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Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
Año 7 / Número 13 / ago-dic 2021 / pp. 137-158
La connotación económica de esta narrativa resulta impres-
cindible para el crecimiento del capitalismo, característica sine
qua non de su funcionamiento. Ello ha derivado, en primer lugar,
en la construcción de una imaginación sociológica que, a partir
de categorías como “pobreza”, “penuria” o “atraso”, permite crear
un estandar y legitimar la dominación de culturas históricamente
infantilizadas. Por otro lado, el desarrollismo también ha logrado
congurar una cartografía dividida en centros y periferias que, en
el marco de un mismo circuito productivo, genera sociabilidades
de explotación y dependencia hacia los centros. De esta manera,
“esta producción social del espacio está ligada a la producción de
diferencias, subjetivididades y órdenes sociales” (Escobar, 2014).
Bajo esta tesitura, y de acuerdo con los planteamientos de
Henri Lefebvre (1974), el capitalismo requiere de la producción
de espacios que posibiliten su continuidad y serán estas espacia-
lidades mediante las cuáles se domine. El surgimiento de estos
espacios dominantes implica despojo y violencia, teniendo afec-
taciones en aspectos ambientales y sociales en la forma de organi-
zación y vivienda de las diferentes comunidades, lo que resulta en
una gran paradoja o lo que podría denominarse como la “tragedia
fáustica de desarrollo” (Berman, 2004).
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En este sentido, es necesario categorizar y determinar lo bue-
no y malo para el sistema. Con ello, la construcción de la seguri-
dad supone algo esencial para el mantenimiento del status quo.
Es imperativo que exista un ordenamiento para garantizar cierta
gubernamentalidad, por lo que el espacio conlleva relaciones de
poder y dominación con el n de cumplir intereses especícos. Es
decir, bajo el pretexto del desarrollo y modernidad el capital busca
garantizar que su ujo nunca se agote, procurando la eliminación
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Consultar Marshall Berman, (2004) en Todo lo sólido se desvanece en el aire. La ex-
periencia de la modernidad, con base en una alegoría a la obra de Johann Wolfgang
von Goethe, “Fausto”, quien representa una modernidad o espíritu insaciable que no
se contenta con la realidad, hace referencia a que la única manera para transformar
al mundo es hacerlo en su totalidad, en términos sociales, morales y humanos. Estos
grandes desarrollos terminan por exigir grandes costes; el abandono al mundo ante-
rior pre-capitalista o tradición; la materialidad y el ser del humano creativo; y la des-
trucción del medio ambiente.