Salvador Flores González Universidad Politécnica de Madrid
E- mail: xalba.madrid@gmail.com / xalba03@hotmail.com
Recibido: Noviembre 18, 2010, Aceptado: Diciembre 5, 2010
Resumen
La creatividad de los arquitectos, de inicio depende, de ser creativo, se ha manifestando en arquitecturas de papel, como sueños impresos en revistas, o encabezando vanguardias, o en la búsqueda de soluciones prácticas a problemas complejos. La creatividad se evidencia al realizar obras que impresionen, para atraer reflectores o en las que resuelvan la cotidianidad aprovechando recursos regionales.
Palabras Clave: Arquitectura, posmodernidad, vanguardia.
Creativity and Architecture Abstract
At the start, the creativity of architects depends, of being creative, saying the task is in architecture role, as dreams printed in magazines, or leading avant-garde, or search for practical solutions to complex problems. Creativity is evidence to produce works that impress, to attract the spotlight or to solve the daily advantage of regional resources.
Keywords: architecture, postmodernist, innovation.
Arquitectura y creatividad parece un binomio indisoluble A nivel social, los arquitectos somos vistos como parte del grupo de profesionales creativos, junto a otras ocupaciones que llevan aparejado este calificativo como: diseñadores, publicistas, artistas (de todo índole) y un variado y largo etcétera.
El problema de esta visión radica en que nuestra labor va íntimamente ligada a otros aspectos más groseros o realistas y técnicos (cálculo estructural, normas constructivas y de urbanismo, costos de realización, reglamentos particulares y más) que hacen más tangible nuestra labor; y cuyo fin primordial (nos guste o no) es el de construir para habitar espacios reales y tangibles. Habitables por gente común y corriente, de carne y hueso: la “gente” que anda por la calle, tiene problemas varios, enferma, envejece y muere.
Entonces nos preguntaremos, ¿en dónde queda nuestra creatividad? La respuesta es simple, a la vez compleja y muy abierta: depende.
Primero, depende de lo que entendamos por creatividad. Si como tal comprendemos únicamente la que se hace patente en los manifiestos (escritos y/o proyectuales) y propuestas de concurso del arquitectural star-system (o “sistema estelar de arquitectura”) nacional e internacional, y de aquellos que mueren por pertenecer a él, flaco favor le hacemos al concepto.
¿Por qué? Podríamos empezar por repasar la historia de la arquitectura de los últimos cien años, y ver cuánto tiempo tomó a las vanguardias arquitectónicas (desde los precursores del Movimiento Moderno de Arquitectura o del constructivismo ruso-soviético) posicionarse y convertirse en una verdadera opción para el diseño y edificación de nuevos edificios, y se convirtieran en moneda de uso común (más o menos decantados según la habilidad, recursos económicos y técnicos, y la “comprensión” de los clientes) en la arquitectura emblemática de occidente y de ese extremo occidente que son las sociedades urbanas de nuestra América (la Latina).
O bien, si no queremos irnos a historias antiguas, conviene revisar la trayectoria de alguien tan en boga como Zaha Hadid, que desde sus primeros proyectos-manifiesto (la Residencia para el Primer Ministro de Irlanda, de 1979-1980, o The Peak en Hong Kong,
de 1983) hasta sus primeras obras construidas (la estación de bomberos para Vitra, en Weil-am-Rhein, Alemania, de 1994 [1], o los departamentos para él, el IBA1 berlinés, de 1993) tuvo que esperar una década. A pesar de provenir de la prestigiosa AA londinense y de contar con una fortuna familiar que le permitieron subvencionar su auto-propaganda
desde Londres, una ciudad convertida a partir de la segunda mitad de los años ochenta en la metrópoli europea de la multiculturalidad y de la vanguardia, por excelencia.
Cabe acotar, que no estoy, en absoluto, en contra de las vanguardias; pues éstas siempre (desde finales del siglo XIX) han sido el motor de las artes, que nos han permitido soñar en un mundo “mejor”, o al menos, diferente.
Tampoco estoy en contra de que a los futuros arquitectos se les ponga en contacto con ellas y se les ejercite en sus propuestas.
Contra lo que sí estoy es en la visión parcialista con la que se abordan generalmente. Parcial en más de un sentido. Primero, en su enseñanza y manejo en los ámbitos educativo y profesional. Por experiencia (académica y laboral) a ambos lados del Atlántico, he visto como en la mayoría de los casos alumnos, profesores y arquitectos lo manejan más como un lenguaje compositivo que como una propuesta profunda. Asemejándose más a la forma en que nuestras academias hispánicas de los siglos XVIII y XIX (la de San Fernando, de Madrid o la de San Carlos, de México), o bien, la Escuela de Bellas Artes de París, que tanta influencia tuvo en nuestra enseñanza en los siglos XIX y primera mitad del XX2.
También, lo parcial abarca la perspectiva con que se maneja. Muchos de los estudiantes de Arquitectura (y arquitectos) que lo hacen, rara vez pueden explicar el por qué de la tendencia en boga y mucho menos la base teórica o histórica de la misma (aún recuerdo al compañero de ruso que justificaba el Post-modern3 con un argumento tan peregrino como que “los coches, la ciudad y nuestras vidas son post-modernas...”, tal cual, sin explicar porque o porque no lo eran). Tal parece que tienen implantado el chip de la fidelidad extrema a x tendencia, sin cuestionarlo; considerando al resto de la labor arquitectónica de mínima o nula importancia, desdeñando cualquier aportación que pueda realizar.
Entonces, ¿qué pasa con la vida cotidiana en ciudades que no son de vanguardia?
Ciudades reales, con edificaciones reales y con gente real.
Ahí es en donde está el principal problema, vivimos y habitamos en sitios reales, tangibles. Y mientras no tomemos a las vanguardias como aspiraciones, promesas, o mejor dicho, como sueños de una ciudad mejor, o al menos, más “fashion”, estaremos desperdiciando nuestra creatividad. Nos quedaremos en la arquitectura de papel, que sirve muy bien para libros o revistas de cuidada manufactura (que por su alto costo van dirigidos a grupos restringidos, al menos en un principio), o que en el mejor de los casos; para exposiciones temáticas, que, dependiendo de la habilidad del marketing cultural llegarán o no al gran público y podrán influirlo.
Así que, ¿la creatividad en arquitectura en dónde queda? ¿las vanguardias o nuevas tendencias no sirven más que para elucubraciones mentales? No, nada más lejano de esto.
La creatividad en nuestra profesión es más compleja y diversa, necesitamos ser creativos con un pie (al menos) puesto en la realidad, la técnica y la economía. Que nos rodean y nos condicionan, a pesar de nuestros pesares. Y esta es una asignatura pendiente para muchos arquitectos.
Siempre he sido de la idea, aprendida de varios profesores en varias universidades y aprehendida por la experiencia propia y de varios colegas, de que lo más difícil es proponer nuevas soluciones, simples y prácticas a problemas complejos. De esta ecuación es de la que han surgido muchas de las propuestas y obras arquitectónicas que hoy nos impresionan, y también esas pequeñas joyas de arquitectura cotidiana; que hecha por arquitectos o por legos, podemos encontrar salpicando nuestras ciudades.
Por ello, el situarnos en nuestra realidad, la que nos rodea en el día a día. Para un país que se debate entre la modernidad extrema y lo más tradicional, el debate está servido. ¿Cómo aprovechar la formación contemporánea de nuestros arquitectos y diseñadores en un entorno en el que sobreviven oficios y profesiones tradicionales que aprovechan los recursos de la región con poca ayuda de la tecnología? He aquí en donde se encuentra una veta a desarrollar por nuestra creatividad.
Desde los carpinteros y ebanistas, hasta los canteros y albañiles de calidad que existen en nuestro entorno, así como materiales de construcción de lo más variado, pueden permitir a nuestra arquitectura enriquecerse. No es nada nuevo, ya en la última mitad de la década los cuarentas se hizo con la Ciudad Universitaria (hoy Patrimonio de la Humanidad), [2] o la arquitectura de Luis Barragán y la Escuela Tapatía, que no renunciaron a ser contemporáneas, ni a utilizar materiales contemporáneos e industrializados, a la par que utilizó mano de obra y materiales propios de la geografía de la zona, creando una mezcla propia4.
Desperdiciar esta veta, significaría empobrecernos, condenar a los oficios tradicionales de la construcción a la extinción segura y a una mengua en la calidad de nuestra construcción, e incluso de la calidad de nuestra arquitectura. El reciente caso de España lo atestigua; ha destruido gran parte de sus oficios tradicionales de construcción (y de otras áreas más), la construcción se convirtió en un mero negocio especulativo que, además de generar la tremenda crisis que hoy se sufre, degradó los oficios de la construcción (ejercidos por gente sin experiencia alguna) amparados en la proliferación de prefabricados (de diversa calidad) y dejó a los arquitectos en manos de los “promotores inmobiliarios”, quedando la ciudad a la expensas de ellos (interesados más en el beneficio económico inmediato) y sirviendo como consuelo (para la propia conciencia, la vista y la cultura arquitectónica) algunas obras emblemáticas que sirven para atraer los reflectores pero que no han modificado en realidad, ni la calidad de la arquitectura cotidiana española ni la calidad de vida (referida a los espacios arquitectónicos) de los españoles.
Por lo que, si de algo nos puede servir esta experiencia, cercana culturalmente y por el momento histórico que se vive5, vale la pena apostar por nuestra creatividad (un punto en el que los mexicanos somos fuertes), en particular en la arquitectura. Ser
contemporáneos o modernos, abrirnos a lo que hay más allá de nuestras fronteras, pero sin dejar de lado lo que tenemos en casa y que nos puede servir para continuar una tradición de arquitectura contemporánea, vanguardista y a la vez anclada a la tierra en la que estamos.
1 IBA = Internationale Bauausstellung, Exposición Internacional de Construcción o Edificación, de Berlín; que se llevó a cabo en 1987
2 La formación académica de los arquitectos novohispanos y mexicanos tuvo como referencias la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, hasta la Independencia; y posteriormente, de la École des Beaux Arts, de París; hasta mediados del siglo XX.
3 Por Post-modern architecture”.
4 Basta revisar la página de la UNESCO en la cual nos habla al respecto: “El urbanismo y la arquitectura de la Ciudad Universitaria de la UNAM constituye un ejemplo sobresaliente de la aplicación de los principios de la modernidad (arquitectónica) del siglo XX entremezclada con elementos provenientes de la tradición mexicana prehispánica. El conjunto se ha convertido en uno de los iconos más significativos del urbanismo y la arquitectura modernos en América Latina, reconocido a nivel universal”. [3]
Referencias
[1] Zahad Hadid Architects. Estudio. [En línea] Disponible en: <http://www.zaha- hadid.com/projects>, consultada el 7 de noviembre de 2010.
[2] UNESCO. (1997). La Ciudad Universitaria de México fue declarada “Patrimonio de la Humanidad”. Reunión del Comité del Patrimonio Mundial, Christchurch, Nueva Zelanda. [En línea] Disponible en: <http://whc.unesco.org/en/list/1250>, consultado: noviembre 8 de 2010.
Bibliografía
Frampton, K. (2009). Historia crítica de la arquitectura moderna. Barcelona: Gustavo Gili, nueva edic., 448pp.
De Anda, E. X. (2009). Historia de la arquitectura mexicana. Barcelona: Gustavo Gili, nueva edic., 276pp.
Rincón, P. (2010). Ciudad y vivienda en el siglo XX en Alemania. Revista Urbanismos. no. 3, Santa Fe de Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes. Maestría en Urbanismo. [En línea] Disponible en:
<http://www.facartes.unal.edu.co/portal/publicaciones/urbanismos/urbanismos3/Ciuda d_vivienda_SXX_Alemania.pdf>, consultado: noviembre de 2010.