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E
/ Marlene Hernández Morán
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actividades económicas, ya que, de lo contrario, los problemas
generados pueden pesar más que los benecios, como lo es la con-
taminación de los sitios, el encarecimiento de zonas turísticas, la
delincuencia, etc.
El turismo cultural, sin embargo, contempla más que la visita
a los sitios declarados como patrimonio mundial por la
UNESCO,
museos, galerías u otros recintos que regularmente son concebi-
dos como contenedores de la cultura. Son otros espacios los que
son visitados con el objetivo de iniciar o profundizar un acerca-
miento con la cultura de una población o civilización concreta.
En este sentido, el término de cultura, inacabado y sin un con-
senso en su conceptualización, se considera, para efectos de este
artículo, como “el modo total de una sociedad, la herencia de ense-
ñanza social acumulada, compartida y transmitida por sus miem-
bros. Abarca todas las creaciones del hombre: modos de pensa-
miento, sistema de valores, la religión, las costumbres, los símbolos
y los mitos; pero también sus obras materiales” (Sierra, 2002, p. 11).
Diversas teorías de las Relaciones Internacionales se encuen-
tran con importantes limitantes para analizar las dinámicas
culturales, pues, aunque participan gobiernos, el Estado no es el
actor central. No obstante, el constructivismo es el enfoque teó-
rico idóneo para analizar el impacto del turismo cultural en las
relaciones internacionales y, de forma particular, como un sector
de resistencia política y cultural.
Alexander Wendt y otros constructivistas aseguran que en el
escenario internacional son las ideas las que imperan y constru-
yen sus estructuras. “Son los signicados colectivos los que con-
forman las estructuras que organizan nuestras acciones” (Wendt,
2005, p. 7), es decir, las ideas enmarcan las acciones de los actores
estatales y no estatales.
Asimismo, Wendt establece que “los actores adquieren iden-
tidad —expectativas e interpretaciones del yo relativamente esta-
bles y acordes con su papel— mediante su participación en estos
signicados colectivos. Las identidades son inherentemente rela-
cionales […] las identidades son las bases de los intereses” (Wendt,
2005, p. 8). Tales identidades son construidas por individuos y se