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Educar para la democracia.
Retos y oportunidades en un
mundo globalizado
Diego Andrade León *
Resumen
L
a democracia como forma de gobierno vive actualmente una
crisis de legitimidad. Desde la consolidación de la globaliza-
ción y la paulatina transformación del concepto de Estado-nación
a partir de los años ochenta y noventa del siglo XX, la nocn mis-
ma de democracia ha tenido que buscar sus propias refundaciones.
Bajo este esquema general, la discusión sobre los principios, fun-
ciones y  nes de la democracia se ha acrecentado. Una de las princi-
pales cuestiones re exionadas es la interacción entre gobierno y so-
ciedad civil. La democracia, en su faceta electoral-representativa, ha
tenido que abrir sus propios márgenes para posibilitar la participa-
ción ciudadana y socializar, bajo distintas formas, el poder político.
En las últimas décadas, distintas teorías políticas, principal-
mente aquellas enfocadas en el cosmopolitismo cuyas raíces ideo-
lógicas provienen de una tradición republicana, han explorado la
educación para la democracia como un mecanismo posible para la
construcción de valores democráticos, mismos que posibilitarían
la formación de una ciudadanía.
Palabras clave
Democracia, educación para la democracia, globalización,
neoliberalismo, ciudadanía global.
* Licenciado en Filosofía por la Universidad La Salle Ciudad de México. Consultor político
y analista de riesgos en consultoría privada. diego2901andrade@gmail.com
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Fecha de recepción: Fecha de aceptación:
abril 2018 noviembre 2018
Educate for democracy. Challenges and opportunities
in a globalized world
Key words
Democracy, education for democracy, globalization, neoliberalism,
global citizenship.
Final submission: Acceptance:
April 2018 November 2018
Abstract:
Democracy as a form of government is currently experiencing a legiti-
macy crisis. Since globalization and the gradual transformation of the
concept of nation-state in the 80's and 90's, the very notion of democra-
cy has had to seek its own reformation. Under this general scheme, the
discussion on the principles, functions and aims of democracy has in-
creased. One of the main thought questions is the interaction between
government and civil society. Democracy, in its electoral-representative
aspect, has had to open its own margins to enable citizen participation
and to socialize, under di erent forms, the political power.
In recent decades, di erent political theories, mainly those focused on
cosmopolitanism whose ideological roots come from a republican tra-
dition, have explored education for democracy as a possible mechanism
for the construction of democratic values, which would enable the for-
mation of a global citizenship committed to the global challenges faced
by humanity in the 21st century.
I ¿Cómo y bajo qué condiciones surge el concepto de “educación
para la democracia”?
Para hablar de una educación democrática o de una educación
que introduzca, desarrolle promueva y fortalezca valores demo-
cráticos, es necesario con anterioridad  jar con claridad el signi-
cado del concepto mismo al que nos referiremos en el presente
artículo, dado que la noción en sí misma en ningún sentido es
estática, unívoca y monolítica; la historia de las diversas -e inclu-
so contrapuestas- formas de gobierno que se han proclamado a sí
mismas democráticas lo comprueba.
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La democracia puede ser de nida en rasgos generales como
el ejercicio del poder público en público,
1
como el gobierno del
pueblo por el pueblo,
2
o como “una forma de gobierno en la que,
al contrario que en las monarquías y las aristocracias, el pueblo
gobierna. Democracia implica una comunidad política en la que
existe alguna forma de igualdad política entre personas”.
3
Esta noción es ambigua y representa múltiples cuestionamien-
tos. Surgen preguntas que van desde: ¿qué es “pueblo” y qué signi-
ca que éste gobierne? Hasta, ¿qué implica la igualdad política y
mo es realizable en un Estado? Si hacemos un breve recorrido
por la evolución del concepto se verá con claridad que la democra-
cia, aunque históricamente nace en Grecia en el siglo V a.C., tiene
distintas acepciones al depender del tiempo y espacio geográ co
en el cual ésta se desarrolle. Principalmente en Occidente, la de-
mocracia liberal se ha consolidado históricamente como el mode-
lo primordial de la democracia.
La democracia liberal, aunque no parte de un canon teóri-
co uni cado e incluye en sí misma distintas posturas, sí abarca
ciertas notas esenciales mismas que nacen con la teoría liberal o
liberalismo.
4
El liberalismo, teoría surgida principalmente en los siglos XVI
y XVII como respuesta a Estados absolutistas y tiránicos, a rma
en su acepción democrática que la función principal de un Estado
debe ser la protección de la libertad de los ciudadanos, es decir, la
garantía constitucional y efectiva de los derechos humanos fun-
1
Silva-Herzog Márquez, Jesús. Esferas de la democracia (en línea). 2016. (fecha de
consulta: 20 de octubre de 2018). Disponible en: http://biblio.ine.mx/janium/Do-
cumentos/cuaderno_09.pdf , pág. 66.
2
Frase atribuida a Abraham Lincoln, presidente de los Estados Unidos de 1861 a 1865.
3
Held, David. Modelos de democracia (tercera edición). España: Alianza Editorial,
2007, pág. 20. Toda la lectura de los distintos modelos que presenta este artículo es-
tá tomada del libro de Held. Para un acercamiento general a la democracia, consultar
también: Sartori, G. ¿Qué es la democracia? España: Taurus, 2003; Dahl, R. La de-
mocracia y sus críticos. España: Paidós, 1993.
4
Para más información sobre el liberalismo, sus principios teóricos y diversas críti-
cas a sus postulados, se recomienda consultar: Berlin, I. Cuatro ensayos sobre la liber-
tad, Madrid: Alianza Editorial, 2000; Macpherson, C.B. La democracia liberal y su
época, Madrid: Alianza Editorial 1997; Pateman, C. e Problem of Political Obliga-
tion: A Critique of Liberal  eory. Cambridge: Polity Press, 1985.
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damentales. La separación del Estado y la sociedad civil propues-
ta enfáticamente por el liberalismo busca asegurar un espacio o
marco legal para el desarrollo del individuo según sus propios in-
tereses, misma separación que incluye la defensa de la propiedad
privada y realización de una economía de mercado competitiva.
La democracia sería entonces un sistema que garantizaría a los
individuos de manera formal la protección de su libertad ante un
Estado autoritario o ante la posible presn y coacción de poderes
fácticos que busquen dominarlo. Aunque hay distintos matices,
en general se puede decir que la participación ciudadana bajo la
democracia liberal consiste en estar informados para elegir a los
mejores representantes
5
que protejan de mejor forma las libertades
individuales de la sociedad civil.
Esta concepción liberal es llamada por algunos teóricos de la
democracia como “democracia protectora”,
6
porque justamente
implica la producción de una estructura legal mediante una forma
de gobierno representativo que proteja al individuo de cualquiera
fuerza que impida el desarrollo de su libertad individual, méto-
do que garantizaría a su vez la libertad colectiva, pues el Estado
debe asegurarse mediante la ley que ningún sujeto pueda limitar o
coaccionar la libertad de otro.
Este conjunto general de ideas
7
ha representado una in uencia
para el desarrollo de una de las principales variantes teóricas ac-
tuales de la democracia: el neoliberalismo. Es fundamental decir
que el neoliberalismo no representa una continuidad del liberalis-
mo. Aunque hay ideas en común, en distintos asuntos son incluso
contrarios en sus posturas. Pero, ¿qué es el neoliberalismo, cuál es
5
Para una consulta detallada sobre la historia de la representatividad en la democra-
cia, consultar: Guizot, F. Histoire des origines du gouvernement représentatif (1821),
nueva edición, Francia: Hachette livre, (nueva edición: 2018).
6
Para una mejor comprensión de los distintos modelos de la democracia, tanto pro-
tectora como desarrollista, se recomienda la lectura de: Macpherson, La democracia
liberal y su época.
7
Escribo general porque el liberalismo es impensable sin los desarrollos diversos de
pensadores como John Locke (1632-1704), James Madison (1751-1836), Jeremy Ben-
tham (1748-1832), James Mill (1773-1836) y John Stuart Mill (1806-1873) (éste úl-
timo con sus acepciones), incluso sin el liberalismo propiamente económico del siglo
XIX y XX, mismos que no serán revisados en el presente texto.
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su concepción de la democracia y cuáles son sus márgenes propios
para la participación ciudadana?
El neoliberalismo es un programa cultural surgido entre la
Primera y la Segunda Guerra Mundial impulsado por una serie
de académicos, intelectuales, economistas, entre otros -aunque no
es homogéneo en sus posturas y mani esta distintas diferencias
internas relevantes-, cuya misión general pretende ser el rescate de
las sociedades occidentales liberales frente a las amenazas colecti-
vistas propias del siglo XX.
8
Las ideas principales de dicha teoría
consisten en defender al mercado como el espacio de libertad y de
justicia social frente a la intervención del Estado,
9
una concepción
particular de la naturaleza humana entendida ésta como la maxi-
mización de los intereses individuales egoístas, y una intención
por reducir lo público a lo privado.
Es preciso decir que, aunque los ejes conceptuales del neolibe-
ralismo nacen a  nes de los años treinta e inicios de los cuarenta,
el modelo general de los países centrales al  nalizar la Segunda
Guerra Mundial no consistió en apostar por dicha teoría, sino
por lo que se ha llamado un Estado de Bienestar a partir de la im-
plementación de políticas económicas keynesianas (intervención
estatal en el mercado a partir de subsidios, derechos de seguridad
social y desarrollo de economías mixtas, entre otros factores). Fue
hasta los gobiernos de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-
1989) y de Margaret  atcher en Reino Unido (1979-1990) –al-
gunos dirían que la primera prueba clara fue en Chile durante la
dictadura de Pinochet (1974-1990)- cuando el neoliberalismo fue
llevado a la realidad.
10
El triunfo del neoliberalismo como marco de sentido (políti-
co y ecomico) común a partir de los años ochenta y noventa se
debe a múltiples factores, aunque los más trascendentes podrían
ser el agotamiento ecomico del Estado de Bienestar que dejó
crisis de estancamiento y recesión; el descrédito al proyecto socia-
8
Cfr. Escalante, F. Historia Mínima del Neoliberalismo. México: El Colegio de Mé-
xico, 2015.
9
Cfr. Hayek, F. Los fundamentos de la libertad. Espa: Unión Editorial, 2006.
10
Cfr. Escalante, Historia Mínima del Neoliberalismo.
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lista implementado principalmente por la URSS y el rol paralelo
del Estado como mecanismo represor de libertades;
11
y la trans -
guración conceptual de las intenciones políticas de la izquierda,
donde se con guró un giro de las luchas económicas hacia la bús-
queda por reconocimientos culturales, generado sobre todo a par-
tir de los movimientos estudiantiles.
De forma esquemática, la idea principal del neoliberalismo
aplicado en los gobiernos de Reagan y  atcher fue demostrar
que el papel del Estado es crear, defender y garantizar mercados de
inversión. El neoliberalismo se puede entonces entender, de ma-
nera general, como una teoría (acompañada de prácticas políticas,
económicas y culturales) que de ende el papel del Estado como
un marco institucional para crear y preservar el desarrollo de ca-
pacidades y libertades empresariales del individuo. David Harvey,
especialista en el tema, lo de ne de la siguiente forma:
El neoliberalismo es, ante todo, una teoría de prácticas políti-
co-económicas que a rma que la mejor manera de promover el
bienestar del ser humano, consiste en no restringir el libre desa-
rrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del in-
dividuo, dentro de un marco institucional caracterizado por de-
rechos de propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad
de comercio … El papel del Estado es crear y preservar el marco
institucional apropiado para el desarrollo de estas prácticas.
12
El bien colectivo o la igualdad política será entonces garantiza-
do por un estado que impulse mercados –acompañado de un  r-
me brazo legal que proporcione las bases seguras- sobre los cuales
la libertad individual se desarrollará. El Estado será un protector
que garantice y fomente- el propio ritmo del mercado, mismo
que, técnicamente, como mecanismo de información, producirá
condiciones de igualdad y de libertad para la ciudadanía.
11
Cfr. Von Mises, L. Socialismo. Análisis económico y sociológico. España: Unión Edi-
torial, 2007.
12
Harvey, D. Breve historia del neoliberalismo. (en línea). (fecha de consulta: 08 de octubre
de 2018). Disponible en: http:// yl1.uncu.edu.ar/IMG/pdf/breve_historai.pdf , pág. 8.
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La democracia se reduce entonces a sus mínimos elementos,
es decir, a un sistema representativo de elecciones que fortalezca
la ley y su efectividad para proteger el libre  ujo del mercado.
Esta a rmación es en esencia problemática, pues como muchos
críticos lo han mostrado, el “libre mercado” no asegura condi-
ciones -ni actuales ni futuras- de igualdad de participación entre
la ciudadanía.
Lo fundamental para la presente investigación es que, desde
una visión neoliberal, existe una cierta descon anza hacia la po-
lítica en general y, en especí co, hacia la democracia. Siguiendo la
tesis que a rma que el ser humano busca natural y racionalmente
maximizar sus utilidades, la política se percibe, no como la lucha
colectiva que busca construir el bien común, sino como un espa-
cio diseñado para satisfacer los intereses privados.
13
La capacidad política de los individuos bajo la idea de demo-
cracia neoliberal está limitada a una participación pasiva (redu-
cida a su manifestación electoral-representativa), pues el ámbito
de lo político se percibe como el espacio de realización de los in-
tereses individuales, no colectivos. La democracia se percibe así
como una cuestión que atañe solo a cuestiones de gobierno.
14
De
esta manera, se reduce el análisis político a categorías económicas,
puesto que la participación política es percibida bajo la idea de
costo-bene cio y de intercambio de servicios.
La idea de democracia, como se dijo al inicio de este apartado,
implica la búsqueda por la igualdad política dentro de una comu-
13
Cfr. Buchanan, J. M. Y Gordon Tullock, El cálculo del consenso: fundamentos lógi-
cos de la democracia constitucional, España, Planeta-De Agostini, 1993.
14
El tema de la intervención del Estado mediante políticas públicas que busquen
fortalecer la igualdad y la justicia social así como la construcción cívica de la ciuda-
danía dentro de la sociedad, es fundamental para la comprensión de las discusiones
democráticas dentro de la propia tradición liberal, pues dentro del liberalismo existen
diversas posturas sobre este asunto. Para una mayor comprensión especí ca del neo-
liberalismo contemporáneo y su diferenciación con el liberalismo en este aspecto, es
preciso consultar la obra de Axel Kaiser, quien a rma que el problema de la desigual-
dad proviene justamente de frenos estatales al ritmo propio del mercado. Para más in-
formación se recomienda consultar dos de sus principales textos: Kaiser Barents-von
Hohenhagen, A. La miseria del intervencionismo: 1929-2008. España: Unión Edito-
rial, 2013; y La tiranía de la igualdad. Por qué el igualitarismo es inmoral y socava el
progreso de nuestra sociedad. España: Grupo Planeta, 2017.
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nidad, y parece que en el concepto neoliberal de democracia, esta
igualdad no está garantizada de facto, es decir, la participación
democrática ideal de la ciudadanía implica ciertas condiciones de
igualdad mínimas, tales como condiciones materiales, de dere-
chos y libertades que no todo Estado garantiza.
Sin embargo, para otras ramas teóricas de la democracia, ésta
debe ser un marco para la realización no solo de los derechos fun-
damentales y con ello de la libertad individual, sino en esencia de
la realización efectiva de la libertad colectiva, misma que no puede
ser garantizada sin condiciones reales de igualdad. A partir de una
tradición republicana y en contraposición con la “democracia pro-
tectora, la “democracia desarrollista” a rma que:
la participación en la vida política es necesaria no sólo para
la protección de los intereses individuales, sino también para la
creación de una ciudadanía informada, comprometida y en de-
sarrollo. La participación política es esencial para la expansión
<<s alta y armoniosa>> de las capacidades individuales
15
Es decir, la democracia no solo puede ser entendida como un
marco representativo o gubernamental, sino como forma de vida.
Hablar de cultura democrática desde una tradición republica-
na-demócrata
16
implica a rmar que la libertad de una comunidad
no solo está garantizada mediante la protección de la libertad in-
dividual, sino en esencia, de la libertad colectiva, y que de ésta últi-
ma deriva siempre la primera. La siguiente cita resume de manera
precisa el planteamiento del presente artículo:
Dentro del pensamiento democrático hay una división clara
entre los que valoran la participación política en sí misma y la
entienden como un modo fundamental de autorrealización y
los que tienen una visión más instrumental y comprenden la po-
15
Held, Modelos de democracia, 141.
16
Para una revisión y discusión del republicanismo ver: Domènech, A. El eclipse de
la fraternidad: una revisión republicana de la tradición socialista. Espa: Crítica,
2004.
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lítica democrática como un medio de proteger a los ciudadanos
de un gobierno arbitrario y expresar (mediante mecanismos de
agregación) sus preferencias. De los demócratas clásicos y repu-
blicanos desarrollistas a los liberales desarrollistas y demócratas
participativos, se valora el compromiso político porque fomenta
una sensación de e cacia política, genera la preocupación por los
problemas colectivos y alimenta la formación de una ciudada-
nía educada capaz de perseguir el bien común. La democracia
es aquí el despliegue de la virtud cívica y la política democrática
es el medio de realización personal. Contra esta idea están aque-
llos -sin duda la mayoría de los pensadores democráticos- que
interpretan la democracia como una forma de proteger a los
ciudadanos de sus gobernantes y de sí mismos y de garantizar
la implementación de una estructura política sólida que pueda
generar una élite cuali cada y responsable capaz de tomar de-
cisiones públicas fundamentales. De acuerdo con esta postura,
la democracia es un medio y no un  n; sirve para proteger la
libertad de los ciudadanos y para mantener los bienes públicos
nimos (Estado de derecho, política electoral, red de asistencia
social y seguridad) necesarios para que los ciudadanos alcancen
los objetivos y  nes que hayan elegido.
17
Frente a la idea reduccionista de la participación ciudadana a
los derechos formales, surgió también en los años setenta su con-
traparte: la “democracia participativa, hija teórica de la “demo-
cracia desarrollista” citada con anterioridad.
18
Esta teoría, aunque
tampoco es homogénea, argumenta principalmente que los dere-
chos formales no necesariamente son reales, es decir, no necesaria-
mente se materializan en las relaciones sociales.
Critica también la idea liberal (llevada al extremo por el neoli-
beralismo) que a rma que el Estado debe ser una especie de “juez
imparcial” de las relaciones entre los seres humanos en la socie-
dad civil, por ser sumamente peligrosa, puesto que el Estado pue-
17
Held, Modelos de democracia, 332.
18
Held, Modelos.. 300 en adelante.
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de quedar atrapado en el mantenimiento y reproduccn de las
desigualdades, mismas que no permiten una democracia efectiva
pues solo algunos pueden acceder al poder y, por lo tanto, a la ver-
dadera participación ciudadana.
19
Por ello, la “democracia participativa” propone la democra-
tización paulatina del Estado (tanto gobierno, instituciones y
sociedad civil) para darle cabida en el terreno público a nuevas
demandas sociales de justicia, reconocimiento e igualdad. Una
participación continua de los ciudadanos en las cuestiones del
Estado permite la formación de una ciudadanía informada sobre
los problemas colectivos y sobre los poderes que puedan limitar su
libertad, tanto colectiva como individual.
Participar de la democracia no se reduce solamente al ejercicio
de la representación popular mediante el voto sino de múltiples
prácticas tales como: respetar diferencias, participar en la cultura
de la legalidad, ejercer un rol activo dentro de los procesos decisi-
vos que involucren a la comunidad, estar informados respecto a
las tomas de decisiones, defender la pluralidad de voces en distin-
tos ámbitos sociales e incluso estar atento y vigilar el cumplimien-
to de los derechos humanos, entre otras.
La “democracia participativa” ha sido profundizada por la
democracia deliberativa, teoría que surge a mediados de los años
ochenta y que busca re exionar sobre los métodos mediante los
cuales una ciudadanía puede deliberar sobre los asuntos públicos.
La idea fundamental de los demócratas deliberativos es des-
terrar cualquier noción de preferencias  jas y sustituirla con un
proceso de aprendizaje en el cual y por el cual la gente acepte los
asuntos que tienen que comprender para mantener un juicio po-
lítico sensato y razonable … El por qué adoptamos determinadas
opiniones y si podríamos defenderlas en un contexto social com-
plejo con gente de opiniones opuestas es el quid de la cuestión
20
19
Para una mayor crítica, revisar Pateman, e Problem of Political Obligation: A
Critique of Liberal  eory.
20
Held, Modelos 334-335.
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El modelo deliberativo plantea que dentro de las democracias
es posible la creación de ciertos mecanismos
21
que permitan la
consolidación de una participación ciudadana mucho más sus-
tantiva y con aportaciones signi cativas a decisiones gubernamen-
tales, institucionales o incluso dentro de la propia sociedad civil.
Uno de los principales mecanismos es la educación cívica-demo-
crática para la formación o construcción de la ciudadanía.
II ¿Qué es la “educación para la democracia”?
Así es como surge el concepto de “educación para la democracia,
como un método de introducción cultural a la política democráti-
ca que permita el desarrollo de los ciudadanos como sujetos libres
e iguales.
Bajo esta concepción, subyace la idea que a rma que la demo-
cracia no es una realidad natural con la que el ser humano naz-
ca, sino que necesita ser construida mediante la educación. Una
persona necesita aprender las disposiciones democráticas como
elementos indispensables de su proceso formativo.
Los valores de la democracia no son verdades reveladas o há-
bitos naturales; no hay evidencia de que hayamos nacido con
ellos o que aparezcan por generacn esponnea … La devoción
a la dignidad humana; la libertad; la igualdad de derechos; la
justicia económica y social; el respeto a la ley, a la civilidad y a la
verdad; la tolerancia de la diversidad; la solidaridad; la responsa-
bilidad personal y la cívica; el autorrespeto y el autocontrol, todo
esto existe y podrá seguir existiendo en la medida en que sea en-
señado, aprendido y practicado. De no hacerse, la democracia
estará en peligro de decaer o desaparecer.
22
21
Algunos ejemplos de mecanismos que propone la democracia deliberativa son: las en-
cuestas deliberativas, los días de deliberación sobre un tema en especí co, jurados de ciuda-
danos, publicidad de la información, programas de democracia electrónica acompañados
de foros virtuales de discusión, entre otras. Para más información consultar: Held, Modelos
de democracia, 331-362; Saward, M. Democracy. Cambridge, Polity Press, 2003; Young, I.
Inclusion and democracy. Estados Unidos: Oxford University Press, 2000.
22
Guevara Niebla, G. Democracia y educación. (en línea). 2016. (fecha de consulta: 18
de octubre de 2018). Disponible en: http://biblio.ine.mx/janium/Documentos/cua-
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Aunque la unn entre democracia y educación tiene algu-
nos siglos ya y puede rastrearse con facilidad desde Grecia hasta
su auge en la Ilustración del siglo XVIII, es preciso decir que el
concepto propio de “educación para la democracia” al que se re-
ere este artículo, surge con fuerza dentro de las discusiones sobre
la globalización propias de  nales del siglo XX y bajo la idea de
generar una “democracia cosmopolita” que luche por ciertos prác-
ticas comunes a la democracia y derechos universales en cualquier
Estado.
23
La democracia cosmopolita, teoría consolidada a inicios del
siglo XXI que puede ser rastreada en sus ideas principales bajo la
tradición republicana, explora la aplicación de los valores demo-
cráticos a una escala global. Con la paulatina transformación del
Estado-Nación moderno desde la consolidación de la globaliza-
ción y la interconectividad política y económica que ésta implica
-sobre todo a partir de la concomitante consolidación del neoli-
beralismo y sus  ujos económicos que quiebran cualquier noción
de territorialidad-, distintos teóricos a rman que la democracia
debe fomentarse desde un ámbito internacional que impacte di-
rectamente en lo local y que consolide la igualdad, la legalidad y
los valores democráticos.
24
Se plantea así la idea de una ciudadanía global que mediante
procesos deliberativos in uya en la colectivización del poder, que
esté formada en valores democráticos tales como la tolerancia, el
diálogo, el respeto y defensa de los derechos humanos, la partici-
pación y el ejercicio de un rol activo dentro de los procesos decisi-
vos que involucren a la comunidad, el reconocimiento de la diver-
sidad y la búsqueda por la igualdad sustantiva.
derno_16.pdf, pág. 12. Para entender la relación entre educación democrática y posi-
ciones o roles sociales, consultar el famoso estudio de Almond, G. A., y S. Verba,  e
Civic Culture, Estados Unidos: Princeton University Press, 1963.
23
Held, Modelos...365-435. Para una breve introducción a la relación entre educación
y democracia, revisar Guevara Niebla, Democracia y educación.
24
Para una mayor comprensión de la democracia cosmopolita, revisar: Daniele Ar-
chibugi & David Held, eds., Cosmopolitan Democracy. An Agenda for a New World
Order, Cambridge, Polity Press, 1995.
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Una ciudadanía global comprometida con los principales retos
que, según la teoría cosmopolita, afectarían a cualquier Estado-na-
ción. El ciudadano global sería entonces aquel capaz de luchar por
una posible reconstrucción constante -y sin fronteras- del tejido social.
La democracia cosmopolita se a anza con la idea de gobernan-
za, surgida en la década de los noventa como una nueva forma de
legitimidad democrática que permite conectar las formas políti-
cas, económicas y sociales propias de los Estados en un mundo
globalizado. Es decir, la gobernanza parte de la construcción de
nuevos estilos de gestión de lo público mucho más  exibles e in-
terconectados tanto con la sociedad civil, como con otros Estados
y con organismos internacionales.
La transparencia, un valor indisociable de la propia noción de
democracia, es reivindicada bajo la gobernanza como la revisión
y el control que tiene la propia ciudadanía de la gestión guberna-
mental y administrativa. La idea de gobernanza tiene bajo su con-
cepto la apertura de la idea de participación democrática, entendi-
da ésta última no solo como representatividad sino también, y en
esencia, como cultura.
La educación para la democracia o “educación para la ciuda-
danía democrática” implica entonces aceptar que la formación de
una persona implica, en esencia, hacerle ver que su libertad depen-
de de -o es garantizada por- la colectividad, y mostrarle sus dere-
chos así como sus obligaciones por pertenecer a un Estado.
Educar para la democracia consiste en entender al Estado -y
quizá al mundo entero- no como una agregación de individua-
lidades particulares y aisladas, sino como una unidad colectiva
donde los problemas y las soluciones se construyen desde la inter-
subjetividad.
III ¿Cómo pensar la educación para la democracia en un
contexto global?
A continuación se citan dos casos que ejempli can la realidad de
esta concepción de la educación para la democracia a nivel global:
El Consejo de Europa y la Declaración de Incheon para la Educa-
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ción 2030. Ambos ejemplos ayudan a entender la democracia no
solo bajo su forma de representación gubernamental, sino como
cultura, entendida ésta última como una red multifactorial que
engloba la vida interna de los Estados.
El Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo, Francia, es
una organización internacional de ámbito regional formada por
47 Estados europeos, destinada a promover los valores de la de-
mocracia, los derechos humanos y la cultura de la legalidad en el
continente europeo. Dicha organización a rma que la educación:
juega un rol esencial en la promoción de los valores funda-
mentales del Consejo de Europa: democracia, derechos huma-
nos y estado de derecho, así como en la prevención de las viola-
ciones a los derechos humanos. De forma general, la educación
es cada vez más vista como una defensa contra el aumento de
violencia, racismo, extremismo, xenofobia, discriminación e in-
tolerancia.
25
El mismo Consejo de Europa a rma, tanto en sus documen-
tos de 2004 como de 2010, su preocupación por el tema, argu-
mentando a favor de lo que el propio Consejo de ne como “edu-
cación para la ciudadanía democrática” (resumida por el Consejo
bajo las siglas “ECD”):
La ECD es un conjunto de prácticas y principios dirigidos a
equipar mejor a los jóvenes y adultos para participar activamen-
te en la vida democrática a través de la incorporación y el ejerci-
cio de sus derechos y responsabilidades en la sociedad.
26
25
Traducción propia. Education plays an essential role in the promotion of the core values
of the Council of Europe: democracy, human rights and the rule of law, as well as in the
prevention of human rights violations. More generally, education is increasingly seen as a
defense against the rise of violence, racism, extremism, xenophobia, discrimination and in-
tolerance. Consultado en su página web especializada en dicho tema: https://www.coe.
int/en/web/edc/home (fecha de consulta: 15 de octubre de 2018).
26
Education for Democratic Citizenship Activities 2001 – 2004; All European
Study on EDC Policies, Council of Europe, Strasbourg, 2004. (Obtenido de: Ban-
co Interamericano de Desarrollo, Red de Educación. Educación para la ciudadanía
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En el documento de 2010, el Consejo ahonda más en dicho
concepto, al de nirlo así:
La educación para la ciudadanía democrática” se re ere a la
educación, la formación, la sensibilización, la información, las
prácticas y las actividades que, además de aportar a los alumnos
conocimientos, competencias y comprensión y de desarrollar sus
actitudes y su comportamiento, aspiran a darles los medios para
ejercer y defender sus derechos [...] y responsabilidades demo-
cráticas en la sociedad, para apreciar la diversidad y para jugar
un papel activo en la vida democrática, con el  n de promover y
proteger la democracia y el estado de derecho.
27
En 2015, en el Foro Mundial sobre la Educación llevado a
cabo en la ciudad de Incheon, en la República de Corea (Corea
del Sur), distintos organismos internacionales como la UNES-
CO, el UNICEF, el Banco Mundial y ONU Mujeres junto con
representantes de países y de la sociedad civil,  rmaron la Decla-
ración de Incheon para la Educación 2030, donde presentan una
nueva visión de la educación global para los próximos 15 años. En
dicha declaración se considera a la educación como:
un factor inclusivo y crucial para promover la democracia y
los derechos humanos y a anzar la ciudadanía mundial, la to-
lerancia y el compromiso cívico, así como el desarrollo sosteni-
ble. La educación facilita el diálogo intercultural y promueve el
respeto de la diversidad cultural, religiosa y lingüística, que son
vitales para la cohesión social y la justicia
28
y la democracia para un mundo globalizado: una perspectiva comparativa (en línea)
2005. (fecha de consulta: 16 de octubre de 2018). Disponible en:  le:///Users/ma-
chd/Downloads/educ_ciudadania_mundo_globalizado.pdf
27
Consejo de Europa, Carta del Consejo de Europa sobre la educación para la ciudada-
nía democrática y la educación en derechos humanos (en línea). 2010. (fecha de consulta:
15 de octubre de 2018). Disponible en: https://rm.coe.int/CoERMPublicCommon-
SearchServices/DisplayDCTMContent?documentId=09000016804969d9 , pág. 7.
28
UNESCO. Declaración de Incheon y Marco de Acción para la realización del Obje-
tivo de Desarrollo Sostenible 4. Garantizar una educación inclusiva y equitativa de ca-
lidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos (en línea). 2015.
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Según la cita anterior, para la Declaración, la “cohesión so-
cial y la justicia” necesitan estar fundamentadas en la educación
como una defensa y promocn de valores democráticos. La justi-
cia entendida como un proceso político que busca esencialmente
el bien común y la igualdad ciudadana,
29
requiere de condiciones
democráticas, mismas que no solo pertenecen a un ámbito de re-
presentación.
Estos organismos internacionales marcan la pauta bajo la cual
se debe entender el concepto de educación para la democracia, sin
embargo, la democracia misma enfrenta retos que muestran la di-
cultad de la aplicación local de dicho modelo.
IV ¿Qué retos enfrenta la educación para la democracia
en el mundo?
La educación para la democracia” se encuentra frente a ciertos
retos globales
30
que no permiten su consolidación efectiva. Iden-
ti camos tres retos principales que debe enfrentar la democracia
bajo los cuales se pueden encontrar particularidades especí cas: el
reto económico, el político y el social. Estos desafíos simbolizan de
(fecha de consulta: 15 de octubre de 2018). Disponible en: http://unesdoc.unesco.
org/images/0024/002456/245656s.pdf, pág. 26. Me parece importante agregar el
rrafo introductorio: “La UNESCO, junto con el UNICEF, el Banco Mundial, el
UNFPA, el PNUD, ONU Mujeres y el ACNUR, organizó el Foro Mundial sobre la
Educación 2015 en Incheon (Reblica de Corea) del 19 al 22 de mayo de 2015, que fue
acogido por la República de Corea. Más de 1.600 participantes de 160 países, entre los
cuales se contaban 120 ministros, jefes y miembros de delegaciones, jefes de organismos
y funcionarios de organizaciones multilaterales y bilaterales, así como representantes de
la sociedad civil, la profesión docente, los jóvenes y el sector privado, aprobaron la Decla-
ración de Incheon para la Educación 2030, en la que se presenta una nueva visión de la
educación para los próximos 15 años.
29
Aunque la justicia no es el tema principal del presente artículo, se recomienda la
lectura de los siguientes libros para entender la justicia en el marco del liberalismo:
Rawls, J. Teoría de la Justicia. México: FCE, 1971, (séptima reimpresión 2010); Sen,
A. La idea de la justicia. México: Santillana, 2010.
30
Un excelente análisis de los retos que debe enfrentar la democracia y la formación
de la ciudadanía se puede consultar en: Programa de las Naciones Unidas para el De-
sarrollo, Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos. Nuestra
democracia, México: FCE, PNUD, OEA, (en línea) 2010. (fecha de consulta: 06 de
octubre de 2018). Disponible en:
http://www.pe.undp.org/content/dam/peru/docs/Gobernabilidad%20democr%-
C3%A1tica/PNUD-OEA_Nuestra_democracia.pdf
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manera muy clara que la instauración de la vida democrática de un
Estado implica condiciones estructurales, no solo representativas.
Empecemos por el primero, el reto económico. La desigualdad
y lo que ésta conlleva -pobreza y el nulo o limitado acceso a educa-
ción, trabajo digno, vivienda, alimentación, servicios de sanidad,
brecha salarial e inequidad de género o incluso acceso a recursos
básicos como agua potable- es sin duda alguna, una de las limita-
ciones principales de la democracia y, por lo tanto, de la construc-
ción ciudadana y de la participación democrática. El neoliberalis-
mo como proyecto ecomico que basa su fe en el libre  ujo del
mercado no ha logrado producir condiciones de igualdad, y aun-
que se reconoce la utopía que esconde la idea de igualdad total, el
mundo actual parece no haberse acercado progresivamente a ella
sino al contrario, profundizado en la desigualdad.
31
El segundo reto es igual de importante que el primero, pues las
condiciones políticas de determinados países in uyen de manera
signi cativa en el desarrollo de la democracia. La inestabilidad del
Estado de Derecho, es decir, la poca solidez en los sistemas legales,
la opacidad administrativa, la corrupción, el clientelismo, el nepo-
tismo, la impunidad, entre otros, di cultan no solo la aplicación
de una política democrática representativa y un proceso electoral
para ser exactos, sino un Estado democrático en sí mismo.
La democracia se sustenta no solo en el proceso electoral, sino
en distintos mecanismos e instituciones de pesos y contrapesos
que estructuralmente organizan y administran el Estado. Estos
ámbitos, si no existe un Estado de Derecho sólido, están a mer-
ced no de la ley sino de las voluntades particulares, mismas que
pueden contradecir su esencia democrática. A partir de esta teoría
se ve la necesidad de forjar una cultura democrática que pueda ser
31
Para analizar información y datos especí cos sobre pobreza y desigualdad eco-
nómica en el mundo y por país, se recomienda consultar lo publicado por el Banco
Mundial en su sitio web: http://www.bancomundial.org/ y por Oxfam Internacio-
nal: https://www.oxfam.org/es Para un alisis, aunque del siglo XX, sobre cómo
está relacionado el desarrollo económico en países con mejores índices con condicio-
nes favorables a la democracia, analizar: Lipset, S.M., El hombre político, España:
Tecnos, 1981.
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introyectada a través de procesos educativos, para frenar el fantas-
ma latente de cualquier tipo de autoritarismo.
32
Estos ámbitos o esferas de la democracia, según el politólogo
mexicano Jesús J. Silva-Herzog Márquez, son seis: los poderes, las
regiones, los partidos, las asociaciones, la ley y los medios, y éstos
tienen que estar regidos en sí mismos por procesos democráticos:
[...] la democracia es el equilibrio de poderes; es el autogobier-
no de las regiones; es el sistema institucionalizado y competitivo
de los partidos; es la autonomía de las organizaciones sociales; es
el gobierno de la ley a través de la ley, y es el ejercicio del poder
público en público.
33
El tercer reto que enfrenta la democracia es el desafío social.
Violencia, racismo, xenofobia, marginación, discriminación y
misoginia son solo algunos de los problemas que enfrenta la de-
mocracia para a anzarse como cultura. La educación para la de-
mocracia representa un posible freno ante dichas situaciones que
enfrenta la humanidad en el siglo XXI, por eso el impulso que re-
cibe de organizaciones internacionales como parte de sus agendas
normativas, como ya citamos el caso anteriormente.
Todo Estado debe, si se considera democrático, combatir estos
problemas de raíz, pues marginan la participación ciudadana en
procesos democráticos. Ejercer una política del reconocimiento y
de la proximidad con distintos grupos sociales que se encuentran
en condiciones de vulnerabilidad es fundamental para construir
una cultura democrática donde la igualdad no sea formal sino
sustantiva.
34
32
Para entender las di cultades particulares que ha enfrentado la implementación
de la democracia mexicana, se recomienda la lectura de Woldenberg, J. xico: la di-
fícil democracia. México: Penguin Random House Grupo Editorial México, 2013.
33
Silva-Herzog Márquez, Esferas de la democracia, 9.
34
Para más información sobre el tema del reconocimiento, ver la obra del  lósofo
contemporáneo, Axel Honneth, considerado como uno de los pilares de la tercera ge-
neración de la Escuela de Frankfurt. Principalmente su libro: Honneth, A. La lucha
por el reconocimiento: por una gramática moral de los con ictos sociales. España: Críti-
ca, 1997.
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Refl exiones fi nales
En el presente artículo se intentó reconstruir, de manera general,
la genealogía del concepto de “educación para la democracia. Este
concepto, aunque surge en el siglo XVIII bajo la mirada de la Ilus-
tración -sin dejar de lado las valiosas contribuciones dadas por las
culturas griega y romana-, se consolida a  nales del siglo XX bajo
las discusiones propias de la democracia participativa, deliberativa
y, sobre todo, cosmopolita. Éstas líneas teóricas pretenden generar
una re exn dentro la propia democracia entendida no solo bajo
su representatividad sino bajo su forma cultural.
Desde la transformación del concepto de Estado-nación a par-
tir de los años ochenta y noventa del siglo XX, y la entrada de las
democracias a la globalización, la noción misma de democracia ha
tenido que buscar sus propias refundaciones para encontrar su nú-
cleo fundamental.
A partir del rescate de una tradición republicana e impulsado
por distintos organismos internacionales reguladores, la educa-
ción para la democracia permite generar un marco normativo que
contrarreste la crisis de legitimidad que atraviesan las democracias
como formas gubernamentales.
La educación para la democracia, mediante sus diversos meca-
nismos de implementación, pretende in uir en la socialización o
colectivización del poder. La formación de valores democráticos
tales como el diálogo, la participación activa en los con ictos so-
ciales, la defensa de los derechos humanos fundamentales, el reco-
nocimiento de la diversidad, la búsqueda por la igualdad sustan-
tiva, entre otros, solidi can la idea republicana que a rma que la
libertad -y la justicia- son siempre logros de construcciones colecti-
vas, y que estos conceptos se entienden a sí mismos solo a través de
un proceso histórico.
Es entonces la educación para la democracia una posibilidad
para la formación de una ciudadanía global comprometida con los
principales retos -económicos, políticos y sociales- que enfrenta la
humanidad en el albor del siglo XXI. Una humanidad acechada
por desigualdades económicas, pobreza, limitación de servicios y
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oportunidades, xenofobia, racismo, discriminación, marginación,
entre otros múltiples factores que se pueden enmarcar en violacio-
nes sistemáticas a los derechos humanos. uizá la educación para
la democracia represente una posible reconstrucción constante de
tejido social que tanta falta nos hace.
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