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Muuch’ xíimbal Caminemos juntos
Año 6 / Número 12 / ene-jul 2021 / pp. 130-155
principalmente. El modo de vida era prácticamente agrícola y los
pobladores vivían en granjas de las que obtenían materia prima
que exportaban no sólo hacia los estados del Norte; sino también
a Europa. Los esclavos eran una parte importante de la economía
del Sur al ser la mano de obra que trabajaba en las grandes planta-
ciones, estos esclavos provenían de África y de las Indias Occiden-
tales y no eran considerados como personas, sino como objetos;
por lo que se podían vender o cambiar entre los ricos y poderosos
terratenientes dueños de las plantaciones.
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Por su parte, la región Norte era todo lo contrario. Los estados
de esta zona concentraban la mayor y más importante actividad
económica de los Estados Unidos; el modo de vida era ajetrea-
do y caro, el clima frío y el suelo duro y rocoso hacían imposible
la actividad agrícola, por lo que en las grandes ciudades y puertos
tales como Boston, Filadela y Nueva York, se transformaban y
manufacturaban las materias primas que llegaban desde la región
del Sur.
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La región Norte era, por excelencia, la zona comercial
con Europa y las Indias Occidentales, y para ambos destinos los
principales productos que se importaban eran pertrechos navales,
aceite de ballena, potasa, madera, hierro, tabaco, arroz, añil, pie-
les, granos, pescados y productos manufacturados.
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De ese mo-
do, resultaba evidente que la región Norte siempre se mantuvo en
contra de la esclavitud, ya que ahí no era necesaria la dura y cruel
mano de obra esclava que trabajara en las grandes plantaciones.
Todos estos factores marcaban una clara diferencia entre la po-
blación de ambas regiones, además, las ideas de una verdadera fe-
deración de estados prácticamente sólo era defendida por algunos
dirigentes de la clase política y de aquellas personas inuyentes
dentro de las cámaras representativas de cada estado.
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Sin embar-
2
Allan Brinkley, “La vida en las provincias de América” en Historia de Estados Uni-
dos, un país en formación. (México: McGraw Hill, 2002), 43-62.
3
Ibíd., 54.
4
Samuel Eliot Morison et.al., Breve Historia de los Estados Unidos (México: Fon-
do de Cultura Económica, 2017), 65.
5
Al gozar de la autonomía y soberanía que les confería su sistema político, cada esta-
do poseía su propio gobierno; dividido éste en ejecutivo, legislativo y judicial. De ese
modo, el poder legislativo de cada estado tenía a sus propios representantes.