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La mujer en Libia: un antes y un
después de la revolución de
2011
(
2006-2014)
Jorge Ángel Jiménez Moreno*
R esumen
L
a colaboración de la mujer libia en la Revolución de 2011 fue
sin duda manifestación de la enorme participación política
que ha caracterizado por largo tiempo a los habitantes de la re-
gión y a la mujer en especíco. Sin embargo, una vez terminada la
Revolución libia, su situación entró en crisis hasta encontrarse en
las condiciones precarias actuales. A diferencia del régimen gada-
sta, en el cual la mujer libia alcanzó proezas muy sustanciales, su
condición en el período pos-Gada ha observado un retroceso
de gran envergadura, materializado en una nula agencia y poca
—e incluso inexistente— voz política en los asuntos nacionales.
Además, con la inestabilidad provocada por las tensiones entre
las facciones existentes en Libia durante 2012 y, aunado a ello,
el restallido del conicto en 2014, la posición de la mujer se ha
deteriorado aún más. El presente artículo tiene como objetivo
comparar la situación de la mujer libia entre ambos períodos, de
modo que además se subraye las implicaciones que el conicto ha
tenido en la posición de la mujer en los primeros años del nuevo
Estado de Libia.
Palabras clave
Revolución, conicto, mujer, agencia, Libia.
*
Tesista de la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Benemérita Universi-
dad Autónoma de Puebla. Asesora del artículo: Mtra. Marcela Álvarez
Pérez. Contacto: jorge.jimenezmore@alumno.buap.mx ORCID:
https://orcid.org/0000-0001-5501-0749
260
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/ Jorge Ángel Jiménez Moreno
M
Fecha de recepción Fecha de aceptacion:
marzo de 2021 junio de 2021
Women in Libya: Before and aer the 2011 revolution
(2005-2015)
Keywords
Revolution, conict, women, agency, Lybia.
Abstract:
Libyan womens involvement during the 2011 revolution was undoubt-
edly a manifestation of political participation that long characterizes
the people of that region. However, once the Libyan revolution was
over, their situation worsened until they found themselves in the cur-
rent precarious conditions. In contrast to the Qadha regime, during
which Libyan women achieved very substantial feats, their status in
the post-Gadha period has seen a signicant setback, materialized in
the absence of agency and little -or even no- political voice in nation-
al aairs. e political instability is due to factional tensions in Libya
during 2012 and the resurgence of the conict in 2014. In this context,
the position of women has increasingly deteriorated. is article aims
to compare the situation of Libyan women between the two periods,
thereby also seeking to highlight the implications that the conict has
had on the position of women in the early years of the new Libyan state.
Introducción
Son cuatro los estigmas a los que la mujer libia se enfrenta al con-
siderarla incapaz de participar en la conguración y construcción
del Estado: ser africana, árabe, musulmana, pero, sobre todo, ser
mujer. Por ende, existen ciertas consideraciones sobre las preca-
rias situaciones por las que la mujer en un Estado norteafricano
como Libia experimenta de manera cotidiana. La “demoniza-
ción” de su condición como mujer tiende a enmascarar los logros
alcanzados por esta a lo largo del último siglo.
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Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
Año 7 / Número 13 / ago-dic 2021 / pp. 259-282
Sin embargo, su condición no era la comúnmente pensada
desde Occidente. Llegó el día en que, a diferencia de sus pares
africanos, y a su vez medio orientales, la mujer libia alcanzaba un
empoderamiento de gran magnitud que se reejaba en la educa-
ción, con una matrícula universitaria femenina alta; salud, con
una atención prenatal de más del 90%; vivienda, con una dis-
minución en la falta de hogares que estaba casi erradicada para
2010; derechos civiles, entre otros. Cabe aquí señalar que fue
durante el período de 42 años del régimen libio de Muammar
Al-Gada, en el que la condición de la mujer mejoró hasta al-
canzar niveles nunca antes vistos (
UNICEF, 2012; Hilsum, 2014;
Klugman, 2010 y TeleSur, 2020).
Sin embargo, el 17 de febrero de 2011 comenzó en Libia una
revuelta popular a raíz del descontento de la población con el ré-
gimen en turno, también motivada por las revueltas populares
previas en Túnez y Egipto. Tales revueltas desembocarían en una
guerra civil, que después involucraría una intervención militar.
Esta también mantuvo como objetivos el bombardeo de terri-
torios controlados por el gobierno libio en la zona costera, tales
como las ciudades de Sirte y Trípoli, y la localización del propio
líder, lo que llevaría a su brutal asesinato en noviembre del mis-
mo año.
A partir del nal del régimen de Muammar Al-Gada se
inició la retirada inmediata de las fuerzas extranjeras con el re-
sultado de una Libia proclive a la inestabilidad y la violencia. La
pluralidad de actores, con una actividad militar intensamente
activa, cada uno con intereses especícos y sin un gobierno le-
gítimamente reconocido por todas las partes involucradas, dio
pauta a una falta de cohesión política que, a la larga, repercutió
en la partición de Libia en más de dos regímenes. Pronto el con-
icto reinició mientras numerosos actores se iban sumando a la
contienda; por ejemplo, el Estado Islámico, que llegó a controlar
ciertas partes del territorio libio a partir de 2014.
Parte de las consecuencias de esta contienda ha sido la paupe-
rización de la población libia y su decaimiento social y económi-
co. La volatilidad del conicto ha creado una marginalidad en las
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ciudades libias de tal magnitud, que el desempleo, solo por men-
cionar un ejemplo, se disparó a niveles superiores que aquellos
experimentados en 2010. Aunado a ello, la violencia estructural
incentivó con creces los ujos migratorios hacia países aledaños;
como igualmente la fragmentación política ha dado paso a la
consolidación de tribalismos
1
apoyados por algunas de las partes
involucradas y controlando, a su vez, ciertos territorios.
Ahora bien, conforme a los eventos que se han presentado
al menos en los primeros cinco años después de la revolución
libia, la mujer —eje central de este trabajo— ha notado cómo
su nivel de vida social, económico, político y cultural ha caído
a niveles solo comparados con aquellos existentes antes del año
2000 (Hislum, 2014). Bajo esta tesitura, es necesario subrayar
cómo, bajo cualquiera de los regímenes y administraciones que
han gobernado el territorio libio a partir de 2012, la situación de
las mujeres libias se agravó.
El principal propósito de abordar esta problemática es ex-
plorar los múltiples obstáculos que enfrenta la mujer libia en un
escenario bélico, tema poco abordado en una región tan estigma-
tizada y que, en particular, no se le da la distinción que merece
dentro del análisis internacional. Además de la tesis principal
que señala que no solo después de la revolución de 2011 la posi-
ción de la mujer ha ido en detrimento, y que el prolongamiento
del conicto y su internalización estructural han afectado la co-
tidianeidad y los roles femeninos en la sociedad libia; también
debe considerarse que en el escenario previo a 2011, su contexto
era favorable en el régimen gadasta.
Se buscó delimitar el tema a un período de casi un lustro antes
y uno después de la caída de Muammar Al-Gada, debido a que
se toma la Revolución de 2011 como punto de partida para una
comparación adecuada, por ser el parteaguas que marca el n de
este régimen y el inicio de un periodo de inestabilidad y violen-
1
omas Bareld describe el concepto de tribu como unidad política distinta de et-
nia o nación, que sugieren identidad cultural. Asimismo, estima que las tribus se con-
sideraban unidas por lazos de parentesco u otros y constituían el más amplio nivel de
cooperación en una jerarquía segmentaria de funciones (Bareld, 2000).
263
Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
Año 7 / Número 13 / ago-dic 2021 / pp. 259-282
cia que traería consigo las consecuencias antes mencionadas. Es
decir, que persiguiendo el objetivo de visibilizar los cambios que
ha experimentado la situación de la mujer en Libia durante y des-
pués del régimen de Gada, y de demostrar que la situación de
las mujeres en particular fue mejor durante su mandato, se abor-
dan las más de cuatro décadas del periodo gadasta, así como sus
altibajos en materia de gobierno, entre otros rubros. Posterior-
mente, se analiza la Revolución de 2011, así como sus causas y
consecuencias generales.
Tras haber abarcado los hechos históricos, en el siguiente
apartado se busca explorar una aproximación teórica del rol fe-
menino en la sociedad libia antes, durante y después del cambio
de régimen. Lo que se pretende es construir un panorama para,
en términos generales, dar un contexto de la situación de cada
temporalidad respectiva en Libia, y así dar pauta al recorrido
histórico del rol femenino y llegar a los últimos cinco años del
régimen, donde los logros alcanzados por la mujer libia estaban
ya materializados. El ideario y discurso del exlíder libio también
se hacen presentes en esta parte.
Finalmente, el último apartado se ocupa de estudiar el perio-
do que va de la Revolución hasta 2015, examinando las implica-
ciones que ha tenido el conicto y las secuelas para las mujeres
libias.
Los 42 años de Gada y la Revolución libia
Las protestas populares, conocidas comúnmente como Primave-
ra Árabe, dieron inicio en Túnez cuando Mohammed Bouazi-
zi, un joven tunecino, se inmoló el 17 de diciembre de 2010 en
razón de la conscación de sus medios para vivir y su posterior
encarcelamiento. En general, la Primavera Árabe fue la respuesta
a la precaria situación económica, la concentración de la riqueza
en pocas manos y, por lo tanto, la desigualdad social; malestares
que desde hacía tiempo afectaban grosso modo a la ciudadanía del
Medio Oriente y norte de África.
Como respuesta a las movilizaciones masivas en Túnez, el 14
de enero de 2011, el presidente Ben Ali renunció tras 23 años en
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el poder. Consecutivamente, y al ver los logros alcanzados en el
pequeño país magrebí, el sentimiento de protesta llegó a Egipto,
no solo como parte del efecto dominó provocado por la virali-
zación de las protestas tunecinas en redes sociales, sino también
porque la sociedad egipcia sufría los mismos estragos políticos
y socioeconómicos. En este caso, las revueltas iniciaron el 25 de
enero de 2011. Para el 11 de febrero, Hosni Mubarak dimitió
después de 30 años en el poder.
Sin embargo, aunque se toma al caso libio como parte de la
misma inspiración a la movilización y protesta, es necesario ana-
lizarlo, tomando en cuenta los precedentes particulares durante
el estallido de las revueltas, que son bastante disímiles con respec-
to a los anteriores casos mencionados.
El 1 de septiembre de 1969 Muammar Al-Gada, entonces co-
ronel del ejército libio, encabezó un golpe de Estado contra el rey
Idris y la monarquía libia. Más adelante, con una visión de socia-
lismo árabe como vía para la construcción del Estado libio, Gada
fundó en 1977 la Gran Yamahiriya
2
Árabe Libia Popular Socialis-
ta. A partir de este momento, siguió una serie de reformas de ca-
rácter estructural en materia de cultura, política y administración.
Por ejemplo, se organizó a la Yamahiriya como una “demo-
cracia descentralizada”, y se fomentó una política relativa de des-
tribalización para la consolidación de un sentimiento de nación
libio. Además, en términos de política exterior se abrazó el pana-
rabismo (ya en plena decadencia), como línea a seguir. La visión
del socialismo de Estado para la construcción del país, poco acor-
de a los intereses de los demás Estados árabes, pronto trajo tensio-
nes con los mismos. Por este motivo, se produjo un cisma entre
Libia y sus vecinos árabes —principalmente del Golfo Pérsico—.
Como resultado de esta tensión, Libia transformó su perspectiva
y dejó de lado al Medio Oriente, para concentrar su atención en
África, donde Gada se volvió protagonista en el renacimiento
2
No hay una traducción concreta del término. La interpretación más cercana es Es-
tado de masas. En su discurso, Gada propone que los ciudadanos son los verdaderos
dueños de los recursos administrados por medio de los Congresos Populares Básicos
(Varela, 2012).
265
Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
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africano, y fue el artíce de la evolución de la, entonces llamada,
Organización para la Unidad Africana hacia la nueva y renovada
Unión Africana a inicios del siglo
XXI
3
(El Mundo, 2001).
Durante todo este periodo el proyecto de nación se puso en
boga y comenzó a dar frutos que se manifestaron en una mejo-
ra en la calidad de vida y un aumento de la alfabetización, solo
por mencionar algunos ejemplos (TeleSur, 2020). En el plano
político, en apariencia se estableció una “democracia directa des-
centralizada”, de donde surgieron los comités populares como
gobiernos locales, un Congreso General del Pueblo como su
brazo legislativo y el Comité General del Pueblo como su ente
ejecutivo
4
(Álvarez Pérez, 2019).
En los vaivenes que le siguieron durante el resto de su manda-
to hay ciertos datos que remarcar debido a su importancia como
antecedentes generales para poder explicar la revolución de 2011
y también la condición de vida de la mujer libia antes de su caí-
da. En 2010, Libia tenía el mejor índice de desarrollo humano
de toda África (Klugman, 2010). Pese a eso, cabe mencionar que
todavía un tercio de la población vivía bajo la línea de pobreza
(Alonso, 2015). Bajo esta tesitura, y a diferencia de varios de sus
vecinos africanos, Libia era una sociedad medianamente secular,
el matrimonio infantil estaba prohibido, la falta de vivienda y el
analfabetismo como malestares sociales estaban casi erradicados,
el servicio de salud era gratuito y las grandes obras de construcción
se habían puesto en marcha
5
(Alonso, 2015 y Watkins, 2006).
3
Para ahondar más en el tema, véase la Declaración de Sirte como génesis de la
Unión Africana en 1999.
4
En 1977, Muammar Al-Gada se convierte en una gura simbólica tras dejar el
poder; así técnicamente no gobierna Libia. Sin embargo, la estructuración de su na-
ción con una aparente democracia es siempre manipulada para que familiares y perso-
najes cercanos a él quedaran en posiciones militares y gubernamentales clave en todo
el aparato político.
5
Para 2011, la tasa de alfabetización general en Libia era de 89.5% mientras que la
tasa de alfabetización en población juvenil de 15 a 24 años era de 99.9% (UNICEF,
2012).
Cabe destacar otros sonoros altibajos durante su largo período. Libia ocupaba el pues-
to 146 de 178 países evaluados en índice de corrupción. El 19% de la población libia se
encontraba en desempleo (Trading Economics, 2020) y el 43% de la población con-
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Como p
uede observarse, la situación en Libia no se encon-t
tan frágil como en sus vecinos norteafricanos, por lo que la
coyuntura que va a llevar a la caída del régimen puede explicar-
se bajo otras directrices. Ciertamente, hubo el ya mencionado
efecto dominó, debido a los movimientos y triunfos populares en
Egipto y Túnez, al igual que existía una precarización en térmi-
nos sociales y económicos, en específico en la zona este del país.
Sin embargo, los intereses externos fueron los que interfirieron
con un mayor alcance de acción en el incentivo a la revolución
libia. Las protestas en el país homónimo iniciaron entre el 13 y
16 de enero de 2011, pero por motivos de demora gubernamen-
tal en la construcción de unidades habitacionales (Álvarez Pérez,
2019 y Gaddafi, 2011). El 15 de febrero entre 500 y 600 manifes-
tantes se abrieron paso para protestar por el arresto de activistas
políticos
6
(Amnistía internacional, 2011 y Álvarez Pérez, 2019).
Entre las acciones emprendidas por Gadafi, se anunció un to-que
de queda mientras que las manifestaciones se multiplicaron,
exclamando la frase icónica de las primaveras árabes, “el pueblo
quiere que caiga el régimen” (Mesa Delmonte, 2012). Eventual-
taba con un solo ingreso. También, de acuerdo con Freedom of the Press Index, Libia
era el país más censurado de todo el norte de África, dato que comparte Reporteros
sin Fronteras ubicando a Libia en la posición 160 de 178 países evaluados (Países por
libertad de Prensa, 2010). Empero, era el mejor país en cuanto al respeto de los De-
rechos Humanos, a comparación de sus vecinos. En todo caso, debe dejarse en claro
que, pese a esta diferencia, la situación de Derechos Humanos. en Libia era endeble,
La prisión de Abu Salim precisamente escenica el peor de los ejemplos como ultra-
je a Derechos Humanos.
Por otro lado, servicios básicos como agua potable, salud y electricidad eran gratui-
tos. El precio de galón de gasolina era de 14 centavos. El derecho a la vivienda era ley
y existía un bono de $50.000 dinares libios a recién casados (TeleSur, 2020 y Alon-
so, 2015). De igual forma, conforme al continuo incremento de críticas sobre la co-
rrupción en todo el aparato gubernamental a razón de la permanencia de allegados de
Gada a posiciones clave, en 2009 se votó un proyecto para combatir este malestar,
el cual evocaba la entrega de las ganancias por el petróleo libio directamente a manos
del pueblo. No obstante, un voto nacional frenó tal iniciativa al considerarse que los
comités populares no estaban lo sucientemente preparados para tarea de tal magni-
tud por lo cual se aplazó temporalmente (Álvarez Pérez, 2019).
6
Cabe destacar que a diferencia de Egipto y Túnez (solo por mencionar a países afri-
canos) el número de participantes en las manifestaciones en Libia fueron en su mo-
mento la concentración de cientos de manifestantes mientras que para los primeros
fueron miles (Álvarez Pérez, 2019).
267
Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
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mente, el gobierno emprendió una serie de acciones para frenar
las protestas más contestatarias. En consecuencia, la Comunidad
Internacional votó el 26 de febrero por medio del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas la resolución 1970, que conde-
naba el empleo de la fuerza contra civiles. El 5 de marzo se votó
localmente un Consejo Nacional de Transición, reconocido por
Francia el día 10. El 17 del mismo, se votó la resolución 1973,
con la que se estableció como sumamente necesaria la protección
de civiles, entre otras acciones.
El 27 de marzo, la
OTAN tomó el control de la campaña
únicamente por vía aérea. Con el inicio de esta intervención y
el apoyo militar a los grupos rebeldes, no al pueblo libio, Gada
nalmente es encontrado y asesinado el 20 de octubre de 2011,
terminando con una era de 42 años en el poder.
7
Feminismos en Libia: una aproximación teórica
Contrario a lo que se cree, los movimientos feministas en Li-
bia aparecieron con fuerza antes de la revolución de 2011 y han
formado parte hasta hoy del empoderamiento de la mujer en el
país norteafricano. Sin embargo, se tiene que hacer una separa-
ción entre los distintos feminismos existentes en Libia, donde se
encuentran entre muchos, dos grupos visibles: los feminismos
árabes y los islámicos. Estos también tienen una pluralidad de
vertientes. En el caso de los feminismos árabes, tienen un carác-
ter completamente secular, pues acogen a mujeres de distintos
credos (Alonso, 2015).
Estructurados sobre la base de un discurso nacionalista, his-
tóricamente han defendido la igualdad de la mujer en la esfera
pública y la complementariedad de los roles de género en la es-
7
El rol de Gada en la Unión Africana está lleno de paradojas. Sin embargo, su bru-
tal n llamó la atención de muchos gobiernos y líderes prominentes africanos, quie-
nes se pusieron a favor del líder libio y su legado. “Nadie puede negar que la amistad
y conanza entre Sudáfrica y Libia jugó un papel importante para llegar a esta solu-
ción […] eso justica nuestro punto de vista de que conversar entre sí y buscar solucio-
nes pacas sigue siendo la forma más segura de resolver las diferencias, y de avanzar
en la paz y el progreso en el mundo”, señaló Mandela en 1999, cuando se aproximaba
al nal de su período presidencial (Chothia, 2011).
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fera privada. Por su parte, los feminismos islámicos se centran
en la lucha por la igualdad en los ámbitos público y privado, y
entienden que esta no pasa por abandonar la cultura propia para
adquirir valores occidentales. Deenden que hay que volver al is-
lam, pero deshaciéndose de las interpretaciones patriarcales que
han dominado la religión a lo largo de su historia (Domínguez,
2018).
8
En ese tenor, y a partir de 1970, se observó un empodera-
miento femenino más concreto conforme a dos eventos que ex-
plican su desarrollo, al menos en Libia. Por un lado, la elevación
de matrícula educativa, pues cada vez más mujeres tienen acceso
a la universidad. Para ilustrar esto, Sameena Nazir argumenta
que para 1996 la cifra alcanzó 46%. Para 2005, ya era de un 59%
del total (Sameena & Leigh, 2005). Por el otro, la naturaleza del
discurso islamista en su replanteamiento del islam, su capacidad
para democratizar el discurso religioso y de legitimar un saber al-
ternativo desarrollado por pensadores y pensadoras, cuyo perl
diere de la trayectoria clásica de las escuelas islámicas.
Para 1990, en las sociedades de mayoría musulmana “se produ-
jo la evolución de un discurso femenino de defensa del islam a un
discurso feminista en el interior del islam” (Ali, 2014). En el caso
de las revoluciones de la Primavera Árabe, se observó la presencia
masiva de mujeres en las manifestaciones, por lo que su posición
replanteó las cuestiones de género en el seno de los movimientos
sociales y populares (Abul Hajj, 2013 y Domínguez, 2018).
Como contrarespuesta, los gobiernos norteafricanos —entre
ellos el libio— desplegaron una serie de medidas como respues-
ta a la enorme participación femenina, usando como medios la
intimidación sexual (Al Jazeera, 2011). Esta estrategia buscaba
demostrar la vulnerabilidad femenina ante la violencia militar,
generar miedo y provocar la retirada de las mujeres (Domínguez,
2018). Pero, por el contrario, también hizo del cuerpo de la mu-
8
Además de estos dos movimientos, el feminismo se ha estructurado en otras ver-
tientes, tomando en cuenta la pluralidad femenina y sus situaciones geogca y et-
no-religiosa incluso en un solo país como el Estado libio.
269
Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
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jer un símbolo de resistencia y lucha. La mujer demandó no solo
mejores condiciones de vida en términos económicos o una con-
creción de justicia e igualdad ciudadana, sino también sumaron
cuestiones de género como la exigencia de paridad en el aparato
político, mayor representatividad en el gobierno y mayor liber-
tad en la esfera pública (Hilsum, 2014). El triunfo más indeleble
fue la unicación de todos los movimientos feministas bajo y por
una misma línea de acción: la libertad, la igualdad y la equidad en
una sociedad más justa.
No obstante, y durante las revueltas en casi todos los países,
los avances feministas más signicativos han estado más relacio-
nados con cambios solamente en la mentalidad y en la concien-
ciación social de las mujeres con avances concretos en materia
de derechos y representación. Por ende, esta misma representa-
ción política de las mujeres en los consejos de transición y demás
instituciones nuevas no llegó al resultado esperado (Domínguez,
2018). Los efectos serían distintos según el país y el contexto pre-
vio a las movilizaciones en cada uno de ellos. En Libia la multi-
plicidad de actores, casi todos ellos conformados por hombres
y con un nivel de fundamentalismo religioso fuerte, facilitó que
el proceso revolucionarioquedara bajo la sombra de regímenes
autoritarios o poco legitimados presididos por el militarismo,
con retroceso incluso en cuestiones de género, como se verá más
adelante (El Mundo, 2001 y Domínguez, 2018).
La mujer durante la época gadaana: los últimos
cinco años del régimen
Basta hacer un breve recuento en el casi medio siglo que duró
el período gadasta sobre la condición de la mujer para poder
llegar a los últimos cinco años de su período y visualizar la situa-
ción más claramente. Sin embargo, también es plausible conocer
cuál era la visión del Rey de Reyes africano sobre su par femeni-
no. De manera puntual me reero al Libro Verde —su ideario
político—. Con mayor precisión, la perspectiva del autor sobre
la mujer, presenta sonoras contradicciones ambivalentes entre
progreso y retroceso en la condición femenina.
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/ Jorge Ángel Jiménez Moreno
M
Así, al inicio declara: “Es un hecho no disputado que, tanto
el hombre como la mujer, son seres humanos” (Gada, 1975, p.
80). Le otorga entonces a la mujer el reconocimiento de ser hu-
mano, y se inere que también en la frase trata su independencia
y autonomía con respecto al hombre como ente libre. Sin embar-
go, su ideario político sigue con lo siguiente:
La creencia, incluso si la tiene una mujer, de que ella lleva a cabo
una labor física propia no es, de hecho, cierta. Ella lleva a cabo
trabajo físico únicamente debido a que una dura sociedad mate-
rialista la ha colocado en circunstancias coercitivas. Ella no tiene
otra alternativa que someterse a las condiciones de dicha socie-
dad, aunque ella pueda pensar que trabaja por su propia volun-
tad. De hecho, la supuesta base de que no hay ninguna diferencia
entre hombre y mujer priva a la mujer de su libertad. Oriente la
ve como un producto para comprar y vender, mientras que occi-
dente no reconoce su feminidad
9
(Gada, 1975, p. 84).
Aquí, la situación cambia ya que para él, la mujer es oprimida
por una sociedad materialista, impuesta por las potencias impe-
rialistas en aras de capitalizar su mano de obra, en la cual, aunque
esta considere que toma sus propias decisiones, solo está atada a
las condiciones que se le imponen. Por ello, le es imperativo que
se creen mejoras en las condiciones de vida para liberarla de esta
sociedad coercitiva y así convertirse en un ente independiente. Sin
embargo, la contradicción se encuentra en que, una vez indepen-
diente, esta puede regresar a la feminidad tradicional gracias a la
separación biológica que la diferencia del hombre, con respecto a
la crianza de sus hijos y las labores del hogar, llegando a la formu-
lación de una familia que fomente la construcción de país. Así, la
mujer queda relegada a su condición de feminidad impuesta.
Son muchas más las ventajas y desventajas que se pueden en-
contrar en su ideario. Por ejemplo, reconoce que dentro del ma-
trimonio, hombres y mujeres son libres de aceptar y rechazar a
9
Traducción propia.
271
Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
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quienes ellas quieran, pero no va más allá en cuestiones más pro-
gresistas. No obstante, se remarca que para la fecha en la que la
obra fue escrita, aun presentando contradicciones, representó un
hito cuando se le compara en un mismo marco espacio-temporal
con sus vecinos.
Cabe aquí recalcar que, si bien muchos de los planteamientos
losócos del Libro Verde no se llevaron a la práctica, partiendo
de la época y en el contexto conservador en el que fue escrito,
marcó un punto de partida diferente a aquellos expuestos por
otros líderes contemporáneos. Aparte de ello, es necesario tomar
en cuenta datos que reejaron la mejora paulatina de la condición
de la mujer en el país. Todo esto se relaciona con el crecimiento
económico del Estado libio, gracias a las políticas emprendidas
bajo la bandera de socialismo de Estado. Así, se tiene que las re-
formas durante las dos primeras décadas de su mandato fueron
la nacionalización de la banca, la expropiación del petróleo y el
cobro mayor de impuestos a empresas extranjeras; acciones que
se vieron reejadas en una mejor distribución de sus rentas en un
país con amplias precariedades en sus distintas capas poblaciona-
les. Los resultados no tardaron en plasmarse en su sector social
de manera general, donde la tasa de mortandad infantil cayó del
64% al 20% (Alonso, 2015).
En la dimensión que respecta a la mujer, el régimen gadasta
destacó por la promoción de la igualdad de género. En contrapo-
sición a la mayoría de los países árabes y africanos, en el marco
jurídico legal establecido en Libia, las mujeres eran portadoras de
derechos civiles, pues contaban con el derecho a tener propiedad,
cuentas corrientes y el derecho al divorcio; todo esto sin necesi-
dad de una autorización masculina de su entorno directo, como sí
estaba establecido en los códigos legales de algunos de sus vecinos
(Hilsum, 2014). También, se decretó su derecho a ir a la univer-
sidad y a recibir igual salario. Hasta el día antes de su caída, más
de la mitad de los graduados universitarios libios eran mujeres, lo
que representó un avance exponencial con respecto a las cifras que
encontró cuando tomó el poder en 1969, donde solo menos de
un cuarto de las niñas asistía a la primaria (Hilsum, 2014).
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Jurídicamente, la legislación formulada durante los 42 años se
avocó en el apoyo y la promoción a este tema. Tómese por ejem-
plo la Ley No. 10 de 1987, conforme al matrimonio y al divorcio.
Trataba a las mujeres libias de forma más equitativa, otorgándo-
les todos los derechos que estipula la ley islámica, mientras que
agregaba otros privilegios tales como el derecho a la custodia de
los hijos dentro del hogar conyugal (
UNICEF, 2011).
Es importante mencionar que no solo abordaba la mayoría de
los temas espinosos del matrimonio y el divorcio, sino que tam-
bién especicaba que, en ausencia de un texto sobre una cuestión
en particular, los principios de la ley islámica se ajustaban al espí-
ritu de la ley libia mediante interpretaciones (Gebril, 2015).
Posteriormente, la ley No. 16 de 1985 trataba la cuestión de
la pensión básica. Esto requería el apoyo a viudas y divorciadas y,
además, decretaba que las viudas que no pudieran encontrar una
adecuada fuente de ingreso les sería garantizada una vida digna.
Debe destacarse de igual forma, la raticación de la Convención
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación con-
tra la Mujer (
CEDAW por sus siglas en inglés) en 1989 (UNICEF,
2011).
Esto tuvo efecto inmediato en reconocer a la mujer jurídica-
mente y equivaler su persona jurídica al mismo nivel que su par
masculino. Asimismo, la ley No. 20 de 1991, reforzaba esta ten-
dencia, ya que, equivalía a una declaración constitucional. Esta
ley promovía la libertad y sus 38 artículos subrayaban la igualdad
entre hombres y mujeres (Gebril, 2015). Sus artículos 2 y 3 ar-
maron que las mujeres, así como los hombres tienen derecho a
ejercer la autoridad y no se les puede negar el derecho a defender
la patria.
Como arma Jazya Gebril:
Muchas leyes posteriores siguieron la misma línea en diversas
cuestiones (políticas, económicas y sociales), todas conformes
con la noción de no discriminación por razón de sexo. Si se ana-
lizan de cerca las tendencias de la legislación libia en ese mo-
mento, fuera de sus contextos políticos, es evidente que sus ob-
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jetivos se basaban en dos cuestiones centrales: primero, disipar
las injusticias y abusos sufridos durante mucho tiempo por las
mujeres, y segundo, invocar lo que se denomina naturaleza bio-
lógica de las mujeres, especialmente en términos de determinar
qué se requería para crear condiciones adecuadas o apropiadas
para ellas, como lo expresa el líder de la revolución en su ideario
(Gebril, 2015).
Ya para 2010, la ley No. 12 armaba que todos los ciudadanos,
ya fueran hombres o mujeres, tenían derecho a trabajar. Con el au-
mento de profesionistas femeninas, esta ley prohibía la discrimi-
nación laboral en contra de estas, pero sí incluyó la discriminación
en su benecio al especicar tres meses de licencia de maternidad
totalmente remunerada. Por sí sola, la ley establecía el principio
de igualdad salarial entre hombres y mujeres “Los ciudadanos de
la Gran Jamahiriya, hombres y mujeres, son libres y disfrutan los
mismos derechos, los cuales son inalienables” (Gebril, 2015).
Si bien es cierto que con el simple pronunciamiento de las leyes
no existe la garantía de que haya cambios sociales, ya que factores
como la costumbre, la tradición y las normas sociales son ingre-
dientes que abonan a su no cumplimiento, hay que reconocer que
el establecimiento de la ley es un paso importante para dirigir a la
sociedad hacia dichos cambios. En algunos sectores, como el de la
educación, se pueden ver los resultados de las políticas guberna-
mentales, ya que para el período 2008-2012, la tasa de alfabetiza-
ción de jóvenes mujeres entre 15 y 24 años era de un 99.9%; la tasa
de alfabetización femenina, es decir, mujeres con respecto al por-
centaje de hombres, era de un 87%. También se puede ver reejada
en el sector salud, especícamente en la atención durante el parto,
donde los nacimientos atendidos por personal especializado era de
un 99.8% y la atención prenatal era de un 93% (
UNICEF, 2012).
Antes de la salida de Gada, el incentivo a la educación uni-
versitaria femenina era tal que había el apoyo para que estas
ejercieran labores tales como en la enseñanza, la enfermería, la
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administración, la medicina e incluso la ingeniería. También se
implementó la ley introducida por Gada en la proscripción de
la poligamia.
10
Sin embargo, si bien todas estas nuevas regulaciones en su mo-
mento implicaron una protección y un intento de mejorar la con-
dición femenina dentro de la Yamahiriya libia, hay que volver a
recalcar que su estado de aplicación de jure no implicaba que fuera
de facto, pues como ya se mencionó también se tiene que consi-
derar la religión —el Islam preferentemente—, las tradiciones y
costumbres que permeaban en la sociedad libia. Tras la caída del
régimen, que promovía jurídicamente todos estos cambios, estos
factores culturales, sociales y religiosos cobraron fuerza renovada
al no contar ya con los mismos límites gubernamentales.
La mujer y su condición tras la caída del régimen
No está de más señalar la enorme contribución que las mujeres li-
bias hicieron con su participación durante la revolución de 2011.
Si bien, el levantamiento a lo largo y ancho del país no ocurrió de
manera uniforme, fueron las mujeres las que se convirtieron en
uno de los actores clave para el nacimiento del nuevo régimen.
Fueron quizá las primeras manifestaciones donde se hicieron
presentes a gran escala en la historia libia.
Así, durante los ocho meses de guerra civil, además de las
ocupaciones típicas asociadas con su género, las mujeres parti-
ciparon activamente en tareas tales como tráco de armas y de
información a los combatientes, y acompañaron a los rebeldes en
actividades de alto riesgo. Muchas mujeres libias en el extranjero
retornaron a su país natal para proporcionar ayuda humanitaria
a las comunidades aquejadas por el conicto (Alberdi & Rodrí-
guez, 2012). En consecuencia, la revolución pensada que solo fue
hecha por hombres también fue realizada por mujeres, quienes
alzaron la voz en las manifestaciones en contra del régimen. Debe
10
Para mayor profundización véase LIBYA MENA Gender Equality Prole Status of
Girls and Women in the Middle East and North Africa, donde se puede encontrar la
situación de la mujer en 2010 en cuestiones clave como la ley, la salud, la educación, la
participación política, más a detalle (
UNICEF, 2011).
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considerarse que inusualmente durante la revolución, muchas
mujeres libias no usaron algún tipo de velo islámico, muestra de
secularidad y deseo de cambio de las mismas revueltas.
Sin embargo, la situación se revirtió una vez terminada la gue-
rra civil en contra de estas, comenzando a ver su posición menos-
cabada a partir de 2012 y hasta la actualidad. Ya con un Consejo
Nacional de Transición reconocido por países extranjeros como
la autoridad en turno, y una vez que Gada fue asesinado en oc-
tubre de 2011, la intervención por parte de la
OTAN también se
vio nalizada, lo que dio paso a que el 7 de julio de 2012 se llama-
ra a elecciones parlamentarias, las primeras desde 1969.
11
En estas elecciones se formó el Congreso Nacional General
(
GNC), un órgano que elaboró un plan de transición de 18 meses
mientras nuevas elecciones y una constitución estaban formulán-
dose El diseño entonces de este órgano incluyó asientos para casi
todas las partes involucradas, lo que provocaría inmediatamen-
te el surgimiento de tensiones y enfrentamientos. En mayo de
2013, de forma coercitiva la Ley de Aislamiento Político, la cual
bloqueaba la participación política a cualquier persona que hu-
biera ejercido un cargo en la antigua Yamahiriya, pero también
representaba para estos mismos sectores el señalamiento de ha-
ber sido miembros del antiguo régimen, lo que podría llevar a
actos de venganza y castigo en su contra (Kersten, 2014); todo
esto en un clima de tensión donde los tribalismos y regionalis-
mos, heredados del régimen gadasta, se fortalecían.
Para febrero de 2014, la ley estaba por vencer el plazo esta-
blecido. Sin embargo, el
GNC decidió extender la caducidad de
la ley, lo que llevaría a personajes como el Gral. Jalifa Haar a
declarar la disolución de este órgano y lanzar la operación militar
“Dignidad”, con la intención de erradicar a islamistas radicales
en Libia, quienes presuntamente habían tomado el poder en el
GNC (Salyk-Virk, 2020).
11
“Real elections were held, for the rst time in four decades. Everybody was ea-
ger to vote. We took to the streets. Even the oldest of ladies went out and proudly
showed their ink-stained ngers.” Dice Rida Al-Tubuly, profesora en farmacología
por la Universidad de Trípoli (Zurutuza, 2018).
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En junio de 2014 los islamistas fueron derrotados de lleno en
las elecciones, siendo otro el resultado de estas: la creación de la Cá-
mara de Representantes en el este libio. En el transcurso del reini-
ciado conicto, se le impidió a esta Cámara tomar Trípoli, se le de-
claró ilegal por la Suprema Corte de Justicia libia y para noviembre
se había instalado un nuevo gobierno, ahora asentado en Tobruk.
El conicto entre el
GNC y la Cámara de Representantes fomentó
una espiral de violencia, cada uno con su propio parlamento, mili-
cias y vínculos con otros actores (Salyk-Virk, 2020).
Por su parte, la mujer libia vio sofocada su posición en cual-
quiera de los regímenes, incluso en los otros que gobernaban
partes de Libia. Desde los Tuareg en el sur como cientos de mi-
licias que tenían en su control ciudades, caminos, aeropuertos,
corredores, etc.
12
Las milicias estaban fuera de control y la impu-
nidad generalizada alentó nuevos abusos y consagró la inestabili-
dad. Ejemplo de ello, es que el aumento de la violencia alentó su
resguardo dentro de sus propios hogares. No obstante, esto no
obstaculizó que la violencia perpetrara los mismos; los abusos se-
xuales, los secuestros y la trata de personas se consolidaron como
nuevas amenazas para la mujer.
En toda esta etapa, el proceso de militarización se acentúo al
intentar los gobiernos absorber a las milicias en la formación de
un ejército, acción que falló y que, por el contrario, le dio entrada
a un islamismo cada vez más radical. En ese tenor, la poligamia,
antes prohibida, se legitimó cuando el presidente interino Mus-
tafá Abdel Jalil
13
remarcó el carácter de Estado Islámico de Li-
bia
14
(Meneses, 2012-2013).
12
Se calculó la existencia de más de 500 grupos armados en el país, cada uno siguien-
do órdenes de sus propios líderes; provocando la fragmentación que experimentó y
hasta el sol de hoy sufre Libia en forma de rivalidades regionales (Meneses, 2012-
2013).
13
Puede notarse también cómo la situación de la mujer fue decayendo a partir de la
nula aparición de lideresas en posiciones clave después de 2011, hasta 2015 e incluso
hasta la actualidad.
14
“Is that what we fought for?” asked a young woman working for the interim gov-
ernment. “So Libyan men can marry four wives?” (Hilsum, 2014).
277
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Así, las mujeres que alguna vez marcharon en la revolución
desaparecieron de la escena mediante la coerción, la intimida-
ción, el miedo, el islamismo radical y la impunidad. En su inicio
apenas si había cinco mujeres entre el medio centenar de miem-
bros en el
CNT, y solo una de las 16 carteras del gobiernopro-
visional estuvo ocupada por una mujer,
15
lo cual no reejaba el
cambio esperado tras la revolución.
Es difícil el observar un panorama donde incluso la mujer li-
bia ha desaparecido de la esfera pública, “solamente salen de sus
casas acompañadas, cuando participaron en las manifestaciones
siguientes, se les obligó a marchar detrás de los hombres. En su
momento, el hiyab —siempre se le uso, pero en un grado más
bajo— volvió a ser la regla, pero también proliferó el niqab”
16
(Rico, 2011).
Otro episodio trágico fue el asesinato de la defensora de dere-
chos humanos, Salwa Bugaighis, quien murió a balazos en Benga-
si en 2014. Esto desató otra ola de violencia para la seguridad de
las activistas y defensoras de derechos humanos. La impunidad y
ausencia de rendición de cuentas por su asesinato puso en entre-
dicho la seguridad en la que vivían, y obligó a que se retiraran de
la sociedad civil. Así también serían asesinadas Fariha Al Berkawi
el 17 de julio de 2014 y la activista, también de derechos huma-
nos, Intisar Al-Hasiri en 2015
17
(Amnistía Internacional, 2018).
15
“Las mujeres dimos grandes pasos durante la guerra, entendimos que teníamos de-
recho a opinar y a participar en la sociedad, pero ahora quieren quitarnos todo lo que
hemos conseguido, asegura Fatma al Omrani, subrayando el gran número de organi-
zaciones civiles surgidas desde 2011. En 2017 el portavoz de su autoproclamado Ejér-
cito Nacional Libio anunciaba la obligatoriedad de toda mujer entre 18 y 45 años que
fuera a viajar al extranjero de ir acompañada de un mojram (guardn masculino)”
(Zurutuza, 2018).
16
“Es un claro retroceso que tiene mucho que ver con la inuencia creciente del isla-
mismo, que arraigó en los años noventa, sobre todo entre la gente más pobre y menos
educada. Ellos empezaron a presionar para cubrir a la mujer, volver a recluirla en la ca-
sa como su espacio natural y a limitar su formación educativa. Y el mensaje ha ido ca-
lando poco a poco” (Rico, 2011).
17
Amnistía Internacional ha documentado muchos otros ejemplos de violencia de
género y abusos contra defensoras de los derechos humanos en Libia, con actos tales
como agresiones, secuestros, violencia sexual y difamación en las redes sociales (Am-
nistía Internacional, 2018).
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En este orden de ideas, la migración aumentó a niveles nunca
antes vistos cuando Libia llegó a convertirse en tierra de nadie.
Mientras la inestabilidad se expandía en todo el país, miles de
libios y libias, incluso también personas provenientes de países
africanos vecinos, se movilizaron en masa camino hacia Europa,
situación por la cual Libia se transformó en una de las rutas más
transitadas. Pero también más peligrosas para estas poblaciones.
En tal sentido, han sido miles de mujeres, tanto libias como afri-
canas en general, quienes han fallecido en el intento de llegar a
Europa y que, además, se han convertido en mercancía valiosa en
este lucrativo negocio. En otras palabras, el tráco de personas
alcanzó un desarrollo ilimitado, con un cuasi gobierno con poca
capacidad de acción.
Finalmente, la creciente y aún más sorprendente participa-
ción de las mujeres fue en la Yihad con el establecimiento de
grupos islamistas radicales como el Estado Islámico, con su en-
trada en Libia o dentro de las muchas milicias que operan en el
país. Esto signicó un cambio rotundo de papeles conforme a su
posición, según declaran los mismos islamistas. Su participación
entonces no tendió únicamente a los típicos papeles de asistencia
médica, espionaje u organizacionales, sino otros roles como acti-
vidades violentas dentro del terrorismo islámico en las líneas de
batalla (Khelghat-Doost, 2016).
Reexiones nales
Son muchos los factores expuestos que testican cómo la situa-
ción en Libia se desbordó hasta llegar al estado en el que se en-
cuentra. La ignorancia de actores clave, el surgimiento de con-
ictos tribales, la continua polarización entre todos los bandos, la
creciente inuencia islamista radical, la falta de representatividad
de los pueblos que conforman Libia, la ausencia de legitimidad
de los gobiernos establecidos y la nula descentralización del po-
der, han logrado que restallara la ola de violencia en 2014 y que
continúe hasta hoy.
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Con ello, la situación en la que la mujer se encuentra ha caído
a niveles deleznables. Si bien la revolución de 2011 pudo signi-
car un parteaguas en su lucha y atestiguó el hecho de que siempre
la mujer libia ha estado presente en la construcción de su país,
el resultado no fue el esperado. Pareciera que todos los rebeldes
querían un cambio porque eso signicaba la revolución, pero a
partir del término de esta, la situación se volcó en contra de las
mujeres libias. Los logros que habían alcanzado durante el go-
bierno de Gada terminaron con el mismo régimen en 2011. In-
cluso, hoy en día la situación no se percibe favorable para ellas y
se estima que una situación en el período gadasta era mejor que
en el plano actual, aunque, ciertamente, hay grandes contradic-
ciones entre lo dicho por el régimen anterior y lo que ocurría de
facto en el plano social. Lo que se demuestra con este trabajo es
que, a diferencia de hoy, su situación era completamente preferi-
ble con el líder libio.
Finalmente, hay que mencionar que la guerra y la violencia
no son los únicos ingredientes para la afectación de la condición
de la mujer libia. Si bien forman parte e incentivan su deterio-
ro como tal, durante los cortos periodos de paz que han existido
entre 2012 y 2014, la situación de la mujer de todas formas se
ha precarizado. Incluso hoy, entre cualquier régimen que intente
establecerse y legitimarse, ya sea el asentado en Tobruk o el aus-
piciado por Naciones Unidas asentado en Trípoli, la posición de
la mujer libia es débil por lo que en los años subsecuentes, con la
poca atención que se le han puesto a sus demandas y con el curso
de la guerra en manos de actores extranjeros, se puede observar
un panorama poco alentador. Esto quiere decir que, incluso en
períodos de relativa calma y tregua o en un futuro imaginario,
con el n del conicto; la posición de la mujer puede seguir re-
trocediendo, en razón de un discurso religioso más imperante y
un gobierno poco inclusivo, que encare, además, otros temas que
considere más pertinentes y relegue la posición de la mujer libia
como tema secundario.
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