Rev. del Centro de Inv. (Méx.) Vol. 10 Núm. 40 Jul. - Dic. 2013
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Programa de integración
para mejorar la relación
padres e hijos a través
de la Universidad
1
Liliana Soberanis Constantino
Coordinadora General Académica
E-mail: lsoberanis@unid.mx
UNID, sede Mérida
Universidad del Mayab
Mérida, Yucatán
Recibido: Abril 23, 2013, Aceptado: Mayo 8, 2013
Resumen
Sólo puede lograrse una educación si se hace desde una comunidad educativa, con una
fuerte presencia de la familia [1:232]. El objetivo fue determinar si un programa de
integración mejoraba la relación de los estudiantes universitarios con sus padres. El
programa cumplió con su objetivo.
Palabras clave: Relación padres e hijos, comunidad educativa, familia, programa de
integración, participación de los padres.
Integration program to improve parent-child
relationship through the University
Abstract
"Education can just be achieved if it is done from an educational community, with strong
assistance of the family" [1:232]. The objective was to determine if an integration program
improves the relation between university students and their parents. The program fulfilled
with its objective.
Keywords: relationship between parents and children, school community, family, integration
program, parental involvement.
Justificación
La escuela no es una isla social, existe una necesaria relación de ayuda entre una
comunidad y su escuela, la cual colabora a que la escuela cumpla su función. [2] Martínez-
Otero añade que para acrecentar la calidad de la educación hay que extender y fortalecer
la comunidad educativa de los centros escolares [3].
1
Trabajo de investigación participante en el Premio FIMPES 2012 en la categoría de investigación, obteniendo
en octubre de 2012, el tercer lugar.
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El hecho de que los hijos ya vayan a la universidad no implica que los padres no tengan
un papel que desempeñar para ayudarlos a convertirse en adultos exitosos. Tener un padre
involucrado puede ser la clave para el éxito de un universitario. Gran parte de la experiencia
universitaria es acerca de cómo ser independientes, pero esta experiencia no es fácil para
muchos adultos jóvenes. Desafortunadamente, la participación de la familia en la
educación tiende a disminuir mientras más avanzado es el nivel educativo, debido en parte
al deseo de los jóvenes a tener cada vez mayor independencia y en parte a cambios en la
estructura y la organización escolar. [4]
Igualmente, Epstein y Clark sostienen que los padres tienen influencia sobre él éxito o
fracaso escolar de sus hijos, y que si son padres conscientes de la importancia de la
escuela y de las metas académicas, los alumnos de todos los niveles tienen mejor
rendimiento y actitud, aspiraciones más altas y otros comportamientos positivos. [5]
También García-Bacete explica que entre los cinco grandes procesos del ambiente familiar
que afectan el logro escolar del estudiante están las relaciones padres-hijos, los métodos
disciplinares y la implicación de los padres [6]. La familia aspira que la escuela “genere
procesos de inclusión del grupo familiar, pero desde la afectividad, trascendiendo la
tradicional función academicista, para lograr verdaderos espacios en donde se les
reconozca”. [7:95]
Los adolescentes con padres que los apoyan exhiben tasas más altas de la
autosuficiencia, formación de identidad, rendimiento escolar, aspiraciones positivas para la
planificación de la carrera y menores tasas de depresión y delincuencia”. [8]
La comunicación entre los miembros de una familia “es un factor clave en el
establecimiento del vínculo familia-escuela, porque una pobre o ausente comunicación en
el hogar se transfiere al ámbito escolar. Si ese es el caso, el resultado es que los padres
sostengan una comunicación poco efectiva con los profesores y directivos de la escuela,
que sea confusa y malinterpretada y nada favorecedora al proceso educativo de los
alumnos”. [9]
La familia es el núcleo de formación para el estudiante, que apoyándose en la escuela
puede lograr la formación integral del estudiante. No se puede decir con certeza que la
buena relación padre e hijo mejorará las calificaciones de los alumnos, lo cual no es la
esencia de las universidades, pero es un factor decisivo en la conducta del alumno, la
mejora en la autoestima y está relacionada con menores riesgos de deserción, reprobación,
consumo de drogas, alcohol u otras conductas.
Para preparar adecuadamente a los estudiantes para el éxito académico, los
educadores deben reconocer que las familias juegan un papel crítico en ayudar a los
jóvenes a tener éxito en la escuela secundaria y las siguientes escolaridades. [8]
Muchas universidades en México han estado implementando talleres o escuelas para
padres pero la atención se ha centrado en el programa y no en los resultados, y en la
literatura existen pocos informes que carecen de instrumentos estandarizados,
evaluaciones pre y post y de grupos de control. [10]
Es vital inculcar una cultura de comunicación e integración escolar, todo a beneficio del
estudiante que será el padre y profesional del mañana; y con ello, lograr una mejor
formación que lo lleve a actuar con valores, lo cual se trabajó en este estudio a través del
diseño, implementación y evaluación de un programa de integración.
La importancia de la presente investigación radica en propiciar la relación entre padres
e hijos y al mismo tiempo, la relación entre padres y universidad, quienes muchas veces
quisieran acercarse pero los mismos hijos en su afán de pensar que ya están grandes no
se los permiten, haciendo que los padres sepan de la universidad únicamente el día de la
graduación de sus hijos, si es que logran graduarse.
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Un programa para integrar a los padres de familia puede ser una de las estrategias
más exitosas para mejorar la relación padre hijos, al ser diseñado con ayuda de los
mismos alumnos a partir de sus propias necesidades y que a su vez permita un espacio de
convivencia entre padres, profesores y personal administrativo con el fin de integrar a toda
la comunidad escolar.
Además, los resultados permitirían proporcionar información para confirmar la eficacia
del programa en el logro de los objetivos planteados, y así poder proponerlo a las
universidades para ser implementado como parte de los programas anuales y fomentar
realmente una educación integral.
Planteamiento
Objetivo de investigación. El propósito del presente trabajo consiste en determinar si un
programa de integración padres-hijos-universidad logra mejorar la relación entre padres e
hijos, en este caso estudiantes de nivel superior.
Pregunta de investigación. ¿Se logra una mejor relación entre padres e hijos
universitarios después de haber participado en un programa de integración?
Hipótesis. Existe una mejor relación entre padres e hijos después de haber participado en
un programa de integración.
Marco teórico
Antecedentes
De acuerdo con Esteinou [11] la familia mexicana enfrenta hoy muchos desafíos y
tensiones frente a los cuales, su cohesión, flexibilidad y comunicación familiar son
fortalezas que contrarrestan el impacto. Antes se pensaba que la escuela era la
responsable de educar y formar valores, pero aunque ésta proporcione las herramientas
para enfrentar al mundo, la familia es la principal institución encargada de transmitir los
valores centrales y la educación moral. Cerro menciona que educar en valores “no se trata
que los alumnos administren el valor que se les propone; se necesita emplear los medios
suficientes para conseguir que adquieran el hábito que exige ese valor” [12:105].
Rivera y Milicic sostienen que en la práctica la escuela se ha caracterizado por
desconocer el papel protagónico de la familia en el desarrollo integral de los alumnos” [13:
119]. Sin embargo, Martínez citado por Valdés et al., añade que el factor más influyente en
el desempeño escolar son las prácticas familiares, incluso por encima de los aspectos
demográficos, económicos y comunitarios que rodean al estudiante [9].
Alcalay et al., mencionan que de acuerdo con Bruner, la relación de pesos familia y
escuela sobre los resultados escolares, es de 60% y 40%, respectivamente [2]. Rivera y
Milicic coinciden al decir que la relación padres e hijos tiene una alta incidencia en el
rendimiento académico y en la conducta escolar, además añaden que para elevar la
calidad de la educación se requiere a apoyar a los padres a mejorar esa relación [13].
Para Cerro las escuelas deben invertir en las familias, organizar encuentros con
diferentes motivos como los festejos de Navidad, conferencias interesantes, pero bien
planeados y de acuerdo con las necesidades; además recalca que la participación de los
profesores resulta imprescindible [12].
Las escuelas deben recordar que para lograr la formación integral de sus estudiantes
deben involucrar a los padres de familia, y a los actores de la educación, y sobretodo
involucrarse en la formación del estudiante reconociendo que la relación de éste con sus
padres es la base para los logros académicos.
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Comunidad educativa
La responsabilidad natural de educar recae en los padres, pero necesita muchas veces de
ayuda, entonces la escuela es ese complemento aunque no los suple. La relación entre
escuela y comunidad, implica un vínculo entre docentes y familiares o entre instituciones,
familia y escuela, es decir es una red de relaciones a la que todos estos actores pertenecen
por estar en ´una misma comunidad´.
Los actores de la educación son los docentes, alumnos, directivos, administrativos y
padres, quienes tienen influencia y decisión sobre las organizaciones escolares. [14]
Para Epstein y Clark una verdadera comunidad de aprendizaje escolar incluye
“educadores, estudiantes, padres y miembros de la comunidad que trabajan juntos para
mejorar la escuela y las oportunidades de aprendizaje de los estudiantes” [5:1].
Ortega, et al., sostienen que es indispensable que los padres y la escuela unan
esfuerzos para lograr la educación integral de los estudiantes. Familia, Estado, escuela y
sociedad, tienen una responsabilidad civil compartida respecto a la educación [1].
Rivera y Milicic mencionan que el éxito escolar “está fuertemente vinculado al rol del
entorno familiar a través de los estilos y prácticas parentales, expectativas, creencias y
atribuciones que los padres presentan acerca de los hijos en el ámbito académico”.
[13:120]
La comunidad educativa es vital en el proceso de formación del estudiante, ya que de
ésta dependerá la formación integral del alumno, quien convive con docentes, autoridades
educativas, pero sobretodo con su familia, quien tiene la mayor responsabilidad, pero todos
se deben complementar para lograrlo.
Familia
Ortega, et al., explican que para el hijo, la experiencia de ser acogido en su familia significa
sentirse aceptado, querido, protegido, apoyado, orientado, y que esta situación familiar
tiene influencia directa sobre su tipo de relación que establecerá con el mundo exterior [1].
Para Aurelia, los conflictos familiares, “de acuerdo con los resultados de numerosas
investigaciones, se relacionan con la predisposición de los hijos a presentar tanto
problemas de conducta externos (conducta agresiva y delictiva) como problemas internos
(trastornos emocionales de ansiedad/depresión)” [15:171].
Esteinou señala que existen tres dimensiones que indican las principales fortalezas de
las familias: a) cohesión, b) flexibilidad y c) comunicación y afecto. En la cohesión se incluye
el compromiso con la familia: la confianza, honestidad, dependencia, y fe en el otro, pasar
tiempo juntos, compartir ideas, sentimientos. Con flexibilidad se refiere a lidiar
efectivamente con el estrés y contar con bienestar espiritual y poder cambiar de roles
cuando se requiere. La comunicación positiva “incluye tener discusiones abiertas y
directas, ser cooperativos y compartir sentimientos entre sí. El afecto incluye bondad,
cuidado mutuo, respeto y seguridad” [11:101]. Para Alcalay, et al., el estatus
socioeconómico no es decisivo para la formación de los hijos, pero lo es el clima afectivo,
la adquisición temprana de actitudes y motivaciones y la comunicación familia escuela [2].
El Instituto Mexicano de la Juventud realizó una encuesta a jóvenes mexicanos entre
12 y 29 os de edad; se les preguntó a quién acuden en caso de tener algún problema.
Se identificó que cuando los jóvenes tienen algún problema con alguien de la familia o
necesitan algo, los hombres, menos del 30% conversan con su madre y en menos
porcentaje con sus padres. En el caso de las mujeres encuestadas el acercamiento con
sus madres varía entre 12% y 50% dependiendo del problema y de 4% a 16% con sus
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padres. Y en relación con las tareas escolares y problemas en la escuela aún es menor
este porcentaje [16]. Coincide con lo que opinan Valdés, et al., “sobre la importancia de
sensibilizar a padres y madres para eliminar los estereotipos de género que atribuyen a la
mujer la responsabilidad de la educación de los hijos y dejan a los padres sólo en una
posición periférica” [9:67].
Espinoza explica que entre 2006 y 2009 creció la cantidad de jóvenes que reporta falta
de comunicación y mala relación con sus padres, y que esn mayor cuando se trata de
jóvenes entre 20 y 24 años [17].
Ramírez en su estudio sobre la influencia de los problemas familiares y métodos de
crianza sobre los problemas de conducta del hijo, concluye que están altamente
relacionados y se requiere de un clima de prevención, por lo que propone las escuelas para
padres y programas de prevención [18].
Relación padres e hijos
Miranda comenta que la participación de los padres se puede evaluar a través de dos
aspectos: uno relativo a la información de los mismos acerca de la escuela y el otro referido
a su intervención en las actividades de la misma, y sostiene que la información de los
padres sobre lo que acontece en la escuela, les facilita una mayor participación en las
actividades escolares de los hijos” [19:4].
En una investigación realizada en la Universidad Brigham Young se encontró que el
conocimiento de los padres o la conciencia de lo que está pasando en la vida de su hijo en
la universidad se asocia con menos conductas de riesgo. Los resultados muestran que
“las relaciones entre los padres y los hijos siguen siendo importantes durante la transición
a la edad adulta ya que influyen en la probabilidad de la participación de su hijo con las
drogas, el alcohol y la actividad sexual de riesgo, incluso después que vaya a la
universidad”. [20:1].
Al realizar las funciones como padres, en las interacciones se va creando un clima
familiar que, de acuerdo con las actitudes y las prácticas de crianza van a influir en la
configuración de la conducta de los hijos. Es por ello que en el microsistema familiar existen
factores positivos, que van a contribuir al buen desarrollo de los hijos y factores negativos,
que pueden dañarlos, [18] de ahí la importancia de la buena relación padres a hijos como
base de la conducta de los hijos que se ve reflejada en las instituciones educativas.
De acuerdo con Heldon en un estudio sobre las familias y las escuelas en una sociedad
pluralista, se encontró que “las prácticas escolares y profesores fueron los predictores más
fuertes de la participación de los padres. Las prácticas específicas que se han demostrado
para predecir la participación de los padres incluyen: la asignación de tareas diseñadas
para aumentar la interacción padres-alumno, la realización de talleres para las familias, y
comunicar a los padres sobre la educación de sus hijos” [21:1], por lo que las escuelas
tienen mucho trabajo que hacer para involucrar a los padres, planeando estrategias que se
ajusten a las necesidades de la misma comunidad educativa. La investigación sobre los
efectos de la participación de los padres ha demostrado una relación consistente y positiva
entre la participación de los padres en la educación de sus hijos y los resultados escolares.
Los estudios también han demostrado que la participación de los padres se relaciona con
menores tasas de deserción y ausentismo escolar. Se muestra una relación positiva entre
la participación de los padres y el logro del estudiante. Además, cuando las escuelas y los
maestros trabajan para involucrar a los padres, se puede aumentar el rendimiento
estudiantil.
Giacobbe, et al., desarrollaron un estudio sobre la comunidad educativa y la institución
escolar en el nivel secundaria. En éste, entrevistaron a padres de familia, y en una de las
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preguntas sobre cómo se acercan a la escuela, la mayoría de los padres, aun los que
consideraban necesaria su participación, expresaron que quedan a la espera que la
escuela los convoque [22].
Otro estudio sobre las competencias profesionales como mecanismo de vinculación
entre instituciones de educación superior y pequeñas y medianas empresas, al entrevistar
a los empleadores coincidieron en la desvinculación existente entre las empresas y las
universidades, y expresan que para ellos lo más importante no son los conocimientos sino
los valores y actitudes de los alumnos y entre las recomendaciones para las universidades
está el “mantener comunicación estrecha con el ámbito familiar, ya que es el hogar donde
se inculcan los valores y en el medio académico donde se fortalecen”. [23:110] Además,
según García-Bacete, en la literatura sobre escuelas eficaces “se destaca el hecho de que
las mejores escuelas siempre cuentan con padres que las apoyan y se encuentran
integradas, lo que valida el concepto de comunidad educativa” [6:427]. Por lo que la
escuela es la que debe elaborar estrategias para iniciar, motivar y mantener la participación
de las familias en los centros escolares (Pérez) [24].
Programas de integración
Nuño, et al., en el estudio sobre los efectos a corto plazo de escuela para padres, explican
que éstas surgieron a principios del siglo XX, y a partir de ase han estado implementando
en diversas instituciones, pero no se tienen estudios que avalen los resultados. Además
recalcan que “el impacto del efecto a corto y largo plazo no ha sido estudiado en México”
[10:520]. El estudio se llevó a cabo con un grupo de control y un grupo experimental, de
padres de jóvenes de preparatoria que quisieron inscribirse al programa, siendo
mayormente las madres (70% y 79% respectivamente), y al ser de 45 horas hubo deserción
en las primeras dos sesiones que pudo haberse debido a la falta de adherencia al mismo,
sin embargo se concluye que el programa tuvo efectos favorables, se tuvo una puntuación
significativamente mayor para el grupo control en síntomas y problemas del hijo y menor
comunicación padre-hijo. Sin embargo tuvo como limitantes que la asignación de grupos
no fue aleatoria y al final sólo contestaron el instrumento el 40% de los padres que
participaron en la intervención y el 59% de los padres del grupo de control.
Ases, García y García, ante la crisis familiar que se vive, realizaron una propuesta de
taller de escuela para padres que consistió en mesas de trabajo, presentación de videos y
una conferencia sobre el maltrato familiar, la decadencia de valores y falta de comprensión,
al finalizar el taller se les administró una encuesta a los padres y a los hijos, alumnos de
octavo a décimo año de educación básica para identificar si habían comprendido la
importancia del trato familiar, y las respuestas fueron favorables [3].
A su vez, Carreras narra su experiencia en programas formativos para padres,
comentando que al principio ofrecía conferencias de hora cuarenta y cinco minutos, pero
que no les motivaba aunque el tema fuera interesante, o no cubrían sus expectativas
porque esperaban encontrar soluciones prácticas a sus problemas. Después las acortó a
50 minutos considerando que normalmente eran en la noche, por el trabajo de los padres,
y estar más de una hora sería cansado después del largo período laboral, además era más
flexible de acuerdo con la receptividad del grupo. Aunque las conferencias son útiles,
explica que es importante utilizar otras formas de trabajo que permitan una participación
más activa (técnicas de reflexión, de experiencia dramatizada), por lo que cambió de
metodología y la asistencia de los padres aumentó, pero no todos participaban, y algunos
se mostraban incómodos, quizá por miedo a que se les preguntará algo o tuvieran que
participar. Expresa que antes se debe hacer un diagnóstico de necesidades y
características de la comunidad, ya que cada padre tiene su propia historia, y que acuden
esperando que les sea útil para mejorar y modificar su vida familiar y difícilmente con un
curso se puede lograr. Finalmente concluye que lo idóneo son los talleres, ya que
garantizan la participación, al ser reflexivos y ofrecer una metodología experiencial [5:1].
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A pesar de que las escuelas de padres “son una estrategia muy válida para acercar a
los padres a la educación de sus hijos, tienen todavía, poca difusión”. [30:6].
Nuño et al. mencionan que la Secretaría de educación pública, el DIF (Sistema para el
Desarrollo Integral de la Familia) y una preparatoria de Jalisco llevaron a cabo talleres para
padres y cada uno realizó evaluaciones en las que la mayoría de los participantes opinaron
que la problemática familiar mejoró por la orientación recibida, que obtuvieron
conocimientos sobre cómo mejorar su labor de padres, o que estos programas son una
respuesta a los problemas cotidianos de las relaciones personales, familiares y sociales,
que les ayudaron a mantener una mejor comunicación y acuerdos con sus hijos, mayor
comprensión y afecto; y mejora de la convivencia. Sin embargo “aunque parezca que se
tuvieron cambios favorables, por la metodología utilizada no es posible enunciar
conclusiones contundentes” [23:520].
Desgraciadamente, en la actualidad existe una decadencia de valores, desintegración
familiar, relaciones entre padres e hijos fracturadas, falta de comunicación, sobre todo con
los jóvenes universitarios a quienes se les da más libertad o se les presta menos atención
´por estar grandes´, y cada vez más las universidades hablan de educación integral
intentando lograrla aisladas de todos los miembros de la comunidad educativa pero sobre
todo de la familia, que es el núcleo de la sociedad. Incluso algunas universidades han
estado tratando de involucrar a los padres con talleres o en pláticas a las que le dominan
talleres pero no se tienen estudios válidos que prueben la efectividad de los mismos y
sobretodo que puedan analizar un antes y un después de la intervención.
Desarrollo metodológico
Este estudio tuvo un diseño de corte cuantitativo, cuasi experimental con un grupo de
control y un grupo experimental con el fin de comparar si un programa de integración logra
mejorar la relación entre padres e hijos universitarios. Fue cuasi experimental pre post, con
grupo de control porque en este tipo de estudio “el impacto de la intervención se establece
por la comparación de una medida anterior y otra posterior, tomadas en dos grupos; en
uno de ellos se interviene y en el otro no, además los grupos no pueden ser tomados
aleatoriamente” [26:194]. Creswell coincide en que en este tipo de estudios se administra
un pre-test y un post-test y sólo el grupo experimental recibe tratamiento [27].
El estudio consistió en llevar a cabo un taller de integración familia-universidad-hijos.
Se trabajó con dos instituciones de educación superior con grupos ya integrados. Se
administró un mismo instrumento a los alumnos de ambas instituciones con el propósito de
valorar la relación existente de los estudiantes con sus papás. Este instrumento fue
elaborado exprofeso para este estudio. Posteriormente y tomando en cuenta las opiniones
recogidas de los estudiantes, se diseñó y desarrolló el programa (una conferencia sobre la
importancia de la relación padres e hijos, y la participación y acompañamiento de éstos en
la etapa universitaria y talleres diseñados con ayuda de los alumnos a partir de sus propias
necesidades) en una de las universidades (grupo experimental). En el grupo de control,
los alumnos realizaron una actividad que consiste en cumplir un sueño a un niño con
enfermedad terminal y se invitó a los padres a la presentación de los videos de los sueños
realizados. Finalmente, se administró la misma encuesta a los estudiantes de ambas
universidades y se compararon los resultados del grupo experimental y el grupo de control
para identificar si existía alguna diferencia en la relación con los padres de los que habían
participado en el programa y los que no.
La relación de los padres con sus hijos se midió con un mismo instrumento. En la
introducción del instrumento se establecieron las instrucciones y se aclaró la
confidencialidad de las respuestas. La investigadora administró la encuesta por lo que la
importancia de la participación, el propósito y el tiempo fueron explicados por la misma.
Además se les solicitó como datos demográficos el género, la edad y la carrera. La
primera parte del instrumento midió la relación afectiva y la comunicación personal,
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contiene 17 afirmaciones con cinco opciones de respuesta en formato tipo Likert, las cuales
son: (0) nunca, (1) pocas veces, (2) algunas veces, (3) muchas veces y (4) siempre. La
segunda parte midió la dimensión denominada ´Participación de los padres, con
afirmaciones sobre el conocimiento sobre la universidad y la comunicación de éstos con
sus hijos sobre aspectos escolares, con seis ítems con cuatro opciones de respuesta: (0)
no, (1) sí, poco, (2) si, y (3) sí, mucho.
El proceso de desarrollo de la encuesta pasó por: a) revisión de la literatura, b) revisión
de otras investigaciones e instrumentos acerca de la relación padres e hijos, c) diseño del
borrador del instrumento, d) juicio de expertos, e) prueba piloto, f) obtención de la
confiabilidad y g) elaboración de la versión final.
Para determinar las dimensiones e ítems se tomó en cuenta a Esteinou [11], Ortega et
al. [1], la Encuesta Nacional de Juventud [16] y sobretodo Parent-Adolescent
Communication Scale - PACS de Barnes y Olson 1982, citada por Martínez [28] quienes
coinciden en aspectos que se pueden resumir en estas categorías; además como el estudio
implicaba incrementar la participación de los padres en el proceso educativo se agregaron
ítems más relacionados al ámbito del conocimiento de los padres sobre la institución en la
cual estudian sus hijos.
El análisis de contenido se realizó mediante un juicio de expertos, quienes verificaron
su validez de contenido. Se realizó con ocho personas (tres psicólogos, dos
investigadores, un administrador educativo y dos docentes). Se les pidió evaluar las
instrucciones, los reactivos, contenido, coherencia y presentación. Hicieron indicaciones
de redacción de los ítems, y a partir de las sugerencias se realizaron los cambio; se
eliminaron dos ítems que no coincidían con la escala y tipos de preguntas, y se cambió el
orden de las preguntas con el fin de que se dividiera en dos secciones: la parte de relación
padres e hijos y la parte de participación de los padres, y se desarrolló la versión final de
la prueba.
Para saber si el instrumento tenía confiabilidad, se estimó la consistencia interna de
los resultados mediante el cálculo del alfa de Cronbach y para la primera sección se obtuvo
un índice de confiablidad de 0.924 y para la segunda parte del cuestionario fue de 0.7531,
lo que demuestra que el instrumento es confiable.
Aplicación e innovación
Resultados
En el presente apartado se presentan los resultados obtenidos en la investigación, los
cuales se encuentran divididos en dos secciones.
Primera sección
Para comprobar si existía o no diferencia entre ambos grupos, respecto a la relación de los
alumnos con sus padres, es decir, saber si los grupos estaban comenzando en situaciones
similares, se realizó una prueba de muestras independientes con los resultados de ambas
secciones del instrumento de la encuesta pre (t de student) (tabla 1 y 2).
Tabla 1. Diferencias de medias antes del experimento (SECCIÓN 1).
Grupo
N
M
Desviación estándar
t
Sig
Experimental
107
2.97
0.68
-.378
0.706
Control
48
3.02
0.66
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Tabla 2. Diferencias de medias antes del experimento (SECCIÓN 2).
Grupo
N
M
Desviación estándar
t
gl
Sig
Experimental
107
1.28
0.64
-.937
153
0.350
Control
48
1.38
0.52
De acuerdo con la significancia expresada en el análisis con la t de student, se muestra
que no existe diferencia estadísticamente significativa ni en la relación afectiva y
comunicación personal, ni en la participación de los padres entre ambos grupos (p>.05).
Segunda sección
Finalmente se realizó el análisis estadístico para muestras relacionadas (t student),
comparando el estado de la relación entre padres e hijos antes y después de llevar a cabo
el programa en el grupo experimental para saber si se lograron cambios en las dimensiones
en ambas secciones del instrumento (tablas 3 y 4).
Tabla 3. Diferencias de medias del grupo experimental, sección 1
N
M
Desviación estándar
t
gl
Sig
Pretest
107
2.97
0.68
-3.91
106
0.000
Postest
107
3.21
0.67
En el análisis se observa que antes de iniciar el programa, el grupo experimental
presentó, en la sección 1 del instrumento, una media de 2.97 que es estadísticamente
menor que la media de 3.21 obtenida después del programa de integración.
Tabla 4. Diferencias de medias del grupo experimental, sección 2
N
M
Desviación estándar
T
gl
Sig
Pretest
107
1.28
0.64
-7.33
106
0.000
Postest
107
1.70
0.65
Al igual que en la sección 1, en la 2 se aprecia que existen diferencias estadísticamente
significativas (p < 0.05), siendo mayor la media obtenida al final de la intervención. También
se analizó si se lograron diferencias significativas entre los resultados del grupo de control
en ambas secciones a pesar de no haber recibido el programa de integración (véanse
tablas 5 y 6).
Tabla 5. Diferencias de medias del grupo de control, sección 1
N
M
Desviación estándar
t
gl
Sig
Pretest
48
3.02
0.66
-.861
47
0.614
Postest
48
3.13
0.58
Tabla 6. Diferencias de medias del grupo de control, sección 2
N
M
Desviación estándar
T
gl
Sig
Pretest
48
1.38
0.52
-1.35
47
0.253
Postest
48
1.53
0.61
Se puede apreciar que no existe diferencia estadística significativa ni en la sección 1
(relación afectiva y comunicación personal) ni en la 2 (participación de los padres) entre el
estado inicial y final del grupo de control (p>0.05).
Estos análisis estadísticos permitieron tener una mejor comprensión de las diferencias
de la relación entre padres e hijos entre el grupo en el que se realizó la intervención y en
el que no se llevó a cabo el programa de integración, y así poder confirmar o rechazar la
hipótesis que indica que los padres que han asistido al programa de integración se
relacionan mejor con sus hijos universitarios, que aquellos que no han asistido.
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Discusión
Esta investigación parte de la necesidad de identificar si un programa de integración logra
mejorar la relación padre e hijo, considerando que en muchas universidades se están
llevando a cabo escuelas o talleres para padres pero no se cuenta con estudios que
permitan determinar los beneficios reales de los mismos.
El modelo de la universidad objeto de estudio habla de la formación integral de los
estudiantes, y de acuerdo con Carreras [29], para lograr esto, es importante que en las
escuelas se lleven a cabo actividades para mejorar la relación entre la comunidad escolar,
con el objetivo de construir bases que permitan el aprendizaje integral de los alumnos.
Conforme con los resultados obtenidos, existe una mejor relación entre padres e hijos
después de haber participado en un programa de integración en comparación con el grupo
de control, considerando que al principio del estudio ambos grupos iniciaron
estadísticamente iguales con los rubros de a) relación afectiva y comunicación personal, y
b) participación de los padres. Los estudiantes del grupo experimental perciben una mejor
relación con sus padres a diferencia del grupo de control en el que no se encontraron
diferencias significativas. Esto coincide con el estudio sobre los efectos a corto plazo de
escuela para padres de Nuño, et al. [10], quienes afirman que el programa que ellos
desarrollaron tuvo efectos favorables. Los resultados de estos estudios también coinciden
con los resultados de la Secretaría de Educación Pública y el DIF de Jalisco, en los que se
refleja una mejora en la comunicación y afecto entre padres e hijos.
El Instituto Mexicano de la Juventud [16], explica que cuando los jóvenes varones
tienen algún problema con alguien de la familia o necesitan algo, menos del 30% conversan
con su madre y en menor porcentaje con sus padres. En el caso de las mujeres
encuestadas el acercamiento con sus madres varían entre 12% y 50% dependiendo del
problema y de 4% a 16% con sus padres. Y en relación con las tareas escolares y
problemas en la escuela aún es menor este porcentaje. Lo anterior puede relacionarse con
la participación al programa de integración por parte del grupo experimental, en el que se
tuvo una mayor presencia de las madres que de los padres, lo cual coincide también con
el estudio de Nuño, et al. [10] en el cual el 70% de los participantes del grupo experimental
fueron las mamás. Coincide además, con lo que opinan Valdés, et al. [9] sobre la
importancia de sensibilizar a padres y madres para eliminar la idea de que la mujer tiene la
responsabilidad de la educación de los hijos.
Espinoza argumenta que ha crecido la cantidad de jóvenes que reporta falta de
comunicación y mala relación con sus padres, y que es aún mayor entre los 20 y 24 años
[17]. De acuerdo con los resultados de la encuesta administrada al principio de este
estudio, sobre la relación padres e hijos, se tiene que existe muy poca participación de los
padres, referida al conocimiento sobre la universidad y la comunicación de éstos con sus
hijos sobre aspectos escolares, lo cual coincide también con Foley, [4] quien dice que la
participación de la familia en la educación disminuye conforme avanza el nivel educativo,
por independencia o la estructura y organización escolar. Por lo que Giacobbe, et al., en
su estudio, añaden que los padres de familia no se acercan a la escuela porque quedan a
la espera que la escuela los convoque [22]. La situación en la Universidad en la que se
llevó a cabo el programa de intervención, coincide con las condiciones expuestas por
Giacobbe; se envió a los padres una invitación a participaren el programa de integración y
la respuesta fue favorable, acudieron 145 padres de familia de 107 estudiantes. Es
importante recalcar que únicamente no asistieron los padres de 6 estudiantes.
Cabe recordar que el programa consistió en una conferencia y dos talleres diseñados
de acuerdo a las necesidades de los propios estudiantes, que de acuerdo con Carreras los
talleres permiten la reflexión y una mayor comunicación entre todos los participantes,
ayudando al involucramiento [29].
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Conclusiones
Este estudio tuvo como objetivo determinar si un programa de integración padres-hijos-
universidad logra mejorar la relación entre padres e hijos, en este caso estudiantes de nivel
superior, comparando dos grupos, uno de control y uno experimental al que se le administró
el programa. Se inició el estudio con dos grupos (experimental y de control) comprobando
estadísticamente que partían de las mismas condiciones con respecto a la relación que
tenían con sus padres, y al final, al comparar los resultados obtenidos en ambas
universidades se obtuvo que en las dos dimensiones del instrumento, tanto en la relación
afectiva y comunicación personal, y participación de los padres (considerada como el
conocimiento sobre la universidad y la comunicación de éstos con sus hijos sobre aspectos
escolares) se obtuvo una mejora estadísticamente significativa en el grupo experimental,
no ocurriendo lo mismo en el grupo de control.
Después de analizar los resultados se puede afirmar que el programa de integración
logra mejorar la relación padres e hijos con lo que se confirma la hipótesis de la
investigación.
En las investigaciones de intervenciones llevadas a cabo para mejorar la participación
de los padres se habla de kínder, primaria y secundaria, olvidándose de la Universidad, en
la cual acuden jóvenes que también requieren de la participación de sus padres, quizá no
de la misma forma que los niños y adolescentes pero si en el sentido de acompañamiento,
interés y comprensión.
El poder contar con un programa de participación para integrar a los padres de familia
como parte de esa comunidad escolar es de suma importancia para lograr la verdadera
formación integral del estudiante; un espacio que les permita conocer la universidad en la
que estudian sus hijos y que al mismo tiempo permita sensibilizar a los padres sobre la
importancia de su participación y acompañamiento en esta etapa Universitaria.
Como la mayoría de los participantes son las madres, lo cual coincide con experiencias
de otros talleres reportados en otros estudios analizados en el marco teórico, se deben
desarrollar estrategias para aumentar la participación de hombres y parejas para que se
pueda fomentar realmente un frente unido.
Se recomienda realizar este mismo estudio, en universidades públicas para poder
observar si con el programa propuesto se obtienen los resultados esperados.
Aplicación a la educación superior
Este modelo de programa de integración se puede llevar a cabo en diferentes
universidades, considerando que los mismos estudiantes deben ser los principales
diseñadores y desarrolladores de los talleres ya que los problemas familiares pueden ser
diferentes dependiendo del contexto, pero es importante contar con personas capaces de
motivar a dichos estudiantes sobre la importancia de llevar a cabo este tipo de programas.
Las actividades propuestas en el programa pueden ser cambiadas o mejoradas,
siempre y cuando éstas estén basadas en las necesidades de los estudiantes para lograr
los resultados de acuerdo con la situación real.
Es muy importante también que todas las actividades promuevan la participación activa
de los involucrados, a que es lo esencial para que el programa tenga éxito, y se logre así
una verdadera comunidad educativa, y por lo tanto, contribuir a la mejora de la educación
superior del país.
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