EL LUGAR DE LOS MOLINOSº

Francisco Ourán

Centro de Investigación, Universidad La Salle

Benjamin Franklin 47. Col H1podromo-Condesa México DF 06170. email: fdu e: n@c uIsa mx

Tomado del libro: Tacubaya. Lugar donde se bebe el agua. Historia Sumaría de la Universidad La Salle.

México: Universidad La Salle - Miguel Ángel Porn a Editor. 1997.

RESUMEN

Una breve semblanza de los primeros años de la colonización española en el pueblo de Tacubaya. Los primeros evangelizadores que se preocuparon por llevar la palabra de Dios, junto con la construcción de los primeros acueductos que llevaron el agua hasta la ciudad de México . Y el establecimiento de los molinos que aprovechaban los riachuelos del poblado para procesar el grano que se vendería en la capital de la Nueva España

ABSTRACT

A brief profile of the fírst years of the spanish coloní z.ation in the small town of Tacubaya. The first priests who brought the Gospel to the índíans. and the construction of the aqueducts that provided water to the Cíty of Mexico. Also the establishment of milis of the grain that was sold ín the capital of New Spaín.


Al consumarse la conquista de Tenochtitlan. Cortés asentó su gobierno en el pueblo de Coyoacán, del que dependía Tacubaya. Con el tiempo, al ser establecidos los ayuntamientos. se designaron alcaldes y regidores entre los mismos conquistadores. Tacubaya, como parte del Marquesado del Valle. quedó sujeta al mandato de Hemán Cortés. Cuando se comenzó a edificar la ciudad de México. el pueblo de Tacubaya proveyó grandes cantidades de tierra para la reconstrucción de la urbe y asentar el suelo y afirmarlo para la construcción de los edificios.

"El pueblo creció cuando. con arreglo a lo dispuesto en el primer Concilio mexicano, se mandó que los indios se juntaran en poblaciones y vivieran políticamente ; se supone que desde entonces los larguisimos nombres con que se designaba aquel pueblo. se cambiaron con el de Tacubaya , más suave.·,

1 Manuel Rivera Cambas, México pintoresco, artístico y monumental, t.2, México: Editorial del Valle de México. 3 tomos. [Edición faccímilarJ p.374

P.ev C"ntrr; /nv (MA) Vol 3 Num 10 (1998)


Así. al constituirse políticamente Tacubaya, ésta quedó conformada con los distintos barrios que la componían: Xihuatecpa. Tezcacuac, Tlacoteco. Huitzilan, Nonoalco. Santiago. San Miguel y Nahualzo. Aunque esta definición política fue modificándose conforme cambiaban los gobiernos virreinales. y lo que era la población crecía o se contraía según los repartos de encomiendas.

La evangelización de Tacubaya se llevó a cabo por los frailes dominicos quienes establecieron, en 1591. el monasterio de su orden en el mismo lugar en que ahora se encuentra la parroquia de La Candelaria de los Veleros, sin embargo, entregaron la parroquia cuando en 1763 fueron secularizados los curatos de regulares y tuvo como primer cura párroco a don José Ignacio Ruiz., natural de Castilla La Nueva. Pero, la fundación del Santuario de la Piedad, también hecha por los dominicos, le robó, popularidad a La Candelaria . ya que fue una de las devociones más fuertes que se tuvieron en la Nueva España. El pueblo de la Piedad.que estaba prácticamente en las orillas de la ciudad, perteneció, durante el siglo XIX. a Tacubaya. al igual que Mixcoac llegó a ser parte de este poblado. La otra orden que estuvo a cargo de la evangelización fue la de los


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dieguinos, quienes para 1580 establecieron el noviciado de San José de Tacubaya. y la iglesia conservó el nombre de San Diego, ya que era parte de los conventos apoyados por el patronato fundado por don Mateo de Mauleon y doña Juana de Luna y Arellano. quienes promovieron esta

construcción: a la mueiie de sus fundadores pasó el patronato a don Tristán de Luna y Arellano Mariscal de Castilla. quien cont inuó con la tradición y culto a la Virgen del Refugio. El

convento acabó de edificarse con otros donativos de fieles a los dii>guiMS.

"Los dieguinos se conservaron por algunos años unidos a la Provincia de San Gregorio de Filipinas. llevando al principio sus conventos el nombre de hospicios para religiosos que pasaban

en misión a Filipinas; después obtuvieron licencia

de Sixto V y Felipe 11 para erigirla en Custodia y en 1599 formaron provincia separada por concesión del Pontífice Clemente VIII. Habiendo enviado la Provincia de San Gregorio en 1598 un visitador que no fue del agrado de los dieguinos. separáronse éstos negando obediencia y alegaron que ya tenían siete conventos con gran número de religiosos; unos y otrns ocurrieron a España y Roma, sujetándose los dieguinos solamente al Comisario General hasta que formaron Provincia siendo el primer provincial en 1602. fray Miguel de la Concepción; pero continuaron dando

hospitalidad a todos los misioneros que pasaban

a Filipinas." 2

La iglesia de San Diego contaba con pinturas de primer orden, sobre todo las obras de Mateo de Pinos y los ricos altares, entre los que destacaban, la capilla de los Dolores. Al igual que otras construcciones religiosas, parte del

convento de San Diego fue demolido durante 1860 y lo que restaba de la construcción la destruyeron este siglo hacia los años 30's. La iglesia se cerró, definitivamente al culto en 1914, que fue cuando se le saqueó despiadadamente dejándole únicamente las paredes pelonas, y el claustro se habilitó para establecer ahi una fábrica de ropa para el ejército. Tal vez por eso

todo el archivo de los Dieguinos se encuentra ahora en posesión de la Secretaría de la Defensa Nacional, y una mínima parte de éste se halla en los archivos de San Juan Bautista en Coyoacán que fueron quienes recuperaron los testimonios de sus hermanos

2 /bid, T.1, p. 406


Contaba Tacubaya con otra parroquia llamada de La Purificación que fue fundada por Fray Andrés de la Anunciación, en 1556, ya que en este lugar en la época prehispánica se hacían sacrificios humanos. Además contaba con la capilla de la Santísima y la capilla de San Miguel Chapultepec. que no es la que está ubicada en la colonia que aún conserva ese nombre.

La relevancia de Tacubaya se debió al segundo Marqués del Valle, don Martín Cortés, quien consideró a este poblado como un refugio seguro y fuente de aprovisionamiento para la ciudad, ya que ahi no llegaban las inundaciones ni las calamidades que afectaban a la ciudad de México El haberse establecido en el sitio en

donde se encontraba la gran Tenochtitlan llevó a todos sus habitantes a sufrir de constantes inundaciones y por consiguiente de las epidemias

que éstas traían, así, en determinado momento se pensó en cambiar la ubicación de la capital de la Nueva España a un sitio más alto, de tierra firme y con mejores aires. Tacubaya por su cercanía. sus manantiales y sus huertas resultaba ideal, así:

"...por ese motivo, Felipe 111 la eligió para la capital de la Nueva España y ordenó el traslado de la ciudad de México a las lomas de Tacubaya, pero como esto requería gastos elevadisimos, el

Ayuntamiento de la Ciudad se opuso y no llegó a

. realizarse el proyecto.· 3

La situación privilegiada de Tacubaya, por su altura y por el caudaloso rio de la Merced, hizo que ahí se establecieran sinnúmero de molinos de harina de trigo, de los que se abastecía la ciudad. Esto que se inició en la época colonial. duró hasta fines del siglo XIX. incluso, hacia el primer cuarto del siglo pasado, Guillermo Prieto pasó sus primeros años en uno de estos molinos.

"Como el río tenía una gran torrente, éste podía mover los molinos de trigo. Fue Hernán Cortés quien otorgó una concesión a Rodrigo de la Paz. para que estableciera un molino de trigo en este sitio. También Nuño Beltrán de Guzmán fundó el Molino de Santiago, que con el tiempo pasó a ser propiedad de los frailes de Santo Domingo. Más adelante se estableció el Molino de Mayorazgo de Valdés, fundado por Melchor

3 Cristina Barroso Estrada. "Historia de Tacubaya. segunda parte". Gaceta ULSA. Año XXIV. núm.

216. Febrero-marzo 1995, (México D:F.) p.1

R e v Cent r o f n v (Mei J v ,, ¡ '.I Num 10 11998)



Valdés y subiendo el gran lomerío de Tacubaya había otros molinos hasta !legar a Santa Fe, donde años más tarde se construyó la fábrica de pólvora.

Para darnos mejor cuenta de la belleza de este pueblo, debemos decir que constaba de acueductos como ef que construyó Juan Ramícez de Cartagena. que venía desde Santa Fe hasta el molino de Belem de las Flores y que movía sus grandes muelas. Llegaba hasta Molino del Rey que antes habia pertenecido a Cristóbal de

Oñate. Este acueducto continuaba a la Calzada

de la Verónica y continuaba hasta la Tlaxpana; de ahí hasta la fuente de la Maríscala." 4

En 1525, Rodrigo de la Paz fue el primero que rehizo la acequia para llevar agua a la ciudad y por ello se le mandó pagar. Un mes después. el 21 de julio de ese mismo año, se le pagó a Jorge de Xexas otro tanto para que terminara la obra y llegara el agua a la ciudad. Sin embargo, esta primera acequia tuvo consecuencias en el panorama del Valle de México pues:

"...se mandaron cortar los árboles de la fuente de Chapultepec porque quitaban el sol y las hojas que caian en el agua la tiñen y dañan a cuya causa es doliente y no sana." 5

No obstante, para 1527. este suministro de agua resultaba ya insuficiente y se pensó en traer más agua de Churubusco. aunque esto no se

llevó a cabo, así como tampoco se trajo agua del

manantial de Coyoacán. Así pues. el agua de Chapultepec siguió abasteciendo a la ciudad.

"Tiene (la ciudad de México) de dos partes agua con que se sustenta: una que nace en Chapultepec, y viene por tarjea [sicl de cal y canto bien alta, y de el Salto del agua se reparte a media Ciudad, la otra nace en el pueblo de Santa Fee (sic) dos leguas de México en una quebrada viene del Poniente en una tarjea [sic) hasta Chapuftepec, y del vosque (sic] en una

arquería de más de novecientos arcos. que cada qual [sic] es de ocho varas. seis de alto, y una


vara y tres quartas (sic) de gruesso !sic]. de hueco de tarjea (sic) tres quartas [sic] y de pretil media vara de cada lado. entran por el camino de Tacuba hasta la esquina del Corwento de Santa Isabel, rematando en una caja real. de donde

salen tres ramos principales para la otra mitad de la Ciudad." 6

El acueducto suscitó que en uno de sus tramos

-en donde ahora es el cruce de Parque Lira y Observatorio- se le bautizara como la calle del Chorro: y es que aunque Tacubaya proveía gran cantidad de agua, la población carecía del líquido. En tiempo de lluvias se recogía el agua de un riachuelo que cruzaba por lo que ahora es la Ermita de Tacubaya. pero en época de lluvias el agua la encontraban donde ahora está la iglesia de La Santísima. Al percatarse los tacubayenses que entre los molinos de Valdés y Santo Domingo salía un acueducto para la ciudad y que cruzaba por el Molino del Rey, los vecinos del barrio cefcano rompían las cañerías para que brotara un chorro de agua. Por eso se le llamó el baffio del

Chorrito. Al darse cuenta las autoridades de estos desperfectos provocados por los indígenas, obligaron a los vecinos a pagar las averías. para que el agua que venia por ese. acueducto no mermara en la ciudad de México. Este problema se suscitó una y otra vez hasta que el Virrey

Femández de la Cueva, Ouque de Albuquerque solicitó se compusiera el acueducto y se construyera en el barrio de la Santísima una toma de agua de donde salieran otras tomas para surtir a otros lugares de Tacubaya. Los indígenas decidieron, además. construir otra cañería desde

la Santísima hasta la plaza de Cartagena la que se inauguró en 1806, casi en los albores del movimiento independentista.

Juan de Viera en su Breve Compendiossa narración de la ciudad de México, corte y cabeza de toda la América septentrional. comenta respecto al abasto de agua de la ciudad:

"El otro conducto viene desde una alberca que está en el R[eajl Alcázar del cerro de Chapultepec. palacio antiguo aunque muy destrozado del Emperador Moctezuma, en donde todavía se dejan ver muchos vestigios del tiempo


4 Cristina Barroso, "Historia de Tacubaya. primera parte", Gaceta ULSA, Año XXIV, núm. 215, Enero


1995 [México D.F.) p. 5

5 Luis González Obregón. México Viejo, 1521- 1581, México: Edil.Patria. 1966. p. 61

Rev Centro Jnv (Méx) Vol 3 Núm 10 (1998)


6 Fray Agustín de Vetancurt. Tratado de fa ciudad

de México y las grandezas que la ilustran después que la fundaron españoles. México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 1990. p.44


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de la gentilidad. Este conducto de agua se comunicaba antiguamente desde el Puente de este Pueblo de Chapultepec hasta la Ciudad (que hai [sic] más de una legua) por una tarjea [sic} de mampostería que se levantaba cerca de tres varas del suelo quedando por la parte de dentro de esta tarjea. muchas huertas y poblazones escondidas que le quitaban hermosura. A expensas de la Noble Ciudad, zelo [sic] y esmero de los Exmos. Srs. Virreyes. en especial del Exmo. Sor. Bailía. Fray O. Antonio Ma. Bucareli. cuando gobernó este Reino. habiéndose tirado esta antigua tarjea [sic] se ha fabricado una hermosíssima (sic) arquería. por donde se conduce agua a la ciudad. dejando libre el paso por es1os mismos arcos,que están constru idos de modo que se registran sus huertas. caseríos y poblazones. formando dos calzadas, una por fuera y otra por dentro de los árbo les. con dos carrera s de ellos que dejan a los arcos enmedio, de manera que por dentro y f uera andan coches

y caballos y dan lugar a los de a pie, siendo este

un hermoso paseo que corre una legua hasta México." 7

De hecho eran tres las albercas que surtían de agua a la ciudad de México. la alberca grande que en un tiempo fuera propiedad del conde del Peñasco. y que:

"Cuenta en su circunferencia sobre cíen varas, sin que sea posible calcular su fondo por estar en el centro el manantial que con su fuerza impide arrojar la sonda: la alberca de Moctezuma que es de donde se suministra el agua gorda para la ciudad, tiene treinta varas de perímetro y poco más de siete de profundidad: la última donde están los baños. riega las tierras de la hacienda de la Condesa y aunque es muy extensa tiene poca hondura" 8

El acueducto temünaba en el famoso Salto del Agua . en donde se servian de este líquido una mayoría de los habitantes de la ciudad. Y el cuidado que se tenía del agua había sido preocupación de los gobernantes del virreinato. Así . el duque de Albuquerque en 1710. sabiendo

7 Juan de Viera, Breve Compendiossa narración de la ciudad de México, corte y cabeza de toda la América Septentrional, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 1990, pp. 257-258

ª Rivera Cambas. Op cit t. .1 . p. 307


de las necesidades de la capital de la Nueva España. y de la limpieza y pureza de las aguas de donde ésta se surtía. emitió unas ordenanzas sobre el uso del agua de Tacubaya en donde se ordenaba que:

"...por ningún motivo, fueran enturbiadas las aguas que bajan de las lomas dE? Santa Fe y se ordenó que en la atargea [sic} que está en las barrancas y en los altos de Tacubaya. nadie lavara ni arrojara basura." 9

Era obligación del Ayunta miento el cuidado y abastecimiento del agua. por lo que había dos regidores directamente responsables de este deber que eran: el ju ez de arquerfa y eljuez de cañería, que posteriormente se fusionaron en un jue z de aguas. que era el encargado de que las ordenanzas se cumplieran. Aunque en la Nueva España era famoso el dicho de: "Acátese pero no

s e c u mpla ", estas ordenanzas fueron respetadas

hasta 1853. cuando en Tacubaya inst a ló Mr. William Jamisson una fá brica de pólv ora que contaminó y enturbió el caudal que entraba a la ciudad de México, incluso dañó y afectó los íardines que con el gusto inglés había cultivado en su mansión de Tacubay a, que era ampliamente conocida y renombrada por su estilo arquitectónico británico Humboldt, durante su visita a México, visitó la fábrica de Santa Fe, obviamente aún no pertenecía a Jamisson, y el visitante alemán la describe muy favorablemente como algo único y moderno:

•...está cerca de Santa Fe. en el Valle de México, a tres leguas de la capital, rodeada de cerros; los edificios son muy bellos, fueron construidos en 1780, [...] en un valle estrecho que suministra abundantemente el agua necesaria

para el movimiento de las ruedas hidráulicas y a través del cual pasa el acueducto de Santa Fe 'º

9 ManuelRivera Cambas, Op.cif . t.11 p. 389

10 Hira de Gortari y Regina Hernández, Memoria y encuentros: La ciudad de México y el Distrito F ederal (1824- 1928), México: OOF- Instit uto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.1988,

v.4 p. 81, Apud. Alejandro de Humboldt . Ensayo polftico sobre el reino de la Nueva España, México: Editorial Porrúa, 1966, p.45 (Col. Sepan Cuantos ...39) ·

Rev Ce11/rt: lri v (M K) Vnl J Num 10 ( 1998}


Para el siglo XVIII, la población de México había aumentado notablemente y la necesidad de pcoveer a la capital del líquido era ya sumamente necesaria. ya que el líquido surtía las necesidades de panaderías, boticas, carnicerías, conventos, las casas particulares de los nobles y de los hospitales como el de San Lázaro. de donde bebían los leprosos, lo que hizo que dicha institución fuera mudada de lugar, ya que se veía el riesgo de la contaminación para la población:

"El número de familias que habitan esta ciudad pasa de cincuenta mil españoles. europeos y patricios, y de cuarenta mil mestizos, mulatos y negros, con otras castas; sin contar más de ocho mil indios dentro de la ciudad y en sus arrabales.""

Aunque suena exageradas estas cifras, al menos. sí había unos veinte mil habitantes que requerían del agua y por eso la necesidad de las ordenanzas y regulación del líquido vital Al agua que venía de Santa Fe se le conocía como agua

delgada. y en la estación de lluvias llegaba muy turbia. y a la que venía por el acueducto de Chapultepec. de la alberca chica. se le llamaba

agua gorda.

El ai'lo de 1682 comenzaron a instalarse tuberias de plomo en uno de los acueductos de la ciudad, así como también en la red interna de distribución en la urbe habitada, lo que les trajo como consecuencias muchas enfermedades gastrointestinales, brotes de disentería y diarrea. lo que movió al Protomedicato a sugerir que se cambiara este tipo de tubería por la de barro. la que resultaba muy frágil y con los temblores solía romperse con mucha facilidad,y por ende el·agua potable que corría por las tuberías rotas se contaminaba con mucha facilidad.

Para entonces. Tacubaya se comenzaba a periilar como un lugar de descanso, de convalecencia y de protección contra las inundaciones, en donde las castas hispana y criolla establecieron sus casas de veraneo. y el lugar se convirtió en paseo para la población. Dos virreyes fallecieron en esta población, el célebre

D. Matías de Gálvez, en 1784 y su hijo D. Bernardo de Gálvez. quien falleció en la casa arzobispal en 1786. Francisco de Ajofrin. en su

11 Francisco de Ajofrín, Diario de viaje a la Nueva España, México: SEP, p. 58

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Diario del viaje a la Nueva España. describe al pueblo de Tacubaya como:

"una suave loma, dominando a México, de donde dista dos leguas cortas: su temperamento es muy sano; el terreno. divertido, ameno, fecundo y bello. El arzobispo de México tiene un palacio y casa de recreación. Hay noviciado de Padres Descalzos: se coge aceituna. uvas y otras

frutas. Se pasa por Chapultepeque, donde tienen palacio los virreyes. Estos pueblos son de gran concurrencia para los mexicanos. donde van a divertirse y gozar de la fertilidad que ofrecen También concurren los enfermos y achacosos para recobrar la salud con el beneficio de su

benigno temperamento." 12

BIBLIOGRAFÍA

Ajofrín, Francisco de, Diario del viaje a la Nueva Espafla. Introducción, selección y notas. Heriberto Moreno. México: SEP .. 1986. Col. Cien de México.

Barroso Estrada, Cristina. "Historia de Tacubaya". Gaceta ULSA, [México D.F.) año XXIV, núm.. 215 y 216, enero-marzo 1995

González Obregón, Luis. México v1e10, 1521- 1581, México· Edil. Patria. 1966. 742 p., ils. fots. maps.

Gortari, Hira de y Regina Hernández F.. Compiladores, Memoria y encuentros· La ciudad de México y el Distrito Federal (1824-1928), México: DDF- Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. 1988, 4 v.

Rivera Cambas, Manuel, México pintoresco, artistico y monumental, 3v., México: Edit. del Valle de México, [s.a.] Edición faccimilar.

Vetancurt, Agustín de. Juan Manuel de San Vicente. Juan de Viera. La ciudad de México en el siglo XVIII. (1690-1780). Tres crónicas. Pról. Antonio Rubial, México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 1990, 302 p., Col. Cíen de

México.