9
… [I]n a globalizing and increasingly interconnected world people are becoming
increasingly aware of how security dynamics in di erent parts of the world, and
even in their local neighborhoods, are o en intimately connected.  e traditional
domestic-international divide when talking about security is
therefore increasingly breaking down.
Christopher S. Browning (2018).
Safety is never a permanent state of a airs... Bad things are coming.
Davos Seaworth. Game of  rones (Eastwatch, 2017).
Resumen
E
l presente trabajo tiene el objetivo de elaborar sobre la intrín-
seca, compleja, constante e interdependiente relación entre
la seguridad nacional y la seguridad internacional. Aunque a es-
ta relación ya se le ha nombrado de diversas maneras, se explica
por qué la seguridad tiene como una importante característica a
la dualidad que podemos representar analógicamente con el dios
* Es Doctor en Estudios Internacionales y Política Comparada por la Universidad
de Miami (Estados Unidos). Actualmente es Profesor-Investigador de tiempo com-
pleto en la Universidad del Mar (UMAR), Campus Huatulco. Es miembro del Sis-
tema Nacional de Investigadores del CONACyT (SNI-Nivel I) y Profesor con Per l
Deseable (PRODEP-SEP). Dirigió el Instituto de Estudios Internacionales Isidro Fa-
bela de 2014 a 2020 en la UMAR; fue Presidente de la Asociación Mexicana de Estu-
dios Internacionales (AMEI) de 2017 a 2019; y formó parte del Consejo Técnico del
CENEVAL en EGEL-RI de 2014 a 2019. alozanov@huatulco.umar.mx. ORCID
0000-0002-6236-0728
Alberto Lozano Vázquez *
Universidad del Mar **
** El autor agradece la asistencia de la Lic. Ilce Olivera Sánchez, del Centro de Docu-
mentación de Estudios Internacionales (
CDEI) del Instituto Isidro Fabela, de la Uni-
versidad del Mar, y del Servicio Social de Silverio Aguilar Vázquez e Irma González
García en la recopilación de información.
La seguridad nacional
y la seguridad internacional:
el vínculo indisoluble en México
10
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Janus. Después repasa brevemente las nociones generales y tradi-
cionales de seguridad nacional e internacional y  nalmente ana-
liza porqué algunas amenazas de la realidad mundial, que México
ha padecido, no pueden entenderse ni explicarse sin la –a veces
borrosa y desordenada- simultaneidad de ambos niveles. Las pan-
demias, el crimen transnacional organizado, la migración y la po-
sible fusión entre terrorismo y crimen organizado son ejemplos
que muestran lo complejo del vínculo entre la seguridad nacional
y la internacional. El aporte consiste en recordar esta bi-dimensio-
nalidad a los responsables de la seguridad de México que, aunque
no es nueva, si es considerablemente vigente.
Palabras clave
Seguridad nacional, seguridad internacional, cara de Janus, México,
estudios de seguridad, pandemias, crimen transnacional organizado,
migración, terrorismo.
Fecha de recepción: Fecha de aceptación:
Mayo de 2020 junio de 2020
National security and international security:
the indissoluble link in Mexico
Key words
National security, international security, Janus face, Mexico,
security studies, pandemics, transnational organized crime,
migration, terrorism...
Final submission: Acceptance:
May 2020 June 2020
Abstract:
is work has the goal of elaborating on the intrinsic, complex, constant
and interdependent relationship between national security and interna-
tional security. Although this relationship has been named already in
di erent ways, it explains why security has as an important feature: to
be a duality that we can represent analogically with the god Janus.  en
it brie y reviews the general and traditional notions of national and
11
Muuch xíimbal Caminemos juntos
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international security and  nally it analyzes why some threats of the
world, which Mexico has su ered, cannot be understood or explained
without the –sometimes messy and blurred- simultaneity of both levels.
Pandemics, transnational organized crime, migration and the possible
fusion between terrorism and organized crime are examples that show
the complex nature of the link between national and international se-
curity.  e contribution consists of remembering this bi-dimensionali-
ty to those responsible for the security of Mexico, which, although it is
not new, is still in force.
I Introducción
La seguridad nacional y la seguridad internacional están vincu-
ladas indisolublemente; así es para México como para cualquier
otro país, aunque esa vinculación suceda en intensidades diferen-
ciadas dependiendo de la posición geoestratégica del país en cues-
tión y de la gravedad de las amenazas regionales. No hay un solo
país libre de amenazas internas o externas. Por mucho que un Es-
tado quiera aislarse, no puede evitar que lo que ocurre fuera de
sus fronteras lo afecte, con distintas magnitudes y en diferentes
áreas. De la misma manera que su desenvolvimiento interno ten-
drá efectos diversos en otros Estados, fuera de sus fronteras.
Las guerras internacionales, la degradación medioambiental,
las crisis económicas, los regímenes internacionales contra el te-
rrorismo o el narcotrá co, o las inestabilidades políticas (guerra
civil, Estados fallidos o cualquier crisis de Estado) que ocurren
internacionalmente se vinculan directa o indirectamente con la
seguridad interna de México. Así ha sido históricamente y lo es
actualmente. La academia y los tomadores de decisiones tendrán
una visión frecuentemente más completa u holística si ubican, de
cada fenómeno de inseguridad, su dimensión cruzada intra-na-
cional e inter-nacional.
Aquí exploraremos brevemente lo esencial de la seguridad na-
cional y la internacional, y trataremos de analizar porqué las pan-
demias, el crimen transnacional organizado, la migración y la
posible fusión entre terrorismo y crimen organizado son casos di-
fíciles de determinar en cuanto a su naturaleza nacional o interna-
12
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cional. Identi camos en medio de ambos niveles un centro turbio
y desordenado de la seguridad, en donde lo nacional y lo interna-
cional parecen confusamente fusionarse, rebasando transnacio-
nalmente nociones de territorio y soberanías. Hoy, la seguridad
de los Estados está expuesta a factores internos, externos y mixtos.
I La seguridad tiene cara del dios Janus
La seguridad es como la cara del dios romano Jano (en latín Janus):
una dualidad. Esta analogía
1
re eja la doble cara de la seguridad,
la interna y la externa; la nacional y la internacional. Aunque pue-
de haber un debate sobre la génesis de los peligros, parece que lo
más sensato es aceptar que el origen y destino de las amenazas a la
seguridad del Estado, de las personas o del medioambiente es bi-
direccional. Las amenazas a la seguridad regional, internacional
o global pueden llegar desde el interior de un Estado cualquiera,
de lugares muy particulares geo-localizados especí camente; o de
manera inversa, las amenazas a nivel local provienen de procesos
regionales o globales que se mani estan con más énfasis en uno
o más estados sin respetar las divisiones políticas determinadas
por sus fronteras –a su vez de nidas histórica y socialmente, no
naturalmente–.
No hay un momento en el que los Estados, las personas o el
medioambiente se encuentren absolutamente seguros, no existe
un status de inseguridad nula; siempre hay circunstancias, condi-
ciones y riegos latentes o mani estos, internos o externos, que los
pueden afectar natural, económica, política, jurídica, cultural y
socialmente: calentamiento global y degradación medioambien-
tal, escases de agua dulce, contaminación de atmósfera y océanos,
migración urbana o rural forzada, pandemias, crisis económicas,
corrupción, secuestro y extorsión virtual, crimen organizado, pi-
ratería en altamar, sobrepoblación, crisis alimentaria, desempleo
1
Basada a su vez en la analogía que hizo, entre muchos otros, la politóloga y soció-
loga  eda Skocpol (1979); para ella, los Estados tienen un doble anclaje, uno inter-
no y uno externo (“ e state, in short, is fundamentally Janus-faced”) Ver:  eda
Skocpol, States and Social Revolutions. A Comparative Analysis of France, Russia and
China, (Cambridge: Cambridge University Press, 1979).
13
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para las nuevas generaciones, terrorismo (y bioterrorismo), dicta-
duras, asesinatos en escuelas y centros comerciales, armas nuclea-
res, guerrillas, o de plano hasta la caída de un nuevo asteroide que
extinga a todo el mundo y especies conocidas como hace 66 mi-
llones de años. Las amenazas a la seguridad de los Estados, de las
personas o del medioambiente son incontables y pueden originar-
se dentro o fuera de los Estados-nación.
Esta re exión sobre la dualidad en la seguridad aparentemente
obvia, no lo es tanto al momento en que los gobiernos contempo-
raneos no toman en cuenta la variable internacional cuando pla-
nean y despliegan políticas públicas domésticas para garantizar la
seguridad de su Estado –incluidos población y territorio–. Ante
una nueva ola de nacionalismos a nivel internacional, donde só-
lo se privilegia lo interno, los responsables de los Estados –los es-
tadistas– deben igualmente tener una doble visión –como el dios
Janus– sobre el origen y naturaleza de las amenazas para mante-
ner y garantizar la seguridad. Las fuerzas estructurales –incluidas
las amenazas– que operan en la esfera internacional no pueden
ser ignoradas, porque de lo contrario harán resentir su fuerza al
interior de aquellos Estados que las ignoren. En los temas de inse-
guridad, lo interno y lo externo puede ser mutuamente constitu-
yente. Las relaciones internacionales globalizadas y globalizantes
muestran que lo doméstico y lo internacional puede estar clara
o confusamente fusionado; ya no hay, en términos absolutos, un
adentro y un afuera de las fronteras en la causalidad de las amena-
zas a la seguridad de los Estados, las personas o el medio ambien-
te. Por eso es que la seguridad, con todo y que es poliédrica, tiene
dos caras respecto a las fronteras de los Estados que deben prote-
gerla; es bifacial: la cara doméstica y la cara internacional, simul-
neamente funcionales.
Esta analogía del dios Janus, que ubica y observa la seguridad
en términos internos y externos, podría considerarse realista en
el sentido de que su punto de partida es el Estado como objeto
de referencia. El Janus de doble cara es el Estado; un Janus Levia-
tán. Pero si abrimos nuestro lente y ampliamos la visión, podría-
mos modi car la taxonomía conceptual y tomar como objeto de
14
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referencia a la seguridad de los humanos (la seguridad humana y
no exclusivamente la seguridad estatal); entonces la doble visión
de Janus tendría que ser local y global al mismo tiempo, Glocal:
local por la ubicación especí ca del individuo respecto de cual-
quier amenaza, y global por el agregado de todos los individuos a
nivel planetario bajo amenazas comunes, donde las fronteras tra-
dicionales no tienen mucho sentido de ser. Lo local sigue siendo
interno/doméstico y lo global sigue siendo externo. La analogía del
dios Janus aún tiene sentido. Nos forzamos a entender los fenó-
menos de acuerdo a condiciones y consideraciones locales y globa-
les, complementarias y simultáneas.
2
II La seguridad nacional
La seguridad nacional se re ere, principalmente, a la seguridad
interior o doméstica. En la ortodoxia de los estudios de seguri-
dad, la seguridad nacional es la más alta prioridad para cualquier
Estado. La guerra –aconsejaba Maquiavelo– debía ser la única
preocupación, meta y misión del príncipe: ahí radicaba su mo-
ral, en proteger a su Estado a partir de la capacidad de ejercer la
violencia legitimada. La moral entonces de los estadistas no es la
misma que la moral en los individuos. La conservación del Esta-
do-nación requiere de todos los medios para protegerlo de todo
y por encima de todo. Aquí el Estado mantiene una íntima rela-
ción con la violencia, el poder y la dominación –visible la in uen-
cia de Max Weber–, centrales para el paradigma realista.
3
Desde
esta perspectiva, la inseguridad pasa por la violencia o la amenaza
real de un ataque violento; la seguridad –aumentada o disminui-
da– estará en función de la capacidad del Estado para impedir el
ataque o eliminarlo
4
para sobrevivir. Por eso, distraerse de tal ob-
2
Para un alisis más exhaustivo del término glocal, véase: Victor Roudometof. Glo-
calization. A critical introduction, (New York: Routledge, 2016).
3
Richard Ned Lebow, “Introduction”, en Max Weber and International Relations,
Richard Ned Lebow (ed.), (Cambridge: Cambridge University Press, 2017), 1.
4
La idea original viene de Wolfers, Arnold, “Discord and Collaboration, citado en
Laura Neack, Elusive Security: States  rst, people last, Rowman & Little eld Publi-
shers, Inc., (Estados Unidos: Rowman &Little eld Publishers, 2007), 3.
15
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jetivo no sólo es incorrecto sino peligroso al desviar la atención a
todo aquello que sí es considerado crucial para la seguridad nacio-
nal. La policía, las agencias de inteligencia y las fuerzas de defen-
sa tienen el objetivo común de preservar el orden, la estabilidad
y el buen funcionamiento del Estado. Este andamiaje institucio-
nal y su estabilidad
5
son cardinales para alcanzar una seguridad
interior.
Tradicionalmente la seguridad nacional ha buscado lograr al-
canzar la ausencia de amenazas a los valores de un Estado. Prote-
gemos lo que valoramos. Históricamente, la seguridad misma ha
sido considerada un valor esencial y el  n último de la conducta de
los Estados.
6
Una noción clásica de la seguridad, a mediados del
siglo pasado, ya la desagregaba en un sentido objetivo y subjetivo.
Arnold Wolfers (en su obra National Security as an Am-
biguous Symbol, 1952), a rmaba que la seguridad, en un senti-
do objetivo, medía la ausencia de amenazas a valores adquiridos,
mientras que en un sentido subjetivo medía la ausencia del miedo
de que tales valores fueran atacados. La formulación de Wolfers
–para quien no era posible medir objetivamente la seguridad–
mostraba con claridad la tensión entre una concepción objetiva
de la seguridad (ausencia/presencia de amenazas concretas) y una
subjetiva (la percepción de sentirse amenazado, o no).
7
Hoy en día
aún permea, en las instituciones de seguridad en México, una no-
ción de que la seguridad nacional es totalmente objetiva y parece
que toda la tecnología que se utiliza en la investigación de segu-
ridad nos proveerá de esa objetividad sobre la cual la nación pu-
diera descansar; pero no es así. Las evaluaciones de qué o quién
está amenazado por qué o quién, siguen siendo derivadas de apre-
5
Las instituciones de seguridad nacional constantemente están sujetas a periodos de
inestabilidad, sea por cambios de gobierno o por el asedio de fuerzas agresivas o co-
rruptoras.
6
Graham Evans and Je rey Newnham, Penguin Dictionary of International Rela-
tions, (Inglaterra: Security, 1998), http://rezadelavari.com/ les/ lebank/penguin_
dictionary.pdf
7
Este alisis es de Barry Buzan and Hansen Lene, e evolution of International Se-
curity Studies, (Cambridge: Cambridge University Press, 2010), 32-33.
16
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ciaciones subjetivas y diversas construcciones sociales. Lamen-
tablemente –dice Laura Neack– la concepción dominante de la
seguridad nacional ha hecho poco para responder a qué nos refe-
rimos con “valores” o “amenazas” de tal manera que nos conduz-
can a un Estado o un mundo más seguro.
8
Sin embargo no hay duda: proteger el Estado (mantener la in-
tegridad del gobierno y su régimen, el territorio y la población), su
identidad, soberanía y capacidad funcional sigue y seguirá siendo
una prioridad, pero no la única. Esta visión clásica, estado-céntri-
ca, militarista, hobbesiana, draconiana y tradicional, en donde los
ciudadanos o el medio ambiente son irrelevantes, está experimen-
tando una metamorfosis, especialmente desde el  n de la Guerra
Fría, y en México no es la excepción.
Hoy, las de niciones se están expandiendo y cada vez más
se acepta –teórica y prácticamente– que le competen a la segu-
ridad nacional los temas que amenacen al Estado, a su población, a
su medioambiente, a sus valores, a sus vías de comunicación, a su ca-
pacidad funcional, a sus instituciones y a su patrimonio e identi-
dad cultural. De hecho, el Programa para la Seguridad Nacional
2014-2018 nos presenta una visión extendida, una seguridad na-
cional multidimensional en la que, por ejemplo, las amenazas de
carácter medioambiental son clasi cadas como relevantes en tan-
to “riesgos globales” –junto con otros riesgos derivados del aspec-
to tecnológico, energético y demográ co–.
9
En el Diario O cial
de la Federación donde se plantea esta concepción multidimen-
sional de la seguridad, innovadoramente desde el gobierno mexi-
cano, se estipula que la dimensión ambiental forma parte, nada
más y nada menos, del poder nacional junto con la dimensn mi-
litar, diplomática, económica y cultural.
8
Laura Neack, Elusive Security: States  rst, people last, (Estados Unidos: Rowman &
Little eld Publishers, Inc., 2007), 3.
9
Diario O cial de la Federación DOF. Programa para la Seguridad Nacional
2014-2018, Una política multidimensional para México en el siglo XXI. Diario O -
cila de la Federación, http://diarioo cial.segob.gob.mx/nota_detalle.php?codi-
go=5342824&fecha=30/04/2014
17
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Así, el péndulo de la seguridad nacional se está moviendo y
oscila entre aproximaciones tradicionales y no-tradicionales; en-
tre visiones limitadas y extendidas; entre el poder duro y el poder
suave. Con esto, es válido preguntarse ¿Cómo perciben los mexi-
canos las amenazas internas o externas? Análisis de opinión pú-
blica producidos en México dan cuenta de las percepciones que
tienen los mexicanos sobre distintos asuntos mundiales que tocan
una dimensn interna y otra dimensión externa de la seguridad.
Por ejemplo, en la dimensión doméstica “para el Público y los lide-
res mexicanos los asuntos mundiales afectan más a México que a
ellos mismos. Entre estos asuntos, los más importantes son aque-
llos más cercanos a su bienestar y la seguridad nacional (crimen y
narcotrá co, desastres naturales, crisis ecomicas y energéticas y
cambio climático) que los vinculados con la seguridad internacio-
nal (terrorismo internacional, armas nucleares y guerras en otros
países)”.
10
En lo que respecta a la dimensn internacional, actual-
mente existe una percepción que favorece la preferencia por evitar
problemas o con ictos caracterizados por una noción tradicio-
nal de seguridad como aquella vinculada a la fuerza militar. En
vez de funcionar a través de una política exterior con una lógica
del poder duro (hard power), se pre ere funcionar a través de una
política exterior con una lógica del poder “suave” (so power):La
mayoría de los mexicanos está de acuerdo con el uso de poder sua-
ve (cultura, cooperación internacional, diplomacia y comercio) y
en desacuerdo con acciones como el uso de la fuerza militar. Ade-
más consideran importante apoyar a las empresas mexicanas en
otros países, promover la imagen (positiva) de México en el ex-
tranjero y con eso atraer turistas”.
11
Resulta importante esta concepción pací ca de la seguridad en
el exterior porque con una proyección “suave” de México en el ex-
tranjero que atraiga más turistas o que mejore la percepción hacia
los mexicanos que residen en el extranjero −y que mandan sus di-
10
Maldonado, Gerardo et al., Los Mexicanos Ante los Retos del Mundo: Opinión Públi-
ca, Líderes y Política Exterior, Resumen ejecutivo, (México: CIDE, 2018), 12.
11
Ibid.
18
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visas a territorio nacional– se mejora el  ujo de divisas extranjeras
que ingresan al país (sea por turismo o por remesas) aumentan-
do el empleo interno, dinamizando la economía, e indirectamen-
te redistribuyendo la riqueza; en suma, aumentando la seguridad
ecomica y en parte la seguridad humana de los mexicanos. Di-
cho de otra forma, a través de la búsqueda del so power, en vez del
hard power, se podrían alcanzar los objetivos más amplios de la se-
guridad como el de la “libertad de querer” ( eedom  om want),
en vez de la simple “libertad del miedo” ( eedom  om fear). Es-
to es un avance en mejorar las dimensiones de la seguridad de los
mexicanos a pesar de lo imposible que parezca alcanzar una “li-
bertad de toda amenaza” ( eedom  om all threat) desde un pun-
to de seguridad nacional.
Impostergable es que, dentro de esa gran matriz que es la “se-
guridad nacional” de México, la seguridad pública se depure ra-
dicalmente y se mejore sustancialmente.
12
Sin seguridad pública
en las calles, en las escuelas, en las universidades, en el sistema de
transporte, en las cárceles, en las carreteras, en los bancos, en los
sitios turísticos, en los espacios deportivos y en los propios hoga-
res, cualquier aspiración a mejorar la seguridad –del Estado o la
población– será  cticia e irrelevante. Las recomendaciones o cia-
les que hacen algunos países (principalmente Estados Unidos) a
12
El Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) identi ca diez cau-
sas que explican la compleja situación actual al interior de México en (in)seguridad pú-
blica y las resume de la siguiente manera: La politización en la instrumentación de las
políticas de seguridad; la ausencia de una política de Estado en la que converjan los tres
poderes; la visión centralista de que la seguridad pública se construye de arriba hacia
abajo con escasa participación y compromiso de actores estatales y municipales y de la
sociedad; las de ciencias e insu ciencias en el capital humano de las instituciones y al-
tos niveles de corrupción, consecuencia directa de la impunidad en todos los órdenes
de gobierno; la debilidad de la política de prevención social de la violencia y el delito, la
ausencia de dlogo entre las políticas sociales y las políticas de seguridad y la baja o nu-
la participación ciudadana; las de ciencias en la arquitectura institucional y el dé cit
en la coordinación interinstitucional entre los distintos órdenes de gobierno; la di cul-
tad para implementar un modelo policial único en contextos locales diversos; la au-
sencia de claridad respecto al rol de las Fuerzas Armadas en las políticas de seguridad
pública y sus consecuencias no deseadas; las de ciencias de los sistemas de inteligencia
para la seguridad pública; las de ciencias e insu ciencias en la cooperación internacio-
nal. Véase el Resumen Ejecutivo del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
(COMEXI), Una estrategia de seguridad pública para proteger a la ciudadaa, (Ciu-
dad de México: COMEXI, 2018), 5.
19
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sus ciudadanos de no viajar a algunas localidades en México por la
inseguridad pública es una muestra de su repercusión internacio-
nal. Sin seguridad pública –por efecto de corrosión institucional,
social y política– es muy difícil construir seguridad nacional; y si
la seguridad nacional y la seguridad internacional están vincula-
das indisolublemente, entonces la seguridad pública, atomizada
y desagregada de muchas formas al interior del territorio, es fun-
damental. Sin seguridad pública, la seguridad nacional implota.
13
III La seguridad internacional
La seguridad internacional se re ere a aquella que ocurre en el ex-
terior, fuera de la frontera de los Estados. Se presenta tradicional-
mente como el objetivo que algunos Estados logran (y otros no
tanto) en la selva mundial donde impera la ley del más fuerte en
un ambiente de anarquía, es decir, sin un gobierno mundial hí-
per/supra-jerárquico. La única salida es volverse poderoso o aliar-
se con un poderoso para no ser absorbido/conquistado/sometido
por otro Estado. Esta descripción es la de “un mundo de alta po-
lítica, de cumbres internacionales, de guerra y con icto; de armas
nucleares y otros arsenales militares, de soldados y paci cadores
de las Naciones Unidas (ONU); de luchas geopolíticas en que los
Estados compiten en un juego de suma cero por el poder y la in-
uencia y, en última instancia, por la supervivencia nacional.
14
Desde el nivel internacional, poco puede hacer un Estado pa-
ra impedir que las amenazas lleguen, desde afuera, a sus fronteras.
Lo que sí puede hacer es prepararse para aminorarlas, inhibirlas
o repelerlas. Hay una sensación de impotencia para los Estados
de no poder evitar estar inmersos en una dinámica internacio-
nal que los arrastra hacia donde no siempre quieren ir: una inercia
internacional. Aquí, las condiciones de inseguridad de un Esta-
do vienen del exterior. Esta visión estructural (neo-realista) de
la inseguridad internacional explica las guerras internacionales.
13
La implosión de la seguridad ocurre al romperse hacia adentro con violencia y derrum-
barse sobre sí misma. Construir seguridad nacional sin seguridad pública es un sin sentido.
14
Alexandra Gheciu and William C. Wohlforth, e Oxford Handbook of Internatio-
nal Security, (Oxford: Oxford University Press, 2018), 1.
20
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Los Estados, desde esta perspectiva tradicional, están condena-
dos a vivir en la inercia hobbesiana por la incapacidad que tienen
de modi car, por sí mismos, la dinámica del temor constante y del
peligro de una muerte violenta:
15
una vida de inseguridad. México
tuvo su propia experiencia en 1838-39 y 1862-67 con Francia; en
1846-1848 con Estados Unidos, o durante las dos guerras mun-
diales del siglo XX: la inseguridad venía del exterior.
Desde el punto de vista de la escuela de pensamiento conocida
como Realismo Político tal vez sea sencillo, ontológicamente, des-
componer la realidad en tres niveles de análisis: el individual, el
estatal y el internacional. Las obras seminales de Kenneth Waltz
(1959;
16
1979
17
) argumentan cómo es teórica, metodológica y
epistemológicamente viable identi car claramente esos tres nive-
les de análisis. Para Waltz –y casi todos los neo realistas– es en
la dimensn internacional donde se encuentran las causas de la
guerra y, por consecuencia, es la dimensión más neurálgica para
la inseguridad en cualquier nivel.
18
Por eso, el papel de la fuerza
militar es preponderante en la acción de los Estados, que consiste
en la búsqueda/persecución instrumentalmente racional del inte-
rés propio.
19
El realismo político concibe así una seguridad esta-
do-céntrica, caracterizada por dinámicas de equilibrios de poder
identi cadas a lo largo de la historia (sistemas unipolares, bipola-
res y multipolares). Los criterios para alcanzar la seguridad, des-
de esta perspectiva, vienen impuestos de afuera hacia dentro, de lo
internacional a lo doméstico, y no al revés.
Sin embargo, en un espacio muy reducido de tiempo –toda la
mitad del siglo XX y lo que va del XXI– la globalización, la in-
15
Tomado de la misma descripción de  omas Hobbes.
16
Kenneth N. Waltz. Man State and War. A  eoretical Analysis, (New York: Co-
lumbia University Press, 1959).
17
Kenneth N. Waltz. eory of international politics, (Reading, Mass, Addison Wes-
ley, 1979).
18
Para otros, las fuentes de inseguridad provienen de realidades más inmediatas, más
concretas y menos abstractas (como la Anarquía en Relaciones Internacionales, que es
intangible, pero fundamental en el pensamiento realista).
19
Alexandra Gheciu and William C. Wohlforth, e Oxford Handbook of Interna-
tional Security, (Oxford: Oxford University Press, 2018), 7.
21
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terconexn y la interdependencia se han acelerado y profundiza-
do, de tal manera que es casi imposible para un internacionalista
–o cualquier ciudadano observador del mundo– poder identi -
car claramente a qué nivel pertenece cada fenómeno de la reali-
dad, hoy en día tan compleja. Evidentemente el Estado ya no es el
único actor de la seguridad; ahora proliferan las “empresas de se-
guridad privada, ONG que ofrecen evaluaciones de riesgo o  r-
mas especializadas en seguridad cibernética de las que depende el
Estado”.
20
La seguridad internacional ya no se ocupa sólo de la se-
guridad del Estado como única unidad de análisis, de la lucha de
las grandes potencias, de la proliferación nuclear o de la economía
de guerra; ahora también abarca la degradación medioambiental
y el cambio climático, la seguridad energética, la escases del agua,
las amenazas cibernéticas, las representaciones visuales que secu-
ritizan imágenes (i. e. Kurt Westergaard del Jyllands-Posten en
Dinamarca; Charlie Hebdo, en Francia, etc.), los actores no es-
tatales transnacionales –terroristas, tratantes, narcotra cantes–,
los refugiados y las nuevas formas y rutas de migración, o el cre-
ciente papel del Sur Global en la política internacional.
21
Con to-
do, todavía hay una transición que no termina aún, que va de la
seguridad de los Estados a la seguridad de la humanidad. Cuando
el Estado se vuelve la amenaza misma a su población la comuni-
dad internacional ya siente una obligación o una responsabilidad
de proteger (R2P), relegando nociones obsoletas de soberanía y no
intervención. Como a rma Michael Barnett, “la seguridad ha si-
do humanizada e internacionalizada”.
22
IV La seguridad desde el centro turbio y desordenado
Por mucho tiempo se consideró que los asuntos de los Estados
eran o domésticos o internacionales, internos o externos, en blan-
co y negro, relativamente fácil de distinguirse maniqueamente
20
Ibid, 4.
21
Ibid, 5.
22
Barnett, Michael. “Constructivism”. En: Alexandra Gheciu and William C. Wohl-
forth, e Oxford Handbook of International Security, (Oxford: Oxford University
Press, 2018), 92.
22
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M
uno de otro. Las fuentes de las amenazas a la seguridad no eran
la excepción. Se concebía tradicionalmente a la inseguridad como
algo que sucedía fuera de nuestras fronteras y que era un asunto
exclusivo de hombres de Estado y de diplomáticos; esa concep-
ción ya no se sostiene. Es tan so sticada la inseguridad que no
podemos dejarla solo en manos de los tomadores de decisiones,
diplomáticos y élites militares.
23
Hoy por hoy, con la globalización y sus lados oscuros, la emer-
gencia de actores no estatales –legales e ilegales que operan a nivel
local, nacional y global–, la tecnología usada ilícitamente, la de-
bilidad de los Estados como garantes de seguridad, la corrupción
multinivel y omnipresente, la crisis medioambiental con su efecto
multiplicador de amenazas (threat multiplier), la desinformación,
entre otros factores, hacen muy difícil identi car la naturaleza in-
terior o exterior de la inseguridad. Los problemas de la realidad,
en particular las amenazas a la seguridad, tienen causas y conse-
cuencias que pueden originarse o manifestarse, respectivamente,
dentro o fuera de las fronteras de los Estados. Actualmente, el ori-
gen y destino de las amenazas no está en un claro contraste de
blanco y negro, es más bien un conjunto de grises, una turbiedad.
Si en un extremo tenemos a los aspectos internos y en otro a los
aspectos externos, en medio de éstos hay un centro poco transpa-
rente, sin claridad, azaroso, confuso, revuelto, enredado, dudoso:
un centro turbio y desordenado de la inseguridad.
Esta turbiedad de los origenes de la inseguridad fue en aumen-
to a medida que el contexto mundial se iba transformando, com-
plejizando y globalizando. En el siglo XX, durante la Primera y
Segunda Guerra Mundial, los países se preocupaban de cómo la
inseguridad internacional podía afectarlos en su situación inter-
na. La dinámica internacional marcaba la pauta. Posteriormente,
después del  n de la Guerra Fría los países comenzaron a volver a
mirar hacia dentro, fuera de la lógica de amenazas externas provo-
cadas por una bipolaridad que podía derivar en una catástrofe nu-
23
Christopher S. Browning. International Security. A Very Short Introduction, (New
York: Oxford University Press, 2013), 1
23
Muuch xíimbal Caminemos juntos
Año 5 / Número 11 / jul-dic 2020 / pp. 9-37
clear.
24
Había entonces aires de que la democracia, la economía de
mercado, la cooperación internacional y las instituciones intergu-
bernamentales marcarían el inicio de una etapa histórica de paz
y comercio (un n de la historia para Francis Fukuyama). Los ob-
servadores adivinaban una especie de transición de la guerra tra-
dicional a –si acaso– la guerra comercial. Una década (1991-2001)
de ilusión y aparente unipolaridad.
El 11 de septiembre de 2001 (11/S) nos demostró que el mun-
do no sería tan sencillo y nos trajo de vuelta a su ultra-comple-
jidad. El ataque terrorista a Estados Unidos (Estados Unidos)
imbuyó una dinámica distinta y más so sticada (y confusa) so-
bre las amenazas externas para los países, en especial para aquellos
que se sumaban a la orientación de la política exterior de Esta-
dos Unidos No obstante, el terrorismo no representó la misma
amenaza para todos los Estados. Eso permitió, en parte, que las
visiones alternativas y críticas de la seguridad –que se notaron
más después de la Guerra Fría y que privilegiaron la seguridad
humana, la seguridad medioambiental, la seguridad ecomica
vinculada al desarrollo, y la seguridad desde los temas de géne-
ro– continuaran  oreciendo. Comenzaron a caminar y compe-
tir juntas, más claramente y desde entonces, dos formas de ver
la seguridad, la tradicional y la alternativa/crítica. Se privilegió
la dimensn interna o externa al depender signi cativamente de
mo se concebía la seguridad. Éste es un acertijo no resuelto, no
hay consensos en la de nición de seguridad ni en el origen de las
amenazas que dicte una receta de cómo garantizar la seguridad de
todos, en todos los sentidos, de todas las amenazas.
Una de las ventajas que da el ejercicio comparativo es la rique-
za de los contrastes. No podríamos saber del valor de la seguridad
interna para la seguridad internacional sin comparar las dimen-
siones domésticas e internacionales simultáneamente. Lo mismo
a la inversa. No podríamos conocer el valor de la seguridad in-
ternacional para la seguridad al interior de un país hasta que no
24
Durante la Guerra Fría sobraban razones para mantener un ojo –o una de las caras
de Janus– en la esfera externa, por el nivel de los peligros provenientes del exterior.
24
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atestiguamos los efectos de problemas internacionales en las con-
diciones locales de las poblaciones.
Incluso teóricamente, en Relaciones Internacionales, algunas
perspectivas ponen su foco en lo interno, otras en lo externo y
otras en ambos.
25
Una visión al estilo del dios Janus es más que
nunca necesaria y obligada: una cara viendo el desenvolvimiento
de la realidad interna y otra el de la externa. Hacerlo es vital: La
inestabilidad o rebelión interna de un país puede afectar toda una
región. Los casos recientes de Siria, Venezuela o Bolivia son emble-
máticos. Pero veamos cómo una visión janusina es útil al analizar
diversas amenazas actuales a la seguridad: las pandemias, el Cri-
men Transnacional Organizado vinculado al narcotrá co, la mi-
gración y la posible fusión entre Terrorismo y Crimen Organizado.
V Pandemias
Una pandemia (o la propagación mundial de una nueva enferme-
dad)
26
puede iniciarse en un territorio especí co y extenderse por
el mundo; las fronteras y divisiones políticas son irrelevantes. Las
consecuencias transnacionales de las pestes en diversas regiones,
en tanto enfermedades infectocontagiosas, han sido históricas.
De la viruela, se estima que ha acabado con la vida de 300 millo-
nes de personas a lo largo de la historia. La peste negra en el siglo
XIV mató a decenas de millones de personas en Europa, Asia y el
Norte de África. El VIH SIDA dejó una importante huella des-
de la década de 1980 y prácticamente ha tenido un alcance glo-
bal. Estas y otras pandemias nos mostraron que la naturaleza de
25
En los estudios de seguridad internacional de Barry Buzan y Lene Hansen esas
perspectivas se encuentran claramente clasi cadas: aquellas que privilegian la dimen-
sión externa de la seguridad son los estudios estratégicos, el realismo, el constructi-
vismo convencional y el crítico (en el sentido de construcción de colectividades que
confronten amenazas comunes). La perspectiva que privilegia la seguridad interna
es la de la seguridad humana; y aquellas que privilegian ambas son post- estructu-
ralismo, post-colonialismo, investigación sobre la paz, la escuela feminista, la escue-
la crítica y la escuela de Copenhague. Ver: Barry Buzan, Barry and Lene Hansen.  e
evolution of International Security Studies, (Cambridge: Cambridge University Press,
2010). 38 (Tabla 2.2 ISS perspectives in relation to the  ve questions).
26
OMS. ¿Qué es una Pandemia? Organización Mundial de la Salud, http://www.
who.int/csr/disease/swine u/frequently_asked_questions/pandemic/es/.
25
Muuch xíimbal Caminemos juntos
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su amenaza exige un análisis más allá de la ya de por sí compleja
seguridad nacional, precisamente por el alcance de su ubicuidad.
El centro turbio y desordenado de las pandemias para determinar
su origen y destino como amenaza es particular. Por ejemplo, el
virus A (H1N1), que llegó a México en 2009, resultó ser –al mo-
mento de estudiar genéticamente la evolución histórica del virus–
que tenía origen estadounidense, europeo y asiático desde 1998.
27
A esta gripe porcina se le atribuyó haber provocado al menos 16
mil defunciones, haber tenido primero presencia en 74 países y te-
rritorios (junio 2009) y en la mayoría de los países del mundo des-
pués (febrero de 2010),
28
haber provocado una signi cativa caída
del Producto Interno Bruto (PIB) en la economía mexicana de
2009 y, por si fuera poco, haberle costado una percepción negati-
va a México en el exterior por creerse que ahí se había originado.
No obstante lo anterior, ninguna de las generaciones de seres
humanos que actualmente habitan el planeta Tierra había expe-
rimentado una amenaza pandémica tan global y local; tan in-
ternacional y nacional, como la que ha dejado la Corona Virus
Disease de diciembre de 2019, conocida como COVID-19. Se-
res humanos, comunidades, Estados y sus respectivos gobiernos,
instituciones y la ciencia misma fueron abruptamente rebasados
por el nuevo virus SARS-CoV-2. Este es un prominente ejemplo
de cómo el origen de una pandemia que apareció en una ciudad
(Wuhan, China) puede escalar literalmente a nivel planetario di-
seminando condiciones de inseguridad en poco tiempo por to-
da la orbe. Para dimensionar un poco el multi-nivel de amenaza
que representa la pandemia del nuevo Coronavirus, podríamos
decir, por lo menos, que: la salud de la humanidad en su conjunto
se degradó; la cotidianidad de los seres humanos se alteró; la con-
cientización sobre nuestra vulnerabilidad aumentó; nuestra com-
prensión de la globalización se profundizó; una severa recesión
27
Comisión Europea, Un estudio aclara el origen del H1N1, CORDIS, Comisión Eu-
ropea, https://cordis.europa.eu/news/rcn/30832_es.html.
28
OMS, ¿ué es el virus gripal A (H1N1) 2009 pandémico? Organización Mundial
de la Salud, http://www.who.int/csr/disease/swine u/frequently_asked_questions/
about_disease/es/.
26
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ecomica se gestó; el desempleo aumen; el precio del petróleo
se volatilizó; el peso mexicano frente al dólar cayó; el crimen or-
ganizado se diversi có; y la fragilidad del régimen internacional
de la salud se evidenció –sólo por mencionar algunos aspectos–.
Para inicios de junio del 2020 el mundo había alcanzado los
6.5 millones contagios y las 382 mil muertes; de esos casos Mé-
xico sumaba más de 97,000 contagios y 10,700 muertes. Una vez
diseminado este virus, el centro turbio y desordenado de las fuen-
tes de inseguridad se re ejaba en una reinante incertidumbre: los
origenes de las amenazas por contagio (y sus múltiples consecuen-
cias políticas, sociales, ecomicas, jurídicas, ambientales y ener-
géticas) venían tanto del exterior como del interior de los Estados.
VI Crimen Transnacional Organizado
El Crimen Transnacional Organizado (CTO) en lo relacionado a
la venta, producción y distribución de drogas ilícitas es otro ejem-
plo que exige este análisis janusino bifocal. En el caso de Méxi-
co, la dinámica bidireccional y binacional-regional de la violencia
con el trá co de drogas da muestra de la des-territorialización de
este problema en América del Norte: tanto el trá co de drogas
de México a Estados Unidos (y la debilidad institucional mexi-
cana que lo permite) como el  ujo inverso de armas de alto poder
y grandes cantidades de dinero de Estados Unidos a México mo-
vilizan un negocio ilícito transnacional de altísimo valor econó-
mico pero también de un altísimo costo humano en términos de
vidas de personas caídas con profunda y brutal violencia. Como
a rma Finckenauer y Albanese, el CTO que opera en México se
ha transformado en grupos poli-droga (heroína, metanfetamina,
mariguana y cocaína) y en poli-criminales (secuestro, asesinato
por contrato, robo de autos, prostitución, extorsn, lavado de di-
nero y trá co humano); y mientras que los principales grupos en
México son centralmente organizados, sus redes de distribución
en Estados Unidos y Canadá están más fragmentados.
29
La diná-
29
James O. Finckenauer and Jay Albanese. “Transnational Organized Crime in Nor-
th America. Transnational Organized Crime. An Overview  om Six Continents, en
27
Muuch xíimbal Caminemos juntos
Año 5 / Número 11 / jul-dic 2020 / pp. 9-37
mica localmente agresiva del crimen organizado responde directa
e indirectamente a la lógica de la economía política internacional
del narcotrá co. El centro turbio y desordenado del narcotrá co
mexicano radica en lo transnacional de dicha dinámica: sus con-
sumidores están en Estados Unidos principalmente y en Canadá
en menor medida; la cocaína viene de Colombia, los precursores
químicos para la metanfetamina provienen de varios países, el di-
nero se lava en el Caribe y algunos países de Latinoamérica
30
y las
peleas por las lucrativas ganancias del negocio van dejando muer-
tos en el territorio de México (principalmente en zonas donde el
producto va aumentando de valor de sur a norte).
La seguridad internacional y doméstica (interstica) de es-
tos problemas se alcanzaría tomando en cuenta los factores in-
ternacionales y domésticos simultáneamente, profundamente
interconectados:
31
la violencia y el poder del crimen organizado
en México no se puede entender ni explicar sin el gigantesco mer-
cado transnacional de drogas que los  nancia (nivel internacio-
nal) o sin la debilidad de las instituciones al interior del país que
genera un débil estado de derecho y una realidad de impunidad
(nivel doméstico).
Emblemático es el caso de la desaparición de los 43 estudian-
tes de Ayotzinapa, Guerrero, que aunque parezca muy local el
problema –a nivel municipal– también está conectado a la lógi-
ca internacional: en un primer nivel regional y binacional, lo local
se conecta con lo internacional por el corredor de trá co de he-
Reichel, Philip y Jay Albanese (eds.). (Estados Unidos: Sage, 2014), 45.
30
Ibid, 46.
31
Cuando re exionamos sobre la percepción de que el crimen organizado viene de
afuera, de algún lugar alejado de nuestro entorno, nos damos cuenta que “lo interna-
cional” en realidad no está tan alejado como parece: uno de los epicentros transnacio-
nales de trata de blancas es Tenancingo, Tlaxcala, a dos horas en auto de la sede del
Gobierno Federal en la Ciudad de México. El orígen de la ecuación de esa criminali-
dad transnacional (con conexiones en Los Ángeles, Phoenix, Dallas, Atlanta, Miami y
Nueva York) está en casa y muy cerca. La Organización Internacional del Trabajo indi-
ca que “Los bene cios anuales promedio provenientes únicamente de la trata de perso-
nas se estiman en 32,000 millones de dólares”. Beate Andrees and Aurélie Hauchère.
El trabajo Forzoso y la trata de Personas: Manual para los inspectores del trabajo, (Gine-
bra: Programa Especial de Acción para Combatir el Trabajo Forzoso, OIT, 2009).
28
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roína de Guerrero a Chicago, de Iguala a Illinois, con la compli-
cidad del Estado. En un segundo nivel, el global, hipotéticamente
no es invalido conjeturar que sin el consumo de heroína interna-
cionalmente y las variaciones de producción en Afganistán, Mé-
xico no tendría estos efectos indirectos en el trá co subnacional,
por lo que no es tan errático pensar que el consumo global de he-
roína puede manifestarse de la manera más indirecta, atroz y lo-
cal como en este caso particular.
32
Adicionalmente a la visión janusina (interna y externa) para
entender y atender el tema del CTO, igualmente la solución ra-
dicará en la descriminalización y legalización de algunas drogas
con un énfasis en el enfoque de salud, lo que a su vez irá transfor-
mando la naturaleza de la amenaza que presenta y representa ac-
tualmente el narcotrá co. Las tendencias hacia la legalización de
la mariguana son más visibles que las de otras sustancias; no obs-
tante, el Estado mexicano ha dejado ver que hay una tendencia
hacia  exibilizar los enfoques punitivos y draconianos del actual
régimen internacional de las drogas.
33
VII Migración
Por su parte, la seguridad en la migración internacional es otro
tema evidentemente janusino, tanto por los migrantes que salen
como por los que entran a través de las fronteras propias y aje-
nas. Éste es un tema muy recurrido y analizado. Para usar una
rami cación del tema migratorio aún más emblemática, tene-
mos a aquella migración –local o transnacional– por causas am-
32
Sobre una elaboración más exhaustiva sobre el cuarto nivel de alisis (el munici-
pal) en este caso, véase: Jorge Rebolledo Flores,Drogas, Política y Contexto: La Formu-
lación De La Política Antidrogas en México, Estados Unidos: Tesis Doctoral, Univesity
of Miami, 2017).
33
En su momento, el Secretario de la Defensa Nacional de México se manifestó a favor
de legalizar el cultivo de la amapola con  nes medicinales como una salida al problema
de la violencia. Esa declaración fue hecha en el contexto de la apertura del 41 Batallón
de Infantería en el municipio de Teloloapan, en la región norte del estado de Guerrero,
en donde la inseguridad ha aumentado (por ejemplo, en las comunidades del munici-
pio de Pilcaya y Ahualulco en Tetipac). Véase: “Cienfuegos, a favor de legalizar el cul-
tivo de amapola”, El Universal, 05 de octubre, 2018. http://www.eluniversal.com.mx/
nacion/cienfuegos-favor-de-legalizar-el-cultivo-de-amapola.
29
Muuch xíimbal Caminemos juntos
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bientales. La migración climática de México a Estados Unidos
(Tlaxcala, Puebla y Oaxaca)
34
de los campesinos que padecieron
la deserti c a c i ón en sus tierras por un efecto del calentamien-
to global nos deja un problema de niveles de análisis al inten-
tar identi car claramente causas y consecuencias. Determinar
causalidad en este caso no es fácil ya que para muchos es seria-
mente debatible la correlación y eventual relación causal entre
cambio climático y migración; el centro turbio y desordenado
aquí es evidente. La cadena “calentamiento global-deserti ca-
ción-migración, que causa inseguridad humana, teóricamente
va de lo global, a lo local y de ahí –con la migración– a lo trans-
nacional.
35
Especí camente, la migración climática de México a
Estados Unidos no se puede entender sin el calentamiento glo-
bal (nivel internacional/global) ni la deserti cación de la tierra
y falta de empleo (nivel doméstico/local).
Más allá del tema ambiental, la migración México-Estados
Unidos ha escalado a tal nivel, que el Estado mexicano ha institu-
cionalizado el esfuerzo –aún insu ciente– de proveer de seguri-
dad a los migrantes mexicanos que viven en suelo estadounidense.
De hecho, “México cuenta con la red consular más grande que
tenga o haya tenido un país en otro, sumando 50 consulados en
un solo país, Estados Unidos, [para] dar atención y ofrecer pro-
34
En general, varios trabajos pueden ser consultados al respecto: Silvia Herrera Cortés
and Bulmaro Juárez Herndez. “Pronóstico de Variables Climatológicas del Estado
de Tlaxcala”, Modelación Matemática. Ingeniería, Biología y Ciencias Sociales, en Sil-
via Reyes Mora y Luna Olivera (coords). (México: Universidad Tecnológica de la Mix-
teca, 2016), 105-111. Sobre la relación migración y medio ambiente, ver: Adolfo Albo
and Juan Luis Ordaz Díaz, “Migración y Cambio Climático. El caso mexicano”, Docu-
mento de Trabajo 11 No. 27, (2011). Disponible en: https://www.bbvaresearch.com/
KETD/ in/mult/WP_1127_Mexico_tcm346-267325.pdf. (Consultado el 2 de ju-
nio, 2020).
Sobre migración de norte a sur: Consejo Nacional de Población, Regiones de origen y
destino de la migracn México-Estados Unidos, CONAPO, http://www.conapo.gob.
mx/work/models/CONAPO/intensidad_migratoria/pdf/Regiones.pdf (Consulta-
do el 2 de junio, 2020).
35
Sobre la relación entre medio ambiente y migración véase la tesis de investigación:
Lucero de Jesús Rz Guzmán. La Migración indocumentada de México a Estados Uni-
dos de Arica como consecuencia de la deserti cación por el cambio climático (2005-
2015), Alberto Lozano Vázquez (dir.) (Oaxaca: Universidad del Mar, 2017).
30
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tección a las más de 36 millones de personas de origen mexicano
viviendo en ese país, de las cuales aproximadamente 12 millones
nacieron en México, 12 millones son de segunda generación y los
12 millones restantes son de tercera o más generaciones.
36
Apar-
te de la seguridad humana ahí implicada, la seguridad económica
que dota a México la masiva cantidad de remesas que esos mismos
migrantes mandan en dólares es imprescindible en cualquier aná-
lisis del vínculo general seguridad-migración.
VIII Fusión entre Terrorismo y Crimen Organizado
Finalmente, la combinación entre terrorismo y crimen organiza-
do viene a complejizar más la tarea de distinguir lo doméstico de
lo internacional en la seguridad, exigiendo un análisis más desdo-
blado. Aunque México no está exento de ataques terroristas, po-
demos a rmar que, en lo general y en sentido conceptualmente
estricto, éste aún no es un país que se ubique como fuente o desti-
no de ataques de esta naturaleza.
La frontera con Estados Unidos ha sido un factor que se ha
considerado importante porla posible penetración de terroristas
a suelo estadounidense dada la asimétrica porosidad a lo largo de
sus 3,142 km. de longitud. Por su alta relevancia y complejidad,
el terrorismo es uno de esos fenómenos más difíciles de identi -
car en tanto fuente de amenaza doméstica o internacional. Dado
que los terroristas buscan  nes políticos, al factor de la nacionali-
dad o del territorio se impone el de la ideología. Cualquier ciuda-
dano sin importar su nacionalidad puede convertirse en seguidor
de una ideología terrorista, dotando de un sentido de ubicuidad
efectiva a sus reclutadores.
En 2011, criminales mexicanos estaban supuestamente invo-
lucrados en un atentado terrorista que tendría lugar en Estados
Unidos Aparentemente, dos distintos tipos de actores no-estata-
les globales –terroristas y criminales organizados– se coordi
36
Susan Gzesh and Jorge Schiavón. “La protección consular mexicana ante la admi-
nistración Trump: recomendaciones de acción inmediata”. Documentos de política mi-
gratoria. (México: Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE MIG,
abril de 2018), 6.
31
Muuch xíimbal Caminemos juntos
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narían para un objetivo terrorista. Funcionarios iraníes fueron
acusados en 2011 de conspirar para asesinar al embajador de Ara-
bia Saudita en
Estados Unidos, Adel al-Jubeir. El argumento que
entonces salió a la prensa
37
es que a través de un hombre estadou-
nidense de origen iraní, Mansour J. Arbabsiar, los terroristas in-
tentaron contratar asesinos de un cártel mexicano de la droga
–Los Zetas– por $1.5 millones de dólares. Los planes nunca pro-
gresaron porque estaban tratando con un informante de la DEA.
Los funcionarios iraníes negaron obviamente la acusación. La
contextual convergencia entre crimen organizado (narcotra can-
tes) y terrorismo abre la posibilidad de una relación simbiótica en-
tre dos naturalezas distintas de criminalidad.
El centro turbio y desordenado de la inseguridad tal vez no po-
dría ser peor por vincular a dos amenazas globales con manifesta-
ciones locales: terrorismo y crimen organizado. Desde la década
de 1990, estos vínculos se han vuelto más frecuentes. Los gru-
pos terroristas a menudo dependen del CTO para  nanciar y lle-
var a cabo sus operaciones. Existe una creciente preocupación por
las conexiones entre los terroristas y los grupos criminales trans-
nacionales, pero en la mayoría de los casos son matrimonios de
conveniencia episódicos.
38
Como quiera que sea, esa potencial
vinculación debe considerarse seriamente por la letalidad de sus
métodos y por la impredictibilidad de su violencia para alcanzar
sus  nes políticos.
39
Hasta ahora, México no ha sido percibido co-
mo una fuente comprobada de maridaje entre terrorismo y CTO.
Un cambio hacia una percepción negativa tendría cruciales reper-
cusiones en la política exterior de Estados Unidos hacia México.
40
37
“Iranians Accused of a Plot to Kill Saudis’ U.S. Envoy”, e New York Times, 11
de octubre, 2011. Disponible en: http://www.nytimes.com/2011/10/12/us/us-accu-
ses-iranians-of-plotting-to-kill-saudi-envoy.html?pagewanted=all&_r=0
38
Lutz and Lutz, “Terrorism”, en Alan Collins, Contemporary Security Studies, (Nue-
va York: Oxford University Press, 2010), 339-341.
39
Snow lo de ne originalmente así: “Terrorism is the use of unpredictable violence to
achieve political ends”. Donald Snow, National Security for a New Era, (Estados Uni-
dos: Pearson, 2004).
40
El papel que juegan las percepciones y las ideas en la seguridad es crucial, justo por-
que pueden in uir en la toma de decisiones de política exterior, más allá de la informa-
32
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Las pandemias, el Crimen Transnacional Organizado vin-
culado al narcotrá co, la migración y la posible fusión entre Te-
rrorismo y Crimen Organizado demuestran que su naturaleza
transnacional requiere de la cooperación internacional de los Es-
tados dado que rebasan sus respectivas soberanías. En la natu-
raleza de los problemas externos el Estado encuentra límites en
su capacidad de acción y solución. La naturaleza internacional,
transnacional o global de estos problemas rebasa sus capacida-
des de acción política y esto debe ser tomado en cuenta para las
decisiones internas. Dicho de otro modo, las decisiones sobre se-
guridad pueden ser internas, pero deben de considerar las limita-
ciones estructurales impuestas por la dimensión externa.
Ref lexiones Finales
Con nuestra analogía de Janus en la seguridad –que puede tener
muchas aplicaciones metafóricas– el Estado debe cuidar de las
dos puertas a las que tiene acceso, adonde llegan las amenazas, una
puerta interior y otra exterior. Las fronteras del Estado establecen
la diferencia entre el  n de lo doméstico y el inicio de lo internacio-
nal. En ese sentido, la seguridad tiene esta dualidad, es interna y es
externa. Por eso es que aquí se a rma que la seguridad nacional y
la seguridad internacional son dos caras de una sola entidad y por
ende permanecen en un vínculoindisoluble. El Estado debe de
mirar simultáneamente a ambos lados de la seguridad; enfocarse
en uno solo de los lados lo vuelve miope y, por tanto, vulnerable.
Examinamos que en la seguridad hay una tercera zona en la
que los femenos de inseguridad ocurren y no se trata exclusiva-
mente de la seguridad nacional o de la internacional, sino de un
centro turbio y desordenado: entre el nivel interno y externo, do-
ción dura y comprobada que se tenga disponible: “Las administraciones de Clinton
y Bush no di rieron sustancialmente en su información sobre Irak. Pero los funcio-
narios de la administración Bush, y el propio presidente, tenían creencias que diferían
sustancialmente de las de sus predecesores, y esas creencias tenían profundos efec-
tos”. En: Emile M. Hafner-Burton et al., “ e Behavioral Revolution and Internatio-
nal Relations”, International Organization, 71, No. S1 (2017): S1–S31, doi: 10.1017/
S0020818316000400.
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méstico e internacional, local y global hay una zona de claroscu-
ros, una area del espectro que no puede distinguirse claramente.
Se asemeja a una zona turbia donde no hay claridad en el agua, lo
que parece local puede ser internacional y lo que parece interna-
cional puede ser local. No hay claridad sino más bien turbiedad.
Podría pensarse intuitivamente que tanto los tomadores de de-
cisiones como los academicos frecuentemente recurren a este aná-
lisis bi-dimensional cuando se trata de seguridad en lo general, sin
embargo este vínculo no siempre es tomado en cuenta, lo que im-
plica una observación parcial de la realidad que pretenden abordar
y resolver. A los responsables de la seguridad de México conviene re-
cordar esta bi-dimensionalidad en la seguridad, tal vez más vigen-
te que nunca. Como un gobierno no puede resolver absolutamente
todo, sino que debe atender lo que urge e importa más, al determi-
nar lo que está en peligro deberá hacerlo poniéndose la máscara del
dios Janus, para vigilar las dos dimensiones de la inseguridad.
Por otro lado, no debemos olvidar que el problema (o la ame-
naza) en concreto y el contexto histórico cuentan mucho para
orientar los esfuerzos de alcanzar seguridad. Las implicaciones
del contexto del 11/S no son las mismas que las de la COVID-19.
Debemos determinar cuáles son las amenazas y para quién. A
como el  n de la Guerra Fría del siglo pasado reviró a los Esta-
dos a poner más énfasis en la dimensión interna, una Neo-Gue-
rra-Fría en el siglo XXI entre China y Estados Unidos podría dar
más peso a la dimensión internacional de la seguridad respecto su
contraparte interna; sería un retorno a privilegiar lo externo en
términos de seguridad.
Finalmente, y vista la complejidad de los problemas aquí pre-
sentados, podríamos concluir adicionalmente que la investiga-
ción cien ca de la (in)seguridad, nacional y/o internacional,
también demanda una doble dimensn (otra cara de Janus): la
empírica, por ser la más visible, y la teórica, por dotar de sentido
de abstracción a lo que vemos de la inseguridad. Esta división se
mani esta en el tradicional y pocas veces superado debate entre la
academia y los tomadores de decisiones; la investigación y la polí-
tica pública, que suelen no dialogar sino ignorarse mutuamente.
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L      :
    M / Alberto Lozano Vázquez
M
Los tomadores de decisiones suelen tratar con desprecio la
parte teórica (incluso la ven como una pérdida de tiempo) por la
urgencia que ciertamente demandan los problemas brutales de la
realidad. Sin embargo, es evidente que sin una re exn abstrac-
ta de lo complejo de los problemas que ubique las de niciones,
los conceptos, las interconexiones entre los problemas y la dimen-
sión histórico-temporal, no se pasará de soluciones cortoplacistas
y de poco alcance. La parte práctica y la parte teórica, deben acer-
carse y acompañarse lo más posible. Necesitamos una incansable
comprensión de la (in)seguridad, que le siga el paso a su realidad
cambiante. Nadie desea la inseguridad: ni el Estado, ni la socie-
dad, ni siquiera los criminales –para sí mismos–. La inseguridad
en sí misma es indeseable para cualquier persona o entidad políti-
ca en cualquier momento, en cualquier circunstancia; por eso de-
be ser reducida ya que su prolongación, por cierto, va debilitando
a la incipiente democracia mexicana. La historia sigue corriendo
y los escenarios de inseguridad aumentan en ambas caras del dios
Janus: tempus fugit.
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