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La Medea de Séneca como contraejemplo didáctico
de su losofía moral
Seneca’s Medea as a didactic counterexample of his moral philosophy
Prett Rentería Tinoco
Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
ORCID: 0000-0003-3042-1079
Resumen
El presente artículo explica cómo la Medea (tragedia) escrita por Séneca resul-
ta instrumento didáctico de su losofía moral, particularmente, en lo referente
al uso de la razón mediadora (logos) por el estoico en el contexto del periodo he-
lenístico de la losofía. Primero, se exponen algunos fragmentos de Medea que
concuerdan con la interpretación de Eleonora Tola sobre el uso del contraejem-
plo por Séneca como herramienta pedagógica, a la luz de su diálogo De la ira. Se-
gundo, se explica cómo dicho contraejemplo, ofrecido por la gura de Medea,
representa lo opuesto a lo armado por Séneca como n práctico del estoicis-
mo: la tranquilidad del ánimo. Finalmente, lo anterior se sustenta en lo escri-
to por María Zambrano sobre el uso de la razón como mediadora en la losofía
moral de Séneca, lo cual permite asimilar la cualidad didáctica de su versión de
esta tragedia clásica.
Abstract
This article explains how Medea (tragedy) written by Seneca is a didactic ins-
trument of his moral philosophy, particularly with regard to the use of media-
ting reason (lógos) by the stoic in the context of the hellenistic period of western
philosophy. First, some fragments of Medea are exposed that agree with Eleono-
ra Tola’s interpretation of Seneca’s use of the counterexample as a pedagogical
tool, in the light of his dialogue De la ira. Second, it is explained how said coun-
terexample, oered by the gure of Medea, represents the opposite of what Se-
neca armed as the practical end of stoicism: tranquility of mind. Finally, the
above is based on what María Zambrano wrote about the use of reason as a
mediator in Seneca’s moral philosophy, which allows us to assimilate the didac-
tic quality of his version of this classic tragedy.
Palabras clave
Filosofía; estoicismo; tragedia; didáctica; historia
160 La Medea de Séneca como contraejemplo didáctico de su losofía moral / Prett Rentería Tinoco
Key words
Philosophy, stoicism, tragedy, didactics, history
Fecha de recepción: Septiembre 2020
Fecha de aceptación: Noviembre 2020
Introducción
La historia de la losofía griega se divide en tres etapas con un orden cronológi-
co que varía, dependiendo del especialista que realice las investigaciones loló-
gicas e históricas correspondientes. Comúnmente, esta triple división apunta a
una primera etapa denominada como “arcaica”, donde nos encontramos con los
lósofos presocráticos (Tales de Mileto, Heráclito, Empédocles, etc.); la segun-
da etapa abarca la producción losóca escrita en prosa, inaugurada (como se
sabe) por Platón, seguido por Aristóteles, los pilares teóricos del periodo clási-
co” de la losofía antigua; la tercera etapa comprende a los autores posteriores,
incluidos los latinos, durante el lapso que abarca desde la muerte de Alejandro
Magno hasta el suicidio de Cleopatra VII, alrededor del año 70 a.C. No obstan-
te, existen numerosas disputas sobre los márgenes temporales de este periodo
conocido como “helenístico”, donde los expertos (por lo general lólogos) adop-
tan perspectivas distintas y establecen fechas que abarcan más o menos el nal
de la Antigüedad pagana y el inicio de la Patrística cristiana. Para el propósito
del artículo se seguirá la periodización ofrecida por Alfonso Reyes, que enmarca
la losofía helenística, tanto griega como latina, entre los años 323 a.C.-565 d.C.
Así, el margen de análisis se amplía hasta el fallecimiento del emperador Jus-
tiniano (Reyes, La losofía helenística, 1959), lo que nos permite ubicar a Séne-
ca como lósofo de dicho periodo, a pesar de pertenecer históricamente a la era
imperial. Tal ubicación temporal del cordobés no es fortuita, puesto que su con-
texto cultural nos remite a tres de las principales escuelas losócas de la épo-
ca: epicureísmo, escepticismo y estoicismo. Es en esta última escuela donde se
posiciona Séneca, perteneciente al periodo romano de la misma pero que absor-
be y asimila los preceptos de sus antecesores griegos:
1
Zenón de Citio, Cleantes y
Crisipo (en orden sucesivo).
La falta de consenso general sobre el periodo que abarca la losofía helenís-
tica se debe, principalmente, a que se trata de una época de decadencia y tran-
sición en el mundo antiguo, una época convulsionada por las crisis políticas
y económicas del Imperio romano. En tal contexto, los sistemas losócos de
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Platón y Aristóteles siguieron presentes como elementos básicos de la paideia,
pero, a la vez, surgieron otras escuelas que tomaron gran fuerza y popularidad
debido a que eran más asequibles al público general por su gran practicidad.
En el caso del estoicismo sucede algo curioso pues, según arma Carlos García
Gual (2007), nace primero como una escuela de “libre acceso” para todos los
ciudadanos interesados en aprenderla pero también en practicarla, dado que
tal escuela establece la búsqueda de nes prácticos según criterios concretos
de análisis y no de abstracciones o universalismos de los cuales deducir ense-
ñanzas puramente teóricas, como sucedía con los sistemas de Platón y Aristó-
teles. Pero, tiempo después, evoluciona hasta volverse una losofía exclusiva
de la élite imperial, y el estoicismo se populariza como nunca en Roma, dada
su gran “aplicabilidad” para los menesteres de la vida cotidiana, algo más rela-
cionado con las necesidades del diplomático y político que con las del lósofo
contemplativo en un contexto de crisis que requiere de medidas ecaces ante
un panorama desolador.
Séneca pertenece a este nuevo tipo de pensadores, quienes buscan cómo
aplicar los conocimientos que poseen y que, especícamente en su caso, no
rechazan inmiscuirse en asuntos políticos, muestra de ello es que el lósofo
cordobés fue preceptor de una gura muy popular para la cultura occiden-
tal: el emperador Nerón. De él se han escrito cantidad de biografías y ensayos
que destacan su iracundia y falta de probidad como gobernante, probablemen-
te el caso más conocido sea el del asesinato de su propia madre Agripina. La
tragedia a analizar en el presente artículo se enmarca cronológicamente en el
periodo en que Séneca tuvo a su cargo a Nerón, gran acionado de las artes
teatrales. Es importante mencionar que, tal como indica Andrés Pociña (1976):
“la tarea encomendada por Séneca a sus dramas era la de servir de lección polí-
tica a aquel del que fue primero educador y luego consejero” (p. 286).
Así pues, se vuelve relevante destacar cómo fue que Séneca, cuya obra prin-
cipal está compuesta por epístolas y diálogos, hace uso de la tragedia para nes
distintos a los que tradicionalmente le fueron asignados en la antigua Grecia:
en especial, Medea, cuyo registro como gura mitológica podemos encontrar
desde Píndaro y Eurípides, entre los siglos VI y V a.C., respectivamente (Scodel,
2014). Dicha tragedia es parte de las nueve escritas por Séneca, incluidas en el
Códice Etrusco, pero que resalta por tratar un tema fundamental para la moral
estoica: el control de las pasiones, a través del uso didáctico del contraejemplo
que muestra todo lo opuesto a lo esperado del sabio estoico en la anti-heroína
de la tragedia que se deja cegar por la cólera. Séneca dedicó también un diálo-
go llamado De la ira a su hermano mayor, donde se señala lo pernicioso de obe-
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decer a dicha pasión sin hacer uso de la razón para mediar
2
los conictos según
lo recomendado por el sabio estoico. De tal manera, los encuentros entre una y
otra obra, a pesar de estar escritos en verso y prosa, son abundantes, y servi-
rán como sustento al momento de evaluar la cualidad didáctica de su versión
de esta tragedia clásica.
I. Tragedia y diálogo: comparativa entre Medea y De la ira
En este apartado se hace una comparativa entre algunos versos de Medea que
concuerdan con las explicaciones argumentativas utilizadas por Séneca en su
diálogo De la ira, con la intención de evidenciar de qué manera la tragedia es
utilizada como una didáctica del control de las pasiones por medio del contrae-
jemplo, reejado en la gura de la antiheroína Medea. Asimismo, el trabajo de
investigación lológica realizado por Eleonora Tola
3
en su traducción de dicha
tragedia será sustento en lo referente a la interpretación alegórica de los versos.
En ambos casos se utilizará citación canónica para facilitar la localización de las
referencias y por tratarse de los textos base del artículo.
Séneca nació en Córdoba, entre los años 4 y 1 a.C., y vivió bajo los gobiernos
de Calígula (37-41), Claudio (41-54) y Nerón (54-68) (Séneca, p. 11). Sin dete-
nernos en datos biográcos diremos brevemente que perteneció a una fami-
lia acomodada, y que fue instruido según el modelo griego de enseñanza hasta
volverse un gran orador, reconocido por ello en gran parte del Imperio desde
edad temprana. Como se mencionó, la época del lósofo fue un momento de
conictos económicos y políticos, pero también religiosos, pues el viejo pan-
teón grecorromano parecía ya no satisfacer las necesidades de los ciudadanos
cosmopolitas, pues, posterior a la división del imperio de Alejandro Magno, los
diadocos continuaron con el intercambio mercantil entre los reinos fragmen-
tados del mundo conocido, lo cual facilitó en gran medida el sincretismo cultu-
ral entre las civilizaciones griega, romana, egipcia, persa, etc. (Reyes, 1959). Lo
que, una vez establecido el Imperio romano tiempo después, propició la con-
centración del poder político bajo la gura del emperador tiránico, un poder
no conocido hasta entonces. Los levantamientos en contra del emperador en
distintas regiones se volvían cada vez más frecuentes, mientras la avaricia de
la clase política alcanzaba su cénit con uno de los emperadores conocido por
sus excesos: Calígula. El panorama, entonces, resultaba confuso, entre un po-
der sin medida en la gura del emperador y las constantes crisis económicas
y hambrunas que azotaban las provincias más alejadas de Roma. La pobla-
2
Se utilizará la noción de “razón mediadora” de María Zambrano.
3
Eleonora Tola es doctora en Letras Clásicas por la Universidad de Paris IV-Sorbonne (2000).
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ción letrada recurría a dioses extranjeros en busca de consuelo, o, también, a
las nuevas escuelas losócas que surgen justo en este periodo de “desespera-
ción”, como lo llama E. R. Dodds en Cristianos y paganos en una época de angustia
(1975). Comúnmente, conocemos a estas escuelas (epicureísmo, escepticismo y
estoicismo) por carecer de un sistema losóco, al ser comparadas con las au-
toridades que, ya para entonces, eran Platón y Aristóteles. Puesto que, tal co-
mo señala García Gual (2007), “la losofía [helenística] busca y propone un n
a la existencia en esta realidad que de pronto se ha vuelto extraña. Lo propo-
ne al hombre solo, náufrago de esa confusión vital que las convulsiones socia-
les del helenismo prodigan” (p. 103).
Por lo tanto, para estas nuevas escuelas losócas ya no se trataba de la
búsqueda de una verdad última que diese sustento metafísico a las aparien-
cias del mundo presente, ni de averiguar de qué manera sucede el movimiento
entre unos cuerpos y otros, ni de saber cuál es el origen del movimiento prime-
ro. La epistemología no había sido abandonada, pero su aplicación a las nece-
sidades del hombre antiguo en el contexto cosmopolita del mundo helenístico
fue distinta: se buscaba una razón u orden, una razón dulcicadorapara la
amargura del confuso tiempo presente. Se necesitaba, pues, de un tipo de -
losofía diferente, “[…] una losofía que en ocasiones parecía más una fe, una
religión, una creencia fulgurante y ardiente que buscaba llegar a los demás,
propagarse y no auto-contemplarse soberbiamente” (Rivara Kamaji, 2004, p.
103). Pero de estas tres escuelas la que aquí nos ocupa es la estoica, de la que
Séneca forma parte como uno de sus últimos representantes, al lado de Epic-
teto y Marco Aurelio.
El estoicismo nace, como se mencionó, con Zenon de Citio en el conocido
pórtico (o stoá, de donde proviene el nombre) del ágora, en la ciudad de Ate-
nas, alrededor del siglo III a.C. (Reyes, 1959). Sin detenernos en los matices en-
tre las tres etapas del estoicismo (primero, medio y tardío) señalaremos que
Séneca se adhiere a las armaciones elementales de sus antecesores, pero que,
no obstante, discrepa en muchas otras, especialmente en lo relacionado con el
papel del lósofo o sabio en la administración de la vida pública, que es donde
se concentra el presente análisis. Bien, los predecesores de Séneca admitían la
existencia de un logos
4
(o razón) presente en la Naturaleza, lo cual anima y en-
camina el acontecer humano por una senda de orden y racionalidad, al igual
que todo lo que le rodea y de lo cual forma parte, “la Naturaleza está dotada
de sentido racional, de logos. Éste es el concepto que anima el proceso físico, y
a la vez el que da a la concepción física estoica su nota fundamental” (García
4
“En griego, la palabra logos tiene un amplio campo semántico, que incluye tanto la signica-
ción de ‘pensamiento’ como la de ‘lenguaje’” (García Gual, p. 123).
164 La Medea de Séneca como contraejemplo didáctico de su losofía moral / Prett Rentería Tinoco
Gual, p. 125). Así, entendemos que para el lósofo cordobés todo en el mundo
tenía un sentido de ser, una razón, a diferencia de las demás escuelas como la
epicúrea, para la cual todo se encontraba predestinado de manera azarosa se-
gún el acomodo de corpúsculos o átomos. En este sentido, el estoicismo es más
un idealismo que un materialismo, no obstante, Séneca confía en “la razón na-
tural, la razón que no se diferencia de la vida, coincidente con ella y que por lo
mismo no sirve para explicarla, ni para trascenderla; todo lo más para sopor-
tarla(Zambrano, 1991, p. 83). Por lo que el estoicismo de nuestro autor se si-
túa entre una y otra postura, a través de una razón que media entre el ideal
abstracto y la materialidad e inmediatez de lo concreto. Y es aquí donde utili-
za la retórica, no para persuadir a las masas del foro, sino para encaminar las
conductas de la mejor manera posible, al interior de un mundo determinista
y en el cual suceden cosas que podemos cambiar, pero también otras sobre las
que nada podemos hacer. Sobre lo primero se ubica la cuestión que nos ata-
ñe: la ira.
Como se señaló, Séneca utiliza los dramas como una herramienta con nes
didácticos, lo cual tiene sustento en la forma y el contenido de los mismos, que
los diferencia en gran medida de las versiones de los trágicos griegos. Sobre lo
cual Tola arma lo siguiente:
La doble dimensión de “romana” e “imperial” convierte, pues, a la tragedia senecana
en un complejo artefacto literario y cultural en el que, a la luz de tales coordenadas,
adquieren particular relieve la retórica y una arquitectura rítmico-dramática ten-
diente a una expresividad espectacular y excesiva.
Así, se comprende que Séneca fue un gran orador, y que supo utilizar sus
habilidades en retórica al momento de plasmar sus ideas sobre la doctrina es-
toica en un texto escrito en verso, como es de esperarse en una tragedia. La
interpretación que ofrece Tola sobre Medea parte de la premisa de que la in-
tersección entre un texto losóco y uno trágico sucede desde la recepción de
los mismos, es decir, del contexto en que ambos fueron escritos/recibidos. En
el caso de dicha tragedia, Tola arma que el tratamiento del tema de la ira es
idéntico al dado por Séneca en su diálogo, sólo que a la inversa, a través de la
gura del contraejemplo, o sea, que se pueden deducir lecciones morales a tra-
vés de la ejemplicación de lo opuesto a lo considerado por el estoico como pro-
pio del sabio: el control absoluto sobre la ira por ser nociva para el alma.
5
Lo
cual tiene sustento en lo escrito por Andrés Pociña acerca de la cualidad políti-
5
En el sentido de que tal afecto (ira) la perturba, y la lleva a cometer acciones perniciosas e irra-
cionales, y por lo tanto, contra natura.
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co-didáctica de las tragedias senecanas, especícamente cuando remarca que
no fueron escritas para ser representadas en público, sino sólo para ser recita-
das en privado, pues el contenido losóco de las mismas era sólo comprensi-
ble por alguien educado y apto para deducir enseñanzas sobre temas políticos:
“[…] la importancia concedida a la política contemporánea no es privativa de
la obra de Séneca, sino común a los defensores del neoestoicismo en el siglo I
a.C.” (p. 285).
Así pues, se justica la interrelación entre tragedia y diálogo en Séneca, al
constatar la necesidad del cordobés por educar continuamente a sus inter-
locutores por medio de epístolas, diálogos y tragedias, géneros literarios co-
munes en la Antigüedad (Pérez Cortés, 2004), pero de los que nuestro autor
hace uso como herramientas didácticas con una nalidad especíca: inculcar
la doctrina moral del estoicismo. Lo que resalta la relación entre la obra de Sé-
neca (prosa y verso) y su contexto político: en el caso de las tragedias se tra-
tan dos temas, el desmedido poder de los emperadores reejado en las guras
de los tiranos y la necesidad de contener las nocivas pasiones, en especial, la
ira, pues obstruye el proceder racional del hombre, ya que “[…] el paralelismo
existente entre la obra losóca y dramática no excluye en absoluto una na-
lidad política en la última, sino por el contrario la apoya en gran manera” (Po-
ciña, p. 285).
Es momento de observar con más detalle la comparativa entre Medea y De
la ira. Bien, Eleonora Tola menciona que Medea encarnaría un ‘ejemplo por in-
versión’ (exemplum e contrario) ya que su comportamiento estaría invirtiendo
la gura del sabio en ese sistema losóco” (Séneca, p. 26), es decir, el estoico.
Desde el inicio,
6
la protagonista de la tragedia comete una irreparable traición
al asesinar a su hermano para favorecer a Jasón en la huida con el vellocino de
oro, así, Medea traiciona a su patria para escapar con el hombre que ultrajó a
su familia, recordemos que ella es una hechicera, supuesta nieta del dios Apo-
lo y, además, extranjera. Lo cual no es un dato ocioso, pues es signicativo el
que la gura de Medea represente una “monstruosidad” en más de un sentido
para la cultura grecorromana, al ser bárbara, hechicera y, nalmente, licida.
De tal manera que la protagonista de la tragedia senecana representa un caso
por completo en negativo al del héroe virtuoso de las tragedias griegas, lo que
Tola considera como primer elemento de contraejemplo: “Medea se instaurará
como la imagen de una madre que da muerte en lugar de vida(p. 31). Así, se
entiende mejor el inicio de la versión senecana de la tragedia, cuando Medea
6
Se evitará narrar la historia completa de la tragedia, y sólo se mencionan los fragmentos que
coinciden con De la ira, propósito de este apartado.
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se siente traicionada por primera vez por Jasón y ésta jura venganza, pero era
importante mencionar cómo es que la antiheroína es la primera en cometer el
agravio de asesinar a su propio hermano, una traición para su familia y, por lo
tanto, para su patria, lo que desencadena la serie de desgracias que le suceden,
es decir, de lo cual ella es por completo responsable. Medea furiosa inicia con
un monólogo en el que invoca a las diosas de la venganza:
Ahora, acudid ahora, diosas vengadoras del crimen,
con vuestra cabellera suelta erizada de serpientes,
aferrando la negra antorcha con manos ensangrentadas.
Acudid, tan horrorosas como una vez
estuvisteis en mi boda: dad muerte a la nueva esposa,
dad muerte al suegro y a la estirpe real (vv. 15-20).
Aquí se aprecia la necesidad de resarcir el mal padecido, al ser traiciona-
da por Jasón en su matrimonio con Creúsa, la hija del rey Creonte, y al invocar
a las diosas de la venganza. Desde los primeros versos tenemos a una Medea
con sed de sangre, lo contrario a lo recomendado por Séneca en su diálogo De
la ira, cuando sugiere la intervención de la razón al momento de sentir el pri-
mer impulso colérico, ya que para él es necesario cortar de tajo el sentimiento
en vez de apaciguarlo, según la concepción aristotélica del “buen uso” de la ira
como aliciente para la acción humana por medio de la phrónesis. Al respecto,
Tola comenta que “[…] contrariamente a lo expuesto en el tratado De la ira co-
mo praxis efectiva ante el surgimiento de ese estado emocional, Medea no lo-
gra contener, ya desde su aparición en escena, el primer impulso ante la ofensa
padecida” (p. 31). De tal manera que la tragedia inicia y prosigue desde el con-
traejemplo moral que representa la gura de Medea en contraste con el mode-
lo de sabiduría estoica que Séneca propone en De la ira cuando menciona que
“lo mejor es despreciar sin rodeos el primer incentivo de la ira y combatir sus
propios gérmenes y hacer un esfuerzo para no caer en la ira […] pues la men-
te, sólo con una vez que sea trastornada y removida, se hace esclava de lo que
la empuja” (De la ira, 1.8.1,-2). Por lo que el estoico no debe permitir que el sen-
timiento se apodere de su espíritu, porque una vez que esto sucede, como ar-
ma Séneca, no hay vuelta atrás.
Más adelante en la tragedia, a partir del segundo coro, se representa la par-
te del mito que corresponde a la transgresión de la naturaleza cometida por
Jasón, al “ultrajar” los mares en búsqueda del vellocino de oro, la conocida ex-
pedición de los Argonautas, por la cual Medea traiciona a su padre y decide es-
capar con Jasón.
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¿Cuál fue la recompensa de este viaje?
El vellocino de oro
y Medea, un mal más grande que el mar,
cargamento digno de primera quilla (vv. 361-364).
Así pues, se aprecia cómo Medea resulta una gura monstruosa, en el sen-
tido de que es producto directo de las constantes transgresiones a la natura-
leza, incluso de las cometidas por Jasón y de las que, posteriormente, cobra
venganza, una venganza ciega y furiosa, producto de su nulo temple racional.
Nuevamente, según Tola, se observa la antítesis del sabio estoico, en el texto
de Séneca Medea es, pues, el monstruo generado por la herida inigida a las le-
yes de la naturaleza” (p. 34). Lo que nos lleva a comparar estos versos con lo re-
comendado por el cordobés en De la ira, cuando asegura que:
Airarse por los suyos no es propio de un espíritu afectuoso, sino de uno inestable;
hermoso y digno es salir, guiado por el propio dolor, como defensor de padres, hijos,
amigos, conciudadanos, con decisión, resolución, y reexión, no con arrebato y ra-
bia […] Sucede que no es propio del prudente odiar a los que yerran: de otra forma se
tendría odio a sí mismo (De la ira, 1.12.5).
Donde remarca, en los párrafos subsiguientes, que no existe justicación al-
guna para obrar de acuerdo con la ira, o haciendo uso de ella (a la manera de
Aristóteles) al tratar de menguarla, pues tal empresa resulta imposible desde
el momento en que la ira no busca justicia, sino sólo una apariencia de la mis-
ma, ya que no se apega al orden racional de la naturaleza, “la razón quiere dic-
tar sentencias que sean justas: la ira quiere que parezcan justas las sentencias
que ha dictado(De la ira,1.18.1-2). Esto nos lleva de vuelta a Medea, en su in-
tento por justicar a los ojos de la nodriza
7
el asesinato de sus hijos:
El verdadero amor no puede temer a nadie.
pero suponiendo que haya cedido y se haya entregado por la fuerza,
pudo al menos acudir a su esposa y decirle unas últimas palabras.
¡También de eso tuvo miedo, el arrogante!
Como yerno podía al menos posponer el momento
de mi cruel destierro. Un solo día
se me concedió para dos hijos. No me quejo de la brevedad del plazo:
durará mucho (vv. 415-423).
7
La gura de la nodriza representa el buen juicio estoico, puesto que interpela a Medea con re-
comendaciones y ejemplos de lo nocivo que puede resultar el continuar con su venganza.
168 La Medea de Séneca como contraejemplo didáctico de su losofía moral / Prett Rentería Tinoco
En estos versos Medea también hace alusión al licidio que cometerá al -
nal, al decir que la brevedad del plazo otorgado para huir hacia el exilio (en vez
de ser ajusticiada por el rey Creonte) será suciente para llevar a cabo su plan.
Así pues, resulta evidente que nuestra protagonista actúa de acuerdo con su
capricho y enojo, al tratar de justicar algo tan atroz para la cultura grecorro-
mana como lo es el licidio. Lo cual se encuentra en estrecha concordancia con
lo expuesto por Séneca en De la ira, cuando señala que la misma está “unida” a
la voluntad y al ánimo, lo que, incluso, puede llevar a falsas deliberaciones, da-
do que el juicio sobre qué acciones tomar como respuesta vengativa se susten-
ta en un impulso y no en la razón:
[…] la ira por sí misma a nada se atreve si no lo aprueba el ánimo; pues tener la im-
presión de recibir un ultraje y anhelar vengarlo y reunir las dos circunstancias (que
no debía haber sido ofendido y debe vengarse) no es propio de un impulso que se ex-
cita sin voluntad nuestra. Éste es simple, aquél complejo y tal que contiene muchos
elementos: ha entendido algo, se ha enfadado, ha condenado, se venga; esto no se
puede hacer si el espíritu no ha reconocido lo que le afectaba (De la ira, 2.1.4).
En otras palabras, Séneca nos permite apreciar de qué forma el impulso
sustituye el buen juicio del sabio estoico en las falsas deliberaciones condu-
cidas por la ira, en unión con la voluntad y estrechamente unida al ánimo, lo
que, a su vez, nos hace comprender que detrás de toda acción iracunda hay un
juicio erróneo de las circunstancias. Ello entra en concordancia en la tragedia
con la falsa justicación de Medea para tomar venganza por los agravios come-
tidos por Jasón, ya que fue ella quien, desde un inicio, arremetió contra su pro-
pio hermano, así, podemos entender cómo nuestra protagonista representa el
ejemplo en contrario de lo recomendado por Séneca en De la ira. Algo sobre lo
que Eleonora Tola dice lo siguiente:
En el marco de una estética que apunta a explotar las resonancias trágicas de la
emoción que el tratado losóco enseña a combatir, la Medea de Séneca puede leerse
como una suerte de sublimación expresiva de la losofía y de sus implicancias mo-
rales, expuestas aquí en clave de tragedia (p. 39).
También remarca que Séneca utiliza numerosos recursos retóricos para ex-
presar sus ideas y reexiones losócas, prescindiendo así de la argumenta-
ción explicativa del tratado para recurrir a una suerte de poética que expone
las desazones que padece la gura de Medea, aludiendo al pathos del lector, pe-
ro, simultáneamente, enseñando a través del ejemplo en negativo lo pernicio-
so de no actuar de acuerdo con el logos estoico.
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Finalmente, para concluir esta sección, se muestra cómo Medea representa
algo parecido incluso a un arquetipo literario a la inversa, puesto que su pro-
ceder vengativo es completamente algo ajeno al temple femenino usualmente
plasmado en las tragedias griegas, lo cual podemos observar en los siguientes
versos:
Ya ha sido parida, ha sido parida la venganza:
he parido. ¿Estoy tejiendo en vano lamentos y palabras? (vv. 25-26).
Aquí, se maniesta la inversión del papel de madre que se esperaba de la
protagonista al hacer un juego de palabras entre “tejer”, como actividad pro-
piamente femenina, y tejer una venganza; también, cuando menciona haber
parido a la misma. Las dos nociones sobre lo femenino, enmarcadas en el con-
texto de la época y la cultura grecorromanas, son la de madre cuya tarea es
parir hijos, y la de esposa, cuyo propósito es tejer la vestimenta de la familia.
Ambas se invierten en un contraejemplo que alude a las acciones tradicional-
mente asignadas a personajes masculinos en las tragedias griegas, como suce-
de con la venganza. Medea es, pues, una madre “monstruosa” que infringe en
todos los sentidos las normas sociales de su tiempo. Sobre lo que Eleonora To-
la comenta que:
[…] la instancia de la maternidad es subrayada mediante la repetición del verbo “pa-
rir(pario) e incluye, metafóricamente, una variante siniestra de la misma, en la
medida en que Medea ha “parido” su venganza desde el momento en que ha parido
a sus hijos (p. 30).
Así se entiende mejor por qué Medea resulta algo más que una mujer en-
furecida, puesto que subvierte los convencionalismos en cuanto al papel de las
guras femeninas en la tragedia al trastocar dos de las funciones más impor-
tantes reconocidas como propias de la mujer en tiempos de Séneca: la materni-
dad y el vestido. Pero, también, al dar muerte a sus propios hijos.
En este apartado se realizó una comparativa entre algunos versos de Me-
dea y ciertos fragmentos de De la ira, y se mostró cómo es que la gura de la
protagonista de la tragedia resulta el modelo “perfecto” que representa todo lo
contrario a lo aconsejado por Séneca para el sabio estoico en el diálogo. Por lo
tanto, es evidente el uso del contraejemplo didáctico que demuestra por qué
Medea cometió un error al deliberar erróneamente basada en el mero impul-
so de la ira que en el buen juicio de la razón, puesto que es algo que debe ser
eliminado de raíz”, y no algo sobre lo que haya que deliberar siquiera. Séne-
ca distingue tres etapas mediante las cuales se desarrolla la ira: impresión en
170 La Medea de Séneca como contraejemplo didáctico de su losofía moral / Prett Rentería Tinoco
el espíritu (reejo o impulso), deliberación y acción, y es en la segunda etapa
donde Medea comete el error, pues delibera y decide tomar venganza, en vez
de cortar de tajo con la ira, ya que, para Séneca, “[…] la segunda emoción, que
surge deliberadamente, se suprime deliberadamente” (De la ira, 2.4.1-2).
II. La razón mediadora de Séneca según María Zambrano
En esta sección se expone la concepción senecana de logos, entendida como ra-
zón, que media entre los conictos del hombre mundano y que lo conduce hacia
el n último de la losofía estoica: la tranquilidad del ánimo, según la interpre-
tación de María Zambrano. Así, se complementa lo visto en la primera sección
sobre la comparativa entre diálogo y tragedia al hacer énfasis en el papel del -
lósofo en el contexto del periodo helenístico de la Roma imperial.
Como se mencionó, la época de Séneca representa un lapso de tiempo de
múltiples cambios, tanto en lo relacionado con lo económico/político, como en el
ámbito de lo religioso. Según Reyes, se necesitaba de un nuevo horizonte de com-
prensión del ser humano en un mundo regido por la tiranía de los emperadores
que diese sentido a los sinsabores de la vida, pero que, al mismo tiempo, brinda-
se alivio (1959). La escuela del estoicismo se había desarrollado desde hace ya un
par de siglos, pero permanecía latente en los círculos sociales de la clase políti-
ca romana con un matiz diferente, el neo-estoicismo imperial carecía de la físi-
ca y la silogística desarrollada por sus antecesores, pero añadía un concepto que
perduraría durante siglos al ser asimilado por los Padres de la Iglesia, a saber, la
piedad. Este nuevo estoicismo parecía más una medicina para el alma
8
que una
investigación de la Naturaleza, o, en palabras de Greta Rivara, “[…] se trataba de
una forma de losofía, de un modo de racionalidad que María Zambrano llama
razón compadecida de la condición desvalida del hombre. Se trataba de la incor-
poración de la piedad en la razón antigua(p. 104). Es decir, que las nuevas -
losofías, en particular el neo-estoicismo, proporcionan un consuelo a través de
diatribas, diálogos, epístolas y tragedias, formas literarias más accesibles para el
lego en temas revisados por los autores clásicos
9
y sus epígonos. Dicho consuelo
tiene solución, para el neo-estoicismo, en la enseñanza de una nueva moral, una
que rechaza tajantemente las afecciones y que busca la quietud y tranquilidad
del alma. Así pues, se entiende por qué Séneca utiliza diversas formas literarias
con el n de educar, a través de la retórica (en la cual era experto) de sus cartas,
8
A pesar de que las traducciones utilizan alma/ánimo para referir al sustrato que anima y da
movimiento al ser humano (al modo aristotélico), Séneca la considera todavía como material,
es decir, que perece junto con el cuerpo al llegar la muerte.
9
O sea, Platón/Aristóteles y sus respectivos escolarcas en la Academia y el Liceo.
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diálogos y tragedias. Sobre estas últimas continúa el análisis.
El lósofo andaluz es conocido por ser gran moralista de su tiempo, lo que
llevó a F. Nietzsche a llamarlo “el torero de la virtud”. No obstante, la virtud
buscada por Séneca ya no depende de un modelo de excelencia (areté) que se
juega en la vida de la polis griega, en el ágora (Bowra, 2014), sino de una im-
perturbabilidad del alma por medio del desprendimiento de las afecciones del
mundo exterior, resalta entonces el individualismo característico de las lo-
sofías helenísticas señalado por García Gual: “La imperturbabilidad (apatheia)
del estoico no es una ausencia total de sentimientos, sino una cautela contra
las emociones que podrían atentar a su serenidad. El estoico está dispuesto a
ayudar al prójimo, pero no a sufrir por él” (p. 136). Lo cual quiere decir que el
sabio estoico elige un camino individual para su “salvación”; no obstante, el
caso de Séneca sobresale, puesto que él siempre estuvo rodeado de personajes
importantes en la política imperial, hasta llegar a ser consejero del propio Ne-
rón, lo que nos permite asimilar el interés que tenía por educar e inculcar su -
losofía moral. Pero en el momento en que es asignado como preceptor del joven
emperador, este es casi un niño, por ello elige el género dramático, lleno de me-
táforas comprensibles por un infante:
[En Séneca] las tragedias resultan ser el tipo de obra, incluso dramática, que podría
esperarse de un autor que tan gran número de páginas dedicó al examen detallado de
la moral estoica. Y al ser esto así, es completamente lógico plantearse la cuestión de si
respondían las tragedias a la misma nalidad que los escritos en prosa del autor, esto
es, a analizar, defender y propagar la losofía en ellas reejada (Pociña, p. 283).
En las investigaciones lológicas de Andrés Pociña se compara la fecha de
publicación de las tragedias de Séneca con las fechas en que estuvo a cargo
como educador/consejero de Nerón, para arrojar como prueba la coincidencia
cronológica entre su labor como escritor de tragedias y, a la vez, como precep-
tor del emperador. Tal fecha apunta más o menos al año 45 a.C. (p. 297). Por
lo tanto, resulta evidente que Medea fue escrita no para ser representada pa-
ra el público en general, sino para ser recitada al joven Nerón, como se men-
cionó anteriormente. El contenido didáctico de esta tragedia nos remite a las
reexiones de María Zambrano, quien interpreta la labor de Séneca como es-
critor y educador, más que como lósofo en el sentido clásico del término, pues
“Séneca tiene una gran claridad; su pensamiento no necesita ser desvelado, co-
mo en general el de los estoicos” (Zambrano, 1994, p. 29).
Para Zambrano, Séneca sigue siendo un pensador, pero no un pensador de
la misma forma que sus antecesores, sino uno que media entre pensamiento y
vida, o sea, que “bajael logos del terreno de lo puramente abstracto hasta las
172 La Medea de Séneca como contraejemplo didáctico de su losofía moral / Prett Rentería Tinoco
circunstancias humanas del azar y el accidente, y donde tal función de media-
dor maniesta su potencia al alejar al sabio estoico de los excesos que pertur-
ban el alma, es decir, de las pasiones: de la ira. La libertad para el sabio estoico
se traduce en la libertad de las ataduras de una pasión tan nociva como lo es
la ira, según establece Séneca en el diálogo ya mencionado. Como se vio en el
caso de Medea, el error de la protagonista fue haber deliberado erróneamente
con base en un impulso y no en la razón, esa razón que, tal como señala Zam-
brano, debe mediar:
No es Séneca un pensador de los que piensan para conocer, embalados en una in-
vestigación dialéctica, ni tampoco lo vemos lanzado en la vida, sumergido en sus
negocios y afanes y ajeno al pensamiento. Es propiamente un mediador, un media-
dor, por lo pronto, entre la vida y el pensamiento, entre ese alto logos establecido por
la losofía griega como principio de todas las cosas, y la vida humilde y menestero-
sa (p. 31).
La importancia que Séneca brinda a la utilidad de la reexión para el hom-
bre mundano se constata en ese rme esfuerzo por moralizar, por brindar las
pautas por medio de las cuales el ser humano puede lograr el anhelado estado
de imperturbabilidad del alma. De este modo, se advierte por qué Séneca uti-
lizó incluso el género trágico, lo cual no era del todo extraño porque, según Po-
ciña, sus coetáneos ya lo hacían: “[…] es precisamente un contemporáneo de
Séneca, Fedro, quien ofrece el ejemplo más notorio de poesía didáctica, y pre-
cisamente ‘disfrazada’, en sus Fabulae Aesopia(Pociña, p. 295). Nerón fue sólo
el pretexto para que el cordobés plasmase con gran habilidad sus ideas sobre la
virtud estoica en una tragedia tan revisitada como lo es Medea.
Por otro lado, Rivara Kamaji opina que el concepto de alma proveniente de
los griegos era ya algo inoperante para la época de Séneca, y que éste había per-
dido aquel hálito religioso proporcionado por la poesía de Homero y Hesíodo:
“El alma griega se incorporaba a este mundo pero había abandonado su entra-
ña religiosa y su entorno poético para caer, para acceder a la vida diaria del im-
perio, donde el elemento poético ya no giraba en torno a lo divino que ahora se
llamaba emperador” (p. 104). Lo cual podemos observar en la necesidad de Sé-
neca por inculcar una moral, a falta de una religión que proporcionase los pa-
rámetros de conducta en una época desoladora como la que vivió el lósofo. Si
Séneca no era totalmente un lósofo ni un poeta, ¿qué era? Bien, según Zam-
brano, un mediador.
El talante diplomático del cordobés fue criticado por Alfonso Reyes, quien
ve en Séneca algo más parecido a un “intelectual” instrumental que se sir-
ve de la losofía para nes prácticos en el terreno político, y dedicó menos de
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una cuartilla a la exposición de su doctrina en el compendio de sus clases so-
bre losofía helenística en la Facultad de Filosofía y Letras (Reyes, 1959). Sin
embargo, Zambrano es más piadosa con nuestro autor y contextualiza la obra
senecana, al señalar que la grandeza de Séneca radica justo en eso, es decir, en
hacer uso de aquella gran razón griega para nes concretos y no meramente
abstractos cuando dice:
La cultura griega, lo que el espíritu de Grecia creara como revelación del hombre y
aún de la misma naturaleza que sometió a medida, era incompatible con la vida re-
al, tal como tenía que ser bajo el Imperio donde nada tenía medida, número ni ar-
monía (p. 39).
Un par de páginas después, continúa:
[…] Renunciar a lo que signica la pregunta losóca, fundamento de toda pregun-
ta con sentido. Y siendo imposible, tuvieron que acudir a la razón en cierta medida,
a la razón restringida, como mediación y como consuelo (p. 41).
Así, se comprende mejor por qué es Séneca un lósofo de la razón media-
dora”, una razón que funge como árbitro moral que busca nes más prácticos
e inmediatos, que nada espera del mundo presente, pero que no por ello es en-
teramente oscura y pesimista. En palabras de Rivara Kamaji: “[…] no pretendió
Séneca dejar claro el lugar imperial de la razón en la vida, sino que ésta, la ra-
zón, se hiciese necesaria para sostener la vida” (p. 105).
Por lo tanto, para el cordobés, según Zambrano, no se trata de pesimismo
ante las vicisitudes de la vida, sino de una resignación, o sea, de aceptar lo que
no podemos cambiar, resignarse para mantenerse imperturbable ante tal pre-
misa, ya que hay cosas que dependen de nosotros, pero otras tantas que no. Y
sobre las segundas sólo queda la resignación: “[…] resignarse es lo que va a hacer
ese carácter tan especial del estoicismo, y más aún del senequismo” (p. 41). Ello
coloca al sabio estoico más allá del temor y la esperanza, y le asigna un lugar de
tranquilidad, por lo cual es siempre necesario hacer una correcta deliberación
ante lo que sucede, pues, como vimos, el error de tal deliberación puede aca-
rrear consecuencias nefandas para el que se deja llevar ciegamente por la ira.
Desde esta perspectiva, Séneca es entonces más un lósofo que un poeta,
pues, según Zambrano en la obra que dedica a tal cuestión (Filosofía y poesía,
1939), “[…] su vivir [el del poeta] no comienza por una búsqueda, sino por una
embriagadora posesión. El poeta tiene lo que no ha buscado y, más que poseer,
se siente poseído” (p. 39). Donde observamos que el poeta se deja llevar por el
arrebato, lo contrario a lo prescrito por Séneca en De la ira. No es en vano que el
174 La Medea de Séneca como contraejemplo didáctico de su losofía moral / Prett Rentería Tinoco
lósofo cordobés haya dedicado un diálogo (el más extenso) a tal problema, ya
que es la única de las pasiones que tiene la capacidad de “poseeral hombre,
de cegarlo por completo, tal como lo expuso a través del contraejemplo que re-
presenta la gura de Medea.
Finalmente, Séneca es, a la luz de las reexiones de Zambrano, un hombre mi-
sericordioso. Una misericordia que no sólo contempla, sino que actúa en el tiem-
po y vive para el tiempo, es decir, que es consciente de lo efímero de su paso por
el mundo, más aún, en una era como la suya, llena de contradicciones de todo ni-
vel, desde el plano de lo religioso hasta el registro de lo político: “En esto sí fue Sé-
neca lósofo, puesto que no se apoya en nada, en dogma religioso ni tan siquiera
en un sistema losóco. Fue su descubrimiento, fue lo que su mirada descubrió
como substancia misma de la vida humana: el tiempo” (Zambrano, Séneca, p. 68).
Conclusiones
En el primer apartado, se realizó una comparativa entre Medea y De la ira,
con la intención de evidenciar las concordancias entre tragedia y diálogo a par-
tir del contraste entre versos y explicaciones argumentativas, respectivamen-
te, a la luz de la interpretación y traducción realizada por Eleonora Tola. En el
segundo apartado, se mostró de qué manera lo visto en el primero tiene sus-
tento en la necesidad de Séneca por plasmar su losofía moral en dicha trage-
dia, particularmente, a manera de didáctica sobre el control de las pasiones,
lo que permite alcanzar el n último para el sabio estoico: la imperturbabili-
dad del ánimo, según la lectura de Zambrano sobre la obra del cordobés. Así,
resulta más claro cómo la Medea fue escrita por Séneca no con la intención de
ser representada en el teatro, sino más bien como una exhortación a seguir sus
preceptos por medio de la didáctica del contraejemplo. Lo cual se resume en
los siguientes tres puntos:
1. Séneca propone la posibilidad de evitar la posesión de la ira al momento
de deliberar, pues, necesariamente, cuando se realiza un juicio basado
en una afección externa y no en la razón, se cae en múltiples contradic-
ciones que desestabilizan el alma y alteran por completo la capacidad
de realizar acciones correctas.
2. Séneca expone, por medio de diversas guras retórico/pedagógicas, la impor-
tancia que tiene para el hombre el mediar con el uso de razón todo conicto,
al explicitar las desazones que padece Medea en la tragedia, quien represen-
ta por contraste lo opuesto a lo recomendado por el lósofo en De la ira.
3. Lo revisado en los dos trabajos centrales del artículo tiene sustento en
las investigaciones lológicas e históricas de especialistas en la extensa
obra de Séneca, lo cual brinda un cimiento rme para las lecturas que
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de sus interpretaciones puedan hacerse.
Con ello se espera proporcionar elementos que coadyuven con las investigacio-
nes del pensamiento senecano, en especial, en lo referente a sus dramas, que, si
bien han sido estudiados y revisados por gran cantidad de autores, parecen conte-
ner siempre algo que no ubicamos en las demás obras y, en el presente artículo, se
trató de una didáctica que reeja su losofía moral a través de una tragedia clásica.
Fuentes consultadas
Fuentes primarias
Séneca (2008). “De la ira”, en Diálogos, introducción, trad. y notas de Juan Mariné
Isidro. Madrid: Gredos.
_________, ( 2 0 1 4 ) . Medea, estudio preliminar, trad. y notas de Eleonora Tola. Buenos
Aires: CONICET.
Zambrano, M. (1994). Séneca. Madrid: Siruela.
Fuentes secundarias
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sofía antigua. México D.F.: Siglo XXI.
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Emerita. Revista de lingüística y lología clásica, vol. 44, núm. 2. Madrid: Conse-
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Reyes, A. (1959). La losofía helenística. México D.F: Fondo de Cultura Económica.
ivara Kamaji, G. (2004). Más allá de la esperanza y la desolación: Séneca y la
razón mediadora. La interpretación de María Zambrano”, en La lámpara de
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Scodel, R. (2014). La tragedia griega: una introducción, trad. Emma Julieta Barreiro.
México D.F: Fondo de Cultura Económica.
Zambrano, M. (2016). Filosofía y poesía. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.