184 La ironía socrática como la expresión de la incertidumbre objetiva y fundamento de la ética /
Rodrigo Souberville Espinoza
libertad. Dicho en otras palabras: la elección absoluta -en la que me elijo a mí
mismo- se trata de la libertad misma porque es la armación del yo por el yo
mismo. Entonces el sujeto deviene concreto a elegirse. Lo ético es, entonces, la
armación del Yo por el Yo mismo porque es el resultado de un volverse sobre
sí, esto es, la armación del hombre concreto.
La “decisión” o “elección” es el fundamento de la ética kierkegaardiana, ya
que, sin la elección, no hay libertad reexiva. La elección es justo la potencia
que tiene el individuo entre el bien y el mal.
8
La libertad ya no es vacía, sino
adquiere una determinación ética. El hecho de elegir y de elegirse a sí mismo
da al hombre una solemne dignidad que jamás pierde. Así que la libertad no
sólo da consciencia, sino da una dignidad, que como ya había dicho, descubre
su valor absoluto.
El hombre está siendo, pero, al ser aquello que deviene lo que deviene, tam-
bién se está haciendo, entonces el hombre no es, sino que se hace. El hombre
se hace al elegirse, su identidad y su personalidad y surge a través de sus libres
elecciones. La importancia de la elección es en ese instante en donde el hom-
bre se determina según necesidad; es ahí donde el hombre se gana a sí mismo,
se adquiere a sí mismo. Kierkegaard escribe sobre esto al decir:
El que se elige a sí mismo de manera ética se tiene a sí mismo como tarea ética, no
como posibilidad, no como juguete de su juego caprichoso. Sólo puede elegirse a de
manera ética cuando se elige en su continuidad, y así se tiene a sí mismo como una
tarea determinada de múltiples maneras. No busca regir esa multiplicidad, sino que,
por el contrario, se aferra a ella en el arrepentimiento, porque esa multiplicidad es
él mismo, y sólo al sumirse en ella arrepintiéndose puede acceder a sí mismo, pues
no parte del supuesto de que el mundo comienza con él, o que él se crea a sí mismo
(Kierkegaard, 2007: SKS 245-246).
8
El bien existe porque yo lo quiero, de lo contrario no existe. Ésa es la expresión de la libertad,
y lo mismo sucede con el mal: existe cuando yo quiero pues únicamente algo puede existir en
virtud de la elección. Si puedo elegir entre el bien y el mal es porque la posibilidad de ambos
está en mí, pues existen cuando lo quiero, y exclusivamente depende de mi elección. Que exis-
tan los dos no quiere decir que somos buenos y malos (o buenos o malos) por naturaleza; sino
somos un ser que en su condición humana está el elegir. Pero esto signica que el mal no debe
manifestarse; sino que el mal debe ceder ante el bien. Lo que debe de manifestarse es el bien.
El bien es lo que existe en sí y para sí, y es la libertad. Es la libertad, pues elegir el bien es una
elección ética; pero es un doble movimiento porque eliges el bien y renuncias al mal, ya que, la
renuncia es otra elección; pero para poder llegar a la elección del bien se necesita consciencia,
es decir elegirse a sí mismo; así pues la libertad es conciencia de la elección pues sólo en su in-
teriorización, el genio descubre la libertad. Y esa voluntad (el querer el bien) es , gracias a ésta,
que se puede incorporar la ética en la existencia.