el infierno como un estado de conciencia, de “lejanía de Dios” que abren la oportunidad a un análisis más profundo que por el momento no podemos llevar a cabo pero que los nuevos adultos mayores empezarán a generar con mayor frecuencia debido a la pluralidad religiosa y al proceso de secularización que vive nuestra sociedad contemporánea.

 

17 Se utiliza el concepto de “no lugares” como lo expresa Auge, [8] en el sentido de que “es un espacio pensable y en el que se refuerzan las grandes redes multinacionales, se amplifica el clamor de los particularismos: de aquellos que quieren quedarse solos en su casa o de aquellos que quieren volver a tener patria, como si el conservadurismo de los unos y el mesianismo de los otros estuviesen condenados a hablar el mismo lenguaje: el de la tierra y el de las raíces”.

18 En las imágenes del patrimonio artístico de las iglesias aparecía el demonio como un monstruo de aspecto aterrador, con pies de chivo y cuernos de fauno en la cabeza, con alas de murciélago, sin olvidar la cola y el

trinche en la mano; otras veces, bajo la forma de dragón, serpiente, león o de seres imaginarios. Y junto a él, los condenados ardiendo en grandes hornos o directamente en el fuego. En algunas iglesias pinturas se detalla toda la gama de tormentos en función de los pecados capitales. [14]

19 El apocalipsis es riquísimo en descripciones de catástrofes y castigos terrenales, en la acción demoníaca del dragón y de las dos bestias, sin embargo resulta particularmente austero en la consideración del infierno; “se le

evoca como el lago de fuego y azufre ardiente al que serán arrojados el diablo y los demonios y quienes, después del juicio final, no estuviesen inscritos en el libro de la vida”. [12:71]

20 La visión del infierno que presentan los informantes no son sólo visiones que tiene la gente, sino que, como dice Eliade: [5] “están vivas”, pues remiten sin lugar a dudas a estilos de vida y a la forma de dar respuesta y

explicaciones a sus necesidades de salud, seguridad, bienestar y felicidad, en un contexto social, en un tiempo y espacio determinados.


21 Estas visiones del infierno están ancladas en “estructuras de acogida” matrices socioculturales, desde las cuales se elaboran discursos construidos, cuya función es elaborar una “explicación” plausible del mundo, en relación a los miedos y a las alternativas que cada individuo/grupo portador elabora en forma de representaciones para la acción y que nutren a las identidades sociales. Todo ello deriva en la existencia de múltiples visiones que expresan más allá de una verdad o una mentira, los nudos de tensión desde los que se negocian o se oponen en conflicto, distintos significados sociales.

22 Hablar pues de la visión del infierno, no es remitirse exclusivamente universos fantásticos elaborados con la preeminencia de la religión y con la supuesta ignorancia de una masa de fieles.

23 Tal vez el lector encuentre una exageración en el manejo de la visión del infierno al colocarla en el centro de la vida cotidiana, desde donde surgen las fuentes que rigen y dinamizan la vida de los informantes, pero como

hemos visto esta dimensión imaginaria es uno de tantos fluidos vitales de nuestras acciones diarias. Estoy convencido de que una sociedad produce un imaginario como condición fundamental para su funcionamiento. En este sentido, la interconexión de esas dimensiones reales e imaginarias se eternizan en la vida social.

24 Estas visiones por cierto, ni la modernidad, ni la posmodernidad, han trastocado.


[7] Duch, L. (2001). Antropología de la Religión. Barcelona: Herder, 504pp.

[8] Auge, M. (2000). Los no lugares. Espacios del anonimato. Un antropología de la sobre modernidad. Barcelona: Gedisa, 125pp.

[9] Duch, L. (2002). Antropología de la vida cotidiana. Simbolismo y salud. Madrid: Trotta, 408pp.

[10] Gadamer, H. G. (2011) Verdad y método. Metodología de la verdad. [En línea] Disponible en: < http://es.scribd.com/doc/23276654/Gadamer-H-G-Verdad-y- metodo-Metodologia-de-la-verdad >, consultado: junio 19 de 2011.

[11] Mead, G. H. (1932). The Philosophy of the Present. USA: Prometheus Books, 251pp. [En línea] Disponible en:

< http://archive.org/download/philosophyofthep032111mbp/philosophyofthep032111 mbp.pdf >, consultada: mayo de 2011.

[12] Gómez M., N. (2010). La representación del infierno devorador de miniatura medieval. Memorabilia, no.12. Argentina: Universidad de Buenos Aires., pp. 269- 287.

[13] Canterla, C. (2004). The Heaven and the Hell in the Spanish mentality at XVIIIth century. Cuadro Dieciocho. no.5, España: Universidad de Salamanca-Universidad Pablo de Olavide, pp. 75-95.

[14] Gómez, R. (2004). El estrés laboral del médico: Burnout y trabajo en equipo. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría. España: Asociación Española de Neuropsiquiatría- Profesionales de Salud Mental, vol. 24, no.90, pp. 41-56. [En línea] Disponible en:

< http://www.revistaaen.es/index.php/aen/article/download/15881/15740 >, consultada: mayo de 2011.

Bibliografías

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Schutz, A. y Luckman, T. (2003). Las estructuras del mundo de la vida. Argentina: Amorrotu, 320pp.