Construcción y deconstrucción social de una emoción: tecnociencia, amor y performance

Dr. Simone Belli

Departamento de Psicología Social Universidad Autónoma de Barcelona E-mail: smn.belli@gmail.com

Recibido: Octubre 26, 2009. Aceptado: Marzo 10, 2010

Resumen

En este artículo planteamos una discusión a partir de las características generales de la Psicología Social de las Emociones y las aportaciones desde diferentes disciplinas de esta área de investigación, a fin de dar sentido a la relación que tienen las emociones con el lenguaje. Así, hemos revisado referencias bibliográficas básicas para el estudio de la construcción de una emoción, las hemos organizado temáticamente y clasificado en 3 grandes categorías: (1) antecedentes y aportaciones desde diferentes perspectivas; (2) enfoque construccionista y de-construccionista de la emoción; y, (3) enfoque post construccionista de la emoción. En la primera categoría hemos considerado las principales aportaciones desde las Ciencias Sociales, las cuales se pueden sintetizar en dos áreas: el carácter filosófico en la construcción de una emoción y el pasaje entre la filosofía y la psicología mainstream de la emoción. En la segunda categoría hemos trazado una línea que empieza con la relación entre emoción y lenguaje y la construcción social de la emoción, es decir, su perspectiva discursiva. Finalizamos con las teorías post construccionistas, centrándonos en el concepto de performance de Judith Butler y la tecnociencia. Para dar mayor sentido a esta línea de estudio nos ha parecido oportuno utilizar como ejemplo una emoción en particular, el amor.

Palabras clave: Construcción social de la emoción, lenguaje, performance, tecnociencia, amor.

Social Construction and De-Construction of an Emotion: Techno-Science, Love, and Performance

Abstract

In this article we set a discussion based on the general characteristics of Social Psychology of Emotions and the contributions from different disciplines within this research field, in order to provide meaning to the relationship between emotions and language. Thus, we have reviewed basic bibliography references for the study of the building up of an emotion and classified them in three major categories: 1) antecedents and contributions from different perspectives; 2) emotion constructionist and de- constructionist approach; and, 3) emotion post-constructionist approach. In the first category we have considered the main contributions from Social Sciences which may be synthesized in two areas: the philosophical nature in the building up of an emotion and the passage between the mainstream philosophy and psychology of emotions. In the second category we have traced a line that starts with the relationship between emotion and language, and the emotion social construction, that is to say, its discursive perspective. We finish with the post constructionist theories, focusing in the concept of performance, by Judith Butler and techno-science. To provide this path of study with more meaning we have seen opportune to utilize, as an example, a particular emotion: love.

Keywords: Social construction of emotion, language, performance, techno-science, love.

Introducción

“El grito que cada uno de nosotros emite en el primer instante de la propia historia personal cuando ha sido expulsado del útero para entrar en el mundo externo es una señal emotiva. Es la emoción el primer lenguaje de todos nosotros”. [1:116]

¿Qué es la tristeza?, ¿qué es la ira?, ¿qué es el miedo?, ¿son sólo conceptos o remiten a “algo más”? Está fuera de duda que tristeza, ira y miedo aluden a emociones. Por lo general, suele considerarse que las emociones corresponden a experiencias corporales naturales que las personas recubren de lenguaje para expresarlas, siendo considerada esa expresión como irracional y subjetiva. Es decir, primero sentimos en el cuerpo lo que más tarde sale por nuestras bocas en forma de un discurso que, en cierto modo, se opone a la razón. De las emociones también se dice que se gestan en el inconsciente y no en la voluntad, que son más espontáneas que artificiales, que son más “sentidas” que “pensadas”. En ocasiones, se las mezcla con conductas consideradas racionales o cuyo estatus existencial pertenece al orden de lo no-emotivo. Contemporáneamente, se viene cuestionando su carácter de proceso interno o mental exclusivo, para pasar a concebirlas como construcciones sociales de naturaleza fundamentalmente discursiva.

En efecto, la psicología social de la emoción ha demostrado que los procesos, los determinantes y las consecuencias de las emociones se desarrollan en la interacción a través del lenguaje. Es en esta dirección que vamos a tratar en el siguiente artículo la estricta relación que tienen las emociones con el lenguaje. Trataremos sobre todo una emoción en particular, fundamental en la historia de la cultura occidental [1] y que ha contribuido a definir la esencia de los seres humanos: el amor, entendido en el sentido más amplio del término. "Hay personas que nunca se habrían enamorado si no hubieran oído hablar nunca del amor" dijo La Rochefoucauld [2]. Sin una historia del amor no sabríamos cómo enfrentarnos a esta emoción fundamental. De igual modo, el amor ha sido investigado en sus múltiples facetas y, cuando se trata de la relación entre emociones y lenguaje, parece ser la emoción por antonomasia. En los textos revisados, el amor y el enamoramiento parecen tener una importancia primaria, y numerosos autores han tratado este tema en sus escritos. Por estas razones hemos elegido esta emoción para poder explicar los varios pasajes de nuestra revisión bibliográfica.

Durante más de cien años las emociones han sido objeto de estudio de varias disciplinas de las Ciencias Humanas y Sociales, entre ellas cabe mencionar la Filosofía, la Psicología y la Sociología, de allí que exista un gran número de aproximaciones teóricas que mantienen puntos de vista diferentes. Por ello, en la primera parte de este artículo vamos a tratar las aportaciones más importantes que estos tres ámbitos han dado al estudio de las emociones y su relación con el lenguaje.

Por ejemplo, en el ámbito de la Psicología, Mayor [3] afirma que no hay una definición de emoción comúnmente aceptada. Y la historia de las emociones debe verse siempre en el contexto de los cambios ocurridos en la Psicología como disciplina general. De hecho, podría decirse que lo que más ha influido en el estudio de las emociones ha sido el cambio constante experimentado por la Psicología a lo largo de su evolución disciplinar. Estas influencias pasan también en las otras dos áreas de estudio, la Filosofía y la Sociología. Una revisión en esta área que no tome en cuenta estas disciplinas está destinada a ofrecer sólo unos aspectos superficiales, sin tomar en cuenta dónde ha nacido esta problemática.

Sucesivamente se ha centrado la atención en el binomio emoción–lenguaje. El interés ha sido elaborar argumentos que sirvan para diferenciar entre esos dos ámbitos, es decir, si las emociones se pueden “localizar” en el lenguaje o si a través del lenguaje se accede a las emociones. [4-6] Definida esta relación, hemos profundizado en el estudio de la construcción social de las emociones en cuanto evolución natural del mencionado binomio. La idea ha sido distinguir, tanto en los aspectos históricos como antropológicos, cómo se construyen las emociones teniendo siempre como eje el discurso. [7-10]

La línea que se sigue de este planteamiento se reconcentra en la psicología discursiva tal como la propone Derek Edwards, cuyo interés es el estudio de las emociones en el discurso. [11-13] Cabe decir que Edwards está claramente influenciado por las principales corrientes construccionistas–discursivas de Harré, [7] Wooffitt, [14] Billig, [15] Atkinson y Heritage, [16] y Potter y Wetherell. [17]

En los últimos años, el tema de las emociones ha sido influenciado por la investigación post construccionista, [18] particularmente teniendo la performatividad como noción central. Según Judith Butler [19] la construcción de las emociones es un procedimiento abierto a constantes transformaciones y redefiniciones. [20-22] De allí, se ha visto cómo el último efecto de esta evolución natural entre emoción y lenguaje ha sido la tecnociencia. Han aparecido nuevas emociones, o diferentes maneras de llamar a las emociones ya existentes en la tecnociencia, debido al uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Aquí, por ejemplo, confluyen los intereses comunes de filósofos, epistemólogos y psicólogos embarcados en el proyecto de la máquina afectiva, [23-27] en el concepto de cyborg y de techno-disembodiment [28-33] o simplemente en la noción de disclosure, fenómeno muy difuso de lo que significa expresar emociones a través de una pantalla.

Dada la multiplicidad de perspectivas, las controversias abiertas y los planteamientos teórico–metodológicos plurales, tal y como ya hemos dicho, en este artículo nos proponemos describir el panorama científico del estudio de la emoción como una línea continua de las diferentes aportaciones de las Ciencias Sociales. Nos ha parecido atractivo trazarla sirviéndonos de un ejemplo que, gracias a su fuerza explicativa y a su impacto en diferentes investigaciones, nos ha hecho comprender la importancia de la relación entre emoción y lenguaje. El amor ha sido, a lo largo de la historia de la literatura, una suerte de argumento central alrededor del cual se ha desarrollado toda una serie de mitos y experiencias. Teniendo esto presente, vamos a aproximarnos a cada área de investigación.

1. Objetivo

1.1. El carácter filosófico

William Lyons [34] nos ofrece un buen punto de partida para introducirnos en el tema de la filosofía de la emoción; específicamente, en el tema del enamoramiento. Lyons toma muy a menudo y deliberadamente el amor como ejemplo, ya que tiene suficiente interés e importancia como emoción por sí sola. Además, nos permite trazar una línea relacional entre la Filosofía y la Psicología, y a la vez entre emoción y lenguaje, tema central del presente artículo.

La utilidad de examinar cuidadosamente el lenguaje ordinario, si uno es psicólogo, estriba en que por lo general le proporciona una pista de las distinciones que desde el punto de vista teórico es importante tener en cuenta. Sabemos bastante de los seres humanos y tal conocimiento está implícitamente incorporado a nuestro lenguaje. Antes de desarrollar una teoría, en cuanta fase preliminar, podría resultar mucho más fructífero explicitar tal conocimiento que embelesarse en la contemplación de ratas u ocas grises. [35]

Sirviéndose de esta cita, Lyons [34:4] afirma que las emociones no son más que modelos funcionales expresados en palabras, y es difícil concebir cómo alguien podría llegar muy lejos sin intentar formularlas. Así que las emociones son sentimientos dirigidos hacia afuera, hacia lo que en cada situación se supone que es la causa de los sentimientos. En este caso Lyons [34:55] retoma la concepción de las emociones de Spinoza quien nos advierte que muy a menudo nos formamos falsas creencias acerca de las causas de nuestros sentimientos, lo que nos lleva a odiar a los que no debiéramos odiar y a amar a los que no son dignos de ser amados.

El amor ilustra lo dicho con toda claridad. Según Lyons, [34:186] nos servimos de los sentimientos como indicadores de la presencia o ausencia del amor. Decimos cosas del estilo "¿ya no me quieres?" cuando la otra persona no "ha mostrado sentimientos" en una situación en donde era de esperar que lo hiciese. Del mismo modo, podemos inferir de "no siento ya nada por ti" que "ya no te quiero". No es fácil declarar que se siente amor por alguien con la esperanza de ser correspondido si, al mismo tiempo, uno sostiene que nunca ha albergado respecto a esa persona ninguno de los sentimientos que pueden hallarse causalmente vinculados a los aspectos evaluativos del amor.

El trabajo de Ludwig Wittgenstein [36] va justo en esta dirección, desarrollando la carga discursiva de las emociones en el lenguaje. Este autor postula que las emociones no son exclusivamente experiencias mentales, sino también procesos identitarios que determinan al individuo. Esta formulación parece invalidar la hipótesis de que las emociones son solamente sentidas, ya que no pueden en ningún caso ser definidas por un observador externo. Wittgenstein ha puesto en evidencia la diferenciación, como hizo Aristóteles, entre materia y contenido de las emociones, sosteniendo que las emociones y las reacciones psicológicas no son dos eventos diferentes, sino que pueden describirse de dos maneras diferentes. Esta inseparabilidad entre la materia y la forma mantiene la característica denominada “alteración orgánica”. Es decir, la conexión entre la emoción y los objetos, y entre la emoción y los cambios psicológicos y conductuales, es lógica y necesaria para lograr una síntesis de ambos y una definición común de emoción.

Según Wittgenstein, [36] no conocemos nuestras propias emociones y nuestros propios sentimientos de manera natural, sino que los conocemos según un recorrido epistémico. Esto hace que produzcamos articulaciones lingüísticas espontáneas de nuestras sensaciones e impresiones del mundo. No las describimos sino que las expresamos. Por esto parecen más relacionadas con el comportamiento que con la lengua. Wittgenstein descubre una nueva especie de actos de habla. Alejado de la consagración de las palabras y de la emoción en la performatividad, las locuciones son hechos, procesos puramente espontáneos. Esto crea en el discurso de las emociones una nueva definición: la acción refleja. Estas locuciones espontáneas tienen el estado categorial de hechos. La acción refleja es un marco interpretativo que pone el límite en la diferencia entre las distintas categorías tradicionales, entre el decir y el hacer, o entre la mente y el cuerpo. Esta nueva mirada del paradigma de la psicología postempirista se discute a partir de los trabajos de Harré. [37]

Un tema de interés común entre la Filosofía del Lenguaje y la Psicología Discursiva es la importancia del rol del lenguaje en la construcción de una emoción. Para Foucault, [38] el discurso constituye la junción entre los objetos y la teoría, y es productivo no sólo para las declaraciones, es decir, lo explícito, sino también para el objetivo y la potencia del objeto en cuestión. Así, el materialismo se redefine a fin de incluir la inmaterialidad corporal. El análisis del discurso foucaultiano permite comprender cómo los efectos inmateriales son tomados seriamente en el discurso y, al mismo tiempo, dadas sus condiciones cambiantes, producen efectos contingentes. Esta perspectiva, dado que permite sacar lo inmaterial desde el habla, permite a su vez extraer las emociones usando el discurso como plataforma. Este cambio inmaterial, este cambio emocional, encuentra un vector de alteración que no considera adecuado mantener las estructuras divagadoras y las prácticas normativas que han monopolizado la atención etnográfica en la investigación. Este paradigma dinámico es una característica principal de las expresiones emocionales.

En este apartado hemos podido comprender la importancia que juega el papel de las emociones en el lenguaje según la perspectiva filosófica. En este sentido, antes que la Psicología y de la Sociología, los filósofos ya trataban la emoción como construcción discursiva, llegando a afirmar que la emoción está dentro del lenguaje mismo y que no existe fuera de él.

1.2. El pasaje de la Filosofía a la Psicología

Existe una línea borrosa que define el pasaje entre la Filosofía y la Psicología, sobre todo cuando se trata de enmarcar áreas de conocimiento como las emociones y el lenguaje. Por esta razón, no planteamos como objetivo establecer una demarcación clara entre las dos disciplinas, sino más bien una interrelación continua que nos permita ver sus aportaciones en conjunto.

Sobre el tema de las emociones existe en la Psicología un gran número de aproximaciones teóricas que mantienen puntos de vista diferentes. Mayor [3] sostiene que no hay una definición de emoción comúnmente aceptada, y por este motivo la historia de la emoción en la Psicología debe verse en el contexto de los cambios en la Psicología general. Partiendo de esta consideración, es posible aplicar teorías psicológicas más generales para intentar definir el contexto más específico de la Psicología de la emoción.

Igualmente muchos autores y autoras que trabajan en esta área plantean un enfoque principalmente mainstream. En este sentido se aproximan a la tradición conductista que presta atención a las interacciones a través de la observación, siguiendo las normas de los acercamientos cuantitativos y positivistas. Es por ello que el comportamiento del individuo en un contexto social ocupa un lugar central, en el sentido de que es visto como la mejor manera de llegar a establecer relaciones causales.

Charles Darwin utilizó por primera vez el término expression emotional, es decir, la emoción es algo que se expresa y se espera. La pregunta que se planteó fue "¿Qué es una emoción?" Si para Darwin las emociones eran el punto final, y venían expresadas después del proceso corporal, en la investigación actual esta pregunta es retomada por Keith Oatley, otra importante figura en el campo del estudio de las emociones. La autora entiende las emociones como una función básica en la comunicación, siempre dependientes de las intenciones de los demás y de las acciones. Se trata de una comunicación de emociones pautadas según turnos de habla. [39:61] Profundizaremos sobre este aspecto en los apartados posteriores.

“¿Qué es una emoción?” es también la pregunta que se planteaba en 1884 William James, considerado uno de los psicólogos y filósofos más importantes de Estados Unidos. James retoma la misma pregunta que años antes realizó Darwin. Sin embargo, la respuesta fue sugerida hace casi dos milenios y medio en Grecia y aceptada todavía hoy. Las emociones, según Aristóteles, son provocadas por la manera de juzgar los eventos, en relación a lo que cuentan para nosotros: objetivos, intereses, aspiraciones. Éste es el fundamento de la perspectiva psicofisiológica, y fue la Psicología conductista elaborada por William James [40] la que dio inicio a numerosos estudios sobre la emoción. De hecho, entre los psicólogos y psicólogas que se dedican al estudio de la emoción es ampliamente compartida la idea de que el principal descubridor de esta “disciplina” en la Psicología moderna fue William James. [3, 41-45]


El ejemplo fundamental para comprender la perspectiva de James, aparte de sus trabajos sobre la percepción del miedo, fue el estudio sobre la percepción del amor. Para James el amor es la percepción de un cambio corporal que se produce en un individuo. Es decir, el amor, como cualquier otra emoción, es producto de un cambio corporal. El principal problema que tiene esta teoría es, precisamente, lo que el mismo James considera cambios corporales. Según él, la emoción es un sentimiento secundario activado indirectamente. Así, sostiene que una emoción es la percepción del cambio corporal. [46]

Sin ninguna duda, una teoría tan revolucionaria como la de James ha encontrado a lo largo de los últimos dos siglos numerosas críticas y escepticismo en las diferentes ramas de la Psicología. La perspectiva neurológica encuentra en la figura de Walter Cannon [47] una de las críticas más importantes que se han hecho jamás a la teoría de James. El planteamiento de Cannon indica que el sistema nervioso no es fundamental para el proceso de las emociones porque constituye sólo una respuesta a una emoción producida, y también porque este sistema es protagonista sólo en algunas emociones, mientras que en otras no, como por ejemplo en la emoción que tratamos en el presente artículo: el amor.

Stanley Schachter y Jerome Singer [48] ofrecieron una teoría sobre la naturaleza de las emociones. Ambos sostienen que las emociones son una amalgama de estados psicológicos y sus consecuencias. El miedo, por ejemplo, es la sensación psicológica de creer que la situación en que nos encontramos puede percibirse como peligrosa. Schachter y Singer demostraron cómo con el consumo de algunas vitaminas (o drogas), se podía notar el efecto que producían a nivel emocional en los individuos. Dolf Zillmann [49] desarrolla una línea de investigación que prosigue a la de Schachter y Singer. En su experimento, los sujetos habían sido insultados y después tenían una oportunidad para vengarse, pero la mayoría de las veces los sujetos no se vengaban y reprimían sus propias emociones. Hampson y Morris [50] y Griffiths [51] continuaron estudiando el comportamiento humano en relación con estas reacciones emotivas obteniendo buenos resultados.

Pero resulta evidente, y numerosas investigaciones lo demuestran [48-50, 52] que en los Estados Unidos hasta la mitad del siglo XX, la idea dominante era que únicamente la conducta emocional podía ser el objeto de una Psicología de la emoción. El dominio de la perspectiva conductista excluía el análisis de la experiencia y de la conciencia emocional. La Psicología europea fue insensible al interludio conductista, y se centró en la estructura de la experiencia inferida.

En esta óptica, Mayor [3] considera las dos facetas de la emoción, la mental y la orgánica, pueden integrarse en las distintas perspectivas. Mandler [42] argumenta que lo que una Psicología de la emoción debe encarar son las condiciones que hacen surgir los eventos cognitivos y fisiológicos y las reglas combinatorias de ambos, así como ofrecer una perspectiva que integre los aspectos cognitivistas y conductistas como parte de una misma Psicología de la emoción, recogiendo tanto las contribuciones de unos como de otros, ya que ambos se han estudiado por separado especialmente después de las brillantes aportaciones de Ekman. [53] Paul Ekman recoge tanto las aportaciones de las teorías de Darwin [54] como las teorías de comunicación social explicadas por Julian Huxley, [55-56] para hacer nuevas propuestas no sólo desde una Psicología Social de la emoción, sino también desde una Psicología Social más antropológica y comunicativa.

Ésta es la otra gran rama de la Psicología de las emociones, constituida inicialmente por los estudios de Paul Ekman. Su teoría basada en las expresiones faciales se centra en seis figuras–ejemplos que pueden expresar seis distintas emociones y ser útiles para poderlas homologar. El problema principal es que se consideró sólo algunos grupos de individuos, sobre todo pertenecientes a la cultura occidental, los cuales sabían perfectamente a qué se referían determinadas emociones, pero no se estudiaron otras culturas como, por ejemplo, las que no veían películas cinematográficas ni televisión, o sea que podían diferenciar sus expresiones emotivas y no homologarlas a lo que veían en la pantalla. Se trata de estudios que describen estados donde los sujetos se encuentran en la inmediata disposición para actuar frente a un particular impulso exterior, [57] así que la idea de emoción es concebida como la expresión de un sentido de urgencia. [58-59]

Otra corriente importante en los estudios de las expresiones de la emoción está representada por los autores que trabajan el tema de las expresiones lingüísticas de las emociones, sobre todo desarrollados por Russel [60] y Wierzbicka [61]. Margaret Wetherell [62] es autora de un importante trabajo sobre las expresiones lingüísticas, las romantic relationships. Wetherell realiza un análisis del discurso sobre el amor y lo romántico centrándose en cómo se expresan ciertos sentimientos en las relaciones de pareja. Jackson [63] por su parte, investiga cómo se construye y, sobre todo, se manipula la narrativa romántica y los instintos primordiales, define el sexo en los discursos emocionales.

Hemos podido entender cómo nació el interés en el estudio de la emoción en la Psicología, sobre todo cómo a través de los años este interés ha pasado por diferentes corrientes, y ha cambiado su manera de entender la emoción como un proceso psicológico. Ha resultado útil alinear esta trayectoria para situar al lector en una posición más cómoda para comprender la trayectoria que dibujan los autores de este texto sobre la importancia que tiene el lenguaje en el estudio de las emociones.

Como hemos podido observar en este apartado, la Psicología de la Emoción es una disciplina que ha dado amplio espacio al estudio de la emoción en los últimos dos siglos. Es importante comprender las distintas corrientes, como mencionamos anteriormente, en el contexto científico donde se han producido. Cada una de estas perspectivas, de diferentes maneras, ha aportado e influenciado considerablemente al estudio de la emoción vista como construcción social y discursiva. Gracias al panorama científico que acabamos de presentar, nos resulta más sencillo entender cómo el estudio de la emoción ha tenido una “historia” distinta y complementaria a lo largo de más de cien años, y nos permite continuar nuestra revisión bibliográfica de la construcción de la emoción teniendo en cuenta estos aspectos diferentes y enriquecedores, a la vez que podemos ofrecer algunas coordenadas comunes para la comprensión de los siguientes apartados.

2. Construcción y deconstrucción de una emoción

Como hemos visto en la primera parte de este artículo, las emociones tienen una fuerte relación con el lenguaje. [7, 64-66] Entendemos esta particular relación como un proceso de construcción social, [65, 67] que sólo es posible a través del lenguaje. [5, 68-70] En esta segunda parte veremos cómo se da este proceso, y cómo influye en nuestro acercamiento a esta disciplina.

2.1. Emoción y lenguaje

"Le langage est [...] peut-etre un obstacle à la solitude de l'homme" [71:8] 1.

"El lenguaje (el de la vida, no el de los matemáticos), ese otro lenguaje viviente que es el arte, el amor y la amistad, son todos intentos de reunión que el yo realiza

desde su isla para trascender su soledad". [72:144]

Antes de empezar a definir en qué consiste la construcción de una emoción, detengámonos a pensar qué significa hablar de emoción y lenguaje. Oatley [1:27] sostiene que en 500 años de historia de escritura las emociones han sido los argumentos más interesantes. Sobre todo, existe una emoción que es la que más se ha utilizado: el amor. Pensemos por un momento en la expresión emocional "te quiero". Esta expresión sirve, o por lo menos intenta expresar el amor por otra persona. Ejemplos muy famosos son los que están contenidos en las novelas románticas. En estas novelas se intenta introducir las emociones en las palabras, algunos autores lo consiguen, otros no tanto. Pero también podemos pensar este proceso de forma inversa. Estos autores intentan construir las emociones a través del uso de palabras, i.e., tratar el tema del amor, y del enamoramiento, sin que esta emoción exista de verdad en el individuo. Intentan construir un contexto, dar sentido a determinadas palabras para que se pueda hablar de amor. Como veremos más adelante, se trata de hacer del amor una performance emocional.

Los grandes escritores luchan continuamente por expresar en sus páginas la emoción que hemos descrito anteriormente. Sobre todo, luchan por representar de la mejor manera los múltiples aspectos del amor. Es la gran tarea del escritor, como nos dice Bjorn Larsson, lingüista y novelista. [73] Larsson considera que es imposible contar o revivir el gran amor, como también la interpretación de los signos de amor no verbales, hasta que se expresa la frase: "Te quiero", un signo de no retorno verbal.

Otra temática muy fascinante cuando se trata el tema del amor "con las palabras", es la interpretación de las grandes novelas de amor, es decir, la interpretación de los signos, las miradas, los gestos, que son muy precarios ya que son performance. Como vimos en el apartado anterior, sobre todo con los estudios de Ekman, son parte del lenguaje corporal y de cómo se expresan las emociones, y la performance también requiere de esto. Decimos que los gestos, signos, miradas son precarios, ya que existen en el momento de su actuación, en el momento en que vienen expresados, y después desaparecen; y en la tentativa de repetir de la misma manera estas actuaciones para tener los mismos efectos, estos están destinados a fracasar. Es inútil intentar repetirlos, no significaría nada una simple repetición de la palabra "te quiero", una mirada cómplice hecha entre desconocidos. Decir "te quiero" se entiende como una performance emocional, también si además de decirlo, mientras el individuo lo dice, la persona amada le rodea el cuello con los brazos y le acaricia la oreja. Al final una emoción para ser externa, no puede ser sólo un enunciado sino un performance completo, según el concepto de Judith Butler. [19] “Te quiero” es una expresión total del propio cuerpo y no sólo un simple enunciado.

También la manera y la forma en que se produce este performance influyen en el propio performance, por ejemplo, decir "te quiero" cuando se es tímido. Esta expresión, dicha por una persona tímida, no es lo mismo que dicha por una persona segura de sí misma. Las palabras son las mismas, pero los dos performances son diferentes entre sí: una persona expresa su emoción no en el enunciado mismo, sino en el modo como lo enuncia. [74] Las palabras están diseñadas para producir realmente emociones.

El “te quiero” es un enunciado emocional de natura psico-mágica. [75] Después de este performance la vida de estos dos individuos difícilmente podría regresar al estado anterior de la pronunciación de esta "fórmula mágica". Así que decir "te quiero" es un performance de no retorno. [73]

2.2. Estudio de la construcción social de la emoción

Después de haber definido lo que entendemos por emociones y lenguaje, ahora nos dedicaremos al núcleo de este artículo: los estudios de la construcción social de la emoción. Nos interesan, particularmente, las perspectivas histórica y discursiva.

Los autores que investigan la construcción social de la emoción desde el punto de vista histórico son varios, pero los más destacables son Harré [7], Stearns y Stearns [8], Gergen [76], Clark [77], Dickinson y O’Shaughnessy [78], Kemper [79] y Wouters [80]. La perspectiva histórica plantea una teoría particular de la construcción social de la emoción, partiendo de los estudios de la evolución de la “acidia”, por ejemplo. ¿Cómo esta emoción particular ha desaparecido, ha cambiado a través del transcurrir del tiempo? Lo veremos más detalladamente en la parte final de nuestro artículo.

La segunda macro categoría de los estudios sobre la construcción social de la emoción que nos ha parecido importante presentar en esta revisión es la discursiva. Una primera línea se ha centrado en dilucidar la emoción como un recurso discursivo. [81] En esta dirección se encuentran trabajos innovadores, creativos y de calidad. [10, 31, 60-61, 82-84] Estos autores parten de un punto en común: concebir la emoción como un producto construido por el discurso.

La emoción es social y producida siempre en estrecha relación con el lenguaje y la comunicación. [85:248] La mente es de carácter social, es necesariamente compartida y está acompañada por la semántica. La pragmática lingüística forma parte de nuestro campo de acción. De allí la existencia de la Psicología social y discursiva [73:20]. Es decir, la construcción social de la emoción permite hablar de emociones comunicables.

2.3. Psicología Discursiva de la Emoción

"(...) Mettre quelque chose en commun" [73:32]2

Después de haber presentado de qué manera el socio–construccionismo ayuda a entender cómo construimos las emociones a través el lenguaje, ahora nos centraremos en los aspectos psicológicos. Como dice Larsson, [73] lo que las emociones permiten es compartir. Para la Psicología Discursiva, el rol de las interacciones verbales es fundamental en la constitución y el surgimiento de lo psíquico, sobre todo en la relación entre seres humanos.

Ahora bien, como fruto del interés compartido por la construcción social de las emociones y de la Psicología, en las últimas décadas se han realizado aportaciones que se sitúan a sí mismas en un nuevo espacio denominado “Psicología Discursiva de la Emoción”; [12, 86] espacio que se corresponde con la junción de las diferentes líneas que hemos distinguido ut supra.

En la Psicología Discursiva de la Emoción el tema más importante es el uso que se da a las emociones en el discurso, específicamente las acciones y efectos que produce el discurso emotivo en los marcos relacionales. [87]

La Psicología Discursiva de la Emoción se constituye a partir de los estudios de autores como Oatley y Jenkins [9] y los trabajos que explican la emoción basada en la cognición, Coulter [88] y su bosquejo de la disposición y sensaciones emotivas y, finalmente, Garfinkel [89] con la categorización de las emociones según los criterios de racionalidad.

Para comprender la Psicología Discursiva hay que retomar algunos autores socioconstruccionistas, específicamente las aportaciones de Harré. [65] A pesar de lo que defendemos en este artículo, la Psicología Discursiva y el construccionismo social se han diferenciado en el enfoque. Mientras que la Psicología Discursiva se ha centrado más en el papel del habla, el construccionismo social ha puesto su énfasis en las relaciones sociales y en el contexto donde se producen. Hay también quien sostiene [90] que autores como Lakoff [81] y Wierzbicke [61] y sus modelos cognitivo-semánticos dan importantes aportaciones a la Psicología Discursiva, sin que por esto haya que mencionar y dar importancia a los procesos discursivos. Gergen [44] encuentra una importante relación entre estas dos perspectivas y propone el modelo cognitivo–semántico y el construccionismo social.

Los temas psicológicos que analiza principalmente la Psicología Discursiva de la Emoción son el estudio de las percepciones, de los sentimientos y, por último, de las emociones. [9, 12-13, 86, 91]

El mismo Edwards [86] cita algunos antecedentes de la Psicología Discursiva de la Emoción: Pollner [92] y las inconexiones con la realidad, Atkinson y Heritage [16] y sus investigaciones de la exclamación “¡OH!” en la recepción de nueva información, Lynch y Bogen [93] y sus estudios sobre el olvido y la memoria, además de Buttny [87] y sus estudios sobre la responsabilidad social en la comunicación.

Según Edwards, [86] “la psicología de la emoción se convierte en el estudio de cómo se utilizan y se hacen relevantes los términos emocionales en el discurso cotidiano”. Esta definición está bien argumentada [12-13] y es ampliamente compartida. [37]

Edwards [13, 86] estudia la inversión emocional en el habla de forma extrema, y considera la construcción de reacciones como reacciones emocionales. El tema de las reacciones emocionales es analizado más detalladamente por Bamberg. [94] En los trabajos de Edwards siempre hay que destacar la importancia que tienen las formulaciones de guiones. [12]

Lo que se ha visto en este apartado es una muestra representativa de los autores y de los trabajos más importantes en la disciplina de la Psicología Discursiva de la Emoción. En el próximo apartado se introduce la perspectiva postconstruccionista en el estudio de la emoción.

3. Postcontruccionismo de la emoción

Después de haber definido qué es una emoción, qué es lenguaje y de qué manera trata esta relación el construccionismo social y, de manera particular la Psicología Discursiva, centramos la atención en los estudios post construccionistas que en los últimos tiempos han tenido cierta relevancia en las Ciencias Sociales.

Los estudios post construccionistas de la emoción se desarrollan principalmente gracias a las aportaciones de Foucault [35,98] y Bourdieu [96]. Los teóricos post construccionistas rechazan los estudios construccionistas para explicar las estructuras que están en la base de los fenómenos sociales y se definen principalmente en la deconstrucción que Derridá [97] hace del signo.

Un aspecto que nos ha parecido muy innovador en este ámbito es el tema del performance. Este concepto nos ayuda a entender la emoción como algo cambiante, no repetible, como el amor en las novelas o en la vida real.

3.1. Performance y emoción

“Al que toca o recita le resulta indispensable la presencia de otros: el lábil performance existe sólo si es visto o escuchado, por lo tanto, sólo en presencia de un <<público>>” [98:42]

Cuando se trata el tema del performance en los estudios post construccionistas seguramente el nombre de Judith Butler es el más importante. Butler [19-20] trata el tema de las emociones como una evolución constante en los discursos, dando una mirada a las emociones desde una óptica completamente innovadora a través el concepto de performance. Aunque en sus textos no aparece explícitamente el término “emoción”, surge de manera espontánea en todos sus discursos y posturas.

Utilizando el concepto de performance se explora cómo el habla crea una necesidad de construir emociones particulares: “Estos actos, gestos, promulgaciones, generalmente construidos, son performativos en el sentido que la esencia o identidad que se pretende expresar, son fabricaciones constituidas y sostenidas a través de los signos corporales y otros medios discursivos.” [19:136] De esta manera, la emoción es un performance producido a través de estas fabricaciones, actos internamente discontinuos. Es decir, que las emociones no existen antes de su performance, y el éxito de la copia, es decir, el “repetir” una emoción previamente constituida, nunca puede ser invocada o acertada para reproducir fielmente lo que se cita, es decir, una nueva emoción.

Estos actos o “fabricaciones” se consideran naturales a través de la ejecución repetida en el tiempo en un conjunto de múltiples interacciones sociales cotidianas. Estos actos performativos están abiertos a constante transformaciones y redefiniciones. Los actos o “fabricaciones” [19] eventualmente devienen normativas, y éstas pueden ser vistas como naturales.

La noción de performance, de Butler, es deudora del trabajo de John Austin. [99] Cuando se menciona el concepto de performatividad en el lenguaje, sin duda alguna hay que citar los trabajos de John Austin. Uno de sus trabajos más representativos y más pertinentes para la investigación es “Cómo hacer cosas con palabras”. [99] Austin distinguió tres tipos de actos que pueden llevarse a cabo con palabras, denominándolos actos locucionarios, ilocucionarios y, por último, perlocucionarios. Decir algo es un acto locucionario, pero al mismo tiempo es un acto ilocucionario y a veces perlocucionario. A Butler le interesa el acto perlocucionario según el cual ‘decir’ es igual a ‘hacer’. En el mismo texto, Austin menciona los sentimientos y emociones estipuladas en actos performativos convencionales, y en los aspectos elocutivos producidos de manera performativa. El mismo concepto de performance utilizado por Judith Butler no deja de ser un acto locutivo. El punto implícito en el trabajo de Austin es que el performance depende de circunstancias más o menos felices, donde su misma estructura es parte de sus circunstancias.

A Butler le interesa el acto perlocucionario donde decir algo es producir efectos y consecuencias en los sentimientos, los pensamientos o las acciones de uno mismo o de los otros. Butler adopta y extiende la noción de performance porque le importa la fuerza o el poder que estos actos tienen sobre otros individuos y sobre el mismo hablante y, sobre todo, por su capacidad de producir cambios y transformaciones intencionales. Otro concepto muy importante para Butler es el concepto de iteración. [19] La autora utiliza la teoría de la iterabilidad de Derridá ya que le permite profundizar su concepto de performance:

La performatividad no puede ser entendida fuera de un proceso de iterabilidad, una regulada y limitada repetición de normas. (…) Esta iterabilidad implica que el performance no es un acto, o evento, singular, sino que una producción ritualizada (…).” [19:95]

En definitiva, “una repetición estilizada de actos”. [19:140] El concepto de performatividad en Butler, por tanto, es un intento de encontrar una forma de repensar la relación entre las estructuras sociales y los organismos individuales. En la interpretación de Butler, la performatividad se entiende como aquello que promueve y sostiene la realización gracias a un proceso de iterabilidad o de repetición sometida a ciertas normas. Estas normas deben entenderse según lo que argumentábamos anteriormente en la concepción wittgensteiniana de articulaciones lingüísticas espontáneas de nuestras sensaciones. Así como entender que las locuciones son hechos, procesos puramente espontáneos; [36] ya que ciertas normas son válidas sólo en algunos contextos y sólo para algunas personas, no pueden duplicarse para diferentes situaciones. La política de la performatividad presupone el poder iterativo del discurso para producir el fenómeno de la emoción ya que la emoción no existe antes de decir algo, antes de producir discurso.

Butler sostiene que el género se crea a través del performance, sugiriendo así que no es una identidad fija determinada por una serie de actos diferentes, sino más bien una identidad constituida a lo largo del tiempo y del espacio a través de una iteración estilizada de actos. [19] Es decir que la emoción aún no existe antes del decir, pues antes de producir discurso, la emoción no está.

Los actos performativos se construyen por la iteración, la persistencia y la estabilidad pero también por la posibilidad de ruptura, de cambio, de deconstrucción. Sin embargo, el performance no es solamente una actuación, una teatralización o simplemente un realizar. Según Butler, esta iteración instituye un sujeto a la vez que es su condición de temporalidad. No se trata de un acto singular o de un acontecimiento, sino de una producción ritualizada, de una iteración repetida bajo ciertas condiciones de prohibición y de tabú que nunca determinan al sujeto por completo. [100] Justamente ahí, continúa Femenías, [100] ancla la capacidad política y transformadora de enunciaciones capaces de reinscribir nuevos significados. En sentido estricto, la fuerza de los performativos deriva de su ruptura con los contextos anteriores y de su capacidad de asumir ilimitadamente otros nuevos.

Efectivamente, distanciándose de Austin y Derridá, Butler sostiene que lo que constituye la verdadera fuerza de los performativos no se corresponde con la formulación de ninguno de ellos. No obstante, ambos puntos de vista, tomados en conjunto, la llevan a proponer una teoría de la iterabilidad social de los actos de habla. Que el habla no es igual que la escritura parece claro, sostiene Butler, porque el cuerpo está presente en el habla de un modo diferente que en la escritura. Pero además, porque la relación del cuerpo con el habla aunque oblicua, se realiza en la misma emisión. Aunque escribir y hablar son ambos actos del cuerpo, la marca del cuerpo que se lee en el texto escrito no siempre deja claro de quién es el cuerpo. El acto de habla, en cambio, se realiza corporalmente y la simultaneidad de la producción y de la exteriorización de la expresión no sólo comunican lo que se dice, sino que muestra el cuerpo como el instrumento privilegiado de la expresión retórica. En palabras de Felman, que Butler retoma, el exceso de discurso debe leerse junto con, y a veces en contra, del contenido preposicional de lo que se dice. Luego, la relación acto de habla / acto del cuerpo pone en su justo lugar al cuerpo, sus gestos, su estética y su saber inconsciente, como el sitio de la reconstrucción del sentido práctico, sin el cual la realidad social no puede constituirse como tal. Al final una emoción para ser externa no sólo necesita ser un enunciado, sino un performance completo, según la concepción de Judith Butler. El "te quiero" es una expresión total del propio cuerpo, y no sólo un simple enunciado.

Es importante comprender que “la performatividad no es un acto único, sino una repetición y un ritual que logra su efecto mediante su naturalización en el contexto del cuerpo.” [19:15], pues el cuerpo no es un “hecho” para Butler, sino una frontera variable, regulada políticamente, una práctica significativa. Esto permite alcanzar el tema de las emociones en la tecnociencia, ya que los términos de techno–disembodiment y máquina afectiva tienen mucho a que ver con este elemento de “corporalidad” con las emociones como se verá más adelante.

Así que los actos, gestos, códigos, en general son performativos en el sentido de que la esencia o la identidad que pretenden expresar de otra manera son productos fabricados y sostenidos mediante signos corpóreos y otros medios discursivos. [19:136] Pero esto no quiere decir que, según Butler, el cuerpo es reducible al lenguaje, sino que el lenguaje emerge del cuerpo. [101:198] Se puede afirmar que para Butler el concepto de performatividad no está elaborado “sólo por actos discursivos, sino también por actos corporales”. [101:198] La relación entre los dos es bastante compleja, y Butler la define “chiasmus”. [19] Esto hace que “exista siempre una dimensión de la vida corporal que no puede ser plenamente representada. [101:1999]

A esto Butler agrega la fuerza ilocucionaria que sostiene cada emisión y que reside, precisamente, en que lo que se dice no es separable de la fuerza del cuerpo. Se trata, por tanto, de unos actos corporales. Si todo acto de habla se realiza corporalmente, no sólo se comunica lo que se dice sino que el cuerpo constituye un instrumento retórico privilegiado de la expresión. Un acto performativo es una práctica discursiva, en el sentido de que se trata de un acto lingüístico que, por lo tanto, está constantemente sujeto a interpretación. El acto performativo debe ejecutarse como una obra teatral, presentándose a un público e interpretándose según unas normas preestablecidas. El acto performativo produce a su vez unos efectos, es decir, construye la realidad como consecuencia del acto que es ejecutado. [102]

Este concepto de performance no ha sido utilizado sólo para estudios de género, hay una narrativa muy vasta sobre el uso del concepto de performance butleriano en las ciencias sociales. Hasta geógrafos utilizan este concepto en los últimos años para explicar, por ejemplo, la construcción social identitaria en los espacios geográficos humanos. [103:434] Porque en la construcción identitaria, el performance juega un valor central, está constituida por miradas, personalidades y emociones, y todo esto viene manipulado por las identidades. Ser “amables”, “simpáticos”, son conceptos que vienen modificados, manipulados según diferentes personas. [104] Victoria Guyatt [104] propone un estudio de género sobre los trabajadores en un pub en Nueva Zelanda, haciendo una distinción de emociones entre trabajadores y trabajadoras. Las chicas se mueven en un contexto emocional absolutamente positivo, de chicas “majas”, amables y simpáticas. Por otro lado, los chicos tienen que aparecer como “violentos”, agresivos, fuertes y kicking ass. Estas dos diferentes construcciones identitarias de género tienen que ser vistas como un performance constante y progresivo en sus tareas naturales de trabajadoras y trabajadores de pub. Estas fabricaciones emocionales constituyen la identidad de género. [19] Estas fabricaciones o actos son simplemente naturales iteraciones de performance a lo largo del tiempo, de múltiples maneras de vivir las interacciones cotidianas. [19] Estos performances son reglamentados, pero al mismo tiempo son inestables, y alterados por posicionamientos subjetivos que pueden adoptarse a lo largo del performance.

3.2. El performance de las emociones en el tiempo

Llegados a estas últimas fases del artículo, después de haber definido los varios pasajes, y junto a la conclusión de que las emociones tienen una fuerte relación con el lenguaje, sobre todo bajo el concepto de performance, ahora nos centraremos en qué significa todo esto, y cuáles son los "efectos" en el lenguaje cotidiano. Decíamos anteriormente, cuando tratamos el tema del construccionismo social, que existen dos perspectivas: la histórica y la discursiva. Si recordamos bien, en la histórica se decía que hay emociones que cambian en el tiempo, y este cambio se debe al discurso, la perspectiva discursiva. Los dos puntos de vista se han podido entender a través la disciplina denominada Psicología Discursiva. Este cambio, esta evolución, o estas emociones que desaparecen se pueden entender sólo a través de los estudios post construccionistas. El performance es un concepto que permite entender cómo hay emociones que aparecen, y otras que desaparecen en el lenguaje ordinario, ya que las emociones son narrativas, son relatos de acciones. [39]

Las emociones son experiencias corporales que no pueden separarse de los contextos socio–culturales en los que nos encontramos. Por este motivo consideramos importante ver cómo las emociones han cambiado a lo largo de los años. Es una manera de entender las emociones en una perspectiva histórico-discursiva y de ver los cambios con el pasar del tiempo. También se puede entender esta visión como un performance en el habla cotidiana. Existen términos emocionales que nuestras generaciones ya no utilizan, y nuevos términos han sustituido los anteriores en la arena discursiva. Porque las emociones devienen obsoletas, pasadas de moda, quedan completamente out. Las emociones evolucionan o desaparecen a lo largo del tiempo, y lo hacen siempre bajo el concepto de performance en nuestros relatos cotidianos. Cada lengua nos ofrece ejemplos de emociones que han desaparecido, que ya no existen en nuestros discursos.


Por ejemplo, el término “acidia” o el término “nostalgia”, unas emociones extintas más en la arena discursiva.

En uso desde el siglo XIII hasta el siglo XVI, al día de hoy, el término “acidia” tiene sinónimos como pereza, vagancia, desinterés, pero no equivale a lo mismo. Acidia se refiere a emociones asociadas con la pérdida de la motivación intrínseca hacia los propios deberes religiosos. [105:245] En la literatura se puede encontrar el término “acidia” en el “Don Quijote” de Cervantes. El término “acidia”, ha sido rescatado en los últimos años por Giorgio Agamben, [106] para designar el estado que ubica entre el duelo y la melancolía: “Durante toda la Edad Media, un azote peor que la peste que infecta a los castillos, las villas y los palacios de la ciudad del mundo se abate sobre las moradas de la vida espiritual, penetra en las celdas y en los claustros de los monasterios, en las tebaidas de los eremitas, en las trapas de los reclusos. Acedia, tristitia, taedium vitae, desidia son los nombres que los Padres de la Iglesia dan a la muerte que induce en el alma”. La acidia pertenece también a los siete pecados capitales, y que muchas veces venía relacionada a Dios. [12] Pero en nuestros días esta emoción está completamente desaparecida. Ahora existen otros sinónimos como pereza, pero podemos entender perfectamente que no es lo mismo. Así que el término “acidia” desapareció en el uso contemporáneo.

Otro ejemplo es el término “melancolía”. Nuestros antepasados hacían un uso frecuente de esta palabra, expresaban muchas veces esta emoción, pero no nuestras generaciones. [105:160] Es muy fácil recordar a nuestros abuelos pronunciar este término en sus relatos, pero nosotros ya no lo utilizamos. Hoy melancolía parece haber pasado de moda, no aparece en nuestros discursos cotidianos. Ni aparece en las canciones que en un pasado no muy lejano hacían un uso frecuente de este término. El término “melancolía” ha sido sustituido en el lenguaje cotidianos con términos cómo tristeza, depresión, soledad.

La presentación de estos dos ejemplos sirve para apoyar la tesis de que las emociones tienen que ser interpretadas en el contexto social en que se producen, de esta manera no hay que sorprenderse, aparecen y desaparecen en la arena discursiva. Este performance constante hace que aparezcan nuevas emociones en la arena discursiva.

Roberts [105:160] sostiene que las emociones generan acciones, sobre todo referidas por las palabras que generan estas mismas emociones. En este sentido, las emociones o las palabras que se refieren a las emociones no son las mismas en un aula de la Universidad de Chicago o en un monasterio medieval en España. [105:183] Cambian en el tiempo y en el espacio, es decir, según el contexto en que se generan.

Las emociones van cambiando en el lenguaje natural y espontáneo de la vida cotidiana. Nuevos términos entran en la arena discursiva gracias al performance que se ha tratado anteriormente, y van apareciendo nuevos ámbitos. Así, las emociones empiezan a introducirse en los relatos tecnológicos como un performance más en el habla cotidiana. Las historias de amor delante de una pantalla plana, están a la orden del día.

El concepto de performance relacionado con las TIC produce una nueva narrativa en las ciencias sociales como el techno-disembodiment y la máquina afectiva. Sólo en los últimos años se ha comprendido que las emociones y las nuevas tecnologías tienen una relación muy estrecha, sobre todo en el tema de la afectividad. Por ejemplo, en las entrevistas de usuarios y usuarias de locutorios en Barcelona en el marco del proyecto

GESCIT3, se ha podido entender este tema a través de las entrevistas: una madre inmigrante que llora por teléfono con sus hijos y su familia en su país de origen; o una joven inmigrada que “sale de fiesta” con sus amigos conectados en la Red.

3.3. La última frontera emocional: la tecnociencia

Hemos entendido en este artículo las emociones como una práctica textual, una trayectoria de evolución semántica. Por tanto, uno de los objetivos para un investigador en este ámbito sería buscar los discursos emocionales en la vida contemporánea, adoptando una perspectiva histórica que aborde el discurso de las emociones sujeto al terreno sociolingüístico. El discurso de las emociones se llena de metáforas y nuevas concepciones para articular y comprender las emociones en el léxico. Conceptos como techno–disembodiment o human affective machine construyen parte del lado tecno– científico de las emociones, son ejemplos de nuevos performance, de nuevas emociones que aparecen en la arena discursiva.

Sólo en los últimos años se ha comprendido que las emociones y las nuevas tecnologías tienen una relación muy estrecha. Un campo muy reciente de investigación en el tema de la emoción es el de la tecnociencia. Mike Michael [26-27, 107-108] con una postura de claro método semiótico reconoce las emociones como materia afectiva.

En la tecnociencia el tema de las emociones se relaciona también con la concepción semántica del concepto de embodiment, aunque no considerando su trato cognitivo sino centrándose sobre todo en su parte comunicativa y lingüística, así como utilizando este concepto, sobre todo, desde el punto de vista de la tecnociencia. Los principales autores que tratan esta cuestión son Haworth [109], Niedenthal, Winkielman [110], Prinz [111] y Katz [112].

Estos diferentes discursos sobre los afectos y las emociones en la tecnociencia se pueden ver en el contexto particular que ofrece Nicolás Rose con el concepto de materia afectiva [23] y la figura de la máquina que construye el individuo, la máquina afectiva. Esta visión viene también encarnada por la figura del cyborg que ofrece Haraway [28] y Hollinger [32]. También Gergen [76] da una reinterpretación de materia afectiva en la sociedad posmoderna.

Steve Brown y Paul Stenner [24-25] hablan de emociones colectivas en la tecnociencia y en la sociedad del consumo, retomando los escritos de Spinoza y también de autores más recientes como Schaub, [113] bajo el concepto de materia afectiva que deviene ser humano–máquina.

Cuando se trata el tema de las emociones y el lenguaje en la tecnociencia hay un aspecto muy importante, sobre todo si nos centramos en la emoción del amor, que es el disclosure. [114-115] Nos fascina hablar con un desconocido o con alguien que ya conocemos, pero que sólo a través de una pantalla podemos decirle cosas que nunca diríamos en persona. Sobre todo en materia afectiva. Esto nos permite entender el éxito que tienen el uso de estas tecnologías en diferentes aspectos de la vida. Fenómenos como el Facebook garantizan eso, contactar con alguien que ya conocemos, pero entrar en una dimensión más íntima donde es posible expresar nuestras emociones más escondidas. Y, a través del lenguaje, el concepto de performance nos permite repensar, en otros términos, las relaciones afectivas, el aspecto íntimo en las nuevas tecnologías. El concepto de disclosure es la emoción principal que nos provoca el medio tecnológico. Si pensamos en todo esto en términos afectivo-emocionales, podemos entender la fundamental importancia que tienen estos aspectos en las relaciones afectivas.

Las tecnologías informáticas miden, cuantifican e identifican los estados emocionales y afectivos, así como la comunicación de estos afectos en tiempo real entre personas y, en consecuencia, entre máquinas. El concepto de techno–disembodiment según la definición de Paul James y Freya Carkeek [30] es “una creciente abstracción de la forma en que vivimos nuestros cuerpos y una generalización de la mediación tecnológica de las relaciones sociales”. Estos autores sostienen que la fuerza de este concepto está relacionada con un aspecto emocional residual dependiente de la carga erótica- romántica, por ejemplo la techno–sexuality. [30] Las relaciones sexuales sin la presencia de otra persona, la representación tecnológica de un órgano sexual, la amplia gama de prácticas de telephone-sex y chat-sex o la cirugía estética, son ejemplos que ilustran un desarrollo emergente, aunque ya generalizado en estos tiempos posmodernos. Estas prácticas son parte del fenómeno más amplio de techno-disembodiment, una creciente abstracción de la forma en que vivimos nuestros cuerpos y una generalización de la mediación tecnológica de las relaciones sociales. [30]

Rose [23] sostiene que las tecnologías que relacionan a los seres humanos pueden medir, cuantificar e identificar los estados emocionales y comunicar con ellos en términos emocionales en tiempo real entre persona y ordenador. Un ejemplo de affective machine es la construcción de sistemas tecnológicos que pueden relacionarse con los seres humanos y transmitir cambios biopsicológicos, por ejemplo el uso de zapatos, pulseras, camisetas que perciben y transmiten al individuo estos cambios, de manera que su estado emocional cambie en sus contextos sociales. Éstos son los gadgets de una única fase en la interacción entre hombre–máquina.

También el consumo de las tecnologías es una posible emoción. El simple término “iPod” es una emoción en nuestros relatos cotidianos. El considerar las emociones como un producto de consumo es un aspecto que ha tenido bastante éxito en los trabajos de la última década. [116] Como se ha dicho anteriormente, las emociones no sólo devienen obsoletas sino que nuevas formulaciones entran en la arena discursiva.

4. Discusión

Como sustentamos en el artículo anterior, [116] las emociones tienen una fuerte relación con el lenguaje. Se pueden expresar emociones a través del lenguaje. Es por esta razón que creemos fundamental en este artículo profundizar cómo, desde diferentes disciplinas de las Ciencias Sociales, se han aportado importantes contribuciones a esta tesis. Sobre todo desde la Filosofía, la Psicología, la Sociología y la Lingüística.

Todos estos campos de las Ciencias Sociales han servido para llegar al construccionismo social de las emociones. Es importante comprender que es imposible hablar de construccionismo social de las emociones sin tener en cuenta estos antecedentes y estas aportaciones.

Como hemos dicho a lo largo de este artículo, expresar emociones significa tener algo en común con los demás. Hemos visto también cómo un performance emocional, como por ejemplo el amor, cambia a través este desarrollo histórico–discursivo. En cuanto performance, el amor siempre depende de los gestos no verbales y de cómo el ‘otro’ responde. Todo pasa por poder vivir realmente las emociones en el espacio intersubjetivo. Gracias al concepto de performance, elaborado por Judith Butler, hemos entendido que las emociones no son algo fijo, definido y estático, sino que están en constante evolución, cumplen continuamente un proceso de iteración, a través del lenguaje natural y subjetivo. Esta constante iteración hace que las emociones aparezcan y desaparezcan de la arena discursiva dejando olvidadas algunas (acidia) y descubriéndose nuevas (la tecnociencia), considerando las emociones como una evolución constante en los discursos cotidianos. Esta evolución constante en el discurso, en la actualidad, tiene su máxima expresión en la tecnociencia. El nacimiento de conceptos como techno-disembodiment o la relación emocional entre individuos y nuevas tecnologías, es decir, el concepto de máquina-afectiva de Nikolas Rose, son sólo algunos ejemplos de ello que nos introducen en el ámbito actual de la tecnociencia. También encontramos el concepto de disclosure, útil para pensar al amor en la era de la tecnociencia.


Podemos concluir diciendo que hemos definido en esta revisión bibliográfica una posibilidad de contingencia de esta relación entre emociones y lenguaje, y que la consideramos como una ruptura o continuación del construccionismo social. Es decir, el postconstruccionismo, tratado en la última parte del artículo, donde encontramos en el concepto de performance de Judith Butler, la relación directa entre emoción, lenguaje y su respectiva variación. El fin último de este performance es su acercamiento a la tecnociencia. Consideramos imposible hablar de tecnociencia y performance sin tener en cuenta todo este proceso, para avanzar en nuestras futuras investigaciones sobre el tema de las emociones y el lenguaje en las nuevas tecnologías.

Bauman [117] sostiene que las emociones son variables y traviesas, pierden ímpetu con gran rapidez, tienden a ser desviadas del objetivo inicial a la más mínima distracción. El amor es como la sed, acaba siempre por saciarse. Las emociones son notoriamente veleidosas, pueden cambiar por completo. Las muchedumbres que se forman para linchar a alguien no son fiables; a veces pueden sentirse conmovidas por la pena. Las emociones son múltiples y hablan con voces diferentes y, a menudo, discordantes. Es por este motivo que Max Weber, en su obra más conocida “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, [118] menciona la razón como elemento fundamental para la buena sobrevivencia de la sociedad, porque la razón, a diferencia de las emociones, es una y tiene una única voz, porque las emociones son un performance continuo, cada intento de repetirlas está destinado a fracasar. Como sabemos el amor es una variable, cambia continuamente, nunca está al mismo nivel, no es posible encontrar una única definición de amor compartida. Es un performance continuo y constante. Para cada individuo existe una versión del amor que cambia continuamente, cambia en el tiempo, cambia respecto de la persona que tienes a tu lado.

1 “El lenguaje es, tal vez, un obstáculo a la soledad del hombre”.

2 “Meter algo en común”

3 “Impacto psicosocial y cultural de las innovaciones tecnocientíficas: transformaciones y cambios promovidos por las Tecnología de la Información y la Comunicación (TICs)” In-TIC (Integración de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en los colectivos de personas con discapacidad). Ministerio de Educación y Ciencia. Secretaría de Estado de Universidades e Investigación. Secretaría General de Política Científica y Tecnológica. Dirección General de Investigación. Proyecto financiado con referencia: SEJ2006-15655-C02-01.

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