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N, R I I
/ Alejandra González Guerrero
M’
plataforma de la República Islámica, el régimen posrevoluciona-
rio también debió tener en cuenta los intereses nacionales de Irán
al congurar su política” (Zimmt, 2017, p. 136).
La
RII no adoptó, ni reprodujo el nacionalismo como se venía
desarrollando desde los Qayar, sino que seleccionó lo que se acomo-
daba a sus deseos e intereses, y lo adaptó a sus discursos. Entonces,
a pesar de que “Jomeini era especialmente cauteloso con el naciona-
lismo en el período inmediatamente posterior a la victoria de la re-
volución porque el tipo particular de nacionalismo que había adop-
tado el Sha era, en muchas formas, contradictorio a la ideología de
la revolución y porque el período posrevolucionario exigió una rup-
tura decisiva con el régimen anterior” (Samuel, 2017, p. 258).
La
RII adoptó el nacionalismo como fuerza para impulsar la
cohesión necesaria para sobrevivir a una revolución y una guerra,
ya que “los líderes de la República Islámica de Irán encontraron el
nacionalismo no solo útil, sino atractivo” (Ansari, 2012, p. 232),
los líderes entendieron que el nacionalismo no era únicamente
lo que los Pahlavi habían planteado, sino una forma de unirse y
exaltar la identidad iraní, sin que esto signicara el rechazo a la
identidad islámica. La República Islámica logró tejer la religión
islámica con el nacionalismo iraní y, hasta el presente, este tejido
sigue siendo una relación exitosa en Irán.
Uno de los primeros grandes hitos en el devenir de la idea de
iranidad fue la conversión religiosa, pues el Islam se asume como
una religión que hermana a todas las personas adscritas a ella. La
ummah se convierte en la principal comunidad de los creyentes,
ya que “el Islam se declaró como la creencia de la hermandad. Lo
principal era la fe y lo que diferenciaba era ser creyente o no, no
si era árabe, persa, turco o tayiko” (Meskoob, 2015, p. 96). Como
ya he mencionado, los iraníes se convirtieron al Islam y se volvie-
ron parte de la ummah, pero permanecieron iraníes al conservar
su historia anterior y exaltar sus aportaciones a la religión. Este
hecho tampoco es monocausal, a pesar de que se ha tratado de se-
ñalar algunas razones como únicas, por ejemplo, Meskoob (2015)
asegura que “mantuvimos una nacionalidad o, mejor dicho, nues-
tra identidad nacional, nuestra iranidad, mediante la bendición