Narrar la losofía:la esperanza liberal de Richard Rorty / Juan Francisco Yedra Aviña
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No obstante, esta actitud se presenta, en primera instancia, como un im-
pedimento para la participación política: con la renuncia a la posibilidad de
formular criterios que permitan la valoración de distintos vocabularios, se
renuncia también a la posibilidad de tomar en serio el propio vocabulario y
emplearlo como punto de partida para la decisión o la defensa de las propias
convicciones políticas —que, en este sentido, no son más que opiniones o me-
ras perspectivas— en una esfera pública.
Para Rorty (1993), el sentido común es lo opuesto a la ironía (p. 74); sin
embargo, esta oposición tiene sentido únicamente en la dimensión privada
de la existencia de la persona ironista, su opuesto en términos públicos se-
ría el comportamiento epistémico del individuo “metafísico”. Con esta expre-
sión, Rorty (1993) se reere a aquella persona que “asume que la presencia de
un término en su propio vocabulario nal le asegura una referencia a algo que
tiene una esencia real” (p. 74).
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La convicción del metafísico de que su voca-
bulario se legitima a partir de su relación con algo externo al vocabulario mis-
mo —convicción que, dicho sea de paso, Rorty encuentra en las propuestas
losócas de Habermas y Taylor— le permite un compromiso público con de-
terminados discursos políticos.
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Por su parte, la persona ironista carece de di-
cho fundamento para pasar de las opiniones a las convicciones y se mantiene
en una posición que, para el metafísico, es relativista y que se maniesta en la
forma de expresarse de la persona ironista: “Mientras más se ve llevada a ar-
ticular su situación en términos losócos, más se recuerda a sí misma de su
desarraigo mediante el uso constante de términos como ‘Weltanschauung’,
‘perspectiva’, ‘marco conceptual’, ‘época histórica’, ‘juego del lenguaje’, ‘redes-
cripción’, ‘vocabulario’ e ‘ironía’” (Rorty, 1993, p. 75).
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En este sentido, la losofía es para el metafísico la actividad que permite
alcanzar un conocimiento sobre cuestiones fundamentales, mientras que, pa-
ra la persona ironista, esta actividad se limita a ser “el intento de aplicar y de-
sarrollar un particular vocabulario nal seleccionado de antemano —uno que
by other vocabularies, vocabularies taken as nal by people or books she has encountered; (2)
she realizes that argument phrased in her present vocabulary can neither underwrite nor dis-
solve these doubts; (3) insofar as she philosophizes about her situation, she does not think that
her vocabulary is closer to reality than others, that it is in touch with a power not herself ”.
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“Assumes that the presence of a term in his own nal vocabulary ensures that it refers to
something which has a real essence”.
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Discursos que se adaptan para mostrarse como compatibles con la mayor cantidad posible de
los vocabularios pertenecientes a las personas que conforman el público espectador.
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“The more she is driven to articulate her situation in philosophical terms, the more she re-
minds herself of her rootlessness by constantly using terms like ‘Weltanschauung,’ ‘perspec-
tive,’ ‘dialectic,’ ‘conceptual framework,’ ‘historical epoch,’ ‘language game,’ ‘redescription,’
‘vocabulary,’ and ‘irony’”.