“Eutifrón” y “Eutidemo” de Platón son losofía teatral / Antonio Usero Vílchez
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tre las obras para el gran público, el estagirita escribió poemas. Entre estos se
encuentra la elegía de altar dedicada a Eudemo, en la que el autor muestra
su admiración, según Jaeger (1946, pp. 126-127), por Platón. Otro poema es el
himno a Hermias, dedicado también a la amistad con Platón, y en el que ex-
presa a su vez su apoyo a Hermias, dirigente de Atarneo, pequeño y transi-
torio principado griego, que siguió las enseñanzas de Aristóteles durante su
estancia en Asos, en Asia Menor (Jaeger, 1946). La parte más reconocida de
la obra de Aristóteles hasta la edición de las obras que conservamos y que en
su mayoría eran apuntes de clase fueron diálogos al estilo de Platón.
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Jaeger
(1946) sostuvo la tesis, que es la comúnmente aceptada, de que esos diálogos
aristotélicos, incluso los más tempranos, eran más bien “diálogos de exposi-
ción cientíca” (p. 39) que dramáticos. Las posiciones losócas, como era de
esperar, no se diferencian de las sostenidas en los tratados (Jaeger, 1946). Estos
diálogos fueron la obra conocida de Aristóteles hasta la recuperación y edi-
ción de los tratados por Andrónico de Rodas en el siglo a. e. c. Los estudiosos
peripatéticos de la época, ante el contraste entre los tratados y los diálogos,
optaron por considerar los primeros como el auténtico pensamiento aristoté-
lico y relegaron a los diálogos al papel de un medio de comunicar la losofía a
las masas que irremediablemente conducía a la disolución del verdadero con-
tenido (Jaeger, 1946).
Entrando en cuestiones de detalle que tienen que ver con la naturaleza
más o menos dramática de los textos de Platón y de Aristóteles, los términos
para referirse a los modos de transmisión de la losofía de ambos lósofos in-
ducen a suponer que no hay una transición brusca desde los métodos de vi-
va voz y a través del diálogo usuales antes de la consolidación de las escuelas
atenienses —la Academia, el Liceo, la Estoa o el Cinosarges— hasta llegar a los
oral [...] Se trata, en principio al menos, de una ‘conferencia’ por parte de colaboradores cono-
cedores, encargados de poner a prueba (κρίνειν) el pensamiento de uno de los suyos (primus in-
ter pares, por así decirlo)... Cuando, en cambio, se trata de los textos que componen la mayoría
de las obras del Corpus, el ἀκρόασις parece, en algunos aspectos, un n. Por otra parte, el fenó-
meno del ἀκρόασις determina y estructura la exposición losóca de Aristóteles como un au-
téntico ‘discurso’ (de tipo demostrativo)”. (“C’est que les références très précises du Stagirite à
l’ἀκροατής, par exemple, au seuil de l’EN, supposent un auditoire et, par conséquent un exposé
oral […] Il s’agit, en principe à tout le moins, d’une audition par des collaborateurs avertis,
chargés d’éprouver (κρίνειν) la pensée d’un des leurs (primus inter pares, en quelque sorte) […]
Quand il s’agit en revanche des textes composant la plupart des œuvres du Corpus, l’ἀκρόασις
apparaît, à certains égards, comme une n. D’un autre côté, le phénomène de l’ἀκρόασις déter-
mine et structure l’exposé philosophique d’Aristote comme un véritable ‹discours› [de ty-
pe démonstratif]”) (Bodéüs, 1983, p. 164). Todas las traducciones en el artículo fueron hechas
por el autor.
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Diógenes Laercio ofrece una lista de esos diálogos (Diógenes Laertius, V. 22). Plutarco llama a
las primeras obras de Aristóteles “obras platónicas” (Adversus Colotem, 20).