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La imposibilidad metafísica de la positividad del mal en Fran-
cisco Suárez. Un estudio de caso según las fuentes: Agustín de
Hipona, Dionisio Areopagita y Tomás de Aquino
The metaphysics Impossibility of the malice´s Positivity according to
Francis Suarez. An study of information sources: Augustine of Hippo,
Dionysius the Areopagite, Thomas Aquinas
José María Felipe Mendoza
Universidad Nacional de Cuyo/CONICET
ORCID: 0000-0002-1881-0947.
Resumen
Francisco Suárez expone su comprensión metafísica sobre la maldad en
lasD.M.XI. Allí sostiene la imposibilidad de la existencia del mal como prin-
cipio positivo de los entes o como su atributo. En cualquiera de los casos que-
da clara la ausencia de un tratamiento reexivo sobre el mal metafísico en la
losofía griega (XI, I, 2), y por contraposición, la presencia especulativa de es-
te tópico en el cristianismo de la época patrística y la herencia de sus tesis en la
escolástica medieval previa a la condena parisina de 1277 (XI, I, 13). El entendi-
miento de Suárez traza el mentado itinerario deteniéndose en tres autoridades
de modo particular y que aquí consideraremos con detalle: Agustín de Hipona,
Dionisio Areopagita y Tomás de Aquino.
Abstract
Francis Suárez shows his metaphysical comprehension about the malice in the
D.M. XI. In this particular case, he mainteins the impossibility of wickedness´
existence like a positive principle or like an attribute of ens. In such cases it is
clearly stated the absence of a treatment reexive on the metaphysical malice in
the Greek Philosophy (XI, I, 2) and quite the contrary, the speculative presence
of this topic in the Early Christianity and their legacy in Medieval and Scholastic
Philosophy before to Parisian Condemnation in 1277 (XI, I, 13). Therefore, Suarez
chart a way forward according to the statement of D.M. XI with three leading
gures: Augustine of Hippo, Dionysius the Areopagite and Thomas Aquinas.
Palabras clave
Francisco Suárez, Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita, Tomás de Aquino,
malicia.
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las fuentes: Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita y Tomás de Aquino / José María Felipe Mendoza
Key words
Francis Suarez, Augustine of Hippo, Dionysius the Areopagite, Thomas Aqui-
nas, malice.
Fecha de recepción Junio 2020
Fecha de aceptación Octubre 2020
Introducción
Las Diputationes Metaphysicae –D.M.
1
del jesuita y granadino Francisco Suárez
2
consagran la disputación XI a la temática del mal (de malo). Esta disputación en
particular constituye el reverso del trascendental bonum (D.M. X: de bono seu bo-
nitate trascendentali) y demarca el n negativo de la completa especulación acer-
ca de los trascendentales al negar la malicia en su puridad como trascendental.
La novedad de su inclusión en un tratado metafísico independiente que prea-
nuncia la Modernidad,
3
presenta simultáneamente la contrapartida de un pen-
samiento medieval y escolástico por su lenguaje, patrístico por la mayoría de
sus fuentes y absolutamente sintético y dogmático para una época barroca-
mente argumentativa como el siglo XVI español.
4
Aristóteles no dedicó ninguno de los libros que componen la Metafísica a
pensar radicalmente la malicia en sí misma. Las glosas medievales de la esco-
lástica, eles a la letra y los tópicos del Estagirita, imitaron este procedimiento
y evitaron explayarse sobre la mentada noción en los términos de esta ciencia.
Pero sí lo hicieron en las cuestiones disputadas o en las sumas teológicas don-
de las autoridades eran ciertamente otras. De ahí la emergencia de tres con-
siderandos: (1.) el mal debe entenderse principalmente según las reexiones
patrísticas: San Basilio, San Gregorio, San Atanasio, San Crisóstomo (Suárez,
D.M., XI, I, 3),
5
(2.) la escolástica latina y occidental hereda la especulación so-
bre la metafísica del mal mediada casi exclusivamente por Agustín de Hipona
(Suárez, D.M., XI, I, 3),
6
(3.) la escolástica renacentista no constituye a este res-
pecto una novedad radical. Antes bien, asume el pensamiento que la historia
del tema ha expuesto y lo consolida casi como una repetición de fórmulas jas.
En consonancia con los considerandos previos, podría notarse la originali-
dad sureciana en el modo de hilar la tradición losóca y al colocar como ápi-
ce especulativo la gura de Tomás de Aquino. A este respecto el silencio de
Suárez es llamativo. No hay incursión alguna en las metafísicas de escuela to-
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mista, de Escoto y de los escotistas, de Ockham y del nominalismo, o de cual-
quier otra opinión diferente. Queda la impresión de que no podría armarse
más de lo ya dicho, optando así por la posición del Dr. Eximio, quien parece re-
sumir dogmáticamente axiomas, explicados todos ellos con una brevedad que
francamente contrasta con otras disputaciones. Cayetano constituye la úni-
ca excepción, a quien critica en vista de una incompetente división del mal
(Suárez, D.M., XI, I, 7).
7
Por tales motivos los pensadores que en denitiva o-
cian de basamento para la solución de la trama están ubicados temporalmen-
te antes de la condena parisina del averroísmo latino de 1277 (Florido, 2010,
p. 155-185) y son los siguientes: Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita y To-
más de Aquino.
De acuerdo con lo expresado, la presente intervención desea vericar el
alcance y la integración de las armaciones de la mentada tríada en el pen-
samiento metafísico de Suárez según el común entendimiento del mal como
privación del bien debido acorde con la sección I, 2-I, 13.
1. El error pitagórico: la malicia como primer principio
de la naturaleza positiva de los entes
El planteamiento de la existencia y naturaleza positiva del mal parece hallar-
se entre los griegos. Y más particularmente en la escuela de Pitágoras. La refe-
rencia establecida por el Granadino es indirecta y está mediada doblemente por
Aristóteles y Tomás.
Existió, pues, un antiguo error que decía que el mal era la naturaleza positiva de
algunas cosas, las cuales eran juzgadas como enteramente malas y nacidas de un
principio sumamente malo […] y el mismo se atribuye a los Pitagóricos según el Di-
vino Tomás en [la S.T.] I, q. 49, art. 1, ad 1, tomándolo de Aristóteles, I de la Metafísi-
ca, c. 5, donde reere que los pitagóricos pusieron el bien y el mal entre los primeros
principios de las cosas (Suárez, D.M., XI, I, 2).
8
El texto es conciso y revela directamente un error en el modo de pensar de
7
Mali in simpliciter et morale inepta divisio.— Quod vero spectat ad verba Caietani, vix inte-
lligitur quid per malum simpliciter intellexerit, aut quomodo membra illius partitionis oppo-
nantur.
8
“Fuit ergo antiquus error malum esse naturam positivam quarumdam rerum quae censeban-
tur esse omnino malae et a quodam principio summe malo profectae. Qui fuit error Mani-
chaeorum et Priscillianistarum, ut praecedenti disputatione, sec. 3, tactum est. Et eumdem
tribuit Pythagoricis D. Thomas, I, q. 49, a. 1, ad 1; et sumitur ex Aristotele, I Metaph., c. 5, ubi
refert Pythagoricos posuisse bonum et malum inter prima rerum principia”.
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las fuentes: Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita y Tomás de Aquino / José María Felipe Mendoza
la escuela pitagórica. No hay una exposición detallada del tema. Únicamente
una breve indicación de la existencia y naturaleza del mal en sí mismo. La ex-
posición es narrativa y silogística al mismo tiempo. De aquí se siguen dos no-
tas a tener en consideración: (1.) no hay conocimiento directo de las fuentes. En
efecto, el esquema contemporáneo de informar el pensamiento previo a Pla-
tón y Aristóteles, habitualmente conocido como el desarrollo losóco de los
siólogos griegos, era, al parecer, únicamente referenciado por la autoridad del
fundador de la Academia o del Liceo (Aristóteles, Met. 986ª 20-25).
9
En esta
ocasión la palabra del Filósofo es motivo de credulidad, sirviendo, a la vez, de
basamento para el establecimiento de un juicio metafísico particular. (2.) ese
juicio singular que reza el antiguo error de la escuela pitagórica escondería el
siguiente razonamiento.
La tesis errónea podría formularse así. Todo ente presenta en su congu-
ración determinados principios. La ciencia que los estudia en su universalidad
es la metafísica. El mal es uno de los principios primeros que componen el en-
te ut sic. De ahí la consecuencia: existen entes malos per se originados por un
mal supremo que es estudiado por la ciencia metafísica. Pero la existencia de la
malicia señala una naturaleza especíca que debe por necesidad interpretar-
se positivamente, puesto que en el caso contrario, una naturaleza negativa de
la malicia impediría la existencia de tales entes. Por ello, a la existencia de en-
tes con puridad de malicia, la necesidad de una naturaleza positiva. A su vez la
mentada tesis se correspondería con el pensamiento de la escuela de Pitágoras,
donde existirían dos categorías de entes acordes con sus principios. Unos entes
buenos originados por un sumo primer principio de bondad, y otros entes ma-
los originados por un sumo principio de maldad.
Ahora bien, habíamos armado que la tesis queda expuesta junto al cali-
cativo de errónea. Ese adjetivo supone un juicio a priori que sólo posteriormen-
te quedará evidenciado. Suárez enuncia la proposición de marras en la misma
medida que la refuta según argumentos de autoridad. En primera instancia
observamos que Aristóteles no es citado directamente y por sí, sino como con-
secuencia de la mediación de Tomás de Aquino, quien sí parecería referenciar-
lo adecuadamente. En segunda instancia, la mediación señalada cristaliza en
una jerarquía de autoridades. Primero el Aquinate y luego Aristóteles. Pero es-
te orden se reduce únicamente al primero, pues Suárez no indica la opinión del
Estagirita, sino el hecho de traer a colación la opinión de la escuela pitagórica.
9
“Pero otros, entre estos mismos [pitagóricos], dicen que hay diez principios que enumeran pa-
ralelamente: Finito e Innito, Impar y Par, Uno y Pluralidad, Derecho e Izquierdo, Masculino y
Femenino, Quieto y En Movimiento, Recto y Curvo, Luz y Oscuridad, Bueno y Malo, Cuadra-
do y Oblongo.” 986b: “esto es lo que se puede deducir de ambas escuelas: que los contrarios son
principios de los entes”.
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Por eso la única autoridad judicativa con la que comienza el texto es Tomás, y
es, asimismo, la única que parece importarle al Dr. Eximio.
Dadas las aclaraciones pertinentes, el razonamiento de la escuela pitagó-
rica es erróneo en virtud de incluir la malicia entre los primeros principios
metafísicos del ente en cuanto ente. Pero tal conclusión suareciana es la con-
secuencia de una doble investigación sobre los primeros principios del ente y
la malicia en su puridad. De modo que alcanzar una respuesta última y satis-
factoria del planteo supone que la metafísica deba orientarse según el pensa-
miento de Tomás y nunca según el pensamiento de la escuela pitagórica. Solo
Tomás, cuya racionalidad es cristiana –y por extensión toda la losofía cristia-
na– es útil para la solución racional de la tesis del pitagorismo.
Pero antes de incursionar en la palabra del de Aquino, Suárez nos ofrece un
criterio orientativo fundamental, compatible, debe subrayarse, con el parecer
de ambos. Ese criterio podría enunciarse como sigue: la metafísica investiga el
mal radical y absoluto en orden a manifestar su exclusión del ente ut sic. El en-
te no es malicia pura ni la tiene entre sus propiedades o pasiones. La malicia no
es un trascendental. De ahí que la indagación metafísica aparta el mal del ente
en los términos señalados, y lo aproxima, en cambio, en cuanto entiende al en-
te según una exploración más atenta de su naturaleza. Esto es, debe pensarse
la relación de afectación del ente con la malicia sin que ello comprometa radi-
calmente la bondad trascendental del ente en cuanto ente. Por consiguiente, la
investigación metafísica está orientada a excluir la maldad como primer prin-
cipio, mostrando que es imposible pensar con rectitud una naturaleza simplici-
ter y propiamente positiva del mal en virtud de una patente contradicción per
se en y para el ente ut sic.
Y como la Sagrada Escritura enseña abiertamente no solo que hay un único princi-
pio sumamente bueno de las cosas, sino que todas las cosas hechas por él son bue-
nas […] por ello es cierto entre los lósofos cristianos que el mal no puede ser algo
positivo que por su naturaleza y en mismo sea totalmente malo […] pues se ha
mostrado ya que cualquier cosa por sí misma es buena […]. Por consiguiente, ningu-
na cosa puede ser por su naturaleza mala en sí (Suárez, D.M., XI, I, 2).
10
10
“Quoniam vero Scriptura sacra aperte docet et unum esse tantum primum rerum principium
summe bonum et omnes res ab illo eectas bonas esse, ut constat ex testimoniis praecedenti
sectione citatis, ideo apud philosophos christianos certum est malum non posse esse rem ali-
quam positivam quae ex natura sua ac secundum se tota mala sit, tum quia non potest es-
se bona et omnino mala simpliciter ac secundum se; ostensum est autem quamlibet rem ex se
bonam esse; tum etiam quia res non potest esse mala ob naturalem perfectionem sibi debitam;
quidquid autem ei de tali perfectione defuerit, aut quidquid ei adversum habuerit, non potest
ei esse connaturale, cum supponatur esse debitae perfectioni oppositum; nulla ergo res esse
potest natura sua in se mala”.
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La continuación del texto presenta el reverso de la escuela pitagórica. En
su contra está el argumento de las Escrituras, y las autoridades dieren en im-
portancia. La posición losóca acredita una opinión reputada, mientras que
la palabra de Dios un conocimiento cientíco por si verdadero sin sombra de
error. Por la autoridad bíblica el argumento de la losofía pitagórica –y por
extensión puede armarse lo mismo de toda la losofía– queda desacredita-
do. Empero hay aquí ciertos matices. (1.) el argumento de autoridad de las Sa-
gradas Escrituras, siendo siempre verdadero, rechaza el pensamiento losóco
cuando se muestra patentemente contrario. (2.) los argumentos bíblicos co-
rresponde sean explicados losócamente en orden a que la razón se explaye,
o bien refutando las opiniones losócas que los contradigan, o bien mostran-
do la coherencia sapiencial de la revelación. Por ambos motivos Suárez no colo-
ca simplemente las Sagradas Escrituras –aún cuando ello absolutamente baste
para los hombres de fe– sino que añade la autoridad losóca de Tomás en ra-
zón de la necesaria compatibilidad entre ciencia y revelación, entre razón y fe.
El texto de Suárez evidencia con suciente patencia la diferencia interna
que acaece para la mente cristiana en la historia de la propia losofía. Aque-
lla precristiana por un lado y la propiamente cristiana por otro. Una siempre
es confrontada con las Escrituras para ser simultáneamente asumida y corre-
gida. La otra, la explica. Aquella tiene un conocimiento de la naturaleza de los
entes menos profundo (la tesis de la escuela pitagórica). Ésta presenta un en-
tendimiento más radical de la naturaleza de los entes en su totalidad (la tesis
de la bondad trascendental del ente en cuanto ente). De ahí el progreso mani-
esto en la historia de la losofía. Pitágoras y su escuela colocaron en parte las
bases del pensamiento losóco, poniendo de maniesto un inicio del pensar
no exento de errores. Siglos después, mediada por la Sagrada Escritura, la me-
tafísica ha ido manifestando su progreso. Por tales motivos y de acuerdo con la
concepción cronológica y lineal de la historia del pensar parece correcto ar-
mar que para la mentalidad de Suárez cabe el juicio general de la existencia de
la losofía cristiana como superior a la losofía griega. Entiéndase bien, el pro-
greso en la metafísica no depende de suyo de la revelación cristiana, aunque la
constatación fáctica de su presencia en esta ciencia haya, por un lado, señala-
do como errónea algunas armaciones pitagóricas, y por el otro, impulsado su
progreso. Pero ello no supone en ningún caso un corte radical. La losofía cris-
tiana recupera para sí el saber del pitagorismo según el principio que señala la
existencia y naturaleza de la bondad de algunos entes y lo universaliza. Ya no
se trata de un principio de ciertos entes. Por el contrario, es ahora un princi-
pio del ente en cuanto ente, del ente en su máxima universalidad expresada
en su naturaleza.
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2. Tomás de Aquino, la malicia en su puridad y los pitagóricos.
Una mediación cuasi-incorrecta
La totalidad del apartado precedente señala en esencia la perspectiva de Suá-
rez. Sin embargo la tesis de la maldad metafísica tal como ha sido presentada
requiere ser revisada en lo que concierne a la relación entre Suárez y Tomás. (1.)
la referencia del Dr. Eximio al Aquinate es francamente equívoca en tanto en-
tendemos que el texto citado tiene su origen en la memoria del Granadino y no
en la lectura del pasaje en cuestión. Conviene precisar que el margen de error
es ciertamente amplio en relación con la ubicuidad de la referencia pitagórica,
aunque no sea así en lo concerniente a la tesis. En efecto, ni el pasaje señalado
(Aquino, S.T. I, q. 49, art. 1, ad 1),
11
ni la totalidad de la cuestión 49, ni los respec-
tivos comentarios de Cayetano en la edición leonina aluden a la adjudicación de
la tesis a la escuela pitagórica. El pasaje señala la autoridad de Agustín de Hipo-
na en el contexto antropológico del mal moral. Y esta cita de Tomás es acerta-
da, pues Agustín sí trae a colación a Pitágoras y su escuela en el tratado citado
Contra Julianum en el contexto que le corresponde, y ya previamente indicado
de diferentes cuestiones morales (Hipona, Contra Julianum libri VI, PL 44, cap.
XV). (2.) el corpus tomístico de la cuestión 49 efectivamente versa acerca del
mal metafísico anticipando la respuesta de Suárez según el criterio que hemos
ya enunciado. Ahí decíamos que debe pensarse la relación de afectación del en-
te con la malicia sin que comprometa radicalmente la bondad trascendental del
ente en cuanto ente. La formulación de Tomás, acorde con el pensamiento del
Dr. Eximio, sentencia: “es necesario decir que todo mal, en cierta manera, posee
una causa. Pues el mal es la defección del bien que es generado y que debe po-
seerse” (Aquino, S.T. I, q. 49, co.).
12
Las palabras del de Aquino salvan la intención de Suárez según la tesis en
cuestión. Pero no parecen señalar con claridad la escuela pitagórica como su
responsable de acuerdo con el comentario de Tomás a la Metafísica de Aristó-
teles, al enunciar que hubo, en el marco de la investigación de las causas de los
entes, quienes entendieron “el principio del bien y del mal en las cosas” (Aqui-
no, Sent. Met., lib. 1 l. 5 n. 5).
13
Allí el Aquinate silencia una referencia explícita
11
Ad primum ergo dicendum quod, sicut Augustinus dicit, contra Iulian., arborem malam appe-
llat dominus voluntatem malam, et arborem bonam, voluntatem bonam. Ex voluntate autem
bona non producitur actus moralis malus, cum ex ipsa voluntate bona iudicetur actus moralis
bonus. Sed tamen ipse motus malae voluntatis causatur a creatura rationali, quae bona est. Et
sic est causa mali”.
12
“Respondeo dicendum quod necesse est dicere quod omne malum aliqualiter causam habeat.
Malum enim est defectus boni quod natum est et debet haberi”.
13
“Deinde cum dicit post hos hic ponit opiniones ponentium causam ecientem non solum ut
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al pitagorismo que la Metafísica del Estagirita si enuncia.
De acuerdo con las precisiones supra, Suárez ha mantenido la opinión que
noticia Tomás de Aquino sobre el mal como principio de los entes aunque haya
confundido los textos. No es la Suma Teológica. Es el comentario a la Metafísica.
Seguidamente le ha aplicado al Aquinate una armación propia de Aristóteles
en su propia Metafísica que no es repetida por el dominico.
3. Un nuevo comienzo. Dionisio, Agustín y Tomás,
y una tradición especulativa sobre el mal metafísico
El desplazamiento operado en la reexión metafísica desde la losofía griega ha-
cia la propiamente cristiana gana en claridad al colocar ab initio un rme funda-
mento desde donde especular acerca del mal. En primera instancia, la supresión
de la malicia en los términos en que los había considerado la escuela pitagóri-
ca. Seguidamente, la expansión de la proposición singular del pitagorismo hacia
la universal del cristianismo. Ahora todo ente el ente ut sic– es bueno según su
naturaleza. Una vez más, las tesis del pitagorismo, por su reducción en la con-
sideración del bien y por su incomprensión cabal del modo de ser de la malicia,
aparece cual trasfondo desdibujado del nuevo y auténtico fundamento de las
Sagradas Escrituras, cuya explicación le compete, al decir del Dr. Eximio, a To-
más de Aquino. Pero el Granadino no clausura su reexión con una sencilla alu-
sión al Aquinate. Se esfuerza en mostrar la herencia medieval y escolástica de
fórmulas axiomáticas que el siglo XVI acopia mediante la selección de tres au-
toridades centrales para una hermenéutica que entiende y desentraña las ar-
maciones escriturísticas.
Dionisio en el referido c. 4 De Divinis Nominibus, que el tal mal [monstruo o pecado
de la naturaleza] (Suárez, D.M., XI, I, 13)
14
queda constituido por una privación que
él llama inadecuada composición de los desemejantes y defecto de la proporción debida y con-
veniente según el plan de la naturaleza. Así también Agustín en el libro De natura boni, c.
3 y c. 4, dice que el mal no es otra cosa que la corrupción del modo, especie y orden natural.
Explicando lo cual el Divino Tomás en [S.T.] I, q. 5, art. 5, ad 4 dice que el modo, espe-
cie y orden, en cuanto son tales, son buenos, y son malos en cuanto que o bien son menores de
lo que debieron o no se acomodaron a las cosas a las que debieron acomodarse o son ajenos e
inconexos. Así, por consiguiente, aquel monstruo se llama mal en cuanto carece de la
especie debida y de la conveniente proporción de las partes, y por esto no es malo en
principium motus, sed etiam ut principium boni vel mali in rebus. Et circa hoc duo facit. Primo
narrat eorum opiniones. Secundo ostendit in quo in ponendo causas defecerunt, ibi, isti quidem”.
14
dici potest malum quoddam tamquam monstrum seu peccatum naturae”.
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127
virtud de una perfección positiva (Suárez, D.M., XI, I, 13).
15
La claridad de Suárez ilustra una síntesis de axiomas que coinciden en la
carencia de la debida proporción que debiera poseer el ente en sí según su pro-
pia naturaleza. El mal, a diferencia de la difusa indicación a la losofía griega,
se articula para el pensamiento cristiano siempre en cada caso como conse-
cuencia de la previa reexión del bonum como trascendental, término éste que
queda jado para la tradición desde la misma escolástica. Por tal motivo las
posiciones de Dionisio Areopagita y Agustín de Hipona son insertadas en la
mencionada matriz terminológica de la trascendentalidad del bien, y por lo
mismo, Tomás de Aquino aparece como ápice de aquellos pareceres, en coinci-
dencia con su primacía según las diversas referencias previamente indicadas.
Pero veamos el texto en detalle.
1. La primera autoridad corresponde a Dionisio y no a Agustín según la falsa
cronología de ubicar a Dionisio Areopagita como auténtico discípulo del após-
tol Pablo (Cavallero, 2007, p. 7). En el tratado mencionado por Suárez queda -
jada la denición del mal en los términos de inadecuada composición de los
desemejantes y defecto de la proporción debida y conveniente según el plan
de la naturaleza. Ahora bien, una revisión del capítulo 4 efectivamente acier-
ta en lo referente a la malicia como uno de los dos tópicos centrales.
16
Sin em-
bargo la denición indicada por el Dr. Eximio no corresponde a ninguna de las
descripciones dadas en el corpus dionisíaco, aunque plausiblemente pueda ser
el resultado de una reconstrucción personal según diferentes indicios del mis-
mo texto.
Dionisio subraya su comprensión de la malicia en los siguientes términos:
de modo tal que no es mala la naturaleza, sino que esto es malo para la na-
15
Ait tamen Dionysius, dicto c. 4 de Divin. Nomin., tale malum constitui privatione quam ipse
vocat ineptam dissimilium compositionem et defectum proportionis debitae et convenientis
iuxta naturae institutionem. Sic etiam August., lib. de Natura bon., c. 3 et 4, ait malum nihil
aliud esse quam corruptionem modi, vel speciei, vel ordinis naturalis. Quod explicans D. Tho-
mas, I, q. 5, a. 5, ad 4, ait modum, speciem et ordinem, quatenus talia sunt, bona esse, vocari
autem mala quatenus vel minora sunt quam esse debuerunt, vel quia non his rebus accom-
modantur quibus accommodanda sunt, vel quia sunt aliena et incongrua. Sic igitur monstrum
illud appellatur malum in quantum caret debita specie et convenienti partium proportione,
atque ita non ex vi positivae perfectionis malum est. Idemque reperitur in quolibet ente com-
posito ex partibus quae inter se non bene conveniunt, quod in universum potest monstrosum
appellari”.
16
La primera sección del capítulo [§ 1-18] versa acerca del bien en sí, de Dios y las potencias angé-
licas, de las almas, de la mutua imbricación de la belleza y el bien, y de la preferencia del nom-
bre amor-erótico para los sagrados misterios de la divinidad. En cambio el mal aparece como
depravación y corrupción teológica del bien y abarca tres ámbitos que se entremezclan perma-
nentemente [§ 19-35]: demonios, alma y materia. En derredor de su reexión sobre los mismos
Dionisio dene dialógicamente la malicia.
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turaleza: el no poder llevar a la perfección las cosas de la propia naturaleza
(Areopagita, De Div. Nom., PG 3, § 26, 370C).
17
Por tal motivo la malicia es en-
tendida como “perversión y corrupción de la sustancia de los entes” (Areopagi-
ta, De Div. Nom., PG 3, § 20, 364C),
18
o “debilidad y defecto del bien” (Areopagita,
De Divinis Nom., PG 3, § 30, 372B),
19
pues en verdad lo productor de los males
no son razones y potencias sino la impotencia, debilidad y mezcla asimétrica
de las cosas desemejantes” (Areopagita, De Div. Nom., PG 3, § 31, 372B).
20
Según
esta tesis conviene aclarar que el mal ni siquiera tiene sustancia, sino para-
sustancia al generarse gracias al bien y no por mismo” (Areopagita, De Div.
Nom., PG 3, § 31, 372C).
21
El mal es entonces privación y defecto y debilidad y asimetría y yerro y falto de ob-
jetivo y falto de belleza y falto de vida y falto de inteligencia e irracional e imperfec-
to y sin cimiento e incausante e indenido e infértil e inerte e inactivo e inordinado
y disímil e ilimitado y oscuro e inesencial y él no es ente alguno de ningún modo en
ninguna parte (Areopagita, De Div. Nom., PG 3, § 32, 373D).
22
Las reexiones de Dionisio lejos están de acercarse al pensamiento de Suá-
rez de acuerdo con tres considerandos. (1.) el lenguaje neoplatónico de Dionisio
no coincide con la analítica del aristotelismo barroco suareciano, (2.) el texto
dionisíaco, siendo netamente teológico, inserta el tratamiento del mal según
los tópicos del neoplatonismo cristiano: el mal en los demonios, el mal en el al-
ma humana y el mal en la materia. (3.) únicamente las deducciones sobre los
temas mencionados ponen de maniesto una teología del mal en sí, y que es
lo más próximo a las intenciones de Suárez de entenderla como metafísica del
mal radical. También debe subrayarse que, junto al desplazamiento hacia la fe
cristiana como fundamento del pensar suareciano, la tesis del pitagorismo res-
pecto del mal como principio de los entes –entendida en cualquiera de las va-
17
non est itaque natura mala; sed hoc naturae malum est quod eam impotem reddit explendi ea
quae sunt naturae propia”.
18
“malum qua malum nihil conferre ad essentiam aut rerum generationem, sed, quantum in ip-
so est, rerum substantiam tantum depravare atque abolere”.
19
“Reliquum est igitur, malum esse debilitatem quamdam defectionemque a bono.
20
non tamen ecientes sunt malorum rationes ac factultates, sed impotentia, et inrmitas, et
incongrua quaedam permistio rerum dissimilium”.
21
quapropter neque substantia malum nititur, sed substantia simulacro, dum boni et non sui
ipsius gratia geritur”.
22
Malum ergo privatio est, et defectus, et inrmitas, et inconcinnitas, et error, et frustratio
scopi, pulchritudinis, vitae, intellectus, rationis, perfectionis, fundamenti, causae; est inter-
minatum, sterile, iners, imbecillum, confusum, dissimile, innitum, tenebrosum, statu caret,
ipsumque nullo pacto, ac nusquam, et nihil exsistit”.
Logos / Año XLIX / Número 136 / ene-jun 2021 / pp. 119-133
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riantes previamente indicadas– pudo ser respondida con el propio Dionisio sin
necesidad de adelantarse en el tiempo hacia la posición de Tomás. En efecto, el
nuevo fundamento de la losofía, y especícamente de la metafísica, presen-
ta una historia que aquí queda trazada según las tres autoridades supra. Siglos
antes que Tomás de Aquino y en respuesta a la escuela pitagórica ya Dioni-
sio armó lo siguiente: “pues ninguna díada es principio, sino una monada se-
principio de toda la díada” (Areopagita, De Div. Nom., PG 3, § 21, 367D).
23
s
adelante arma: “y en verdad no es posible que haya dos principios contrarios
de los entes, combatiendo también ellos entre y en el todo. Pues si esto es
concedido, no será tampoco Dios incólume y exento de dicultad” (Areopagita,
De Div. Nom., PG 3, § 21, 367D).
24
Habíamos armado la posibilidad de reconstruir la denición de Suárez
desde los textos de Dionisio. La cita del Granadino trae consigo tres caracte-
rísticas igualmente presentes en los pasajes citados. Se expresa en términos
de desemejanza, defecto de proporción debida e inconveniencia según el plan
de la naturaleza. Por su parte Dionisio habla de la falta de belleza, convertible
con las dos primeras características, y corrupción de las sustancias de los en-
tes, convertible, a su vez, con el defecto de los entes según el plan de la natura-
leza. Por este medio quedan salvadas las diferencias entre ambos pensadores
y la valía de la autoridad de Dionsio en la escolástica. Empero también es cier-
to que la reexión de Dionisio presente en las D.M. XI no halla cumplida sa-
tisfacción, en tanto se pierde la riqueza lingüística de una teología que se ha
convertido en una losofía que quiere explícitamente guardar distancia de la
teología, y reducido a una metafísica no teológica en pos del aristotelismo pro-
fesado por Francisco Suárez.
2. La segunda autoridad mencionada por Suárez es también neoplatóni-
ca. Efectivamente Agustín concluye en el texto citado, cap. 3 que “toda natu-
raleza es buena” (Hipona, De nat. boni, PL 42, cap. III, p. 453)
25
mientras que el
cap. 4 señala la malicia como “corrupción del modo, la especie y el orden natu-
ral” (Hipona, De nat. boni, PL 42, cap. IV, p. 453).
26
El Dr. Eximio no añade nada
a este respecto. La brevedad de sus palabras justica una vez más el acopio de
axiomas losócos enlazados con las Escrituras en contra de una escuela pi-
tagórica desdibujada en el tiempo. Agustín hace las veces de mediación nece-
saria hacia Tomás de Aquino. No hay dos principios, sino uno. Y ese principio
23
“Nulla enim dualitas principiat, sed unitas erit principium omnis dualitatis”.
24
“Neque vero duo rerum principia contraria, quae sibi mutuo et universo insint, pugnare quo-
que possint; sic enim hoc detur, ne Deus quidem ipse incolumis erit vacuusque molestia”.
25
“Omnis ergo natura bona est”.
26
“quod nihil aliud est quam corruptio, vel modi, vel speciei, vel ordinis naturalis”.
130 La imposibilidad metafísica de la positividad del mal en Francisco Suárez. Un estudio de caso según
las fuentes: Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita y Tomás de Aquino / José María Felipe Mendoza
es Dios, pues “Dios es el supremo bien del cual no hay otro superior: es el bien
inmutable y, por tanto, verdaderamente eterno y verdaderamente inmortal”
(Hipona, De nat. boni, PL 42, cap. I, p. 451).
27
Una vez más encontramos otra po-
sible respuesta a la escuela pitagórica.
3. Sólo en la naturaleza creada existe el mal. La malicia ha quedado com-
pletamente alejada del único principio increado que es Dios. Esta es la prime-
ra respuesta a la tesis sobre la maldad en cuanto principio supremo. A este
respecto basta la tradición cristiana en las guras de Agustín y Dionisio. Res-
ta sin embargo entender nuevamente qué sea el mal en la naturaleza creada
per se. La visión pitagórica no puede satisfacer la Doctrina Sagrada bajo nin-
guna de las direcciones de un principio supremo de Maldad y de un principio
congurante de los entes ut sic que la fe cristiana ha interpretado como na-
turaleza creada. En los entes en cuanto tales no hay tampoco un principio de
maldad. Ambas direcciones quedan nulas ante la presencia decisiva de la Sa-
grada Doctrina. Por tal motivo la losofía griega pensada por la losofía cris-
tiana signicó por fuerza volver a preguntar y responder antiguos y nuevos
cuestionamientos con la luz de una razón también inspirada por la Revelación.
Aquí se comprende una vez más que la mediación aristotélica de la escuela pi-
tagórica –y extensivamente el pensamiento precristiano– es simplemente una
referencia lejana que habilita la posibilidad de pensar, bajo el signo de la fe,
una respuesta nueva, decisiva y categórica.
Bajo ningún respecto se justica para Suárez responder ante la reexión
del pitagorismo con las palabras de Tomás de Aquino. Hemos adelantado que
la sola presencia de Dionisio Areopagita o Agustín de Hipona bastan para ello.
En ningún caso se percibe la necesidad de corregir o ampliar el pensamiento
de ambos. Sin embargo lo que no se realiza especulativamente por encuen-
tra otras maneras de expresión. La delidad de Suárez a Tomás de Aquino está
fuera de cuestionamiento alguno en lo que al mal se reere. Con el Aquinate se
sintetiza la valía de lo ya armado por Agustín y Dionisio. Cada uno vale por sí
mismo, pero al estar unidos a la especulación del de Aquino el Dr. Eximio pre-
senta su pensamiento cual pura ortodoxia.
A la cuarta debe decirse que, tal como arma Agustín en el libro De natura boni, to-
do modo en cuanto modo es bueno (y así también puede decirse respecto de la espe-
cie y del orden): pero un modo malo, una especie mala y un orden malo se dicen, por
consiguiente, o bien porque [las cosas] son menos de lo que debieran ser o bien por-
que tales cosas no están acomodadas con respecto a lo que debieran, o bien porque
27
“Summum bonum quo superius non est, Deus est: ac per hoc incommutabile bonum est: ideo
vere aeternum, et vere immortale”.
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131
se dicen ajenas e inconexas (Aquino, S.T. I, q. 5 a. 5 ad 4).
28
La respuesta de Tomás citada por Suárez coincide, en esta ocasión y a di-
ferencia de la tesis previa, con la letra del propio dominico. Una vez más el Dr.
Eximio sorprende por su posicionamiento lacónico al sentenciar, en conjunto
con el parecer del Aquinate, que la monstruosidad es propiamente el nombre
de la malicia metafísica en cuanto es denida como defecto de lo debido en la
naturaleza según la especie, el modo y el orden del ente ut sic, pues “la caren-
cia de la conveniente proporción de las partes” es convertible con el orden y
el modo de las mismas. Entendido de la manera indicada el parecer de Suárez
queda sustentado por Dionisio, Agustín y Tomás. No habría innovación algu-
na. Únicamente volver a insistir con aquellas expresiones que fueron acuñadas
por la tradición cristiana donde la naturaleza se dice por buena y positiva.
4. A modo de conclusión
Francisco Suárez, auténtico precursor de la Modernidad según la re-signica-
ción del saber metafísico en particular, ha operado una transformación profun-
da de la escolástica medieval y neo-escolástica renacentista. La novedad de la
inclusión del mal en las D.M. como reverso del trascendental bonum pone de
maniesto un pensamiento lacónicamente reexivo que revela, sin embargo,
más un acopio de fórmulas axiomáticas que la incursión de una auténtica re-
volución. Siendo las D.M. el primer tratado independiente del comentario a la
Metafísica de Aristóteles, el libro XI destinado a la malicia en su puridad– pa-
rece, a diferencia del juicio general sobre la totalidad de la obra, un resumen es-
quemático propiamente medieval que presenta tres opiniones fundacionales de
la losofía cristiana. Hay sin embargo también en ello una real proyección de la
losofía medieval en la losofía moderna que no ha sido debidamente señalada
por los estudiosos de las D.M. en particular.
La reexión iniciada por Suárez sobre la naturaleza metafísica de la malicia
señala la escuela pitagórica como la responsable. Pero el interés de la tesis está
más fundado en las Escrituras que en la losofía precristiana. Suárez presenta
la razón de la escuela pitagórica como antecedente de una falsa comprensión
de la malicia según un doble yerro: (1.) la reducción y separación en los entes se-
gún una doble categoría. Por un lado, entes esencialmente buenos; por el otro,
28
Ad quartum dicendum quod, sicut dicit Augustinus in libro de Natura Boni, omnis modiis, in-
quantum modus, bonus est (et sic potest dici de specie et ordine): sed malus modus, vel ma-
la species , vel malus ordo, aut ideo dicuntur quia minora sunt quam esse debuerunt; aut quia
non his rebus accommodantur, quibus accommodanda sunt; ut ideo dicantur mala, quia sunt
aliena et incongrua”.
132 La imposibilidad metafísica de la positividad del mal en Francisco Suárez. Un estudio de caso según
las fuentes: Agustín de Hipona, Dionisio Areopagita y Tomás de Aquino / José María Felipe Mendoza
entes esencialmente malos, (2.) la naturaleza positiva de los entes malos. En su
contra establece un fundamento diferente que confuta la opinión del pitagoris-
mo. Las Escrituras muestran la universalidad de la malicia en todos y cada uno
de los entes creados y la imposibilidad de que tal maldad sea entendida como
naturaleza simpliciter. No existe naturaleza alguna que sea por sí pura malicia.
Y por consiguiente, no hay una naturaleza positiva de la malicia en los entes.
El cambio de fundamento operado desde la losofía griega hacia la loso-
fía cristiana cristaliza en las Escrituras. Y el esclarecimiento de la tesis de la
malicia, acorde con el nuevo fundamento de la razón iluminada por la reve-
lación, aparece ilustrado por la losofía cristiana de Agustín de Hipona, Dio-
nisio Areopagita y Tomás de Aquino. A su vez, la ausencia de cualquier otra
losofía expresa una sincera adhesión del Dr. Eximio al Aquinate. Ni Escoto, ni
Ockham, ni las respectivas escuelas, incluyendo el tomismo, aparecen en las
páginas que componen el breve tratado del mal.
El nuevo fundamento de las Escrituras y la explicación de las autoridades
intervinientes determinan, para el pensar de Suárez, una comprensión de la
historia de la losofía tanto continuista como rupturista. El pensamiento pre-
cristiano es constantemente vuelto a ser considerado a la luz de las enseñan-
zas escriturísticas. Conforme con ello las tesis de Agustín y Dionisio bastan
para demostrar las incorrecciones especulativas del pitagorismo, mientras que
la propia de Tomás trae consigo la simple repetición de aquellas en un marco
especulativo novedoso: tales reexiones quedan ahora insertas en el contexto
de la escolástica clásica previa a la condena averroísta de 1277 donde el bien es
comprendido como trascendental y el mal como su reverso metafísico, pues la
malicia en su puridad no es un trascendental y afecta únicamente la bondad
creada. No existe un principio de pura malicia y no hay oposición lógica entre
el bien y el mal. La maldad no es un principio y corroe la naturaleza buena de
los entes creados según la sentencia de Agustín repetida por Tomás en el mo-
do, la especie y el orden.
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