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Política, racismo y redes
sociodigitales. Un caso en
las elecciones presidenciales
mexicanas en el 2018
Rogelio Del Prado Flores *
Rafael Tonatiuh Rarez Beltrán **
Rebeca Illiana Arévalo Martínez ***
Resumen
S
e documenta una aproximación a la presencia, impactos, usos,
abusos y amenazas de las redes sociodigitales en México en la
segunda década del siglo XXI en un contexto social posmoderno
y neoliberal, tratando de ver algunas de sus repercusiones. Se foca-
liza el caso de Los prietos que no aprietan en la campaña electoral
presidencial del 2018. Se analiza la presencia de lo político y su im-
pacto en las redes sociales bajo la mirada de los jóvenes mexicanos
a través de un detonador como lo es el racismo. Se estudia la doble
relación de signi cados que históricamente se han tenido para al-
gunos términos que son usados para de nir, cali car o descali -
car, a determinados segmentos sociales a través sus usos políticos.
Palabras clave
Comunicación, elecciones, digital, discriminación, democracia, racismo.
Fecha de recepción: Fecha de aceptación:
agosto 2018 diciembre 2018
* Profesor Investigador de la Facultad de Comunicación, Centro de Investigación para la
Comunicación Aplicada, de la Universidad Anáhuac México. Sistema Nacional de Investi-
gadores Nivel I. rogelio.delprado2@anahuac.mx
** Profesor Investigador de la Facultad de Comunicación, Centro de Investigación
para la Comunicación Aplicada, de la Universidad Ahuac México. Sistema Nacio-
nal de Investigadores Nivel I. rramirez@anahuac.mx
*** Profesora Investigadora de la Facultad de Comunicación, Centro de Investigación
para la Comunicación Aplicada, de la Universidad Ahuac México. Sistema Nacio-
nal de Investigadores Nivel I. rebeca.arevalo@anahuac.mx
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M
Politics, racism and sociodigital networks. A case in the Mexican
presidential elections in 2018
Key words
Communication, elections, digital, discrimination, democracy, racism.
Final submission: Acceptance:
August 2018 December 2018
Abstract:
An approach to the presence, impacts, uses, abuses and threats of so-
cio-digital networks in Mexico in the second decade of the 21st century
is documented in a postmodern and neoliberal social context, trying to
see some of its repercussions.  e case of “Los prietos que no aprietan
is focused on the presidential election campaign, 2018.  e presence of
the political and its impact on social networks is analyzed under the
gaze of young Mexicans through a detonator such as racism. We study
the double relation of meanings that historically have been had for
some terms that are used to de ne, qualify or disqualify certain social
segments through their political uses.
Introducción
El presente estudio analiza las estructuras de la comunicación di-
gital desde la preocupación por el racismo y sus implicaciones po-
líticas. El objetivo es contestar dudas como: ¿está el racismo pre-
sente como problema en las redes sociales digitales? ¿Cómo se ha
transformado la comprensión del racismo desde las redes sociodi-
gitales? ¿Cles son los impactos políticos del racismo en las redes
sociodigitales? La pregunta de fondo es: ¿cómo se está estructu-
rando la participación ciudadana bajo el dominio de la videoes-
fera y un mundo interconectado como un contrapeso al racismo?
Las prácticas del racismo en México son ancestrales. En la
época de la Colonia se reproducía la idea de que el indígena era
un menor de edad al que había que segregar de los ámbitos eco-
micos, culturales y políticos por su propio bien (Gall, 2001, p.
91). La violencia cultural, la discriminación y la exclusión del otro
son problemáticas que se empezaron a discutir cuando se plateó
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la necesidad de que México ingresara a la modernidad. Los argu-
mentos que se plasmaron en los documentos constitucionales a
partir de 1810 y hasta el triunfo de la República en 1867 respon-
den a diversas concepciones políticas y  losó cas (Carpizo; Vi-
llanueva, 2001, p. 77). La guerra de Independencia de México así
como la guerra civil de la segunda década del siglo XX, constitu-
yen importantes episodios políticos que llevaron al constituyente
a establecer garantías individuales en la Carta Magna para todos
los mexicanos. La época de la posrevolución tenía como objetivo
forjar patria” dado que la realidad social estaba marcada por una
multiculturalidad y una realidad multiétnica (Gamio, 1960), lo
cual se convertía en un desafío teórico para construir una nación
con instituciones que otorgaran los mismos derechos humanos
La polisemia que encierra la noción de racismo tiene un sopor-
te en la gran diversidad cultural y racial de la nación mexicana; la
gran preocupación sigue siendo entender las causas que generan
la división entre lo propio y lo extraño entre los grupos sociales
nacionales. Como se sabe, las nociones de raza, clase y cultura se
entrecruzan conformando complejas representaciones sociales
que dan lugar a ideologías cuyos efectos van naturalizado las di-
visiones, las desigualdades que han desatado un encadenamiento
de con ictos. Estos con ictos sociales se han modi cando en la
historia a partir de la actuación del Estado y dependiendo de las
regiones de la nación (nchez, 2006, p. 208)
En la actualidad las redes sociales digitales han abierto una bi-
furcación en dos frentes de discusión, por un lado, la posibilidad
de crear escenarios de participación más incluyentes, como pro-
cesos democráticos. Por otro lado, se advierte el encadenamiento
de simulacros a partir de una comunicación simple, banal, sin
trascendencia e inmediatista. Las tormentas de indignaciones son
contingentes, cortas y anárquicas. Es necesario replantear las no-
ciones de integración y participación en el ámbito de la comuni-
cación digital para conceptualizar una teoría de la comunicación
que permita fundamentar una epistemología entre lo real y lo
virtual que nos sirva como mecanismo en contra del racismo, la
exclusión y la violencia en contra del otro.
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De tal forma que nuestro análisis está dividido en cinco par-
tes. En la primera abordamos el escenario de la comunicación di-
gital en la que nos aproximamos a los argumentos de sus detrac-
tores y defensores optimistas en lo relativo a la participación y el
simulacro. En segundo lugar, hacemos un análisis del racismo, la
exclusión y la violencia en contra del otro. En el tercer apartado
titulado: Política, Racismo y Redes sociodigitales, presentamos
un caso reciente sobre expresiones de racismo en las elecciones
presidenciales del 2018 en México. En cuarto lugar se realiza una
aproximación empírica al signi cado del término “Prieto. En el
quinto punto se analizan los tweets posteriores al caso estudiado.
En sexto lugar se concentran los resultados empíricos y las discu-
siones e incertidumbres que se derivan del tema abordado en este
trabajo. Se concluye con re exiones.
I El escenario de la comunicación digital:
participación y simulacro
¿Sacri carías la vida por la realidad?
Juan José Millas
El “universo digital” es una metáfora con ya cierto recorrido teó-
rico; lo que indica es el predominio de la imagen sobre la gramáti-
ca.
1
La idea de una aldea global de McLuhan (1996) nos remite a
los efectos espaciales de la tecnología en materia de comunicacio-
nes, describe una cultura mundial en la que se subsumen todas las
culturas particulares debido a que utilizamos los mismos medios
de comunicación, sin embargo, no deja de ser una metáfora que
alude a la anulación creciente de la pluralidad de visiones com-
prehensivas. La idea de una aldea global hace referencia a la ace-
lerada reducción del espacio público atribuible a los resortes del
capitalismo  nanciero, el cual se ha impuesto sin que existan otros
competidores. En cambio, la noción de universo digital es toda-
vía más compleja. Haciendo alusión a Jacques Derrida, se trata de
1
No entramos en esta primera distinción, en como la imagen se ha ido constituyen-
do en una forma de lenguaje, solo establecemos que en esto se ha avanzado.
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una nueva videogramática. En efecto, si el logos griego dio origen
al dominio de la gramatología, ahora, se puede demostrar el enca-
denamiento mundial entre imágenes a partir de pantallas planas.
Se trata de una diseminación, cuando no de una dispersión de sig-
ni cantes liberados del signi cado (Derrida, 1971). La imagen en
el mundo dominado por el mercado, es también una mercancía.
Esta videogramática es sintomática de una fenomenología de los
excesos, de una cultura de la intromisión, de lo invasivo. El exceso
de pantallas provoca una falta de respeto permanente, una ofen-
siva duda sobre el otro. La deconstrucción de las distancias espa-
ciales está vinculada con la pulverización de las distancias men-
tales. “La falta de distancia conduce a que lo público y lo privado
se mezclen. La comunicación digital fomenta esta exposición de
pornográ ca de la intimidad y de la esfera privada” (Byun-Chul,
2014, p. 14). Byun-Chul Han denomina a la comunicación di-
gital como una shitstorm, dado que su fuerza radica en el anoni-
mato, en su desvinculación con el nombre, con la  rma y la res-
ponsabilidad. El medio digital propicia la separación del mensaje
del emisor, con esto, la deconstrucción de la cultura del nombre
propio. “Lo digital es información pura, es un medio sin mensaje,
porque el mensaje del medio digital es el cambio de escala, ritmo
o patrones que introduce en los asuntos humanos” (Mcluhan,
1996, p.30). Lo digital colabora, sutil y profundamente, con otro
eslabón a la trasformación de la especie humana, “porque es el me-
dio el que modela y controla la escala y forma de las asociaciones y
trabajo humanos” (Mcluhan, 1996, p. 30).
Las iconografías digitales diseminan el binomio entre signi-
cante y signi cado, entre contextos y referentes, entre textos e
interpretaciones; una nueva deconstrucción está en marcha, que
representa la ruptura entre imagen y los viejos criterios de lo estéti-
co, el ser y la episteme (Derrida, 1971). La virtualidad de la comu-
nicación digital, se representa a sí mismo, aunque solo sea por un
espacio y tiempo limitado: “¿dónde ess?” es la primera pregunta
que uno le formula al otro (Ferraris, 2010, p. 59).
Por lo menos existen dos enfoques que dominan las re exiones
sobre los efectos del universo digital. El más común es la versn
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optimista, romántica de los bene cios de las nuevas tecnologías
de la información. El principal argumento es la democratización
del acceso a la información. ue los contenidos estén disponibles
para todo aquel que tenga una conexn a Internet, esto bene cia-
ria a la economía, a la sociedad, a la cultura, a la educación y a la
misma democracia (Lipovetsky, 2012).
La otra visión, en el otro extremo opuesto, es una perspectiva
crítica: si el mundo se ha constituido por la necesidad de demos-
trar lo verdadero, ahora, bajo el dominio de la red de redes lo que
importa es lo que se encuentra el Internet del mundo y de las cosas.
Pero dada la cantidad de información, el sujeto se encuentra desar-
mado para hacer un contraste entre información virtual y lo real.
Más desamparado y solo ante la inmensa fuerza que representan
estas nuevas fuerzas monopólicas. Solo ante una cantidad inmen-
sa de información que está a otra escala de su tiempo y existencia,
aunque aparezca en su mano en forma de teléfono inteligente.
Jean Baudrillard señalaba al inicio del milenio: “La potencia
de lo virtual sólo es, precisamente, virtual.” (2000, p. 74). La refe-
rencia era violencia simbólica de los medios de información ma-
sivos, sin embargo, su diagnóstico apuntaba a lo que estaba por
desplegarse dentro de la comunicación digital como el desierto de
lo real, la castración simbólica: “la  cción estructura nuestra reali-
dad (Žižek, 2008, p. 42).
El caso de la realidad virtual es algo singular. El diccionario
describe tres acepciones diferentes: “1. ue tiene virtud para pro-
ducir un efecto, aunque no lo produce de presente. 2. Implícito,
tácito. 3. ue tiene existencia aparente y no real.” (RAE, 2001).
En la entrada al término existe la opción de consultar el signi -
cado de realidad virtual, y en esta acepción el diccionario dice:
“Representación de escenas o imágenes de objetos producida por
un sistema informático, que da la sensación de su existencia real.
(RAE, 2001). Las imágenes -sus fenómenos, sus espectros-, dan la
sensación de poseer una existencia real, como si lo real estuviera
más allá de nuestros criterios epistémicos. Lo virtual tiene que ver
con la virtud –el poder de producir un efecto diferido y la apa-
riencia– y con la sensación de existencia real. No hay distinción
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posible entre apariencia y realidad, sino que el universo virtual va
creciendo de manera exponencial. Gracias a la aceleración de una
economía de lo virtual, los problemas epistémicos quedan tradu-
cidos a problemas de comunicación, sobre todo de conexn de los
afectos. La conexión es diferente a la relación. La conexión se re-
duce a problemas técnicos. La suspensión de la relación por causa
de la comunicación digital implica pensar que la conectividad es
la solución a los problemas sociales: a la soledad, a la movilidad, al
miedo, a la ignorancia, a la recreación, entre otras problemáticas.
En nuestros días el homo digitalis no se cuestiona la posibili-
dad de una vida sin conexn a Internet: Lo cotidiano se asemeja
a una realización dentro de un satélite orbital, se trata de la puesta
en órbita de la esfera privada, el éxtasis de la comunicación, una
sobreexposición que lleva a la trasparencia del mundo (Baudri-
llard, 1988). Se construye una subjetividad –homo digitalis- con
posibilidades que ofrece el universo digital, que lo hace sentirse
pleno de poder por primera vez en la historia, que supera límites
espaciales y temporales con un click. El homo digitalis se caracte-
riza por preferir la comunicación digital por encima de cualquier
otro medio, incluso, le hace más caso al móvil que a una persona
que está enfrente. Su vida está rodeada de pantallas. La subjetivi-
dad del homo digitalis corre el riesgo de adquirir la  sonomía de la
comunicación digital: super cies planas, funcionales, como lugar
de gestión, poder de regulación. La digitalización de las relacio-
nes humanas lleva implícita la lógica de la conducción, es decir,
la lógica de los vectores. En el universo virtual no hay asimetrías,
acontece una reducción de la masa crítica.
El mundo digital produce la sensación de cercanía con todo, es
decir, que “dentro” del Internet todo está a la mano, todo queda
transparente, desnudo de cualquier misterio, es lo que Baudrillard
(2000) llama hiperrealidad, y que Byun-Chul Han (2013) deno-
mina como la Sociedad de la transparencia, en la que la distancia
necesaria para una relación respetuosa con el otro y con el mundo
queda minada. Asistimos a una economía virtual, a una educa-
ción virtual, trabajo virtual y ocio virtual. El mundo de las redes
sociales digitales genera la adicción a la dopamina. Las redes socia-
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les nos han educado como grati car y aceptar ser grati cados con
signos entendibles por todos. El desafío de la comunicación digi-
tal consiste en la necesidad que tiene el hombre de considerar a lo
virtual como acontecimiento de lo real. Una predisposición social
a moverse en el universo digital. El reto reside proveer de sentido
a lo digital, se trata de superar el empleo miope del Internet. La
miopía se explica a partir de la abolición de las distancias mentales
y el encogimiento absoluto del tiempo. Interacción digital que no
respeta jornadas laborales, convenciones sociales u horas de des-
canso, también ha sido dislocado por esa otra realidad que hora
comienza a gobernar. Las transformaciones se empiezan a vislum-
brar: “Lo que entrevemos ya no es sólo el desierto del territorio,
sino el desierto de lo social, el desierto del trabajo, el desierto del
cuerpo que la información irá engendrando por su propia concen-
tración” (Baudrillard, 2000, p. 72).
Asistimos a nuevas  sonomías que se adaptan lentamente a los
dispositivos inteligentes. La sensación humana de libertad tam-
bién se ha vuelto paradójica: actividades simultaneas y múltiples
también nos ha encadenado, la capacidad de operar gracias a múl-
tiples aplicaciones nos vuelve esclavos de empresas globales que
nos ubican y nos ofrecen servicios gracias a potentes ordenadores
de información con nombre como de comida rápida, Big-data.
Sin embargo, al mismo tiempo, el deseo de mostrar la existencia
disociada del nombre propio. Se trata del problema del anonimato
que a rma el existir sin nombre propio. Tweets que proceden de
un robot, o bien, de alguien que le da lo mismo poner en su per-
l la  gura de un huevo. “¡Existo! Y al mismo tiempo: ‘No tengo
nombre, no tengo sentido, no quiero decir nada’. Necesidad de
hablar cuando no hay nada que decir” (Baudrillard, 1988, p.26).
La imagen tiende a ser cada vez más una mercancía, en una so-
ciedad en que el valor de uso y el valor de cambio lo determinan
todo (Marx, 2001, p. 15). En una sociedad actual en que la cultu-
ra, la información, la ciencia y la mentira son también mercancías.
También el otro (ese otro que ya no es real, pero trata de narrarlo
y usarlo) tiene el valor de mercancía, valor de uso, de cambio; el
otro aparece en una interfaz sin trascendencia. Con la invasión de
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las redes digitales en la cultura ya nada es auténticamente social,
cuando todo es social, de pronto ya nada lo es. “Hoy ni escena ni
espejo, sino pantalla y red” (Baudrillard, 1988, p. 9). Así, en la red
digital el valor de consumo y de la mercancía teje y focalizan las
nuevas relaciones virtuales. El problema está en la transitorización
del entorno y del tiempo; convivencia reducida a una encefaliza-
ción electrónica, que no da lugar ni tiempo para una esceni cación
trágica de la vida. Lo digital, entre tantas opciones, tiene el poder
obsceno de comunicar todos los ámbitos secretos de las relaciones
humanas. En lugar de crítica, ecología del medio; el medio ofrece,
dicta, propone los estilos de conducción: lógica de vectores en la
urbe digital.
Está por discutirse si la estructura de las redes sociodigitales
puede ser objeto de un juicio moral; en cambio, lo que sí es posible
hacer es el examen de los usos y los efectos que éstos provocan en
las relaciones entre ciudadanos y autoridades políticas. Las redes
sociodigitales permiten nuevas acciones políticas desa antes para
la democracia y sus institucionales, dado que son fruto de identi-
dades digitales que oscilan entre lo simbólico, la  cción y lo real.
Como señala Pierre Bourdieu, lo político implica actos simbóli-
cos que persiguen el propósito de construir el orden democráti-
co, en cambio la  cción en lo político obedece a una racionalidad
cínica que persigue el poder por ambición. Platón, por ejemplo,
estableció que la responsabilidad política está en asumir no solo
las consecuencias directas de los actos, sino en el tipo de sociedad
que se promueve. La responsabilidad individual es insustituible e
intransferible en el ámbito moral y político.
Más allá de las diferentes modalidades de uso de las redes so-
ciodigitales y sus repercusiones en los cambios de estilos de vida,
no justi can el cinismo político. Según el Diccionario de la Real
Academia Española una acepción de cinismo es la desvergüenza
al mentir, que va de la mano con la imprudencia y la obscenidad
descarada. El cinismo político conjuga la estrategia con la inmora-
lidad. De este modo, una racionalidad cínica sería una estrategia
para la elaboración y difusión de  cciones para perseguir o man-
tener el poder, correlacionada con la manipulación de datos, con
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mentiras, chantajes, fraudes, acosos, etcétera. Como señala Mi-
chel Foucault, el poder circula, dado que no es una cosa ni es una
propiedad, sino un conjunto de acciones que buscan no perder el
poder. Entendida la racionalidad cínica como persecución inmo-
ral del poder, las redes sociodigitales se convierten en una herra-
mienta de comunicación que puede ocultar la identidad. Las redes
son propicias para evitar el desprestigio y la mala reputación al po-
sibilitarse el anonimato, otra de las caras de la racionalidad cínica.
Una de las bases de esta inmoralidad radica en la posibilidad de
seleccionar a los contactos, destinatarios y receptores para  nes de
guerra de comunicación política. La selección comunicativa, esto
es, cerrar las vías de comunicación, conlleva el desprecio como mo-
dalidad del clasismo y de un racismo digital. Como veremos más
adelante, el racismo digital deriva de la racionalidad cínica y extra-
pola los problemas sociales con otras coordenadas, como es el deseo
de producir una comunicación viral, es decir, de alto impacto, que
como se decía, utilizan el anonimato, los “juegos de identidad.
La crítica a la comunicación digital, la crítica a la racionalidad
cínica, la crítica a la forma de ser del homo digitalis, nos lleva a revi-
sar dentro de la cultura occidental, aquellas categorías que operan
de forma invisible en el desprecio del otro. Se trata de examinar las
nuevas formas del racismo. Sin esta previsión, la ingenuidad nos
acabará cobrando la factura de la deshumanización de la ecología
digital como universo digital.
Proponemos revisar la lógica de las interacciones sociodigitales
que actúan como vectores entre lo real y lo virtual.
II México y el racismo: lo latente y lo mani esto
“El racismo ha sidoinvisibilizado durante años con el discurso de
que México es una sociedad mestiza” (Castellanos, 2014). Ahora
bien, los problemas sociales se traducen en problemas de comu-
nicación (Baudrillard, 2000). La comunicación digital es una
tormenta inmoral porque se asienta sobre el eje del anonimato
-vehículo de selección de contactos-, empobrecimiento de las rela-
ciones. Saca a  ote el desprecio por el otro. Roger Bartra (2017), se-
ñala que hay un racismo transversal en México que se mani esta:
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“Hasta en los sectores más pobres, incluso entre indígenas; es dra-
mático, cuando tienen un hijo más blanquito creen que es mejor.
El desprecio a lo indígena es generalizado y antiquísimo” (citado
por Reina, 2017, párr. 4). El racismo guarda relación con el clasis-
mo promovido por los medios masivos de comunicación y la pu-
blicidad que generalmente siguen los patrones estéticos eurocén-
tricos (Jerade, 2011). Dado que la publicidad es una herramienta
de comunicación que combina numerosas dimensiones alrededor
del objeto o del servicio ofertado, aumenta el deseo de que la es-
tética publicitaria re eje aspectos de nobleza (Matterlard, 2000).
En México hay una obsesión por “mejorar la raza” (Navarre-
te, 2016, p. 70). Este sentimiento demuestra una ironía social que
combina amor y resentimiento a la historia nacional. Se trata de la
ambivalencia de la que habla Santiago Ramírez: la duplicidad de
sentimientos que tiene el mexicano ante lo indígena, lo español,
lo estadounidenseano, etc. Tal vez por esa doble valoración, como
lo asegura Judith Bautista (citada por Reina, 2017), el racismo y el
clasismo (en México sea) sean sutiles. Como se decía al principio,
el trato hacia el indígena tiene mucho de paternalista y de tutela,
el cual implica la segregación de los ámbitos económicos, sociales
y políticos, alegando un supuesto bene cio (Gall, 2001, p. 91).
La paradoja social es que en un país de dominancia poblacio-
nal mestiza, una de las tendencias, por lo menos en el imagina-
rio social, se puede de nir como un camino de blanqueamiento
social, e intentar pertenecer a los güeros; se puede observar cómo
la ciudadanía invierte grandes recursos en ropa  na y cosméticos,
para simular pertenecer a clases sociales supuestamente más cultas
o elevadas económicamente, como lo maneja los dictados estéti-
cos de cierta publicidad. “El simple hecho de vestir ‘elegante´ y a la
moda’ ya tiene un efecto blanqueador y puede convertir al more-
no en ‘güero’ o al menos en aspirante a tal. Esta es la premisa esen-
cia del racismo ‘aspiracional’ de la publicidad” (Navarrete, 2016,
p. 71). El prejuicio de los publicistas sostiene que los consumidores
no quieren ver a mujeres morenas (Navarrete, 2016, p. 64). Móni-
ca del Carmen (2017) señala que, entre iguales, se trata de ser más
que el otro a partir de la estetización de la raza: “aunque seas igual
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de moreno, si ya tienes un tono de piel más claro o los ojos más
cafés y menos negros, buscas ser menos indígena, un poquito me-
nos indio, un poquito menos feo” (citada por Reina, 2017, párr.
14). El desprecio y el odio racial que provienen de una supuesta
superioridad étnica y cultura son manifestaciones y síntomas de
los complejos coloniales que aún persisten (Menchú, 2000). (En
México está documentado que el mero color de la piel no es tan
determinante de la discriminación como lo son los rasgos indíge-
nas/no indígenas, recomendaría una re exión al respecto).
Mauricio Tenorio ha documentado cómo se fue construyen-
do un imaginario de México en los intelectuales de Estados Uni-
dos, que el nombra como Atlántida Morena (Tenorio, 2009),
descripciones en las que abunda frases como “una raza de  ojos,
gente aparentemente sumisa, pero en realidad traidora” (Tenorio,
2009, pág.160). El mexicano se encuentra empujado a demostrar
su blancura, lo cual se puede demostrar por la exageración de las
diferencias físicas y sociales, se trata de separarse de los que “son
menos blancos que nosotros” (Navarrete, 2016, p. 70). El paisaje
social está de nido por la gradación de los colores de piel, se tra-
ta de una escala desigual, la diferencia de aspecto físico conlleva
juzgar y clasi car a las mujeres y hombres” (Navarrete, 2016, p.
68). Las representaciones e imágenes que persisten y que generan
desigualdades sociales son una herencia del colonialismo, en las
que se relaciona racismo y clasismo. En México también existe un
racismo social cromático que identi ca a “los “güeros” con la be-
lleza, el privilegio y el éxito, y de los ‘morenos’ con lo contrario, así
como la invisibilidad de los africanos, los chinos y otros grupos
que ni siquiera se consideran parte de nuestra raza mestiza.” (Na-
varrete, 2016, p. 68). Este racismo cromático está asociados a sen-
timientos y prácticas de una “cauda de frivolidad y prejuicios, de
deseo y rechazo, de ofensas y envidias, de orgullos y de desprecios,
de sufrimiento y resentimiento” (Navarrete, 2016, p. 68).
El racismo en México permanece desde tiempo de la colonia
como un fenómeno social contradictorio e inmutable a: religio-
nes e ideologías; conquistas, guerras de independencia y revolu-
ciones; a transiciones y partidos; a tradiciones y modernidades; a
movimientos armados y civiles; al analfabetismo y la educación, a
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inclusiones y cuotas; a multiculturalismo e incorporación de sa-
beres; a políticas públicas y de responsabilidad social; a derecho
constitucional y a discursos de justicia social. El racismo en Mé-
xico es una constante, que no se quiere hacer notar o aceptar o
incluso que duele cuando se habla de ello o se reconoce. Adquiere
formas de chiste, broma, mote o cuando se vuelve ira es adjetivo o
descali cación. Pero siempre es exclusión y con frecuencia olvido.
Desde tiempos de la Colonia, los ‘criollos’ mexicanos ricos,
a veces ya ‘manchados’ con algunas gotas de sangre indígena y
negra, buscaban españolas y españoles recién bajados del barco
para ‘limpiar’ su estirpe (Navarrete, 2016, p. 72).
Fabrizio Mejia Madrid (2018) es todavía más penetrante y pers-
picaz al señalar que: “El ‘prieto’ en la cultura nacional es el mestizo
a cuya pigmentación se atribuyen, indolencias, ignorancias, renco-
res atávicos y sentimientos a  or de piel” (p. 49). El mismo Mejía
Madrid observa, por lo tanto, en el término prieto una honda raíz
histórica, que nos remite al pasado colonial, época en la que surgen
las castas y la asignación de graves prejuicios o descali caciones
por el físico o las costumbres, cali cando por el color de la piel a
los pximos a indígenas y negros de chusma, peladaje, bestias, ig-
norantes, apáticos,  ojos, sin escrúpulos para la traición, perezosos,
inertes de una naturaleza hipócrita, avara y taimada. Es este origen
virreinal el que comienza a determinar una inevitable mirada racial
en la población mexicana, marcada en forma dolorosa por el do-
minio español y luego criollo en México y otras partes de Arica
Latina. Esta mirada racial naturaleza la desigualdad social y eco-
mica, se “vuelve aún más inamovible nuestro paisaje social racis-
ta, el que los más blancos ocupan la posición superior, y lo hacen
parecer más natural, más incuestionable” (Navarrete, 2016, p. 72).
La estructura histórica racial de México sostiene a la publicidad:
En nuestro país solo los rostros ‘blancos’ y los rasgos ‘euro-
peos’ se asocian con las situaciones idealizadas, con la dama,
con son los estatus sociales ‘superiores’ y las bellezas deseables,
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es decir, solos los güeros son ‘aspiracionales’. A los morenos en
cambio toca la dura realidad de la pobreza y la marginación, la
infamia, la fealdad y los lugares prosaicos.” (Navarrete, 2016, pp.
59-60)
No es fortuito que la presencia del racismo no escapa a muchos
de los nuevos escenarios de identidad social como lo es la publici-
dad. La campaña del jabón de tocador Rexona es un ejemplo, una
de las estaciones del metro con mayor cantidad de usuarios es la
de Indios Verdes que recibe diariamente a millones de personas:
“Para que el metro no huela a Indios Verdes, ponte Rexona” (Flo-
res, 2004, p. 1).
III Política, Racismo y Redes sociodigitales:
Un caso reciente en México
El primero de julio del 2018 se realizaron elecciones presidenciales
en México. Con independencia de la complejidad que implicó este
proceso democrático en sí mismo (por lo que estuvo en juego dado
el descontento social, en la contienda electoral), en el proceso elec-
toral hubo tres coaliciones de partidos políticos en la disputa por la
Presidencia de la República: el Partido o cial Revolucionario Ins-
titucional (PRI), aliado al Nueva Alianza (derivado del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación) y al Partido Verde que
postulan a José Antonio Meade; por otro lado está la alianza de
un partido tradicionalmente de oposición y derecha Acción Na-
cional y otro de centro izquierda de la Revolución Democrática con
el de Moimiento Ciudadano, que a veces había participado con
la izquierda, estas tres fuerzas postularon a Ricardo Anaya; y, la
alianza de Morena con el Partido del Trabajo y con el partido En-
cuentro Ciudadano, aquellos de izquierda y el otro de derecha que
postularon a Andrés Manuel López Obrador, que por tercera vez
buscaba la presidencia de México. Además, hubo dos candidatos
independientes: Margarita Zavala, Jaime Rodríguez, que abando-
naron sus partidos políticos por inconformidad con los dirigentes
y que también aspiraban a la presidencia de México.
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Es el mes de febrero 2018, en el marco de la llamada pre-cam-
paña (proceso interno de designación de los candidatos), cuando
algunas encuestas nacionales publicadas en los principales medios
periodísticos de circulación nacional (El Reforma, El Financiero,
El Universal, etc.) señalaban que estaba al frente de las preferen-
cias Andrés Manuel López Obrador y en segundo lugar ubicaban
a Ricardo Anaya, mientras que el candidato del o cialismo estaba
colocado en tercer lugar, viene entonces la declaración pública del
Presidente del Partido Revolucionario Institucional en el estado
de Villahermosa, Tabasco, que algunos leyeron como una acción
desesperada.
El 10 de febrero de 2018, el líder nacional del PRI, Enrique
Ochoa Reza, comparte un video en la red social Twitter el que se
le ve diciendo “prietos de Morena que ya no aprietan» al referir-
se a los priístas que han saltado del PRI a Morena” (partido que
postula a López Obrador), dice textualmente el mensaje: «A los
prietos de #Morena les vamos a demostrar que son prietos pero ya no
aprietan» (Miranda, 2018)
La frase del presidente del partido en el poder re eja varias di-
mensiones en materia de comunicación social y política (que salen
a luz y quizá sin ser la intención del autor de la frase). 1. Al ligarse
la palabra “prietos” con el acrónimo (Morena) del Movimiento de
Regeneración Nacional, está enfatizando un doble signi cado so-
cial que implícitamente lleva el término Morena. El más evidente
es la alusión al color de piel de muchos mexicanos, que posible-
mente se sientan más representados por el término Morena. Esto
nos lleva a pensar que al denominar Morena a un movimiento
político se busca generar vínculos entre la población. Bajo este
enfoque, la frase los “prietos de Morena” es una expresión clara-
mente despectiva, peyorativa, ofensiva para los seguidores de este
movimiento político; esta frase es un síntoma de una guerra por
el poder. Habría un segundo aspecto de esta relación entre los
signi cantes prietos-Morena menos evidente que nos llevaría a
otros linderos entre política y relign. El acrónimo completo del
Movimiento de Regeneración Nacional es “Morena. La esperan-
za de México, donde se aprecia que la frase contiene una virtud
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teologal, y que el término regeneración también se puede ligar al
postulado religioso de una conversión. También, como se sabe, la
virgen Morena de Guadalupe es la patrona de muchos mexicanos.
Simplemente señalamos esta relación que implicaría un estudio
de otra naturaleza, en la que sería necesario estudiar la supuesta
relación histórica entre la masonería y el PRI. 2. La frase «A los
prietos de #Morena les vamos a demostrar que son prietos pero ya no
aprietan» nos conduce un camino escabroso de analizar. Bajo la
teoría lingüística de Ferdinand de Saussure (1991), retomada por
Jacques Lacan (2007), y recientemente por Slavoj Žižek (2008), si
se vinculan los signi cantes prietos-que-ya-no-aprietan, se tiene la
impresión de que se ha incorporado intencionalmente un horizon-
te sexista, incluso homofóbico. El encadenamiento de signi can-
tes re eja el “juego sexista” del uso del lenguaje por parte de quien
planeó y de quien la expresó; lo que re eja a una grosera oposición
de los términos hombre/mujer. Esta frase aduce que quien la pen-
só y quien la dijo se consideran a sí mismos que son lo contrario “a
los que no aprietan, que bajo la psicología social de lo mexicano
sería un macho. Bajo este infortunado uso sexista del lenguaje, los
que no aprietan” puede remitir a varios sentidos: “persona que ha
perdido su atractivo”. Al estructurarse gramaticalmente tal expre-
sión en plural, se aduce que los seguidores del PRI son machos, y
que los detractores del PRI que se cambiaron a Morena, dejaron
de serlo, entonces, se convirtieron en lo contrario de un macho.
Más tarde, se borra el tuit donde se compartió el video. Enri-
que Ochoa Reza escribió en redes sociales:
El día de hoy en Tabasco me referí a los PRIistas [sic] que se
han pasado a Morena como PRIetos [sic]. Mi comentario jamás
fue referido a las personas que tienen mí mismo color de piel,
del cual me siento muy orgulloso. Ofrezco una sincera disculpa.
Esta campaña será de propuestas y unidad. (citado por Garza,
2018, párr. 11)
El periodista Ran Alberto Garza (14 de febrero 2018), in-
discutible líder de opinión trata de darle marco al mensaje, con-
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textualizando la frase, asegura que la usó primero el candidato
independiente Jaime Rodríguez, que mencionó en la XII Cumbre
de Comunicación (8 de febrero) el término PRI-etos: “ya le cambié
por cierto el nombre a Morena, se llama PRIeta. Para los que no
son de México, es morena, pero con otro nombre” (párr. 6). En
este mismo texto se aluden expresiones también racistas expresa-
das por otros candidatos de esta contienda. Esto nos deja en claro
que Ochoa Reza no es el único político en expresarse así.
Más allá de esto lo que sucede ese y los siguientes días en la red
es una explosión de descontento, de rivales políticos, neutrales y
también del propio PRI. Irrumpen #PRINAZI;
#piensaantesdehablar; #PrietosueNoAprietan; #LordPRIe-
to y un largo etc.
Mejia Madrid (2018) destacó pocos días sobre esta declara-
ción discriminatoria como un ejercicio de un racismo al revés, que
comprende una justi cación a la narrativa de los prietos “también
le dicen a uno güero, burgués, neoliberal. (el racismo implica más
cosas) El racismo constituye una estructura narrativa respaldada
por los que tienen el poder para diseminar ciertas creencias sobre
un grupo que evita tenga acceso al poder.” (Madrid, 2018, p. 49).
El mismo autor cuestiona ese llamado racismo al revés, con el ar-
gumento de la historia y el colonialismo, pero el acento a destacar
de este uso político del prieto no es en la discriminación o la cali -
cación por el color de la piel, sino en la permanecia en la hegemo-
nía política de un grupo sobre los otros.
IV Primera aproximación empírica al signi cado
del término Prieto
En el contexto de la declaración, pero sin referirla explícitamente,
se realizó una aproximación exploratoria cualitativa por medio de
un estudio empírico a los signi cados del término Prieto. Se eje-
cutó del 22 de 28 de febrero de 2018 en la Universidad Anáhuac
México, con estudiantes de Licenciatura Comunicación.
2
(for-
2
En el estudio exploratorio participaron 60 estudiantes (52% hombres y 48% muje-
res) quienes cursaban de 4º a 8º semestre, es decir entre 19 y 23 años de edad, en una
selección de sujetos por conveniencia. La unidad de análisis fueron los signi cados, en-
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talecería el artículo si se dieran más detalles del ejercicio, proba-
blemente en una nota al pie, ¿a cuántos estudiantes se aplicó? ¿de
qué rango de edad? ¿mediante qué técnica se recopiló y analizó la
información?) Reconocemos un sesgo parcial de ser una institu-
ción de educación superior privada, sin embargo, tiene un progra-
ma incluyente y de becas que facilita el acceso a estudiantes. Nos
interesaba ver con una sola palabra como detonador, es decir, si el
racismo, todavía tiene presencia en términos y creencias signi ca-
tivas. Se trata de un estudio cualitativo porque nos interesaba ob-
servar las reacciones en el momento de la aparición pública de un
gesto de racismo que se hizo viral. Abrimos una ventana al vector
que une lo virtual con lo real en el contexto del caso que seguimos:
Se les pidió a los estudiantes que de nieran la palabra Prieto.
El alisis semántico de las frases seleccionadas fueron la respues-
ta a la misma pregunta: ¿ué signi ca prieto? Los conceptos re-
presentativos se muestran en la nube de texto que aparece en la
Imagen 1.
Imagen 1. Nube de texto sobre el signi cado de prieto
Fuente: Elaboración propia.
tendidos como “categorías lingüísticas que usan los actores humanos para referirse a
la vida social como de niciones, ideologías o esterotipos… van más allá de la conducta
y se describen, interpretan y justi can.” (Lo and y Lo and, 1995, citado en Hern-
dez et. al, 2003, p.452). Se realizaron sesiones en profundidad con grupos transec-
cionales en los cuales se generó el dlogo con respecto a la unidad de alisis de la
temática ya señalada (racismo - prieto), en una adaptación del método Delphi.
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