Logos / Año XLIX / Número 136 / ene-jun 2021 / pp. 93-117
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frimiento tiene su origen en la voluntad para Schopenhauer, en el deseo (taṇhā)
para los budistas; y, nalmente, que la liberación del sufrimiento se produce a
través de la “negación de la voluntad” o la anulación del deseo.
En efecto, tanto Schopenhauer como el budismo subrayan el carácter in-
trínseco del sufrimiento en la existencia, pues si la sustancia del mundo empí-
rico (“samsárico” para el budismo) es la voluntad y ésta constituye un impulso
imposible de satisfacer, siempre que haya voluntad o deseo, habrá inevitable-
mente sufrimiento. “Pues toda aspiración nace de una carencia, de la insatis-
facción con el propio estado, así que es sufrimiento mientras no se satisfaga;
pero ninguna satisfacción es duradera, sino que más bien es simplemente el
comienzo de una nueva aspiración.” (Schopenhauer, 2009, p. 367). De esta ma-
nera, si la voluntad (deseo) es la causa del sufrimiento (“Primera Noble Ver-
dad” budista), su desaparición estará en la anulación de aquella o, como lo
denomina el budismo, en el “nirvā
ṇa”: “ésta [la resignación perfecta] solo la
paración de lo que se quiere es sufrimiento, no obtener lo que se quiere es sufrimiento, no obtener
lo que se quiere es sufrimiento” (p. 77). Respecto a la concepción del budismo como una variante
de nihilismo, parece ser compartida por la mayoría de los estudiosos del pensamiento oriental del
siglo XVIII y XIX. Jean Baptiste Du Halde (1674-1743), historiador jesuita francés, especialista de la
historia, la cultura y la sociedad china, en su obra en cuatro volúmenes Geógraphique, Historique,
Chronologique, Politique, et Physique de l’Empire de la Chine et de la Tartarie Chinoise, publica-
do por primera vez en 1735, escribe: “Ellos enseñan que el vacío o la Nada es el principio de todas
las cosas […] que éste existe de la Nada […] de donde todas las cosas son producidas y a la que to-
das las cosas regresan […] y que para vivir felizmente debemos continuamente esforzarnos en la
meditación, y en frecuentes victorias sobre nosotros mismos, para devenir como aquél principio,
y para este n debemos acostumbrarnos a hacer nada, a desear nada, a percibir nada, a pensar en
nada” (vol. 3, pp. 50-51). De la misma manera, en sus Lecciones sobre losofía de la religión (1827)
Hegel señala: “lo último y supremo es la nada, el no-ser. Se dice que todo proviene de nada y que
todo retorna a nada. Ese es el fundamento absoluto, lo indeterminado, el aniquilamiento de todo
lo particular de modo que todas las existencias y realidades particulares sean solamente formas y
solamente la nada posea verdadera autonomía mientras que la realidad restante no posee ningu-
na autonomía; ellas no valen sino como algo accidental, como una forma indiferente. Lo supremo
para los hombres es este estado de aniquilamiento: ahondarse en esta nada, en el reposo eterno de
la nada…” (vol. 2, p. 406). Por su parte, Karl Friedrich Koeppen en Die Religion des Buddha und Ihre
Entstehung, obra que, como señalamos antes, leyó Schopenhauer, escribe (1857): “La ética del Bu-
da es negativa: ella es, como se ha enfatizado muy menudo, una moral de renuncia y abnegación,
no de lucha y creación. Enseña sufrimiento y tolerancia, pero no a actuar ni a obrar. […] Además
ella es esencialmente negativa porque [apunta al] más allá, es trascendente, y el mundo real, la
tierra con todo lo que ella contiene, carece de valor para ello. Todos los grandes intereses y pregun-
tas terrenales y mundanas, nacionales, políticas, sociales, humanas, por lo tanto, están alejados de
ella y tienen mayor importancia para ella en la medida en que se pueden utilizar los mismos me-
dios para llevar al alma más allá del conocimiento y a la liberación. […] Por la misma razón, es de-
cir, debido a su abstracción ascética y trascendente de la realidad, el budismo crea en los corazones
de sus confesores un vacío similar al pietismo, para el cual el mundo es solo una casa de corrup-
ción, pecado y muerte, y el arte mundano y la ciencia es una obra de Satanás” (vol. 1, pp. 479-480).
Estos son apenas algunos ejemplos paradigmáticos de la concepción del budismo como una reli-
gión nihilista, que tiene a Nietzsche quizá como su principal antagonista.