Logos / Año LI / Número 141 / jul-dic 2023 / pp. 83-95
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la existencia (Adorno, 2019, p. 15) y, por esto, también se hallan en un contras-
te con las demás disciplinas fragmentadas que componen las humanidades,
como la sociología o la psicología. Las obras de arte, para Adorno, tienen vida
como seres hablantes: “Hablan mediante la comunicación de todo lo singular
dentro de ellas” (Adorno, 2019, p. 15); suspenden lo empírico, pero se nutren de
ello. Se encuentran en el otro lado de lo empírico, en tanto que les conceden a
las cosas lo que les es negado en la realidad empírica y, de esta manera, pue-
den liberar de la coerción que maltrata a los vivos en la experiencia cósica-ex-
terior. Sin embargo, a mediados del siglo , se especuló sobre una tendencia
del traspaso al silencio de las obras de arte (LK, 2017). Adorno concedió, frente
a esta posición, que muchas obras de arte verdaderamente vanguardistas se
acercaban al silencio (Schweigen). No obstante, este silencio no es el mismo que
el silencio debido a la renuncia de producir arte porque ya no tiene sentido
en un mundo sacudido por catástrofes. Adorno entiende las piezas de Samuel
Beckett y la música de Anton von Webern como “curvas de enmudecer”, co-
mo formas que, a través del silencio, expresan lo indecible de las lesiones que
ha dejado el siglo . Lo particular del arte es que “puede incluso expresar el
daño de su propia sustancia a través de su forma” (LK, 2017).
Tesis IX: más vale ciento volando
El arte tiene su origen en lo sagrado. Su relación con el mundo empírico re-
cuerda, dice Adorno, a la idea teológica de que “en el estado de la redención
todo sería como es y sin embargo todo sería totalmente distinto” (Adorno,
2019, p. 17). Reconoce, en esto, una direccionalidad análoga a la tendencia de
la profanidad de “secularizar el ámbito sagrado, hasta que este se conserva so-
lamente de manera secularizada” (Adorno, 2019, p. 17). Esto lleva a la teología
como la última disciplina dentro de la interdisciplinariedad de la teoría críti-
ca: en cercanía a sus reexiones sobre el arte, Adorno invierte la teología para
posibilitar la salvación de sus contenidos dentro de lo profano. De esta mane-
ra, las perspectivas que se producen no son ni sobrenaturales ni naturales, si-
no que emergen desde la negación determinada de lo que no debería existir.
Según un aforismo famoso de Minima Moralia, es el olvido de las obligacio-
nes el que, al niño que regresa de las vacaciones, le presenta toda la casa bajo
una “paz sabática” (Adorno, 2001, p. 204). Comparable sería la apariencia de
un mundo en el que el trabajo se haya abolido: sin haber cambiado, casi, pe-
ro bajo “la luz constante de su día feriado” (Adorno, 2001, p. 204). En el nal
de Minima Moralia resume la única posibilidad de la losofía frente a la des-
esperación como la tarea de producir perspectivas al mundo que permiten ver
sus grietas y fracturas. Estas perspectivas losócas tendrían que iluminar el
mundo tal “como se presentaría desde el punto de vista de la redención”, y “se