Apuntes para la historia colonial de la Sierra Gorda hidalguense

Etnólogo Artemio Arroyo Mosqueda

Dirección de Investigación

Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo

E-mail <cecah@prodigy.net.mx>


La llamada Sierra Gorda. por su cercanía a la ciudad de México -como otros tantos sitios novohispanos- fue muy pronto atendida en lo espiritual. Sin embargo, dicha atención se vio hasta cierto punto alterada; y, entre sus causas principales se contarían los factores culturales. El panorama de la evangelización y de la funda­ ción de nuevos pueblos daba un matiz singular a las acciones colonizadoras del rumbo, ante la presencia de variadas sociedades de cazado­ res-recolectores y de agricultores incipientes. Grupos errabundos y beligerantes hacían del paisaje serrano un sitio por demás inestable a los peninsulares y a sus aliados del centro sur novohispano. La Sierra Gorda estaria compren­ dida entonces en la temida y odiada Gran Chi­ chimeca, 1 cuyo nombre significaba peligro e in­ certidumbre, aventura y sorpresa.

Hemos de admitir que la región identificada desde el siglo XVII como Sierra Gorda2 resulta­ ba, a los ojos de las propias autoridades virrei­ nales, una zona un cuanto indefinida; sin em­ bargo, siempre se mantuvo ligada a ciertos gru­ pos o naciones chichimecas: pames, jonaces, ximpeces y guarnares.3 Hacia la primera mitad

' Phtlip Powel. La guerra chichimeca (1550-1600), p. 23,

Fondo de Cultura Económica, México, 1985

z Se ha sacado esta conclusión de las referenetas docu­ mentales consultadas Véase en este caso José A. Rivera Vullanueva, Indice de documentos virreinales de San Lws Potosí existentes en el Archivo General de la Nación. El Cotegio de San Lws. S.L.P. 1999.

3 Gonzalo de las Casas. Guerra de los chichimecas, Anales del Museo Nacional de Historia, Etnografía y Antropolo­ gía, México, 1903: Jeúsus Dáv1la Agu1rre. Ch1ch1mecafl. México, 1979, Primo Felic1ano Vázquez. Colección de do· cumenros para la historia de San Luís Potosi, Méxrco, 1897. Todas estas referencias estan citadas en lsauro Rionda Arreguín, "Los chichimecas en Guana¡uato a pnn-


del siglo XVIII los comarcanos de tal región lo­ graron construir cierta imagen de la misma. Trazaron sus coordenadas espaciales apoya­ dos en referentes geográficos, en sitios de po­ blamiento y de explotación minera. La inapre­ ciable configuración serrana lograda en 1740 por los hacendados y mineros de apellido La­ bra4 servirá de patrón para ceñir espacialmente nuestros acontecimientos, aun con la posibili­ dad de ensanchar por momentos sus confines. esperando ofrecer así una mayor comprensión de los hechos.

Según esta apreciación, la Sierra Gorda se formaría espacialmente con partes territoriales de los actuales estados de Querétaro, Hidalgo y una pequeña porción guanajuatense. Para en­ tonces las demarcaciones político-espaciales coloniales que ceñían a dicha zona eran las jurisdicciones de Querétaro, Villa de Cadereyta, Metztitlán y Zimapán.5 De ellas, las de mayor incidencia en la serranía serían la segunda y cuarta. La mencionada circunscripción delimi­ taría por el norte -según criterios de asenta­ mientos- con sitios como Jalpan, Ahuacatlán y Escanela. El primero correspondía a una con­ gregación indigena antigua, para entonces administrada por la orden de los ermitaños o agustinos. Ahuacatlán y Escanela estaban en

c1pios del siglo XVI'', Bolelín del Archivo Genere/ del esta­ do de Guana¡uato, pp. 23-24, núm. 15, abnl-Junio 1998.

4 AHPSE Caja 211

5 Véase plano o mapa ele Escandón en. Mana Elena Gala­ v1z, "Descnpc1ón y pacificación de la Sierra Gorda" Sierra Gorda: documentos para su historia. vol 1. p G9, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. 1996.




manos de los hermanos predicadores o domini­ cos. Por el costado noreste su punto limítrofe era la congregación india de Pacula, guiada también por agustinos. Por el sur sus fronteras seguian una línea aún más fluctuante a la del norte. Su trazo se delineaba al respecto por la Villa de Cadereyta, los poblados otomianos de Tecozautla y Tasquillo. Por el poniente su cuer­ po estaba contenido por los asentamientos de San Pedro Tolimán, San Miguel y Santo Domin­ go Soriano,cuya distribución escalonada traza­ ba un verdadero marco delimitador. Sus linderos orientales, con base en núcleos de población, quedaban marcados por fin. gracias a las con­ gregaciones de Chapulhuacán -regida por agus­ tinos y situada en el extremo nororiental-, y por Pacula y Potrero.6

Además se considerarían referencias físicas para delinear el panorama serrano. La ele­ vación conocida como Cerro Gordo. situada seis kilómetros y medio al norte de San Juan del Río, haría el papel de límite sur de la región. A más de cincuenta kilómetros al norte de este punto geográfico sobresalía Cerro Prieto, cuya importancia -además de punto de identificación­ residía en su capacidad de refugio para los indios jonaces, merced lo intrincado e inaccesi­ ble de su composición .7 Al norte de la ciudad de Ouerétaro se erguía el cerro Los Piñones, en realidad situado en el límite sur de Guanajuato . Un poco al norte de Los Piñones destacaría como una marca orográfica extrema del septen­ trión serrano el Cerro de San Nicolás. Por el centro oeste sobresalía el cerro de Santo Tomás. Al extremo noroeste -un tanto al norte del Cerro Portugués- se asentaban los poblados de Xichú y Xichú misión.8 Todo este panorama previsto como la Sierra Gorda por los hermanos Labra se correspondía en lo sustantivo con la capacidad de influencia, hasta entonces soste­ nida, por la nación JOnaz en un amplio territorio de la jurisdicción de Villa de Cadereyta y Zima­ pán, o visto de otra manera, a un territorio con predominanci.a chichimeca y no del todo contra-

6 AHPSE Caja 211.

7 lbidem

8 lbide m.


lado por las instituciones coloniales. Para los lu­ gareños de aquellos abruptos parajes la Sierra Gorda representaba un sitio hasta entonces no pacificado. Un sitio amenazado por una agru­ pación chichimeca, empeñada en resistir los in­ tentos cnstianizadores de las misiones y los em­ peños económicos de sus protectores en estas fronteras.

Por el lado sureste, y el lado oriental del río Moctezuma. conocido entonces como la banda orientalde la Sierra Gorda -separada de la otra precisamente por tal caudal- se podría distinguir un paisaje en suma montañoso, particularmente apretado de elevaciones en la jurisdicción de Zimapán. Dicha orografía, conviene decirlo, se distribuye en torno de la cabecera del mismo nombre, conformando una especie de abanico, que parte del cerro de San Antonio, en el extremo poniente, hacia el cerro de Juarez, en sentido opuesto. Así, los flancos suroeste, cen­ tro oeste y norte de aquella jurisdicción se extendían en un incansable juego de cimas y barrancos de alturas entre 1200 y 2600 msnm.9 El panorama no cambiaría mucho en dirección a la banda opuesta, allende el río Moctezuma y dentro del control jurisdiccional de Cadereyta , la demarcación colonial que completaba virtual­ mente todo el territorio serrano configurado por los Labra .10 De hecho, la sección oeste y norte de Zimapá n, frente al cerro Colorado y justo al paso de Arroyo Santiago o Chepinque, hacía las veces de una gran cortina montañosa de unos doce kilómetros de longitud, y cuyas alturas estaban entre los 1500 y 2000 msnm.11 Un nuevo frente pétreo, esta vez mucho más plega­ do, se haría presente un tanto antes del río Moctezuma, cuyo macizo seria prolongación del anterior, y alcanzando alturas de 2500 msnm por el lado queretano, entonces jurisdicción de Cadereyta. Ambos cuerpos montañosos se cor­ tan en un momento por un enorme tajo, en cuyo fondo se mueven las aguas del río Moctezuma. Hacia el sur de aquel enorme risco se retorcía un extraordinario aglomerado de montañas con

9 Gobierno del estado de Hidalgo. Carta geográfica del estado 1998 Escala 1:200000

10 c1aud10 Coq Verástegu1 y Héctor Sampeno Gut1érrez, Cadereyta Alcaldía mayor. p 13, Gobierno del estado de Querélaro. Querétaro. 1998,

11 Secretarla de la Defensa Nacional, Plano topográfico

Cadereyta. Escala 1:100000



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elevaciones de hasta 3000 msnm, y cuya exten­ sión norte-sur alcanzaría los veinte kilómetros poco más o menos, separando entonces y por demás visible a Vizarrón y a San Joaquín, pero recibiendo en su portentoso cuerpo al sitio de poblamiento indígena conocido como El Doctor,

elevado a unos 1700 msnm.1'- De hecho, este enorme lomo escarpado del poniente serrano seria asiento de establecimientos particular­ mente elevados como Sobrerete,Vizarrón,Tre­ jo, San Joaquín y El Doctor. El panorama serra­ no observado por los Labra respondía por caso a una interminable sucesión de tierras dobladas y por momentos tan intrincadas en algunos de sus puntos.

Si bien Zimapán mostraba rugosidades inter­ minables hacia sus contornos, Chapulhuacán en el punto más al norte, no se encontraba en mejores condiciones. Sentado sobre los 1000 msnm, todo su entorno serían elevaciones, fluc­ tuantes entre los 600 y los 1200 msnm, amén de trazos hidrológicos por norte y sur como el pro­

pio río Moctezuma y el Quetzalapa.13 En reali­ dad, según afirman algunos estudiosos, la Sie­ rra Gorda así contemplada por los Labra com­ prendería una combinación de geografías iden­ tificadas como la zona serrana propiamente, el

semidesierto y un poco de la Huasteca.14 pues la doctrina de Chapulhuacán penetraba sin duda en aquella región cálida y húmeda, aun cuando su población estaba formada por indios chichimecas.15 Este apostamiento agustino, por sus condiciones. hacia entonces de verdadero sitio fronterizo. En la Sierra Gorda se pueden distinguir, según sus peculiaridades fisiográfi­ cas, importantes zonas boscosas de pinos y encinos en Zimapan, Jacala. Jalpan y Caderey­ ta. La vegetación xerófita -cactáceas , agaves y mezquites- se extiende por el sur y norte de Cadereyta , por el suroeste de Jalpan y el sures­ te de Zimapán. La selva perennifolia sobresale

2

' lb1dem.

13Gobierno del estado de Hidalgo. Carta geognificc ..

14 Héctor Sampeno Guliérrez,"Región cenlro norte: la sierra Gorda" Histona de la cuestión agraria mexic ana Estado de Quarétaro, vol.1, Juan Pablos Ed1lor/Gobiemo del estado de Querétaro 1989. pp. 298-299. Carlos V1ramon­ tes Anzures, De ct11ch1mecas, pames y jonaces, pp.13-20. lnshlulo Nacional de Antropología e Historia (Colección

Científica).México 2000.

15 AHPSE .Ca¡a 211.


en las inmediaciones de Chapulhuacán, es de­ cir, en la frontera huasteca. Los contrastes eco­ lógicos serranos diversificaban de alguna mane­ ra las posibilidades materiales de los indígenas dedicados a la caza y la recolección,como tam­

bién de los dedicados a la agricultura. la pesca y

la recolección.

Como se ha apuntado.la Sierra Gorda estaba esencialmente administrada en lo hacendario, lo militar, lo religioso y en los aspectos de justicia por dos importantes jurisdicciones: Villa de Ca­ dereyta y Zimapán. Aunque para llegar a ello en la primera mitad del siglo XVI 11 se dieron cam­ bios sensibles en las demarcaciones.

El control en buena parte del territono de la Sierra Gorda (el oriental esencialmente) se logró con base en ciertos esquemas de gobier­ no. modificados alguna vez en sus atribuciones jurisdiccionales y espaciales. Hacia mediados del siglo XVI, por eíemplo, la Alcaldía Mayor de Oxitipa compartía responsabilidades y derechos hacendarios y judiciales con los corregimientos de Xichú y Puxinguía.16 Puxinguía en su caso se tranformaria un poco más tarde en la Alcaldía Mayor de las minas de Xichú, esto es, después de 1590.17 Por la primera década del siglo XVII, la Alcaldía Mayor de Escanela aparece en la escena administrativa serrana, gracias al descu­ brimiento de metales a finales del siglo ante­ rror.18 Los grandes cambios administrativo­ espaciales, verificados en la Sierra Gorda, ocu­ rrieron en la primera mitad de aquella centuria, y

uno de ellos, significativo. resultó ser el traspaso de la Alcaldía Mayor de Escanela a la Villa de Cadereyta, por 1650, dejando a la Sierra Gorda

dividida hasta el siglo XVIII entre las alcaldías de Oxitipa. Xichú, Metztitlán, Cadereyta y el Co­ rregimiento de Querétaro. a los cuales se unia

por fin, la correspondiente demarcación de Zi­ mapán, una de las mas antiguas de la zona junto con Metztitlán y Oxitipa, esta última funda­ da en 1535.19

'6 Claud10 Coq Verastegu1 y Héctor Sampeno Gut1érrez. op

Ci t. p. 71

17 lb1dem.

18 lb1dem, p. 72

19 Hector Sampeno Gul1érrez, "Región centro-norte .", p 310


7 '



Como parte esencial de la Sierra Gorda o­ riental. las minas de Zimapán habían sido pobladas por españo les hacia 1575,:co aunque para 1570 ya se señalaba su existencia y su dependencia de Xilotepec. El entorno de dicho poblado se componia de asentamientos indios chichimecas, como lo era Santiago, lo mismo que otomíes y mexicanos asentados en San Pedro y San Juan.21 San Pedro se localizaria a seis y medio kilómetros al noroeste de Zima­ pán,y San Juan, hacía la misma latitud, aunque a menor distancia y sobre el cauce de un arro­ yuelo con el mismo nombre. El sitio de Santia­ go.como la fuente lo registra. se ubicaba al sur­ este y a poco mas de medio kilómetro, tomando su denominación para señalar la región: minas de Zimapán.22 El asiento español tomó en su caso, como patrono, a San Juan Bautista. y se erigió en cabeza de la región.Al oriente y norte de esta cabecera, y a una distancia aproximada de ocho kilómetros, se situaban algunos cen­ tros extractivos como Tolimán y Monte.23 encla­ vado el primero en zona de chichimecas de guerra. eludida de por sí. La región se habla mantenido con poco poblamiento. Y así seguía hasta el último cuarto del siglo XVI. Aquí se conocía y se practicaba la agricultura; sin em­ bargo, con poco rendimiento. La falta de hume­ dad y buenos suelos obligaban a los indígenas a cultivar sólo a lo largo del arroyo llamado aho­ ra Chepinque. creando una zona agricola norte­ sur de unos veinte kilóme1ros de extensión, esto es, hasta su desembocadura en el río Moctezu­ ma llamado entonces Grande.24 El cultivo de maguey complementaba la producción de gra­ nos (maíz, frijol y chile). pues el rendimiento de los agaves era en cambio sustancial en el en­ torno. En este real de minas se extra ía espe­ cialmente plata y plomo, comerciando sal con Pachuca.25 Los pueblos indios tributaban para entonces maíz y en metálico.

René Acuña (edic.), Re/Bc10nes geográficas del siglo XVI: México, tomo pnmero, p. 99, Universidad Nacíonal Au1ó­ noma de México.México, 1989

21 /bidem. pp. 99-101. La "Relación·citada no exphcita el

tipo de nación chichimeca establecida en Santiago. '-'- /bsdem, p 99.

23 /bídem.p. 100.

2' fbid em . p 101.

2 $ fbidem, p. 103.

i 8


La importancia de los descubrimientos mi­ neros argentíferos de Zimapán, por 1575, atra­ jeron la atención de empresarios de otras regio­ nes. De las minas de Pachuca salieron. por ejemplo, recursos ("avíos") y "descubridores· de minas en tempranos tiempos. Así, para princi­ pios de 1576 y bajo contrato de asociación, se explotaban tiros en el cerro de San Telmo.20 En este caso, el "aviador" (socio financiero) había dado herramientas y trabajadores, recibiendo a cambio y como pago a su inversión, una sección de veinte varas (cerca de veinte metros) de la mina descubierta.27

La explotación de aquellos minerales no sólo incorporó a los indios lugareños; también absor­ bería mano de obra indígena del sur, o sea, del Mezquital, que para 1579 era significativa. La suspensión en su reparto causaba inmediatas respuestas por parte de las autoridades virrei­ nales. aunque no precisamente era lo único que las inquietaba . La tributación y la desorganiza­ ción de los pueblos les obligaba a dictar instruc­ ciones a las justicias españolas e indias, para poner expedito remedio a tales asuntos, como sucedería con Chilcuautla ,pueblo otomí distan­ te setenta kilómetros al sur de Zimapan. y de­ pendiente de la jurisdicción de lxmiquilpan za El repartimiento de indios meridionales para los trabajos mineros tenía corno una de sus razo­ nes la escasez de brazos en la zona, y la dificul­ tad para organizar a los chichimecas, remonta­ dos en la sierra, en aquellas tareas.

Por tales motivos el Mezquital se ligaba a la Sierra Gorda como suministro de energía huma­ na. Ayudando en la configuración de un sistema económico transregional. cuyas necesidades definían estrategias como éstas. Pero el Mez­ quital no sólo proporcionaba trabajo a la zona serrana. también lo hacia para las minas de

26 AHPJ!?P Ca1a 2 El contrato revísado no especifica ta ubí­ cación de tal elevac1on. y en la "Relación de Z1mapán" tampoco se señala el s1t10.

27 lb1dem.

2 ª Sclv10 Zavara y Maria Castelo, Fuentes para la h1stona del

traba¡o en Nu eva España, t 11. p 228. Centro de Estudius

Históricos delMovimiento Obrero Mexicano,México,1980

Ro1 · ni lnv (M "' x) !/,)/ f, Ni1 ·· 1& 1,1/ D1r. 21)1)2



Pachuca.29 Su ubicación intermedia entre am­ bas regiones mineras, y su situación demográ­ fica hasta cierto punto favorable, hicieron que la zona se considerara viable para el desarrollo de otros sitios aledaños De este modo siguieron las entregas de mano de obra del Mezquital a los reales de minas mencionados durante los siguientes siglos,30 con problemas de variada naturaleza, como seria la resistencia a ofrecer el servicio. por ejemplo, en 1587, por parte del pueblo de Actopan , responsable de otorgar el cuatro por ciento de su población, cada sema­ na, a los dos centros extractivos.31 En esta oca­ sión las autoridades acuerdan encarcelar a diri­ gentes indios (alcaldes y gobernador) cuando, por su causa, se promovían actos de desacato, y se incumplían las cantidades estipuladas.32

En estos finales del siglo XVI, la manera en que los indios chichimecas llegaban a los reales de minas no eran precisamente las más pacífi­ cas, pues naturales avecindados en el Nuevo Reino de León eran tomados como esclavos y vendidos después en diferentes sitios, aun con­ tra lo establecido por las autoridades.33 Las jus­ ticias españolas de Zimapan son invitadas en­ tonces a no aceptar este tipo de tratos y proce­ dimientos, tornados ante todo como impropios e ilegales.34 Puede verse con esto que las nacio­ nes chichimecas no estaban del todo descarta­ das como fuentes o suministros de mano de obra para los centros mineros, aunque su trata­ miento resultaba especialmente violento y arbi­ trario, en apariencia sancionado por la ley.35

Sin embargo, la urgencia en mano de obra parecía impulsar medidas extremas e ilegales. Para 1615 las autoridades de Tula en el Mezqui­ tal detienen dos carros con indios de las jurisdic­ ciones de lzúcar y Cuemavaca, forzados a re­ gresar a las minas de San Luis, pese a haber

29 lbidem. t. 111, pp. 2-11.

30 lb1dem, t. VII, Fernando López Aguilar,Símbolos del tiem­ po Pueblos indios del valle del Mezquita l durante la colo­ nia. Universidad Nacional Autómoma de México/Facultad


cumplido con las cuotas impuestas.36 La situa­ ción de violencia hacia los indígenas de repar­ timiento minero prevalecía hacía 1641, agraván­ dose para los pueblos otomíes del Mezquital en cuanto algunos españoles trasladaban y ven­ dían, en los minerales de San Luis y Zacatecas, a jóvenes lugareños llevados ahí con engaños y de manera furtiva. Ante esto responderían con energía las autoridades de Atita laquia, poblado perteneciente a la jurisdicción de Tetepango­ Hueypuxtla.37 Los pueblos otomíes del Mezqui­ tal eran tomados, así, como opciones constan­ tes para el suministro de trabajadores. al grado de lo abiertamente delictivo. Estas iniciativas rompían de por sí los límites de la presencia del Mezquital en ciertas zonas mineras Bajo estas experiencias citadas,se aprecia un movimiento incesante de mano de obra en circulas concén­ tricos cada vez más amplios y, según la necesi­ dad manifiesta por la minería y otros sectores económicos, como las haciendas agrícolas y trapiches, factor este último del que se quejaban

a principios del siglo XVII los indígenas de Mo­

lango, en los puntos orientales extremos de la sierra -en realidad ya para entonces Sierra Alta.38

La importancia de las minas de Zimapán no sólo residla en la extracción de plata y plomo de sus cerros. El azogue hacia del sitio un centro especial, dada la importancia que revestía dicho producto para la industria novohispana, repre­ sentada por supuesto en la minería. En este sentido, el gobierno cuidaba las demandas de apoyo a este respecto. Por lo tanto, tocaba a lxmiquilpan, a Alfajayucan y a Huichapan entre­ gar hacia finales del siglo XV I, sus cuotas comi­ sionadas de hombres a Zimapán para dinamizar los ingenios de metales y la obtención -benefi­ cio- del mercurio o azogue.39 La extracción y be­ neficio de azogue fue un mot ivo sensible para el


de F1losofia y Letras (Tés1s doctoral) pp

1997.

265, 297. 306.

>.1 Stlv10 Zavala. lb1dem, t 111. pp 11-12.

32 lbidem p. 2.

33 lbidem p 12

33 AGE/AH, Fondo Tula. Sección Jus11c1a, caJa 8, exp. 10

3' lbsdem, ca¡a 12, exp 20

34 lbidem.

38 Zavala, t V,pp. 28-29: t. VI. p 282

35 lbidem

39 Zavala, t. 111,p.116.

R<?v. C ntrc1 /nv. (McxJ Vo . Nvr11 HI J11/-01r; 20Cfí.' 79


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poblamiento español de la Sierra Gorda. De esta manera. el real de Escanela, en la sección poniente de la zona . se alzaba también como productor de azogues hacia la segunda mitad del siglo XVll.40 Dicha tendencia se acentuaría con la participación de otros sitios serranos al norte de la jurisdicción de Cadereyta en 1688, haciendo petición de trabajadores de lxmiquil­ pan y Huichapan.41

Por cerca de quince años, Zimapán se soste­ nía, y aun más. crecía corno centro minero; ante lo cual sus exigencias de trabajadores eran per­ manentes o sostenidas . Así lo expresan las recomendaciones virreinales sucedidas entre 1591 y 1599.42 En 1599, por ejemplo, se ratifi­ can las entregas acostumbradas. haciendo hin­ capié en los buenos tratos a los indios. respeto en los horarios y los días de trabajo y en los sueldos que deben percibir quienes acuden al servicio . Se pone especial atención a la coope­ ración de los jóvenes mayores de quince años, destinados a dar una semana más de trabajo que lo normal. Además se prohíben las extor­ siones para exentarse de las obligacione s.43 En el extremo noroeste de la Sierra Gorda, las minas de X ichú recibian tambien sus cuotas de repartimiento hacia finales del siglo XVl,44 cuyos indios eran originarios de la jurisdicción de Querétaro , como ocurría para 1703.45

Hacia la segunda década del siglo XVII, las minas de Zimapán se atendían con mano indí­ gena de sitios más meridionales que los acos­ tumbrados ; en esta ocasión, provenientes del poblado de Xilotepec, cuyas tandas corrían a cuenta del adeudo tributario contraído con la Corona.46 En el entendido que la jurisdicción de Zimapán contaba con parajes habitados por

4l> lbidem . l. VIII.pp. 61-62

41 lb1dem, pp. 1108- H3: Margarita Velazco Mireles {Coord ). Sierra Gorda docum entos para su historia V.I, Instituto Nacional de Antropología e Historia, p 329, México 1996, En la actualidad el sitio se denomina Azogues y está a cinco kilómetros alnorte de San Joaquin

•2 Zavala,t.111,pp 136-138, t IV, pp 270-274 .

•l /bídem, 1 IV,pp 270-274 .

44 Jb1dem, tIV,p 352.

•5 Ibídem, t VI,p 224.

46 lbidem, p. 429 .

8 0


chichimecas de guerra. su presencia obligaba a reconsiderar las disposiciones para la entrega de mano de obra en sus minerales. Para la ter­ cera década del siglo XV II, el ptieblo de Teco­ zautla se designa como exento en aportación de trabajo de aquellas minas, pues existe escasez de vecindario, ocupados esos pocos en resistir los ataques de los chichimecas rebeldes.47 Por su lado, las comunidade s de Mixquiahua la y Tepatepec se quejan de los continuos ataques chichimecas a quienes cruzan rumbo a sus jor­ nales de Zimapán; encuentros en donde pierden alimentos, ropajes. y muchas veces la vida."8

Las penurias experimentadas por los indios otomíes del Mezquital, a causa del sistema de repart11niento minero, aumentaban todavía cuando los intereses hispanos se desajustaban o no se conciliaban del todo. En estos casos. la intervención de los hacendados en los flujos acostumbrados de trabajadores destinados a las minas de Zimapán. hacía que dichos centros quedaran limitados en sus tareas, pues los pro­ pietarios de estancias agrícolas forzaban a los indios vecinos a servirles en exclusividad y me­

diante procedimientos violentos . La población otomí de lxmiquilpan y sus sujetos demandan de las autoridades su intervención, por 1638, para detener las vejaciones de que son objeto por parte de los agricultores; pidiendo además que se les pague lo trabajado en las faenas, y se permita atender sus milpas a modo de satis­

facer el pago de sus tributos y el servicio a las minas de zimapantecas .49 Pero las mismas cir­ cunstancias impulsan a los indios tributarios de esta jurisdicción a aceptar en este momento ta­ les condiciones ilegales, esperando desde lue­ go, y como así se dan los hechos, evadi1 los tribulos ;50 transformándose aquello en un esce­ nario en donde finalmente, y mientras dura la tensión, sale perdiendo la Real Hacienda y los dueños de minas.

Por desgracia lxmiquilpan y sus suietos en­ traban en una espiral de desastres. Dos años más tarde, los reales de minas de Pachuca y

47 Ibídem, t VII. p.42

4P lb1dem, p 43.

'9 Jbrdem. pp 106-107

50 lb1dem, pp. 108-111



Zimapan se disputaban su mano de obra; con­ frontación en donde, por principio, el primero impone sus demandas, desafortunadas a fin de cuentas. Los excesos cometidos contra los indios deciden. y bajo el soporte de argumentos muy convincentes dados por los gobernantes otorníes. que lxmíquilpan apoya en adelante. sólo la industria extractiva y de beneficio de Zimapán.51

Para estos tiempos es precisamente cuando la Villa de Cadereyta inicia su papel como cen­ tro estratégico en la Sierra Gorda: por principio a través de actividades económicas como la ganadería y la agricultura, esperando. ademas. sus servicios como puesto de defensa. Las recomendaciones virreinales para el estableci­ miento de este núcleo de población son de variada índole, destacando las referentes a los procedimientos contra los indios lugareños, a quienes finalmente se les ha de despojar de sus propiedades por convencimiento o contra su voluntad. si desisten en cooperar.52 En estas normas se delinean dos programas esenciales utilizados por las autoridades wreinales para el emplazamiento, control territorial y explotación de los recursos: convencimiento y fuerza repre­ sentados convenientemente en la Iglesia y el ejército.

El programa de puestos para defensa regio­ nal como el de Cadereyta, tenía algún tiempo funcionando. Los fuertes o presidios militares de El Jofre. al norte de Querétaro, y el de Jalpan, en el corazón serrano. existían desde 1576.53 Como puesto de avance importante hacia el norte, Querétaro seria fundado por indios otomíes -aliados a la causa hispana- en 1541.54 Y Jalpan aparecería en la historia novohispana desde la segunda década del siglo XVl.55 En la zona c8r1ral y extremo norte de la Sierra Gorda,

•• 1 fbtdem, pp. 371-376.

s2 Margarila Velaz.co M1reles, op c;1! .. pp. 305·313.

53 Claudia Coq Veráz legui y Héctor Sampeno, op cit., p. 41

,.. David Wright. Queretaro en el siglo XVI, Fuen/es docu· mentales pnmerias. pp 44-56, Gobierno del estado de Querétaro/Secretarfa de Cultura y Bienestar Social. Querétaro, 1989.

ss Héclor Samperio Gutrérrez, "Región centro-norte .." pp. 307-308.

Rev . Centru l r w. (Mex) Vol. 5 Nt·m 19 Jul-Dic. 2002


las mercedes de 1ierra fueron comunes desde la toma de Tamuín, Oxit1pa y Jalpan, por Hernán Cortés en 1522, a manera de encomienda.56 Las tierras y el trabajo indígena fueron apro­ vechados en la ganadería y la agricultura, espe­ cialmente aquéllas dotadas con mano de obra local como Jalpan. Tancoyol y Oxitipa.57

El proced1m1ento ,visto en conjunto, presenta un gradual cerco sobre los parajes utilizados por los chichimecas para su sobrevivencia. De suer­ te que poco a poco se constriñen, en lo espe­ cial, las posibt!idades biót icas de los jonaces, grupo emparentado lingüísticamente con los otomies y pames,58 y quienes mantenían en activo hasta entonces, su centenaria estrategia productiva: la caza y la recolección, cuyo ejerci­ cio y eficacia requerían de su movilidad como grupo o de flu¡os migratorios intermitentes, y una vanedad de s1t1os a modo de fuentes de energía y calorías.59 Pames y ximpeces, los otros dos importantes grupos chichimecas de la región. se ligarían -con sus correspondientes ajustes al modelo- mucho mas pronto al esque­

ma colonial; y, sus vínculos con aquél fueron

mas regulares y graduales. dependiendo en todo caso de las posibilidades agrícolas obteni­ das y las exigencias laborales, por parte de los colonos hacendados y mineros.

A lo largo del siglo XVII distintos puntos de la Sierra Gorda fueron entregados a particulares para su explotación. En su primera mitad se entregaron estancias de ganado menor en Jal­ pan y Pujinguía, puesto localizado al poniente del primero. También se hizo lo correspondiente en el llamado valle de Tancama . cerca de Jalpan y en sitios contiguos a la misión de Concá . En "los chichimecas Cerro Gordo", pocos kilóme­ tros al norte de San José Vizarrón. se entrega­ rían seis sitios de ganado menor. Pasaría lo

ss lb1dem. p 313

57 lbidem. pp. 321-323

sa Jaques Soustelle, La fami/la o/om1-pame del México cen­ tral. pp. 13, 398. Fondo de Cultura Econom1ca, México. 1993.

59 Carlos Viramor.tes Anzures. Oe ch1ch1mecas, pams y

jonaces . pp 101-115. Instituto Nacional de Anlropelogia e

Historia .México. 2000.

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mismo con tierras al poniente de San Pedro Escanela y al norte de Jalpan llamadas El Cua­ tajo y Acatitlán, cuyos linderos tenían que ver aún con territorio pame 60

En la segunda mitad del siglo, el capitán de frontera mestizo, Francisco de Cárdenas pide composición de tierras , pues para 1696 se le retira la titularidad sobre el sitio de Tancama . Solicita en restitución un sector despoblado conocido como Pacula -en la porción oriental de la sierra y a unos treinta kilómetros al norte de Zimapán- frecuentado tan sólo por indios chichimecas rebeldes, y que lindaba con otras de sus propiedades.61 Hacia 1714 Francisco de Cárdenas ya mantiene posesión sobre Pacula.62 El mismo militar adquiere, por remate en 1694. el sitio conocido como San Nicolás Concá, Cár­ denas se identifica entonces como vecino y minero de San Pedro Escanela, jurisdicción de Cadereyta.63 El usufructo de la hacienda trapi­ chera dura poco en manos del mencionado capitán, pues debe cederla, por deudas. en 1714.64

Un proceso semejante se daría en la parte sureste de la banda oriental de la sierra, esto es. al sur de Zimapán. Previendo la existencia de lugares deshabitados pertenecientes a la Coro­ na o tierras realengas, se hace petición en 1694 de unos sitios para ganado mayor en el cerro Jiatehe, ubicado a quince kilómetros de Zima­ pán y veinticinco de lxmiquilpan.65 En la decia­ ración de "vista", la entrega se ve oportuna en cuanto posibilidad de contención y reducción de los indios chichimecas renuentes a las misio­ nes.66 La merced otorgada a don José de la Fuente fue adquirida, mediante compra en 1712, por el pueblo de Orizaba (Orizabita), ex­ plotada entonces como estancia de ganado menor.67

60 Héctor Samperio Gu\1érrez. íb1dem, pp. 331-334.

81 fb1dem. p. 335

62 lb1dem.

63 lb1dem. p 336

64 lb1dem. p 337

65 Fernando López Agu1lar. op cít . pp 266-267

66 lb1dem. p. 268

67 lb1dem. p 278

32


La pinza civilizatoria sobre la Sierra Gorda se hacía más pronunciada. pues aparte de estos avances territoriales por el suroeste. diversos asentamientos indígenas en los extremos de esta sección oriental de la serranía, p€rtene­ cientes a la jurisdicción de lxmiquilpan y Zima­ pán,formaban un cerco a las agrupaciones chi­ chimecas no "reducidas" o no vinculadas. de forma total, a la dinámica del nuevo orden. En este caso, asentamientos como ltlatlaxco y Jo­ nacapa hacían de frente delimitador en la movi­ lidad de los "indios de guerra", aunque expues­ tos a incursiones de los mismos. Semejante papel jugarían a su vez los poblados de Tenan­ go y Quetzalatengo, situados en el extremo oriente del río Moctezuma.68 De cualquier modo, dichos núcleos figuraban como polos pacíficos de concentración chichimeca. influenciados por actividades mineras desde la segunda mitad del siglo XVl.69 Un par de centros específicos de na­ turaleza extract1va en esta comarca fueron. por ejemplo. Santa Cruz de los Álamos o la Pechu­ ga, ubicado a unos doce kilómetros al norte de Orizaba 7D Esta singularidad económica del nor­ oeste del Mezquital estaría contenida en el trazo de una ruta sur-norte que partiría de Pachuca. y penetraba por supuesto en la jurisdicción de Zimapán. La cercanía entre las cabeceras de lx­ míquílpan y Zimapán, a la vez que su incesante relación económica, dio paso, hacia finales del siglo XV II, a las alianzas matrimoniales entre sus vecindarios, involucrando en ellas a pobla­ dores de Tasquillo. punto intermedio entre aqué­ llas.71 En este caso las recomposiciones étnicas daban un nuevo panorama cultural al entorno serrano. La Alcaldía Mayor de lxmiquilpan no sólo aportarla energía humana a las minas de Zimapán sino además elementos de defensa a la frontera; así, para la primera década del siglo siguiente. las autoridades deciden formar una fuerza militar encargada de someter a los indios

68 Antonio Lorenzo Monterrubio, Convento de fronlera ch1ch1meca, Ch1ch 1cax//a, arquitectura del siglo XVI. Uni­ versidad Nacional Autónoma de México/Facultad de Ar­ quitectura (Tesis de maes\na).cap N slp , México.2000

69 Fernando López Agu1rar, op.cit .p 122.

70 lb1dem.

7 ' lb1dem, p 257.

R('l' Cerit " tnv ( t. xl Vcl 5 Núni 19 J11!-[ 1c 2l 02



"apóstatas", renuentes a la pac1f1cación de la zona. 72 lxmiquilpan trataba de fortalecerse en este momento como franja fronteriza. La iniciati­ va militar estaría evidentemente ligada a una reacción armada promovida por los chichimecas jonaces en 1703.73

La región centro norte74 del Altiplano central de México o también llamada el "sur del Ba­ jio" .75 presenció desde muy pronto los afanes del dominio español; afanes que habrían de seguir la ruta de las alianzas con los indigenas regionales, a modo de favorecer las conquistas correspondientes en los diversos lugares explo­ rados. En este caso, los otomíes del Mezquital sirvieron a tales propósitos y, mediante sus ejércitos flecheros, se lograron avances por el norte de Xilotepec. hasta llegar a territorio gua­ najuatense y potosino, sometiendo en su des­ plazamiento expansivo a los pueblos de la re­ gión serrana o de Sierra Gorda,76 como se ha preferido identificar a la zona . que si bien en lo geográfico mantiene una ubicación singular en aquellas latitudes, su denominación colonial la hace destacable en relación con otros sitios aledaños, por ejemplo la Huasteca . La Sierra Gorda se convirtió pues en un territorio codicia­ do especia lmente por sus recursos minerales. el

72 lbidem. p. 265.

73 Ma. Elena Galav1z, "La rebelión de los ¡onaces en 1703", Sierra Gord;:¡ · documentos para su hislona. vol 1, lns11tt:to N<1cional dP. Antropología e Historia. pp. 208-209. México

1996.

74 Carlos Viramontes Anwres. op cit., p 21.

75 Rosa Bramhila, "La zona septentfional en el posdás1co". H1storm antigua de Mtmco, vol. 111. Instituto Nacional de AnlrO!X>logia e Historia/Universidad Nacional Autónoma de Mx1co. p. 309, Méx;co, 1995.

16 0av1d Wrighl. Los conqwstadores otomíes en fa guerra

chicl>imeca. Gobier"lo del estado de Ouerétaro/Secretaría de Cultura y Bienestar Social. Qverélaro, 1988

Rev Centro l11v (Méx) Vol 5. Num 19, Jul-D1c. 2002


cual, para llevar a efecto los propósitos de su explotación, exigía su pacificación o el some­ timiento de sus habitantes chichimecas, por mucho tiempo contenidos en las fronteras cultu­ rales tanto por otomies y purépechas, ya me­ diante las armas o bien a través de inestables acciones comerciales.77

La Sierra Gorda, según esta panoramica des­ crita, nunca estuvo al margen de las exigencias virreinales. Su cortedad de población blanca e indígena no impidió la multiplicación de las em­ presas extractivas y agropecuarias desde los primeros tiempos coloniales. Sin embargo, su desarrollo acusó irregularidades merced a las características económicas y sociales de las principales agrupaciones indias, que compren­ dían un verdadero esquema opuesto al modelo feudal-capitalista78 ejercido por la Corona es­ pañola En cierto modo, lo irreconciliable de am­ bos modelos de vida seria el motivo esencial de las permanentes fricciones sociales y sus fuer­ tes desacuerdos entre los grupos asentados en ella, contando por supuesto a los representan­ tes de la Iglesia, y en particular. a los misioneros del Colegio Apostól ico de Pachuca, uno de los elementos destacados en elproceso correspon­

diente a la primera mitad delsiglo XVIII.

77 René Acuña (Ed1t ) "Relación de Querétaro", Relaciones geográficas del síglo XVI: M1onoacán. Universidad Na­ cional Autónoma de Méx1co/lnslltuto de Investigaciones An ropológicas. p 21í', México, 1987.

7s Enrique Semo. Hislona mexicana Economía y lucha de

clases, Ed1toríal Era. pp 47-69. México, 1982,