una herencia cuestionada
Dr. Carlos Garma Investigador SNI, Nivel III
Departamento de Antropología
Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa E-mail: ganc@xanum.uam .mx
Recibido: Junio 7, 2011, Aceptado: Junio 27, 2011
Resumen
En verdad, pocos temas pueden despertar tanto el interés público como la discusión sobre la relación entre religión y política, o para usar la conocida expresión bíblica, la lealtad dividida hacia Dios y el César. Éste es un campo conceptual de gran actualidad, donde la aplicación de la discusión de estos elementos tiene importantes implicaciones sociales dentro de nuestro país, así como hacia los procesos globales contemporáneos. Por lo tanto, repasemos brevemente, la situación de la laicidad, la secularización y el pluralismo religioso como un conjunto de elementos interactuantes que valen la pena revisar en este momento para obtener una orientación de dónde hemos atravesado como una colectividad, dónde nos encontramos actualmente y el horizonte hacia dónde podríamos llegar en el futuro.
Palabras clave: Secularización, laicidad, historia, Relación Estado- Iglesia.
Laicitë, Secularization and Religious Pluralism, an inheritance question Abstract
In truth, few issues can increase both public interest and discussion on the relationship between religion and politics, or to use the well-known biblical expression, divided loyalty to God and Caesar. This is a conceptual field of topical, where the implementation of the discussion of these elements has important social implications within our country, as well as contemporary global processes. Therefore, briefly reviewed the situation of laïcité, secularization and religious pluralism as a set of interacting elements that are worth reviewing at the moment for guidance on where we have gone through as a community, where we are today and the horizon towards where we could get in the future.
Keywords: Secularism, laicitë, history, relation State - Church.
Introducción
Sin duda, la conmemoración de fechas históricas claves en el transcurrir de nuestro país como lo son el bicentenario de la declaración de Independencia y el centenario del inicio de la gesta revolucionaria crean un contexto propicio para la reflexión sobre los grandes debates que han marcado el camino intricado que ha seguido la nación donde vivimos. Esta situación permite hacer un balance breve sobre una temática importante donde las creencias de las personas interactúan tanto con las diversas asociaciones religiosas como con el estado y las formas de gobierno. En verdad, pocos temas pueden despertar tanto el interés público como la discusión sobre la relación entre religión y política, o para usar la conocida expresión bíblica, la lealtad dividida hacia Dios y el César. Éste es un campo conceptual de gran actualidad, donde la aplicación de la discusión de estos elementos tiene importantes implicaciones sociales dentro de nuestro país, así como hacia los procesos globales contemporáneos. Por lo tanto, repasemos brevemente, la situación de la laicidad, la secularización y el pluralismo religioso como un conjunto de elementos interactuantes que valen la pena revisar en este momento para obtener una orientación de donde hemos atravesado como una colectividad, donde nos encontramos actualmente y el horizonte hacia donde podríamos llegar en el futuro.
Este artículo tiene diferentes secciones. Comienza con una discusión teórica sobre los conceptos centrales. Continua con un necesario repaso histórico. Posteriormente, pasa una discusión sobre el contexto internacional actual, así como un balance de la situación social contemporánea mexicana. Por último en las conclusiones, se plantea elementos prospectivos para lograr que esta herencia histórica siga siendo una parte vital del futuro del país, basado en valores de tolerancia y respeto de la diferencia.
Los conceptos teóricos
Es importante hacer una aclaración importante, la laicidad no es igual a la secularización. Ambos conceptos son complejos. Veamos cada uno por separado para entenderlos mejor. El término laico se emplea para señalar aquello que es ajeno a cualquier contenido religioso. Comúnmente se utiliza como concepto en referencia a la separación de Estado e Iglesia. Considero que la siguiente cita define de manera precisa la cuestión:
"Un proceso de laicización emerge cuando el estado ya no está legitimizado por una religión o por una corriente de pensamiento particular y cuando el conjunto de los ciudadanos puede deliberar pacíficamente, en igualdad de derechos y de dignidad para ejercer su soberanía en el ejercicio del poder político". [1: Artículo 5]
El origen de la palabra se relaciona con las mismas instituciones de creencia. Proviene de la distinción entre el clérigo que tiene un puesto en la Iglesia católica y del laico, que es el creyente que no es un ministro de culto o miembro de una orden. En latín "laicus" se refiere al pueblo. Es notable que no exista un término en inglés para laicidad. Esto se debe en parte debido a las condiciones donde se comienza a utilizar la palabra en su sentido más moderno. Él termino en su uso actual se relaciona con la revolución francesa que exige la separación de Estado y religión, a través de una nación que se identifica como "laica". La constitución de Francia de 1789 señala que es parte del derecho civil reconocer la libertad de cada ciudadano de ejercer el culto que desea. Otros países que establecen la laicidad como parte de una disposición legal durante el siglo XIX son Haití, México y Turquía. [2-4] La laicización es un proceso histórico continuo, no acabado o finalizado en determinado punto particular. [5] La reconocida socióloga francesa Danièle Hervieu-Leger ha señalado la importancia de lograr una recomposición de la laicidad para mantener una instancia mediadora legal que le dé un reconocimiento equilibrado a todas las asociaciones de creencias, sin privilegios o discriminaciones 1. [6]
Por otra parte, existen pocos términos en las ciencias sociales que han sido objeto de una discusión tan intensa como lo ha sido el de la secularización. En las instituciones de creencia, secular se refiere originalmente a personas o asociaciones que son mundanas o terrenales. En las ciencias sociales él termino obtuvo significados más complejos. Max Weber describió el fenómeno del desencantamiento del mundo. Para el eminente sociólogo alemán existía una tendencia hacia la pérdida de creencias en lo trascendental y sobrenatural, en los actos milagrosos y mágicos, así como en los seres divinos que propiciaban estos hechos. El desencantamiento del mundo se encontraba vinculado a una concepción del mundo que se orientaba cada vez más al racionalismo. Algunas sociedades históricas ya habían desarrollado elementos del binomio desencantamiento- racionalización pero sería la sociedad moderna occidental europea donde estos elementos tendrían su mayor peso, llegando afectar profundamente el sistema de creencias, hasta llegar al surgimiento de una ética laica. [8] Generalmente, se entiende actualmente la secularización como la pérdida o disminución de la creencia religiosa. Debido a esto, las instituciones religiosas ven disminuido su posicionamiento social. [9] Dobbelaere, [10] ha señalado atinadamente los diversos significados del concepto polémico, incluyendo la ubicación de la religión dentro del ámbito social de la vida privada. Si bien el modelo clásico fue muy aceptado durante muchos años, ha sido cuestionado debido a la persistencia y resurgimiento de las formas de religiosidad contemporáneas. [6, 11] Ahora se entiende mejor que la secularización no es un proceso lineal, sino que puede tener variaciones amplias a través del tiempo y el espacio. Los procesos de racionalización, modernización y urbanización no conllevan necesariamente la perdida de las creencias en lo sagrado. En algunas sociedades actuales, es notable que las creencias religiosas incluso se hayan recuperado no obstante restricciones severas. [7, 12-13] Como señalan, Marzal [14] y Parker [15], en Latinoamérica, la secularización nunca se dio como en la Europa reformada, en parte por el gran peso que tiene en la religión popular en la región de habla hispana.
El pluralismo se encuentra en el reconocimiento de la existencia de la diversidad en el interior de una sociedad. Implica la existencia de grupos que mantienen elementos propios que los diferencian de otros integrantes de la sociedad, como por ejemplo, aspectos culturales, étnicos, y en el caso que nos ocupa, de creencias. [8] Es importante también precisar lo que es el pluralismo religioso. Este término se refiere a la coexistencia de una diversidad de creencias en una colectividad o agrupación social, implicando que diferentes credos coexisten en una misma sociedad. [16] Esta diferenciación de creencias en una agrupación social se contrapone al dominio y monopolio de una sola institución religiosa en una sociedad. Históricamente, la coexistencia de credos se dio en contextos donde había movilidad geográfica, colonización o coexistencia de minorías. Actualmente las condiciones para la diversidad se dan en todo el mundo debido a las migraciones de personas, la multiplicación de los viajes internacionales, así como por la intensificación de los medios de comunicación. Sin duda la tendencia global actual es hacia el pluralismo religioso. [17] La coexistencia de diversos credos ha abierto la posibilidad del movimiento creciente de los creyentes. La conversión se acentúa como una posibilidad verdadera para el sujeto. Esto ha propiciado una competencia entre los sistemas religiosos por atraer a los adeptos. Algunos autores se han referido a este fenómeno como la individualización de las creencias, [7] para otros es la conformación del mercado religioso. [18-19] Esta situación ha provocado cambios en la misma Iglesia Católica, que para adaptarse a la creciente competencia de otros credos ha aceptado diferentes corrientes a su interior (por ejemplo, Opus Dei, renovación carismática, comunidades de base, catolicismo popular, etc.). El resultado es lo que el antropólogo peruano ibérico, Manuel Marzal, [14] llamó los pluralismos católicos.
Existe una interacción entre los procesos de laicización, la secularización y el aumento del pluralismo religioso. El hecho de acotar la religión a una esfera privada, permite que la acción pública se lleve con independencia del credo de los participantes en la política. Este avance de la secularización no implica forzosamente el abandono de la fe sino que este pasa a solo ser una parte de la vida normativa del individuo. La posibilidad del cambio religioso ya no implica para el sujeto un enfrentamiento con valores y preceptos únicos, sostenidos por una religión monopólica. En este contexto la movilidad religiosa aumenta y en algunos escenarios, con gran fuerza. Lo que cambia es la forma de creer en lo espiritual. La posibilidad de la búsqueda de lo trascendental actúa contra la permanencia en un solo sistema de creencia durante toda la vida de una persona. Esto es más ventajoso para las agrupaciones minoritarias que para las grandes instituciones eclesiales, que son rechazadas actualmente por muchos creyentes. [6, 20] De allí la paradoja de que las creencias en lo espiritual persisten no obstante la caída en la participación directa en actividades eclesiales. [21]
Otro elemento que se da en este contexto, es la instauración de formas rituales y ceremoniales cívicos que actúan como formadores de identidades colectivas. [22-24] Los Estados-nación con frecuencia, fomentan estas prácticas para contraponerse a los actos religiosos. Los desfiles, saludos a la bandera, mítines, marchas de protestas y actos masivos diversos adoptan cada vez más elementos que recuerdan a las prácticas religiosas. Varios autores han anotado como en las sociedades laicas se da una proliferación del uso de símbolos y actos para configurar lo que el sociólogo norteamericano Robert Bellah, [25] llamó la religión civil. Es notable, que el deporte masivo también ha logrado tomar aspectos de tal expresión secularizada de lo sagrado, particularmente cuando se dan enfrentamientos entre países o regiones. En México es fácil encontrar casos de este tipo en los mundiales de fútbol, campeonatos continentales o las olimpiadas. [26]
La tradición histórica mexicana
Desde la conformación de nuestro país, las relaciones Estado-Iglesia favorecieron el monopolio del catolicismo como único credo reconocido dentro del territorio nacional. Este arreglo se origina durante la colonia y persiste después de la independencia. Después del descubrimiento de América por Cristóbal Colon en 1492, año que además coincide con la expulsión de los judíos del reino castellano, se busca una relación cercana legalizada entre la monarquía hispana y el Vaticano. El Papa Alejandro VI y los "Reyes católicos", Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, entablaron negociaciones para tal fin. El resultado fue el establecimiento del Regio Patronato Indiano en 1501 que establece condiciones cercanas de colaboración entre las dos partes. Los rituales y celebraciones de las religiosidades indígenas autóctonas, las creencias de la llamada "herejía luterana", la fe islámica, así como los actos de "judaizantes" fueron prohibidos. El catolicismo se vuelve la religión única en todo el territorio del reino. Esta situación de privilegio es aceptada a cambio de la intervención real en asuntos eclesiásticos como el nombramiento de jerarcas católicos. [27-28]
El patronato se da por concluido con la independencia de las naciones de América. Sin embargo, todas las nuevas naciones iberoamericanas deseaban continuar con el patronato, cabe señalar que fue el estado Vaticano quien no los reconoció. Aún así, se busco una relación especial para la Iglesia católica. Las proclamas de Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, así lo establecen al darle al catolicismo el reconocimiento de una religión nacional. Ambos próceres fueron sacerdotes y también fueron juzgados por la Santa Inquisición acusados de abusar de su situación clerical. Agustín de Iturbide dio reconocimiento oficial a la Iglesia minoritaria durante su corto gobierno imperial. Desde 1824, las primeras constituciones mexicanas mantienen el catolicismo como el único credo reconocido legalmente. A pesar de ello, la alta jerarquía católica desde Roma se mantuvo con reservas frente a los países que se habían separado de la monarquía ibérica. Los pensadores conservadores abogaban por un acercamiento o retorno al catolicismo colonial. [28-29]
El triunfo de los sectores liberales cambiaría esta situación. Uno de los postulados que mantenían sus pensadores era la necesidad de limitar el poder de la jerarquía católica para construir un estado fuerte y realmente autónomo. Bajo el gobierno de Benito Juárez el proyecto liberal de laicización se vuelve una realidad. La reforma juarista pone las bases del Estado laico en México. En 1859, se establece por primera vez en el país la separación Estado-Iglesia. El reconocimiento de la libertad de creencia permite por primera vez la entrada legal de religiones distintas al catolicismo. Iglesias protestantes son fundadas en diversas poblaciones, sobre todo en las ciudades del norte. [29-30] Se establecen el registro oficial de nacimientos y defunciones, el matrimonio civil y así como los primeros panteones ajenos a los templos (proceso denominado "la secularización de los cementerios", permitiendo el entierro de los restos mortales de personas que no practicaban el credo dominante). Las propiedades de la Iglesia católica fueron nacionalizadas, así pasando los extensos bienes acumulados durante siglos a la disposición del gobierno. [27, 31]
En cambio, la dictadura porfirista (1880-1910) permite cierto reposicionamiento a la iglesia católica, que recupera su influencia social, aunque sin alterar su situación legal. Porfirio Díaz no derogó las disposiciones anticlericales de la constitución de 1857, simplemente no las aplicó. Esta actitud oportunista o pragmática (según el punto de vista del observador) sería recuperada después por otras administraciones. La formación de un Partido Católico Nacional en 1911, propicio un escenario donde la iglesia mayoritaria volvía a influir sobre la política nacional. El desafortunado apoyo de los católicos organizados al usurpador Victoriano Huerta provoco el rechazo de los demás participantes en la contienda revolucionaria. [28, 32]
La constitución de 1917 crea una nueva situación donde las restricciones legales a las instituciones religiosas son aún más severas que las limitantes anteriores derivadas de la reforma. A partir de esta legislación a las agrupaciones religiosas se les prohíbe tener bienes o capitales de cualquier tipo. Los partidos confesionales son vetados. Los ministros de cultos no pueden votar ni ser votados. Tampoco pueden pronunciarse públicamente en asuntos políticos desconoce la personalidad jurídica de las instituciones eclesiales. Las órdenes monásticas son prohibidas. Los documentos de las instituciones religiosas de educación no tienen validez oficial. Los actos de culto son proscritos fuera de los templos, si bien se debe reconocer que esta limitación casi nunca fue aplicada. En cambio, el estado reconoce que la educación pública será libre y laica. [33] Sin embargo, si se reconoce en la legislación la libertad de religión y de creencia. Las minorías religiosas encontraron que podían adaptarse las restricciones debido a que muchas de las medidas iban dirigidas especialmente a la agrupación religiosa dominante que si tenía todavía importantes bienes e impacto social. Algunos de los primeros gobiernos revolucionarios incluso tuvieron integrantes importantes que eran de afiliación protestante, entre los cuales destacan las figuras de Andrés Osuna, Aarón Sáenz, Moisés Sáenz y Alfonso Herrera 2. [30-34]
Las medidas legales constitucionales en realidad fueron demasiado difíciles de aplicar. Los esfuerzos de Plutarco Elías Calles de aplicarlas mediante sanciones penales conocidas popularmente como "La ley Calles" de 1926 dio como resultado una lucha armada. El conflicto de la guerra cristera de la segunda y parte de la tercera décadas del siglo pasado tuvo excesos brutales de ambos lados de la contienda. [30] Se llego a aceptar arreglos de convivencia para lograrla entre el gobierno y las instituciones eclesiales. El largo periodo del modus vivendi (forma de vida en latín) implica una aplicación simulada de la legislación con complicidad tanto del estado como de la iglesia católica y menor grado de otras instituciones religiosas). La manera específica como se da la interacción Estado-Iglesias sé ira variando según cada administración. Esta connivencia forzada va durar desde mediados de los treinta hasta principios de los noventa. [35] Quizás lo más sorprendente, es que esta situación tan particular haya persistido durante tanto tiempo.
Es durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari cuando se dio un cambio notable. Las modificaciones constitucionales de 1992 y la nueva ley de asociaciones religiosas y culto público dieron un nuevo estatus a las iglesias. Las religiones minoritarias tuvieron una intervención muy activa en las discusiones previas a la elaboración y aceptación de las modificaciones legales. [36-37] La nueva ley fue aprobada por el Congreso y entro en vigor el 15 de julio de 1992, después de ser publicada en el Diario oficial de la federación ese día3. A partir de la nueva normatividad se crearon bases legales claras para normar las relaciones entre las iglesias y el Estado. Las agrupaciones se consideran desde una perspectiva contemporánea y actual a estas instituciones como entidades jurídicas reconocidas legalmente. Se exige a las colectividades de creyentes el registro oficial como asociación religiosa para obtener el reconocimiento legal. El registro exige que las agrupaciones cumplan con los requisitos que la ley fija para constituir una asociación religiosa. Es sumamente importante que se reconozca la igualdad ante la ley de todas las asociaciones religiosas registradas y reconocidas. Afortunadamente, se evitó darle un peso excesivo a una iglesia (la católica, obviamente) en detrimento de las otras asociaciones (lo cual sí sucedió en las legislaciones actuales de España, Italia y Argentina, como muestran Bosca, [39] y Da Costa [40]). Se mantiene la separación Estado - Iglesia, pero es reelaborada. Los ministros de culto son reconocidos oficialmente por el Estado. También se reconoce que las asociaciones religiosas puedan tener bienes y propiedades propias. La legislación obliga a las asociaciones religiosas a no afectar los derechos individuales de las personas en su integridad física o moral. Por primera vez, se dispone que los conflictos entre las religiones podrán ser resueltos por la mediación de las oficinas de gobierno correspondientes, Como veremos más adelante, el problema no reside en la legislación en sí, que es la adecuada, sino en la manera como ha sido aplicada.
Pluralismo Religioso en México
El último censo del 2000 da los datos siguientes que son importantes para el análisis. El 87.9% de la población mexicana se considera como católica. El 12% no se ubicó como católica. De este sector, el 7.6% se adscribe a una religión minoritaria y 3.5% se declaro sin religión. El grupo restante simplemente no respondió (ver tabla 1). La disminución de la población católica en términos porcentuales es claramente progresiva. El descenso del catolicismo ha sido constante como se puede ver en la siguiente tabla basada en los censos de las últimas décadas. El descenso en creyentes católicos es progresivo y es sumamente difícil que pueda ser revertido una tendencia social que ha ocurrido durante medio siglo (ver tabla 2). Es notable que la baja más acentuada se dé entre 1970 y 1990, lo cual coincide con un periodo de notable crisis económico-social en el ámbito nacional. Sin ser deterministas, si se puede reconocer la conocida interacción entre cambio religioso y periodos de intensos modificaciones societales, que ha sido destacada por diversos especialistas. [6, 8, 15]
Tabla 1. Religión en México según el Censo 2000 [41]
Religión |
Porcentaje |
Católica |
87.9% |
Minoría Religiosa |
7.6% |
Sin religión |
3.5% |
No respondió |
1.0% |
Tabla2. Porcentaje de Población Católica en Censos [41]
Censos |
Porcentaje |
1950 |
98.2% |
1960 |
96.5% |
1970 |
96.2% |
1990 |
89.7% |
2000 |
87.9% |
Actualmente la diversidad religiosa del México actual marca diferencias importantes desde el ámbito regional. [43] Las diferencias entre las distintas regiones son realmente notables. Se mantiene una parte del centro occidente del país como el núcleo duro del catolicismo, donde la presencia de las minorías religiosas se encuentra por debajo del promedio nacional. Esta área abarca los estados de Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro y Jalisco. El mayor descenso en la adscripción al catolicismo se da en las entidades federativas del sureste como Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo. Los estados fronterizos del norte tienen una presencia fuerte de minorías religiosas aunque no tan pronunciada como en el sureste. El Distrito Federal y el Estado de México tienen una distribución de creencias muy parecida al promedio nacional. La entidad federativa con mayor porcentaje de población católica es Guanajuato, con 96.4%.La entidad federativa con menor porcentaje de población católica es Chiapas, donde solo alcanza el 63%. La diferencia entre los dos extremos es muy grande, sobre todo cuando
se considera que están dentro de un solo país4 (ver tabla 3).
Estado |
Porcentaje |
Guanajuato |
96.4% |
Aguascalientes |
95.6% |
Jalisco |
95.4% |
Querétaro |
95.3% |
México |
91.2% |
Distrito Federal |
90.4% |
Nuevo León |
87.9% |
Chihuahua |
84.6% |
Baja California |
81.4% |
Quintana Roo |
73.1% |
Campeche |
71.3% |
Tabasco |
70.4% |
Chiapas |
63.8% |
Es notable la importancia de la diversidad religiosa en el sector indígena. [46] Según los datos de Serrano, et. al., [47] el porcentaje total de católicos en los municipios con población indígena mayoritaria es más bajo que el promedio nacional: 80% con respecto a 87.9%. Así también, el porcentaje de no católicos en estos municipios con población indígena significativa es notablemente mayor al promedio nacional y llega a 19.2% en contraste con 12% general. Esto significa, de manera figurativa, que de cada 10 personas indígenas en México, 2 no son católicas. [46] De los 54 municipios donde la población que se reconoce como católica es minoritaria, salvo un caso (Riva Palacio, Chihuahua, donde residen menonitas y mormones), todos los otros tienen una presencia significativa de personas identificadas como indígenas y son rurales. [43] Estas localidades se encuentran en los estados de Chiapas (34), Oaxaca (13), Veracruz (4), Campeche (1), y
Puebla (1)5.
Actualmente, hay seis mil quinientos asociaciones religiosas registradas ante la Secretaría de Gobernación. Las minorías religiosas fueron clasificadas en el censo de la siguiente manera, protestante y evangélico, bíblico no evangélicas, y otras religiones. La primera categoría comprende las iglesias cristianas derivadas de la reforma protestante. Incluye a las asociaciones religiosas siguientes entre otras, Metodistas, Presbiterianas, Bautistas, Congregaciónales, Nazarenos, Menonitas, Asambleas de Dios, Apostólicos de la Fe en Cristo, Iglesia Cristiana Bethel, Movimiento de Iglesias Evangélicas Pentecostales Independientes, Amistad Cristiana y Luz del Mundo (ver tabla 4). Las asociaciones religiosas ubicadas como bíblicas no evangélicas son básicamente tres, Adventistas del Séptimo Día, Testigos de Jehová, y Mormones (autonombrado como Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días). Estas agrupaciones no son evangélicas por su interpretación de la Biblia que es ajena a la tradición evangélica protestante o por la inclusión de textos sagrados adicionales (como el caso del Libro del Mórmon). Por último, entre las asociaciones religiosas más importantes de la última categoría censal se encuentran las siguientes Judaica, Budista, Islam, Nativista, Espiritualismo Trinitario Mariano y Esoterismo. Cabe señalar que la categoría de Sin Religión no solo incluye los ateos declarados, sino también personas que en áreas donde se dan conflictos por creencias no quisieron declararon su afiliación. La siguiente tabla muestra los porcentajes que tuvieron en el censo del 2000 estas categorías mencionadas arriba. Consideremos que implicaciones tiene esta creciente pluralidad religiosa para la laicidad tanto de la sociedad como del estado en México.
Religión |
Porcentaje |
Protestantes y evangélicas |
5.2% |
Bíblicas No evangélicas |
2.0% |
Otras religiones |
0.5% |
Sin religión |
3.5% |
No especificado |
0.9% |
Discusión
Un problema que continua siendo preocupante es la persistencia de formas de intolerancia y discriminación religiosa en el país. La expulsión de miembros de disidencias de creencia de las comunidades, efectuadas por sectores tradicionalistas ha sido la forma más extrema como se expresa la intolerancia religiosa. El caso más conocido sigue siendo el san Juan Chamula, municipio indígena tzotzil de los Altos de Chiapas. Durante casi tres décadas fueron expulsadas más de veinte mil personas por negarse a participar en el sistema de cargos religiosos y fiestas patronales. El grupo dominante en el municipio se autodenomina como "tradicionalistas" y retuvo las tierras de los afectados. Originalmente los expulsados fueron protestantes, pero incluso fueron afectados catequistas católicos progresistas que se opusieron a las autoridades tradicionalistas. Esta situación lamentable continuó por el desinterés prolongado de las instancias de gobierno por intervenir en un contexto conflictivo. En otras localidades de Chiapas, han ocurrido expulsiones, pero en una escala mucho menor. [51, 54] Las acciones de la administración del gobernador Pablo Salazar Mendicuchía (2000-2006), quien por cierto procedía de una familia protestante, tuvieron un impacto favorable para resolver los conflictos. Fue importante para tal fin, establecer una oficina estatal de Asuntos Religiosos, con representaciones en diversas localidades. Lamentablemente, si bien las expulsiones en Chiapas han disminuido notablemente, continúan en las entidades federativas de Jalisco, Oaxaca y Guerrero, con frecuencia bajo la excusa de la defensa de los "Usos y Costumbres Tradicionales" de grupos étnicos. Pero se debe señalar que actos de discriminación también han sucedido en áreas mestizas. Cabe señalar que casos de intolerancia religiosa hacía minorías religiosas también se han dado en Hidalgo y el Estado de México, en localidades que no son indígenas. Un ejemplo de intolerancia religiosa prolongada contra minorías religiosas se dio en localidad de san Nicolás, en Ixmiquilpan, Hidalgo. Instancias federales tuvieron que actuar en la resolución de este conflicto. [55]
Los cuestionamientos a la laicidad se han dado durante las últimas administraciones federales vinculadas al Partido de Acción Nacional, particularmente en la aplicación de la ley. Se ha atestiguado el uso amplio de los símbolos religiosos para fines de proselitismo político (especialmente durante el gobierno de Vicente Fox, 2000-2006). La manipulación de objetos como crucifijos y estandartes guadalupanos, así como posturas corporales de sumisión durante la última visita papal de Juan Pablo II de parte del representante del ejecutivo fueron hechos inadecuados que no debieron suceder dado que el presidente era precisamente el encargado de cumplir la ley. (Irónicamente, V. Fox estaba divorciado y tenía segundas nupcias, por lo cual no podía comulgar según los preceptos de la asociación religiosa mayoritaria. Recientemente fue anulado su primer matrimonio por el Vaticano).También se han dado muchos casos polémicos desde escenarios locales o regionales donde se otorgan privilegios a la jerarquía católica, tal como el uso de fondos estatales o municipales para la construcción o ampliación de los espacios sagrados de la religión dominante. El conservadurismo ha tenido impacto sobre la aplicación de diversos programa sociales que son parte de políticas públicas, muchas veces en el nombre de conceptos de creencia. [56] Tales actos si representan un retroceso frente a la laicización del estado.
Un ejemplo es caso polémico de los reconocimientos de los derechos reproductivos. Ahora bien, si se logró la despenalización del aborto en el Distrito Federal desde el 2007, no obstante la oposición de todas las iglesias monoteístas, se debe señalar que en varias entidades se ha dado como una respuesta la criminalización de cualquier forma de interrupción del embarazo. En 2009, 17 estados de la República legislaron por la penalización absoluta del aborto, bajo el argumento de la defensa de la persona humana desde el momento de la concepción. [57] Entre las entidades que han aprobado dichas medidas se encuentran Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Durango, Colima, Nayarit, Baja California, Chihuahua, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, y Veracruz. Es necesario preguntarnos si es licito que un problema de salud pública que afecta directamente a las mujeres sea resuelto por referencia a lo que algunas instituciones predisponen como una normatividad propia para su feligresía. Es necesario resaltar que los legisladores y funcionarios públicos deben evitar imponer sus creencias particulares al conjunto de la población, dado que fueron elegidos para actuar por el interés de toda la sociedad. [2]
Lamentablemente, el desempeño de las instancias de gobierno que deben vigilar para que no se presente la discriminación religiosa puede mostrar contradicciones. Veamos un caso controvertido reciente. La Iglesia Católica Tradicional México-USA tenía, ante la Secretaría de Gobernación, el registro SGARR-2573/ 2003, que la reconocía legalmente como una asociación religiosa. Su orientación original era la defensa del ritual litúrgico tridentino del catolicismo romano, fundado por el sacerdote excomulgado Marcel Lefebre. En fechas recientes, el arzobispo primado de la Iglesia Católica tradicional México-USA, David Romo Guillén, incorporo a la liturgia figuras de un esqueleto con guadaña y vestimenta diversa, que se conoce popularmente como la "Santa Muerte". Se establecieron también rituales honrando a la Santa Muerte y se adoptó a esta entidad como un ser sagrado con poderes sobrenaturales. El templo de la asociación pasó a designarse como el santuario Nacional de la Santa Muerte. En abril de 2005, la Secretaria de Gobernación señaló que la Iglesia dirigida por Romo había perdido su registro legal como asociación religiosa, siendo ésta la primera ocasión en que se llega a revocar este reconocimiento a una agrupación. El motivo para la denegación era que la Iglesia Tradicional México-USA no había informado a Gobernación del cambio de su doctrina. Sin embargo, este argumento es muy pobre, dado que la ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en ninguna parte establece que el cambio de rituales y creencias de una religión amerite sanción alguna. Lamentablemente, la instancia federal actuó influida por la imagen pública negativa que se ha construido en los medios sobre esta agrupación. [54, 58]
Conclusión
¿Es México, secular, laico o qué? ¿Qué somos ahora? Diversas encuestas y la resolución de conflictos recientes muestran claramente que sigue habiendo un apoyo fuerte de la sociedad civil a la laicidad como una forma adecuada para la conducción de la sociedad. [31, 47, 59] Esto no implica un rechazo generalizado hacia la religión, sino el respeto amplio a todas las formas de creencias que mantienen los miembros de la sociedad, evitando privilegios o distinciones. Si bien como hemos visto la gran mayoría de los mexicanos pertenecen a una religión, hay campos donde las restricciones a las intervenciones de las instituciones religiosas son validadas, particularmente en lo que se refiere a la política. Esto es parte de una herencia histórica que reafirma una memoria colectiva que subraya los peligros de la interacción excesiva de las jerarquías eclesiales en las tomas de decisiones de los gobernantes. Recientemente, el ex rector de la Universidad nacional Autónoma de México y el medico, Dr. Juan Ramón de la Fuente señalo,
“Laicidad y tolerancia son dos de los grandes temas de ese liberalismo mexicano que hoy exige a las fuerzas progresistas del país una nueva articulación capaz de retomar el camino de la convivencia, que es el mejor camino de la República... Es un mecanismo de inclusión, porque todos somos ciudadanos, pero no todos somos feligreses”. [60:39]
En el contexto internacional actual se da una tendencia mundial hacia el pluralismo religioso, así como también en la mayoría de los países por la defensa de los derechos religiosos, así como de la libertad de creencia. La globalización ha acentuado la movilidad creciente de los creyentes así como de las asociaciones de creencia. Los medios masivos de comunicación han dado nuevos significados a las comunidades de creyentes. Las asociaciones han retomado nuevas formas de difusión con avidez, como lo muestra cualquier consulta de Internet a temas vinculados a la búsqueda de lo sagrado. El monopolio de una sola institución religiosa solo se da actualmente en algunos países musulmanes que limitan severamente la libertad religiosa de sus ciudadanos. [2, 7] Esta situación es considerada más bien anormal. Recuerdo cuando estuve hace poco en una entrevista de radio en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. La locutora me preguntó así, "¿Cómo piensa usted que se percibe en el mundo de que haya tantas religiones en Chiapas?". Le contesté, "Creo que se va considerar que es una situación totalmente normal en el escenario actual".
El reconocimiento internacional de los derechos de las minorías es parte de un proceso de globalización que en si es positivo. El problema de la reglamentación legal de la diversidad religiosa ya ha rebasado el nivel del Estado-nación y se ha convertido en un escenario mundial, donde las aplicaciones de los acuerdos o convenios internacionales son intensamente debatidas por los distintos agentes implicados. [13, 61] La estigmatización de la diferencia conlleva consecuencias negativas para todo el grupo social, motivando sufrimiento humano que afecta no solo a los individuos implicados, sino también a sus familias y amistades. [20] La sociedad que reconoce el valor del pluralismo está mucho mejor adaptada para los cambios continuos que imponen los procesos de mundialización. Sin duda, la erradicación de la intolerancia hacia las personas que tienen elementos de alteridad social permite el afianzamiento de una sociedad más equilibrada y democrática. La eliminación de la discriminación hacia la diferencia es una meta importante que no puede ser postergada en una sociedad cambiante que va orientarse hacia un papel creciente en el orden internacional. La responsabilidad de la construcción de la tolerancia y el reconocimiento de la diversidad recae sobre los diversos actores sociales, desde las iglesias mismas, el estado, los medios de comunicación y investigadores o analistas.
El retroceso de la laicidad implica el retorno de distinciones entre los credos, permitiendo privilegios hacia una asociación religiosa particular en detrimento de los derechos de las demás. La lucha contra la discriminación y la intolerancia exige una postura neutral clara de parte del estado y las instancias de gobierno. Estos elementos son mantenidos desde una postura orientada hacia un proceso de laicización que mantiene la igualdad de todos los sistemas de creencias ante la ley. La defensa de laicidad contemporánea no debe implicar de ninguna manera el retorno a posiciones anticlericales. Al contrario implica la coexistencia pacífica de todos los credos. El papel del estado como mediador en los conflictos ya ha sido mencionado. Esto es implica una clara neutralidad de las instancias de gobierno. Es necesario rechazar el uso individualista de aspectos religiosos para propósitos de proselitismo político porque violan claramente el acuerdo legal de evitar la creación de privilegios entre los sistemas de creencias. Aceptar la distinción entre las religiones para dar ventajas al grupo religioso mayoritario o predominante frente a las minorías es una peligrosa vuelta a un pasado que ya se había superado. Es importante reconocer que la laicidad o el Estado laico es un garante de la unidad nacional en un país cada vez más diverso en lo religioso. Es importante asegurar la construcción de una sociedad nacional donde caben tanto el católico estricto de Guanajuato, como el totonaca pentecostal de la sierra norte de Puebla, así como el adepto a la santa Muerte en Iztapalapa. El proceso de laicización mexicana una tradición histórica que ha sido propia del estado y la sociedad nacional. Vale la pena defenderlo para asegurar un futuro adecuado a un país cada vez más diverso.
1 Una polémica importante sobre la aplicación de la laicidad en la Francia actual, se ha dado desde la prohibición del uso del velo islámico a alumnas de las escuelas públicas desde 1989. Fue establecida originalmente la prohibición de "signos religiosos ostentosos" en el ámbito escolar para promover la igualdad entre los creyentes y no creyentes. Sin embargo, la medida provoca verdaderos problemas para las jóvenes musulmanas, quienes no aceptaban renunciar a un atributo de su identidad colectiva. En otros países europeos se mantiene una discusión fuerte sobre el papel del Islam en las sociedades occidentales. [7] Hervieu-Leger, [6] señala como dicho conflicto muestra una necesidad de actualizar la discusión sobre la recomposición de la laicidad, que debe readaptarse según las condiciones cambiantes de la sociedad. Es necesario señalar que la tolerancia de las diferencias debe significar un mayor reconocimiento de las distinciones individuales, no lo contrario, como argumentaremos más adelante.
2 Andrés Osuna fue secretario de educación Pública desde 1914, durante la administración de Venustiano Carranza. Moisés Sáenz fue secretario de Educación Pública desde 1924, durante el gobierno de Álvaro Obregón. Es considerado un pionero de antropología mexicana, por sus aportes a la educación indígena. Su hermano, Aarón Sáenz fue nombrado jefe de gobierno del Distrito Federal durante la misma administración. Alfonso Herrera fue un connotado biólogo, rector de la Universidad Nacional de México durante la década de los veintes y fundador del jardín botánico y zoológico de Chapultepec. Es interesante que todos habían pertenecido a la Iglesia Metodista. [29-30, 34]
3 Ha sido motivo de especulación porque decidió Salinas de Gortari (CSG) modificar la constitución. Las elecciones que lo llevaron a la presidencia en 1988 fueron muy controvertidas y el proceso electoral dejó dudas fuertes sobre el resultado final. El nuevo ejecutivo busco claramente la legitimidad de la Iglesia católica, invitando los prelados de mayor jerarquía a su ceremonia inaugural, el 1 de Diciembre de 1988. Desde el ámbito internacional, la legislación mexicana era considerada como muy anacrónica y en violación de los derechos humanos por sus severos limites a la libertad religiosa. Salinas se preocupaba mucho por la posición mundial del país y deseaba presentar una imagen de un estado progresista y de vanguardia. Por último, CSG declaró en su libro, “México, un paso difícil a la modernidad” que lo que realmente lo motivó a la acción directa en este campo fue una entrevista personal con el Papa Juan Pablo II. [38]
4 En contra de lo que se podría esperar según la teoría clásica de la secularización, [10, 42] en México no hay una correlación directa entre urbanización y cambio de religión. Las ciudades de Monterrey, Guadalajara y el Distrito Federal no tienen porcentajes altos de no católicos. [43] En contraste, en otras partes de Latinoamérica, las grandes metrópolis si presentan el mayor grado de diversidad religiosa. Por ejemplo, en Brasil, destacan Rió de Janeiro y San Paulo, como núcleos importantes del pluralismo de creencias. [44:571-593] Así tambien, en Argentina, la ciudad capital, Buenos Aires, presenta la mayor diversidad religiosa de la nación. [39] En México, el peso de las diferencias regionales parece ser más determinante para explicar el desarrollo de las diversidades de religiones como lo anota De La Peña. [45]
5 Son diversos los factores que intervienen para dar cuenta del cambio religioso en la población indígena. El sacerdocio católico tiene problemas para atender este sector. Como muestra Ai Camp, [48] los religiosos y religiosas ordenados de la iglesia católica provienen sobretodo del núcleo duro del Bajío (Aguascalientes, Querétaro, Jalisco, Guanajuato) y de la ciudad de Puebla. Su cultura es de orientación hispánica y conservadora. La misma jerarquía vaticana ha puesto límites al desarrollo de la teología indígena desde su propia institución, como lo denuncia Boff. [49] En cambio, las asociaciones protestantes y evangélicas se han esforzado mucho en formar predicadores y pastores indígenas que trabajan en sus propias comunidades y hablan los idiomas autóctonos. [50] El combate al alcoholismo y a la violencia interfamiliar, así como el apoyo a los migrantes, son prácticas sostenidas por las asociaciones protestantes que son apreciadas positivamente por numerosos creyentes indígenas. [51-53]
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